Por Aragón 5-6 noviembre 2022

No es por hacerme el importante, pero la improvisación en mis viajes de fin de semana suele tener buenos resultados. Así, me propongo recorrer una determinada zona porque en alguna ocasión he leído algo o porque simplemente pasé por allí un día con algo más de prisa y me pareció ver algo parecido a un castillo, torre o ruina en algún punto distante o simplemente te dejas llevar por el instinto y estás convencido que la zona merece la pena.

Por ello, acompañado de mi más fiel, querida, atrevida y nada temerosa copilota, la madre de mis hijos, decidimos este caluroso fin de semana del 5 y 6 de noviembre conocer lo que fue la frontera entre Castilla Y Aragón situada al sur del río Jalón, tierra ocupada y densamente poblada por los musulmanes hasta su conquista por el rey de Aragón Alfonso I el Batallador a comienzos del siglo XII.

Llegados hasta Alcolea del Pinar, carretera convencional hasta Maranchón donde ponemos rumbo norte a través de carreteras comarcales más estrechas y reviradas. Nos metemos de lleno en la Sierra de Solorio, que alberga uno de los sabinares más extensos de Europa y donde abundan pequeños pueblos aquejados de un grave problema de despoblación.

Entre espléndidos bosques de sabinas centenarias nos desplazamos y visitamos Codes, Iruecha, Villel de Mesa y Sisamón.

Sierra de Solorio

En Villel de Mesa hay un espectacular castillo roquero del cual hay pocas noticias sobre su historia. Los restos actuales son cristianos, si bien algunos estudiosos indican la existencia anterior de una torre o atalaya árabe. En el siglo XII se erige el castillo cristiano propiedad de Manrique de Lara, pero a comienzos del XIII pasa ya a manos de la familia de los Funes, de origen navarro y que llegan a esta zona participando en la repoblación. El castillo está enclavado en el valle del río Mesa, punto estratégico de paso y frontera entre Aragón y Castilla, por lo que tuvo gran importancia en la guerra entre ambos reinos, apoyando los Funes a uno u otro bando según el devenir de la guerra y su propia conveniencia.  

Villel de Mesa
Villel de Mesa

En Sisamón, pueblo de atractivo nombre, existen restos de otro castillo, pero no tan conservado como el anterior. Los pueblos se encuentran muy desiertos, incluso da sensación de cierto abandono, igual me equivoco. En compensación, el paisaje es precioso y sin duda merece la pena recorrer también las calles de estos escondidos pueblecitos para disfrutar del entorno y conocer la realidad del mundo rural en nuestro país.

Sisamón
Sisamón

Una vez atravesada la Sierra de Solorio llegamos a Cetina, pueblo ya muy cercano a la autovía A-2, donde sorprende la amplitud y luminosidad de sus calles a pesar de tener una población inferior a los 600 habitantes. Destaca el palacio castillo del siglo XIV donde, como curiosidad, se casó en el año 1634 el famoso escritor Francisco de Quevedo con una señora viuda y con hijos, ya entrada en años pero con rico patrimonio, Dña. Esperanza de Mendoza.  No fue esta señora del agrado del escritor, pues el matrimonio apenas duró tres meses, hasta que Quevedo huyó de Cetina para seguir disfrutando de los placeres de la vida como solo él sabía hacerlo.

Cetina

 Aprovechamos la parada en este pueblo para tomar un café en una terraza donde aparece un anciano con grandes manojos de guindillas recogidas de su huerto hace un momento y nos las ofrece avisándonos de que “son de las que pican”. Las guindillas las guardé en la nevera y a los pocos días pude probarlas con un buen plato de lentejas. Realmente picaban y mucho. Tanto picaban, que creo que el abuelo Cetinero las ha estado regando con Tabasco demasiado tiempo.

Con las últimas luces visitamos Ariza sin tener mucho que decir sobre este pueblo.

Cae la noche y ante la patente falta de actividad y alojamientos cercanos por esta zona, optamos por ir a Calatayud e intentar reservar alguna habitación en algún hotelito.

En Calatayud es sábado por la noche y no hay forma de aparcar salvo a las afueras, a no más de 10 minutos andando del centro. Encontramos habitación en el primer hotel que probamos y rápido salimos a las calles para hidratarnos y disfrutar del buen tapeo de esta ciudad. Ya bien entrada la noche, paseamos por las calles ahora desiertas y que formaron parte en su día del original barrio musulmán. El espíritu bereber nos envuelve, se hace con nuestras personas y simplemente nos dejamos llevar…

A primera hora de la mañana del domingo comenzamos a deambular por las calles de Calatayud y sobre las 11 horas contratamos una visita guiada a la ciudad, pues siempre viene bien para saber dónde te encuentras. En la Plaza de España hay un pequeño y antiguo local en el que nuestro guía tiene instalado su negocio llamado “La Sobresaliente”. El guía, de cuyo nombre no quiero acordarme o simplemente no recuerdo, es un libro abierto de historia de la ciudad y con un sentido del humor que tardas en entender. Pero con humor, que es lo que importa. Y con un humor algo negro, lo que no sé si influenciado por la celebración de una prueba de Duatlón, tan popular en estos tiempos y que tiene colapsada la ciudad entera. Tampoco yo acabo de entender esta obsesión por este tipo de celebraciones deportivas en medio de las ciudades, entre asfalto, contaminación y ruidos de coches. ¡Con todo el campo que hay!

Tras una introducción sobre los asentamientos Celtíberos y Romanos en el territorio de Calatayud, su posterior abandono a partir del siglo IV, la fundación de la ciudad por los musulmanes en el siglo IX y la reconquista por El Batallador en el año 1120, entramos a visitar la Colegiata de Santa María, edificada por orden del propio rey guerrero sobre la antigua mezquita de la ciudad. El edificio actual data del siglo XVII y es el ejemplo perfecto del mudéjar aragonés. Llama la atención su tremenda torre de 70 metros de altura.

Interior Colegiata Santa María
Colegiata Santa María

Nos detenemos en el exterior de la iglesia de San Andrés (la actual data del siglo XIV) la cual es la iglesia más antigua de la ciudad y con una torre que nada tiene que envidiar a la de la Colegiata. Parece ser que también fue fundada en el mismo tiempo en el que El Batallador conquistó la ciudad y algunos aventuran que realmente se trata de una mezquita reutilizada. Resguardando uno de los laterales, saludamos a Alfonso I El Batallador el cual se encuentra allí presente en forma de escultura en bronce. Este valiente, tras la batalla de Cutanda en la que derrotó con firmeza a las tropas musulmanas, reconquistó todo el valle del Jalón y del Jiloca quedando así abierta la ruta hacia el Levante. El 24 de junio de 1120, los musulmanes le entregaron las llaves de la ciudad de Calatayud. La primera referencia escrita a esta ciudad es del año 862, cuando el emir Muhamad I, por cierto, fundador de Madrid, ordena su reconstrucción. Estos casi 260 años de presencia musulmana han dejado una huella profunda y difícil de borrar en la moderna ciudad actual.

Torre Iglesia de San Andrés
Iglesia de San Andrés

Nuestro guía tiene libre acceso a la Iglesia de San Pedro de los Francos, por lo que me siento muy privilegiado al poder visitar su interior donde, en el año 1461, se celebraron las Cortes del reino de Aragón y el futuro rey Fernando el Católico fue proclamado heredero de la Corona. El templo original también es del tiempo del Batallador, el cual ordenó su construcción como agradecimiento a los Francos que le ayudaron en su tarea de reconquista y que optaron por instalarse definitivamente en este nuevo territorio para empezar una nueva vida. El templo actual es del siglo XIV y destaca su muy inclinada torre en su lado derecho. La inclinación es muy patente, en concreto un metro y medio sobre la propia calle y no es algo reciente. En el año 1840 su campanario fue demolido como medida de seguridad, pues en el palacio situado justo enfrente se alojaron una noche la reina Isabel II y su regente madre Mª Cristina. Toda precaución es poca, no vaya a ser que tras cientos de años de inclinación se derrumbara precisamente ese día.

Interior Iglesia San Pedro de los Francos
Torre iglesia San Pedro de los Francos

La causa de la inclinación de esta torre y la de otros muchos edificios de la ciudad, los más famosos los de la Plaza de España, es debido a que el suelo de Calatayud se compone fundamentalmente de yesos y calizas que se reblandecen y provocan simas en el subsuelo por el contacto con el agua, no solo de la lluvia, sino incluso la del cercano río Jalón que permeabiliza la zona poco a poco. Sin duda todo un reto para los modernos y actuales arquitectos.

Cinco castillos rodean el casco antiguo de Calatayud y para su disfrute existe un mirador en la parte alta. El mejor conservado es el castillo del Emir Ayyud que data del siglo IX. En algún otro viaje anterior subimos hasta uno de los castillos, si bien esta vez nos limitamos a contemplarlos desde la distancia y dejamos para futuras visitas la subida a este espectacular castillo que parece bastante bien conservado.

Castillo del Emir Ayyud

Finalizada la visita, tomamos un buen aperitivo en el afamado Mesón de la Dolores, situado en uno de los edificios más antiguos de la ciudad (fines del siglo XV, comienzos del XVI) y sobre el que han sabido conservar a la perfección el sabor decimonónico de sus instalaciones como hospedería. Es más, en mis próximas visitas a Calatayud, que las habrá, ya he elegido este sitio como alojamiento.

Ya sabes, si vas a Calatayud, pregunta por la Dolores, que realmente no es quien te imaginas y a lo que se dedicó, pero eso, querido lector, ya es otra historia.    

A CORUÑA.

Sin duda que veranear en el Norte de España está de moda. Al menos entre mis conocidos, es raro encontrar a alguien que no pase el verano o parte de él en esta zona, País Vasco, Cantabria, Asturias o Galicia.

Pues nosotros no podíamos ser menos y hemos disfrutado este mes de agosto de una semanita en la ciudad de La Coruña huyendo de este calor africano que a todos y sin remedio nos está asfixiando poco a poco. Bueno, algo de calor hemos pasado, pero entre la densa niebla de algunos días, la lluvia intermitente de otros y el sofocante calor entre medias, no ha habido mucha necesidad de playa.

En estas escapadas urbanitas nada como alojarse en un buen hotel donde poder recuperar fuerzas tras grandes paseos por la ciudad, largas e intensas excursiones para explorar pueblos pesqueros o de posibles excesos de algún aperitivo en el que te vienes arriba sin motivo aparente. El caso es encontrarse cómodo y adaptarse al medio, a la situación concreta….

Poco puedo decir de esta espectacular ciudad y provincia para mi desconocida, pero no puedo dejar de compartir lo que más me ha llamado la atención y me ha sorprendido muy gratamente. Seguro que hay mucho más, sin duda, pero a mi lo que me van son las piedras, es decir, torres, castillos, fortalezas e iglesias.

Uno de los símbolos de la ciudad es sin duda la Torre de Hércules, levantada por los romanos en el siglo I para guiar a las embarcaciones que navegaban hacia las Islas Británicas. Se trata del faro más antiguo del mundo aún en funcionamiento. La estructura romana original se encuentra en el interior, pues la actual es fruto de una rehabilitación llevada a cabo en el siglo XVIII. La zona en la que se encuentra la Torre es espectacular y merece la pena llegar allí a través del paseo marítimo, el cual, dicen, es el más largo de Europa.

En la Edad Media, la Torre de Hércules fue abandonada durante algún que otro siglo, lo que ocasionó que fuera expoliada en parte, utilizándose muchas de sus piedras para la construcción del Castillo de San Antón a finales del siglo XVI. Este Castillo, muy cerquita de nuestro hotel y que hoy en día alberga el museo arqueológico de la ciudad, fue ordenado construir por Felipe II para defender la ciudad de los ataques extranjeros, fundamentalmente ingleses y franceses. Muy interesante su aljibe para sobrevivir en caso de asedio.

Justo enfrente y en la otra punta de la bahía (en el pueblo de Oleiros), se encuentra el castillo de Santa Cruz al cual se accede a través de un puente de madera sobre las aguas. Esperpéntica y ridícula escultura realizada con basura rescatada del mar recibe al visitante que enturbia cualquier fotografía de una muy bien conservada torre del castillo. El sitio es realmente espectacular, puedes deambular por casi todos los rincones del castillo e imaginarte la potencia de fuego que tenían ambos castillos, uno enfrente del otro, apoyados por un tercero del que hoy no queda rastro alguno.

Intentando dar un toque gastronómico a alguna de nuestras excursiones, visitamos Betanzos con la intención de degustar su famosa tortilla de patatas, lo cual conseguimos en un pequeño y estrecho bar regentado por unas simpáticas colombianas y con mano experta en la elaboración de tan preciado manjar. Ambientazo en el bar, mucho cachondeo y momentos muy muy divertidos pues prácticamente lo llenamos con nuestro grupo compuesto por diez personas.

Previamente, estuvimos paseando por el pueblo y me impresionó gratamente su riqueza monumental. La iglesia de Santa María de Azogue y la de San Francisco, ambas de estilo gótico del siglo XIV son increíbles. Rosetones, pilas bautismales románicas, enterramientos medievales y nada más y nada menos que un jabalí soportando la cruz en el tejado de una de ellas.

Ya que he nombrado estas iglesias, volvamos a la propia ciudad de La Coruña para mencionar la iglesia de Santiago Apóstol, la más antigua de la ciudad y la Colegiata de Santa María del Campo, ambas del siglo XII, las cuales, amigos, tienen un gran parecido con la famosísima iglesia de Santo Domingo de Soria en lo que se refiere a su fachada.

Centro neurálgico de la ciudad es la Plaza de María Pita, heroína de la ciudad por su intervención en la defensa de la ciudad contra la invasión inglesa del año 1589. Al parecer esta valiente mujer tras ver a su marido (uno de los cuatro que tuvo) morir en la batalla, llena de ira, arrebató la lanza de la bandera inglesa a su portador y con ella mató al alférez que dirigía el asalto. La tropa inglesa (12.000 soldados) al verse desprovista de mando en el asalto, comenzó su retirada.

En esta bonita plaza puedes probar buenas tapas de pulpo, pimientos del padrón, raxo, tortilla de patata y otros muchos manjares siempre regados con algún buen vino y la más famosa cerveza local, Estrella de Galicia. ¿He dicho cerveza?, ¿he dicho Estrella de Galicia?

No puedo finalizar esta crónica sin mencionar la visita guiada que realizamos a la fábrica de Estrella de Galicia en la que se incluye (si lo contratas) degustación de las distintas variedades cerveceras con tabla de quesos y productos del mar enlatados.

Visita muy divertida, interesante y muy recomendable, donde cuentan la historia de esta familia cervecera, enseñan los enormes alambiques de la primera fábrica, cata de la cerveza en distintas fases de su elaboración, una exposición de todas las latas y botellas utilizadas a lo largo de su historia, diversas actividades interactivas y una prueba de gusto y olfato con los diferentes granos de cebada utilizadas para cada una de las variedades que producen. Por cierto, todos los productos con los que se elabora esta cerveza son de origen gallego, incluso el agua.

La visita finaliza con la experiencia de tirar una caña y la tan esperada degustación de cinco variedades de Estrella de Galicia con los quesos y enlatados. Menos mal que somos previsores, pues para ir la fábrica utilizamos como medio de transporte el taxi.

La propia marca Estrella de Galicia tiene una famosísima cervecería en La Coruña donde por supuesto fuimos un día a comer y disfrutar de este oro líquido. Pero esto ya, amigos, es otra historia…

Pradejón (La Rioja). Tierra del Champiñón. Junio 2022.

¡Y llego el Domingo! A las 11 horas hemos sido citados en Pradejón por nuestra pareja amiga, Alfonso y Ana, para enseñarnos alguna instalación de cultivos de setas y champiñones, el oro vegetal de esta comarca.

En una pequeña furgoneta manejada por Alfonso, nos desplazamos a varias instalaciones para ver y conocer la producción de estos hongos.  Este año el calor ha venido pronto y de forma muy intensa, por lo que las naves que mantienen un cultivo tradicional han tenido que poner fin a su producción antes de lo habitual. Por este motivo, las naves que se mantienen activas son algo más sofisticadas, con sistema de aire acondicionado permanente y satisfacen la demanda del mercado de producto fresco. Las más tradicionales, producen normalmente para envasado.

En la primera nave disfrutamos de miles de setas de cardo, las típicas que ponen en cualquier bar de España o venden como producto fresco en prácticamente todos los mercados. Son enormes y las hay de todos los tamaños. La temperatura dentro de la nave es muy fresca y se agradece dado el nuevo día de calor extremo que volvemos a sufrir. En otra nave cercana disfrutamos de cultivos de champiñón, esta vez de la variedad Portobello, de color marrón y más apreciado por su sabor más intenso que el tradicional de color blanco. La humedad en las naves es muy alta y las máquinas de refrigeración funcionan constantemente.

Setas de cardo
Detalle
Champiñón Portobello

Alfonso nos explica con detalle todo el proceso: Primero se preparan los paquetes de siembra a base de paja, gallineja y urea, se airean y a esperar a su fermentación (¡alcanzan una temperatura interna de 38 grados!) para posteriormente inyectarles las esporas, la semilla del champiñón por entendernos y extender una nutritiva capa de humus traída directamente de los países nórdicos. Oscuridad, frescor, mucha humedad y en pocos días comenzarán a crecer, teniendo que estar muy muy pendiente de recogerlos en el momento exacto y cumplir así con las exigencias y deseos de mayoristas y consumidores. Ni muy pequeños ni muy grandes, en su tamaño y momento justo, lo cual requiere de un conocimiento, especialización, paciencia, mimo, dedicación, esfuerzo y sacrificio en grado extremo. Y no exagero. Cada champiñón se recolecta a mano, uno a uno, se le corta el rabito y se deposita con delicadeza en los contenedores que se sirven directamente al comercializador. Que me disculpen los expertos en esta descripción simplona y grosera que he realizado del proceso de cultivo y recolección, imagino que no es correcto, pero creo que sirve para informar de lo delicado y complejo del proceso para los que no somos expertos y nos creemos que el champiñón ya viene en lata o envasado.

Por último, visitamos las naves del “Porrón” como ejemplo de la tecnología y técnicas más avanzadas en el cultivo del champiñón. La mayor parte del proceso se encuentra mecanizado, salvo la recolección, que se sigue realizando de forma manual, uno a uno, con destreza y delicadeza. Una compleja maquinaria simula el ambiente ideal para un cultivo perfecto. Su dueño, un vasco de lo más agradable, nos muestra sus instalaciones con entusiasmo y dedicación y comenta que en breve iniciará obras para duplicar o triplicar la producción. Es alucinante, prevé una producción anual de más de un millón de kilos. Por cierto, más o menos, en un metro cuadrado puede llegar a recolectarse unos 30 kilos de champiñón en la misma temporada.

Tomamos una cerveza en la plaza del pueblo, donde sorprende la cantidad de sucursales bancarias que hay y un mural en una de las fachadas rememorando la fecha del 4 de marzo de 1803 en la que Pradejón obtuvo la independencia administrativa de Calahorra y se convirtió en villa independiente. Nos damos un agradable paseo por Pradejón acompañados por Alfonso y Ana, siempre atentos e implicados en facilitar información y curiosidades de los lugares por los que pasamos. Pradejón es un pueblo muy cuidado, muy limpio y creo que con un futuro muy prometedor.

Iglesia de Pradejón

Para finalizar nuestra visita somos convidados a una espléndida barbacoa elaborada por Alfonso y enriquecida con unos excelentes champiñones y pimientos asados cocinados por Ana. Del vino, ni hablamos, un tinto, estamos en La Rioja.

Con el coche cargado no sólo de chicas con dos días de fiesta en el cuerpo, sino también con un generosísimo pack de champiñones y setas preparado por Ana y Alfonso, abandonamos este pequeño paraíso con una gran sonrisa, muy agradecidos y donde nos hemos encontrado realmente muy a gusto y en familia. Muchas gracias por vuestra generosidad. Amenazamos con volver, pero eso ya, amigos, es otra historia.

Barbacoa con sarmientos
Otros productos de la tierra

Por la Rioja Baja. Junio 2022

Desde mis inicios en el mundo del Land Rover, allá por el año 88 del siglo pasado, he tenido siempre bastante relación con La Rioja y me siento muy confortable cuando me interno en este territorio. Atrás quedaron decenas de incursiones por estas tierras a través de la Sierra de Cebollera para continuar por la Sierra de Los Cameros durante varios días de aventura o aquellos días de fiesta en la capital celebrando el tan siempre respetado San Mateo y con acompañantes de lo más variado.

Por eso, cuando mi hija mayor me dice que una amiga de la Universidad las invita a las fiestas de su pueblo riojano, no tardo en ofrecerme como chófer, pero no de guía, pues son otros los menesteres que las motivan en este viaje.

Primera parada en Pradejón donde la juventud pronto se pierde por las calles para disfrutar de las fiestas durante el fin de semana. Adiós, nos vemos el domingo.

 Nuestra base la situamos en Calahorra, a unos 10 km. de Pradejón. Se trata de la segunda ciudad en importancia de La Rioja y con mucha historia. Por toda la ciudad hay restos de la ocupación romana (siglo II a.c. hasta el IV d. c.), adquiriendo en esa época el nombre de Calagurris y siendo ciudad de mucha importancia como demuestran los restos de un circo romano, templos, termas, murallas y diversas mansiones. A lo largo de los siglos posteriores, Calahorra mantiene su importancia, dando fe de ello su Catedral, el Palacio Episcopal o la judería. Merece la pena darse un paseo por el casco viejo, eso sí, no siempre muy bien cuidado, pero que incluso lo hace aún más auténtico y permite trasladarte a la Calagurris de hace cientos de años. En esta parte de la ciudad abundan las cuestas y las calles laberínticas y estrechas donde podrás ir disfrutando de los tesoros que aún se conservan.

Casco antiguo Calahorra
Puerta Romana. Calahorra
Catedral de Calahorra
Canalización Romana
Rollo de justicia

La Rioja ha sido zona de conflicto durante cientos de años, no solo por la riqueza de sus tierras regadas por el Ebro, sino también por su situación estratégica como punto de control en la zona norte de la península. Musulmanes, navarros, aragoneses y castellanos guerrearon sin descanso en estas tierras, por lo que es sencillo localizar y disfrutar de multitud de fortificaciones y restos medievales. Hoy nos encontramos en el valle del río Cidacos, intensamente vigilado y muy fortificado ya desde tiempo de los romanos.

Nuestra primera parada es el castillo de Quel. Se puede acceder en coche hasta el mismo castillo, lo cual es de agradecer pues, a pesar de ser las 11 de la mañana, el calor es asfixiante. Se trata de un castillo en ruinas, pero bien consolidadas, lo que evita que siga deshaciéndose lentamente. Las vistas del valle de Cidacos y del propio valle del Ebro son espectaculares y hay contacto visual con otros castillos que conforman este cinturón defensivo como el de Arnedo y Autol.

Castillo de Quel
Castillo de Quel

Se dice que el origen de este castillo se encuentra en una torre romana que protegía el paso por la vía romana que unía Calagurris y Numancia. Los musulmanes edificaron un castillo el cual después fue ocupado por los cristianos, siendo del siglo XV las ruinas actuales. Impresiona la buena conservación del aljibe, una bodega bajo la estancia del Señor del castillo, así como la torre del homenaje a la cual se puede acceder al interior donde se aprecian las tres plantas y las escaleras de acceso a cada una de ellas. Poca vigilancia necesitaría el lado sur del castillo pues está edificado al borde de un acantilado de 100 metros a cuyo pie se encuentra el actual pueblo de Quel. No dejo de sorprenderme al ver este tipo de construcciones y preguntarme cómo eran capaces de llevarlas a cabo. Alucinante.

Castillo de Quel

Tomamos rumbo a Arnedo y aparcamos en las cercanías de su castillo. Con el coche se accede hasta un aparcamiento cercano y de nuevo lo agradecemos. La ola de calor va tomando intensidad y no hay duda de que está debilitando nuestros cuerpos, pero no nuestras mentes. Iniciamos el breve pero empinado recorrido hacia el castillo. Está rehabilitado recientemente y no está permitido el acceso. No obstante, en los alrededores han instalado una plataforma desde la cual se aprecia perfectamente el castillo, el entorno y todo el pueblo de Arnedo.  A pesar del calor agobiante, no tenemos prisa en abandonar la plataforma pues las vistas son espectaculares. El castillo es de origen musulmán (s. IX) y era el principal en la línea de defensa y vigilancia del valle del Cidacos. Perteneció a la familia de los Banu Casi, quiénes realmente eran una estirpe visigoda, el Conde Casius, convertida al islam en el momento de la invasión sarracena. Durante el siglo X el castillo cambia de manos musulmanas a cristianas en varias ocasiones, hasta que finalmente, en el año 1029, pasa al dominio castellano. Durante los siglos XII y XIII es objeto de disputa entre castellanos, navarros y aragoneses, quedando al fin para los castellanos.

Castillo de Arnedo

Nos desplazamos por carreteras muy solitarias hasta el Monasterio Cisterciense Nuestra Señora de Vico. Cuenta la leyenda que, en este lugar, en el siglo X, estaba asentada una colonia musulmana a cuyo jefe se le apareció la Virgen y le pidió que se convirtiera al cristianismo y que construyese en aquel lugar un monasterio para darle culto. Sin perjuicio de esta leyenda, está claro que en esta zona hubo ermitaños, que la primera referencia escrita del santuario es del siglo XIII y que la imagen de la Virgen de Vico es románica (s. XII). Hoy es un monasterio cisterciense femenino, ubicado en un lugar que únicamente inspira paz y tranquilidad y en donde se ha construido una moderna, pequeña, bonita y acogedora ermita en recuerdo posiblemente del primer santuario que cuenta la leyenda. Merece la pena la visita y dar un paseo por los alrededores.

Monasterio Nuestra Señora de Vico
La Virgen se aparece al musulmán
Monasterio Nuestra Señora de Vico

A pesar de que el ambiente sahariano se encuentra en su apogeo y que aumenta nuestro cansancio físico, cierta fatiga y sobre todo pesadez en las piernas, nos dirigimos a Préjano para disfrutar de su impresionante torre que data al menos del siglo XII, sin perjuicio que los restos actuales son del XV. Ha sido restaurada recientemente y muy bien, por cierto. El sitio es realmente bonito y de incalculable valor.

Torre en Préjano
Torre en Préjano

Entramos al bar del pueblo para hidratarnos en un lugar fresco, pero no nos entretenemos mucho pues una de las vecinas se encuentra muy entregada jugando con su hijo pequeño (de unos 4 años) y con un volumen de gritos y voces que hacen realmente incómoda la estancia en tan pequeño lugar. En el fondo están en su casa… Atrás queda la madre sorda, lo supongo por los berridos que daba y nos dirigimos a Arnedo pues en la Posada del pueblo, que tiene muy buena pinta, lo tienen ya todo reservado para comer.

Préjano

En Arnedo y por pura casualidad paramos en el primer sitio que vemos cerca de la carretera. Es un asador llamado Ciudad de Arnedo. Al entrar quedamos sorprendidos pues es un salón muy grande, con una jaula enorme para juego de los niños y en el centro una mesa ocupada por una familia celebrando las bodas de oro de los abuelos y un par de mesas vacías para dos comensales. Si bien la primera reacción fue la de dar marcha atrás, no lo hicimos pues el camarero nos recibe con una gran sonrisa y de forma muy amable. Con incertidumbre tomamos asiento y pedimos el menú especial: Para compartir, una ensalada y croquetas. De segundo, un solomillo de cerdo a la brasa y un chuletón de ternera. Pan, agua y vino. Al minuto nos sirven una ensalada enorme, muy variada y realmente buena. Al probar los espárragos, aspecto éste muy a tener en cuenta para saber si el sitio es de calidad, se disipan todos los miedos de habernos equivocado. Está todo excelente. Las croquetas buenísimas y para qué contar el chuletón y el solomillo. A la hora de pagar la dueña me enseña con orgullo el justificante de compra de los chuletones y con la garantía de los 40 días de periodo de maduración…. vaya asco, a mí no me va nada el chuletón y mucho menos con 40 días en el pudridero…. yo fui el del solomillo.

Con la barriga llena iniciamos vuelta hacia Calagurris, pero a la salida de Arnedo vemos unos acantilados con unas cuevas y paro en la gasolinera de enfrente para hacer unas fotos. Y ya que estamos, aprovechamos para meter el Nissan en una máquina de lavado, creo que ha sido la primera vez, como mucho la segunda y eso que tiene más de 300.000 km. Y ya que estamos y aquí es gratis, controlo la presión de los neumáticos y lleno el depósito de gasoil con el generoso y popular descuento de nuestro Gobierno. Un completo. Nada como salir de la rutina para hacer cosas diferentes y nuevas.

Arnedo
Arnedo

Vuelta a Calagurris donde descansamos un rato en el hostal en unas sillas apostadas en la acera y disfrutamos de la tormenta que por fin refresca algo el ambiente. Descansar en la silla de la acera me trae recuerdo de Marruecos….

Gran paseo por la ciudad para conocer el casco viejo y finalizamos nuestra ruta en el afamado bar “Sabor.es”.  De nuevo volvemos a acertar en la gastronomía pues es uno de los mejores bares de tapas del pueblo y damos fe de ello. Casi se me olvida, antes me di un gran corte de pelo de la mano de un bereber. Nada como tener tiempo para estas cosas.

¡Nos encontramos en la mayor zona de producción de España de champiñones!

Murcia. Primavera 2022. (2 de 2)

El sábado por la mañana soy citado por mi amigo Pepe en un concurrido mercado situado en la orilla del río Segura y muy cerca de la antigua puerta medieval de aduana. Tras un reconfortante café, me muestra algunas de sus compras y puedo comprobar en vivo y en directo que los guisantes no siempre son de lata o congelados. Se trata de una vaina similar a la judía verde pero que en su interior guarda el guisante muy tierno y con un sabor dulce muy agradable.

Mercado
Río Segura

Aún aturdido por mi primer encuentro con un guisante de verdad, tomamos carretera con un flamante y tecnológico Mercedes, haciendo una primera y breve parada en Albudeite, donde recorremos sus estrechas y no del todo limpias callejuelas. Albudeite es fundada por los musulmanes (la primera referencia documental data del siglo IX) y significa “la de escasa agua”, posiblemente en referencia al escaso caudal del río Mula que bordea el pueblo. Se trata de un pequeño oasis entre ramblas y barrancos muy áridos y que mantuvo una mayoritaria población musulmana a pesar de la Reconquista cristiana. Incluso en el siglo XVII, con la expulsión de los moriscos, los que habitaban en este pueblecito retornaron en secreto y es posible que por ello se diga que en esta localidad sus habitantes tienen un tono en el habla e incluso un lenguaje algo peculiar. Interesante la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios del siglo XVI y construida sobre la base de la mezquita.

Iglesia Albudeite
Río Mula. Albudeite

Nuestro siguiente destino es la localidad de Mula, donde aparcamos a las afueras, cerca de un moderno edificio dedicado a juzgados y no muy acorde con el estilo arquitectónico del resto de construcciones del pueblo. Nuestro objetivo es subir al castillo y cómo manda la tradición, andando, para sentir en nuestras carnes la dureza que islámicos y cristianos sintieron durante siglos al atacar o defender la fortaleza.

El castillo actual data del año 1524, construido por la poderosa familia de los Vélez con el objetivo de mostrar su poder y gloria en ese momento. Por cierto, esta familia posee en la Catedral de Murcia una capilla destinada a panteón familiar, de grandes dimensiones, ricamente decorada y cuya construcción se inició en 1490. En cualquier caso, este castillo medieval se erigió sobre otro anterior islámico, como casi todos en este rico país.

Castillo de Mula
Castillo de Mula

El día está despejado y luce el sol. Paseamos por las calles de Mula donde abundan palacios y casas nobiliarias muy bien conservadas. Su origen musulmán sigue muy patente, pues mantiene su trazado original de calles empinadas, estrechas y laberínticas.  Hay movimiento y mucha vida en el pueblo ya que parece que celebran un mercadillo medieval. Un coche con megáfono en el techo anuncia el fallecimiento de una vecina viuda e informa del lugar y hora del funeral y entierro. A medida que avanzamos las calles son más empinadas… A medio camino admiramos la Ermita del Carmen, antigua mezquita consagrada como iglesia cristiana por Alfonso X. Llegamos a las últimas casas donde hay que seguir por un camino medio asfaltado donde la pendiente se convierte en problemática. Breve parada para recuperar fuerzas antes de iniciar el duro descenso y en este momento apreciamos un dulce e intenso olor a hierba.  Un lugareño disfruta de las vistas fumando un pitillo de la risa y achacamos el penetrante olor a su momento de felicidad. Atrás queda el vecino, pero el espeso olor se mantiene.  La verdad que el lugar es ideal, sol, buen tiempo y situado en zona alta con difícil acceso y donde no es fácil llegar sin ser visto. La cuesta es infernal y aspiro profundamente antes de seguir camino.

Mula
Zona agrícola

Hace un sol de justicia, comienzo a sudar como si estuviera en pleno verano y parecía que aún el camino no podía empeorar, pero sí, aún se empina más. Pasitos cortos, brevísimas paradas con la excusa de admirar el paisaje de la huerta murciana y hacer alguna foto, la boca seca…. y ocurrió el milagro. A mi guía Pepe, que no se cansa, ni suda, ni le da el sol, le suena el teléfono y se sienta a la sombra para atender la llamada, momento que yo aprovecho para recuperarme y conservar fuerzas para el tramo final. Por fin disfruto del paisaje que es realmente espectacular. Finalizada la llamada del ángel, llegamos al poco rato a los pies del castillo a cuyo interior no se puede acceder, pero buenas noticias, están realizando obras de conservación.

Las vistas desde el alto merecen sin duda el esfuerzo realizado. Además, como ha llovido bastante en los últimos días, el desierto y la huerta murciana está realmente espectacular. El cerro donde se sitúa el castillo es privilegiado pues se ve perfectamente Sierra Espuña y hasta más allá incluso de la ciudad de Murcia.

Si la subida es dura, la bajada aún más. Volvemos a pasar por las casas habitadas por vecinos aficionados a la agricultura, donde, si cabe, el olor es más intenso y pegajoso pues el calor ha aumentado. Me siento observado e interpreto mensajes de los vecinos en la ropa tendida, en una lata de comida para gatos en un rincón, en una piedra apoyada en una fachada…

(Pocos días antes de publicar este artículo, recibo noticias directas de mis contactos murcianos a través de un escueto mensaje de Whatsapp en el que adjuntan la primera página de un diario local cuyo titular reza lo siguiente: «Incautan centenares de plantas de marihuana en trece registros en Mula» . Tras una larga e intensa labor de vigilancia, por fin se decidieron a intervenir y desmantelar lo que era obvio, necesitando para ello un dron, un helicóptero y 50 Guardias Civiles. La operación se salda con 6 detenidos que fueron puestos en libertad sin pasar a disposición judicial, así es España. Se intervinieron 300 plantas y 20 kilos de María ya listos para la venta).

Ermita del Carmen
Iglesia Santo Domingo (s. XVI)

De vuelta al centro de Mula, recuperamos fuerzas y líquidos perdidos con un buen par de tercios de cerveza helados, unas patatas fritas muy gruesas típicas de la zona y un platico de mojama y huevas con almendricas. Como señores. Aparece de nuevo el coche con megáfonos en el techo, esta vez recordando a los vecinos, realmente advirtiendo, digo yo, del vencimiento del pago de un impuesto municipal.

Ya recuperados, nos desplazamos hasta El Niño de Mula, tradicionalmente lugar de parada y fonda de viajeros, donde paseamos por el Santuario del Niño de Balate. El “Balate” es un término árabe que significa, “terreno pendiente, linde, borde de una acequia…”. En este lugar, a mediados del XVII el Niño Jesús se apareció al pastor Pedro Botía.

El Niño de Mula

Ya va siendo la hora de comer y nos desplazamos en nuestro elegante vehículo a Baños de Mula, pequeño pueblo repleto de apartamentos y balnearios de aguas termales lo que le ha provocado cierta fama de “lugar de pecado”. Lugar de libertinaje, lujuria y desenfreno, eso dicen, pero en ese momento las calles se encuentran totalmente desiertas…

En la terraza del Mesón La Almagra degustamos unas cervezas, olivas, habas con jamón y un exquisito arroz con verduras y conejo, del que dimos buena cuenta acompañado de un buen vino de la zona.

Y Murcia seguro que dará para mucho más, esto no ha hecho más que empezar. Pero eso, querido amigo y lector, ya es otra historia.

Murcia. Primavera 2022 (1 de 2)

De nuevo me aventuro por tierras para mi desconocidas pero no por ellas hostiles. Esta vez le ha tocado el turno a la ciudad de Murcia, a la que estoy arraigado por cuestiones familiares desde hace al menos un cuarto de siglo.

En la semana previa al viaje recopilo breve información sobre los orígenes islámicos de la ciudad e intento identificar monumentos o lugares de interés. Hay más de lo que uno se imagina y a pesar de ello me intereso también por la época medieval de la ciudad. Anoto en dos cuartillas tamaño post-it, breves referencias a emires, mezquitas, reyes cristianos, murallas, calles e iglesias cuya historia me ha llamado la atención. En cualquier caso, soy conocedor que obtendré nuevos datos de interés e información más detallada sobre la ciudad facilitada por los numerosos anfitriones que nos esperan en nuestro destino.

Murcia fue fundada por el Emir Abderramán II en el año 825. La ciudad le rinde homenaje mediante una estatua situada en la orilla izquierda del río Segura, a unos cientos de metros del Ayuntamiento. Para mí es obligada visita, esta vez acompañado por la menor de mis hijas que, bajo un sol abrasador, tuvo que soportar alguna que otra historia sobre nuestro protagonista: Empedernido mujeriego con predilección por las mujeres jóvenes y vírgenes, tuvo 87 hijos, 45 de ellos varones. Hombre alto y corpulento, con una gran barba, de tez muy morena, nariz aguileña y ojos grandes, negros y con marcadas ojeras.

Abderramán III

Ya con Abderramán la ciudad comienza a fortificarse y en las Verónicas podemos admirar parte de la muralla y una torre defensiva rescatada y restaurada por las modernas autoridades de la ciudad. Además, a lo largo del perímetro del casco antiguo, puede seguirse perfectamente el trazado de la muralla y las diversas puertas de acceso a la ciudad medieval recientemente señalizadas por la autoridad local mediante placas metálicas en el suelo.

Muralla en Las Verónicas
Indicadores

Han sido muchas horas de paseo por la ciudad y siguiendo la costumbre del que escribe, casi todas ellas a primerísima hora de la mañana, con las primeras luces y las calles vacías. De esta forma es posible dar un paso atrás en el tiempo y trasladarse tanto a la ciudad islámica como a aquella posterior una vez conquistada por las tropas de Jaime I de Aragón allá por el año 1266. Previamente, en el año 1243, el infante Alfonso (futuro Alfonso X el Sabio) sometió a la ciudad de Murcia firmando el Pacto de Alcaraz, por el cual las autoridades islámicas quedaban sometidas al Reino de Castilla. En el año 1264 los árabes se rebelan, lo que provoca que Jaime I el Conquistador tome definitivamente la ciudad para los cristianos.

Alfonso X El Sabio

La catedral, construida sobre los restos de una mezquita, se encuentra abierta desde primerísima hora de la mañana, por lo que es posible disfrutar de su silencio e inmensidad en solitario, sin prisa alguna y sin visitantes. En el altar, reposa el corazón y vísceras de Alfonso X el Sabio desde hace cientos de años.

Catedral
Urna con el corazón de Alfonso X

En las cercanías, podemos disfrutar de la primera iglesia cristiana de Murcia, la de San Juan de Dios, que guarda en su subsuelo los restos de la mezquita mayor de la época islámica. Esta mezquita fue reconvertida al cristianismo por orden de Jaime I el Conquistador, el cual a su vez ordenó la construcción de un muro que unía en línea recta esta iglesia con el actual Convento de Santa Clara al objeto de ordenar la convivencia, separándolos, entre musulmanes y cristianos. Este rey ordenó que los primeros se instalaran en el lado Este del muro y los cristianos al Oeste.

Iglesia de San Juan de Dios
Palacio Episcopal

En esta iglesia hay una capilla dedicada a San Rafael, protector de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y al cual se le considera patrón de viajeros, guías de turismo y farmacéuticos. Me sorprende gratamente.

Fue Alfonso X el que posteriormente derribó este muro dando lugar a la actual calle Trapería, siendo los musulmanes expulsados a la zona extramuros de la ciudad.

Calle Trapería

La plaza de las Flores, la Iglesia de Santo Domingo, el teatro Romera, el paseo de Alfonso X, el Convento de Santa Clara y otras muchas joyas arquitectónicas, irán apareciendo ante tus ojos a medida que recorres las estrechas calles de la parte vieja de la ciudad. Sobre el Convento de Santa Clara, hay que comentar que está construido sobre un antiguo Palacio de recreo musulmán del siglo XII, utilizado por el Rey Lobo en sus inicios, así como por los diferentes reyes de la taifa de Murcia. Posteriormente se convirtió en residencia de reyes cristianos como Alfonso X el Sabio o Jaime I de Aragón.

Convento Santa Clara

En cualquier placita o recodo encontrarás infinidad de bares con sus terrazas, donde disfrutar de tapas tan típicas y exquisitas como la marinera, los caballitos, mojama, alcachofas y sorprendentemente tapas muy de estilo cordobés como la berenjena y los flamenquines. Continuará…

Buen tapeo

PELEGRINA (GUADALAJARA). 15 ABRIL 2022

¿Quién no se acuerda de nuestro querido naturalista por excelencia Félix Rodríguez de la Fuente? Sin duda un adelantado a su tiempo que, con total naturalidad y sencillez, mostró a todo el país nuestra riqueza natural y la necesidad de su cuidado y conservación. Sobre la fauna ibérica rodó 92 capítulos para la serie el Hombre y la Tierra, la mayor parte de ellos en tierras de Guadalajara y en concreto en el Parque Natural del Río Dulce, en la pequeña localidad de Pelegrina.

La carretera para llegar a este pueblecito es perfecta: empinada, estrecha y con muchas curvas. En el camino se encuentra el Mirador de Félix Rodríguez de la Fuente, donde se disfruta de muy buenas vistas del valle del Río Dulce y es parada obligatoria. Desde la carretera hay una bella estampa de Pelegrina presidida por su castillo.

Estas tierras fueron reconquistadas a los musulmanes por el rey Alfonso VII de Castilla en el año 1.126, el cual donó la población de Pelegrina al Obispado de Sigüenza en agradecimiento a la ayuda prestada para expulsar a los islámicos de esta comarca. En las ruinas del actual castillo existía originalmente una torre vigía musulmana que controlaba el valle del río Dulce y la importantísima vía romana Emérita Augusta que unía Mérida y Zaragoza (la actual N-II).

El Obispado de Sigüenza construye en el siglo XII el actual castillo para residencia y coto de caza. El pueblo no tarda en crecer a su alrededor, construyéndose en el siglo XIII y para la asistencia espiritual de sus gentes, una modesta iglesia románica de cuyos orígenes se conserva el ábside y la portada.

Portada Iglesia románica

En este castillo ocurrieron diversos episodios bélicos. Intervino activamente en la guerra de los dos Pedros entre Castilla y Aragón y en la posterior guerra civil de Castilla (s. XIV). A mediados del XV fue saqueado por las tropas navarras y en el 1710, en plena guerra de Sucesión, fue incendiado por las tropas austríacas. Para su remate, las tropas invasoras de Napoleón lo dinamitaron para evitar que sirviera de refugio al famoso guerrillero El Empecinado, convirtiéndolo en las ruinas que hoy podemos admirar. Maldita esta costumbre del dictador invasor que arrasó de esta manera gran parte de nuestras fortalezas medievales.

Merece la pena pasear por las calles de Pelegrina, tomar una cervecita e incluso comer un buen cordero en alguno de sus bares y restaurantes.

Ya sea para hacer hambre o bajar la copiosa comida, nada como dar un paseo por los alrededores, actividad ésta que atrae a muchos visitantes aficionados a lo que hoy denominan senderismo. Bordeando el río Dulce, existe un asequible camino entre riscos y acantilados plagados de buitres y todo tipo de rapaces, que te lleva a un lugar muy especial y que me dejó realmente impresionado: Ni más ni menos, donde nuestro amigo Félix instalaba su campamento base durante meses y desde donde realizaron la mayor parte de los capítulos de la mejor y más famosa serie de naturaleza y fauna ibérica. Al pie de un acantilado, se mantiene una pequeña caseta de ladrillo utilizada por el equipo de naturalistas para guardar cámaras y demás material de filmación. En sus inmediaciones, plantaban sus famosas tiendas de campaña, aparcaban su Land Rover Santana y disfrutaban de vivir al aire libre durante la mayor parte del año. En este lugar, Félix crio a su manada de lobos durante los primeros ocho meses. Hay algún capítulo de la serie dedicado exclusivamente a esta etapa.

Caseta de Félix Rodríguez de la Fuente

De estos barrancos, entre otras muchas, salieron las famosísimas imágenes del águila real cazando una cabra, las del buitre leonado o los numerosos capítulos dedicados al zorro.

Sin duda alguna Pelegrina y sus alrededores ha sido el descubrimiento del año, por lo que quedo eternamente agradecido a mis nuevos amigos Loli y Pedro, grandes conocedores de la zona y apasionados de la serie televisiva El Hombre y La Tierra.

Pelegrina se convierte desde este momento en uno de los puntos de destino y partida de mis rutas e intentaré descubrir cómo enlazar por pistas y caminos este punto de control de frontera, primero islámica y después castellana, con otras grandes fortalezas sorianas que formaban parte de la misma compleja red de defensa medieval. Pero eso ya, amigos, serán otras y muchas historias.

Viaje a la Córdoba Califal

CIUDAD CALIFAL DE CÓRDOBA (6-9 NOVIEMBRE 2021)

La Estremadura Soriana fue la frontera más estable entre musulmanes y cristianos, manteniéndose firme y muy hermética durante más de doscientos años. Se trata de una frontera perfectamente fortificada, vigilada y defendida por miles de soldados bereberes a las órdenes del Califato de Córdoba.

El objetivo de esta frontera era simple: proteger la ciudad de Córdoba, capital y centro neurálgico del poder político, militar, social y religioso de Al Ándalus.

El trayecto de ida y vuelta entre Córdoba y la Estremadura Soriana fue recorrido en múltiples ocasiones por los mejores Califas y Generales Andalusíes al frente de sus tropas, como Abderramán III y Almanzor, para llevar a cabo rápidos, eficaces y mortíferos ataques contra los territorios cristianos. La distancia entre Córdoba y Mayerit (Madrid) podía realizarse a buen ritmo y con tropas ligeras, en unas diez o doce agotadoras jornadas, necesitando tres o cuatro más para llegar a Medinaceli, cuartel general de la frontera.

Hoy en día, en pleno siglo XXI, el viaje entre Madrid y Córdoba puede realizarse en algo menos de dos horas en el moderno AVE y es más que recomendable acercarse a nuestra Córdoba Califal, sin duda una de las ciudades más bonitas y con mayor historia de nuestro país.

Mezquita

Sobre las 14 horas llegamos descansados a Córdoba tras un corto y cómodo viaje en el Tren de Alta Velocidad, habiendo alcanzado en determinados tramos la friolera de 299 Km/h.

Directos al hotel NH Collection a dejar las maletas y en cuestión de pocos minutos, los doce integrantes de esta expedición nos sumergimos en la vorágine del barrio judío atestado de gente paseando. Reservamos a comer en una tasca en el callejón de la Puerta de Almodóvar, esquina con la calle Almanzor (qué casualidad), donde degustamos las especialidades de la zona: Berenjenas rebozadas con azúcar de caña, flamenquines y croquetas variadas, para finalizar con el típico pastel cordobés y surtido variado de tartas.

Continuamos nuestro paseo por preciosas callejuelas y plazas, para disfrutar las últimas luces del día cruzando el puente romano que salva el río Guadalquivir y que se encuentra en pleno funcionamiento desde el siglo I a.c. La Torre de la Calahorra, de construcción musulmana y situada en la orilla contraria a la mezquita, vigila y defiende este acceso a la ciudad desde hace más de mil años.

Anocheciendo
Torre Calahorra

Nos internamos de nuevo en la ciudad recorriendo una bulliciosa calle que discurre paralela al río, donde hacemos parada y fonda en la afamada y grandiosa Bodegas Campos y en la taberna “El Tablón”. En esta última subimos a una espléndida terraza con vistas a la Mezquita, sitio muy agradable y que nos recuerda a las que existen en muchos bares de la ciudad de Marrakech. Tanto nos gusta el sitio y su gente, que reservamos para comer el día siguiente.

Cenamos en “Casa el Pimpo” situado en una de las esquinas de la Mezquita y al lado de reputado bar con enormes tortillas de patata que, para conseguir una, debes soportar largas colas mereciendo siempre la recompensa a obtener. De nuevo nos abalanzamos sobre las tapas más típicas y siempre excelentemente atendidos.

Muchas guías turísticas recomiendan pasear por el puente romano sobre el Guadalquivir a última hora de la tarde, antes del anochecer. Yo soy mas de las primeras luces en vez de las últimas, por lo que el domingo soy el primer ciudadano que pone un pie en las calles de esta ciudad. Aún de noche, atravieso la zona de la mezquita y disfruto de un frío y solitario amanecer a orillas del Guadalquivir vigilando en todo momento que, en esta entrada a la ciudad, se encuentra todo en orden. Aún me quedan al menos un par de horas para caminar por calles vacías que se llenarán de turistas en cuanto el sol comience a calentar. Descubro callejones, rincones, plazas y monumentos espectaculares.

Puente romano y Mezquita
Torre Calahorra y Puente romano
Torre Calahorra
Mezquita
Amaneciendo

Ya en horario más normal y tras disfrutar del buenísimo desayuno en nuestro hotel, iniciamos todos juntos un nuevo día para disfrutar de una Córdoba que al ser domingo y con cielos despejados se encuentra algo saturada.

Siguiendo las recomendaciones de un buen amigo, cordobés de adopción, nos aventuramos a conocer la otra Córdoba alejada de tiendas y barrios turísticos donde no falta interés y belleza. Muy interesante la Torre de San Juan, del siglo X, único resto en pie de una mezquita donde hoy se alza el templo de San Juan de los Caballeros, de la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús y donde charlamos con una hermana que nos enseña muy amablemente el forrado en cuero del altar y atril;  Espectacular el Cristo de los Faroles y sus alrededores, la Plaza de la Tendilla, la Plaza de la Corredera, donde tomamos un aperitivo con una muy buena temperatura y compramos una cesta de mimbre para la recolección de setas sorianas; las ruinas romanas aledañas al Ayuntamiento, edificio éste que, por cierto, debería ser demolido de forma inmediata a costa de todos aquellos políticos que lo idearon y autorizaron; la plaza del Potro y otros muchos tesoros que  vamos descubriendo en cualquier rincón.

Torre S. Juan
Plaza de la Corredera
Cristo de Los Faroles
Puerta de Almodóvar

Por fin llega la hora de la comida siendo muy puntuales en acudir a la Tasca “El Tablón” donde tomamos si cabe, lo más típico: Salmorejo y Rabo de Toro. No se necesitan más comentarios. Espectacular. Muy recomendable. Buen sitio, buen trato y buena comida. Una vez más y para no variar.

Continuamos deambulando por una ciudad cada vez más vacía de turistas, pues es domingo por la tarde y la gente vuelve a sus hogares. Ya a media tarde me doy cuenta de que llevo casi 12 horas sin parar, por lo que opto por tomarme un breve descanso en el hotel para estar de nuevo activo a las 19 horas y seguir descubriendo tesoros y tomarnos un aperitivo sin prisas en el afamado Bar Churrasco.

La cena esta noche es en La Chiquita, muy cerca del hotel y con espectáculo en directo. El sitio es bonito y hay muy buen ambiente. Un virtuoso saxofonista negro, ameniza la bebida previa a las tapas. Cena a base de tartar de atún, pollo al curry, berenjenas y otras delicias, mientras escuchamos a un dúo flamenco (voz y guitarra) al que sorprendentemente se une el saxofonista habanero, creando un estilo muy propio y que rápido provoca que todos estemos absolutamente encantados y tocando palmas como si no hubiera un mañana y lo hubiéramos hecho de siempre. De los doce integrantes en este viaje, el que más sangre andaluza tiene es el que redacta estas líneas (50%) y aseguro que fui el que menos palmas di y eso que di muchas. Catalanas, murcianas, madrileños, ecuatoriana, franceses e italianas, se dejan llevar por los ritmos afro-andalusíes hasta lo inimaginable. Realmente, escrito así, no me había dado cuenta de que somos un grupo de lo más diverso, multicultural y variopinto. Es posible que en esta amplia variedad esté el secreto de nuestra fuerte unión y cariño.

En el descanso conocemos al saxofonista, originario de Cuba, Cristóbal Agramonte, el cual perteneció largo tiempo a la banda que acompañaba a Paloma San Basilio. Tras formar parte de otras bandas, estas ya para expertos, trabaja actualmente como profesor en algún conservatorio de la ciudad. Abandonó Madrid, según su propio testimonio, no sólo por los altos precios de esta ciudad, sino también para evitar el continuo acoso policial al que se veía sometido a diario por su condición de negro y usuario del metro con un saxofón a la espalda.

La fiesta finaliza con bailes, palmas, algún licor y gritos de “¡bravo!” y “¡otra, otra!”. Los artistas pusieron la nota y nosotros la dimos, de eso no hay duda alguna.

Aperitivo un domingo

Lunes, día laborable. La ciudad está desierta. Es el momento ideal para visitar la Mezquita. Lo hacemos sin guía, pues ya en otras ocasiones hemos sido asistidos en dicho sentido y queremos vagar sin rumbo y sin prisas por el interior. Al poco de entrar nos dispersamos y me doy cuenta de que el grueso del grupo de adolescentes que viaja con nosotros permanece en mi compañía y están a la espera que diga algo. Poco me tuvieron que insistir para que empezara a hablar sobre Abderramán I «el Emigrado» y los inicios de la construcción de la Mezquita en el s. VIII, el Mihrab y su decoración de oro, la excepcionalidad de su orientación, el lugar donde se instalaban a rezar los Emires y Califas, las diversas ampliaciones realizadas con especial mención a la promovida por Almanzor, al cual se le nombraba en la oración de los viernes sin ser Califa, etc. Por supuesto aproveché para dar a conocer a mi reducido público, más aún si cabe, la estrecha relación entre la Estremadura Soriana y la ciudad de Córdoba.

Terminada la visita, tomamos un aperitivo extramuros muy cerca de la estatua dedicada a Averroes, filósofo y médico andalusí, maestro en leyes islámicas, matemáticas y astronomía, a quien rendimos honores por su gran saber y entender. Rápida visita al Mercado de la Victoria y regresamos por la Puerta de Almodóvar donde disfrutamos de nuevo de las delicias Cordobesas en la Taberna Casa Bravo.

Descanso en el hotel para, sobre las 19,30 horas, comenzar nuestro vagabundeo por unas calles prácticamente vacías. De nuevo aperitivo en “El Churrasco”, para acabar cenando a las 21,30 horas, en uno de los sitios sin duda más espectaculares de la ciudad: Los baños de Santa María.

Me quedo sin palabras al cruzar el umbral de este restaurante. Se trata de unos baños árabes del siglo X que prestaba servicio a la mezquita y donde los fieles llevaban a cabo sus abluciones antes de entrar al rezo. Había más de novecientos baños de este tipo en la época dorada de la ciudad. La entrada es una pequeña estancia con arcos califales, capiteles perfectamente conservados y unas enormes pilas de agua situadas en los laterales. La segunda sala y donde está preparada nuestra mesa para cenar, es la sala de los baños al vapor, la actual sauna para entendernos. La sala es rectangular y con techo curvo, conservando forma y materiales originales. Antes de servir la cena, el camarero, siguiendo una ancestral costumbre andalusí, se acerca discretamente con una jarra de agua templada perfumada con canela y mandarina y un recipiente de barro donde nos lavamos las manos.  Muy difícil describir las sensaciones tan especiales que nos transmitió este lugar. La cena muy buena con ligeros toques andalusíes de hace mil años.

Baños de Santa María

Martes laboral. La ciudad amanece aún más vacía que el día anterior. Esta es la verdadera Córdoba. Parte de nuestros acompañantes abandonan la ciudad a primera hora y nos quedamos los seis viajeros del AVE. Visitamos la Torre de la Malmuerta, del siglo XV, para lo que nos cruzamos de nuevo toda la ciudad y realizamos en el camino nuevos descubrimientos como La iglesia románica de San Miguel (siglo XIII) y la torre de Santo Domingo de Silos (S. XVIII).

Iglesia de San Miguel
Torre de Sto. Domingo de Silos

Como no, nuestra última comida en esta ciudad la realizamos en un típico lugar muy cerca de la mezquita, Taberna Los Deanes, sin que faltara el salmorejo, rabo de toro y flamenquines.

Iniciamos la vuelta de nuevo en el AVE, donde prometo volver a esta espléndida ciudad y retomar mi visita diaria al Patio de los Naranjos, lugar de paz y fuente de inspiración del que suscribe.

No puedo acabar esta crónica sin mencionar a Natalia y Lorena, miembros muy activos de este grupo, que promueven y facilitan estos viajes en familia, manteniendo en todo momento el buen ambiente y optimismo. Sin duda que hacemos un grupo estupendo y ya estas incombustibles mujeres han organizado en cuestión de minutos nuestra próxima aventura en la que cruzaremos el Estrecho de Gibraltar y nos sumergiremos en una ciudad a la cual emigraron miles de Cordobeses allá por el siglo IX. Pero eso ya, amigos, es otra historia.

Daroca y Calatayud medievales

DAROCA Y CALATAYUD. 18 SEPTIEMBRE 2021

Nace el río Jalón en tierras de Medinaceli pudiendo disfrutar de su nacedero en el pueblo de Esteras de Medinaceli. En este lugar, el agua brota en abundancia, con asombrosa transparencia y a una temperatura muy acorde con los inviernos de la zona, helada. Las aguas inician un viaje de 224 kilómetros para fundirse con el río Ebro en la localidad de Torres de Berrellén (Zaragoza).

En su discurrir, el río Jalón abre una importante vía de comunicación entre Medinaceli y Aragón la cual fue controlada y vigilada escrupulosamente por los musulmanes durante los 400 años que se mantuvieron en este territorio.

En tierras Sorianas pasaremos por pueblos como Arcos de Jalón, Somaén, Montuenga de Soria, Santa María de Huerta y ya en Aragón, Monreal de Ariza, Ariza, etc, pueblos con mucha historia y monumentos dignos de ser visitados que protegerán y acogerán al viajero siempre que sea necesario.

Pero en este viaje, pasaremos de largo, no sin pena, pues nos dirigimos a la tierra de Daroca, dicen que uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Zaragoza y qué razón tiene quien lo haya dicho.

Panorámica de Daroca

La entrada a Daroca se realiza por una de las dos puertas de la ciudad, ambas del siglo XV y cada cual más espectacular. La llamada Puerta Alta no desmerece nada a la Puerta Baja, la cual cuenta además con la famosa fuente de los veinte caños que lleva 383 años dando la bienvenida a los visitantes.  Los accesos a la ciudad son muestra y anuncio de lo que Daroca guarda en su interior.

Fuente de los veinte caños
Puerta Alta
Puerta Baja

Daroca es una ciudad fundada por los musulmanes a finales del siglo VIII, en concreto por poderosos árabes de Yemen, del linaje de los Tuyibies, los cuales convierten en poco a tiempo a Daroca en una de las medinas más  importantes de la Marca Superior de Al Ándalus .

Como es de rigor, Daroca se encuentra perimetrada por murallas, relativamente bien conservadas y con una longitud de 4 km. Posee además un gran castillo que originariamente era la antigua alcazaba musulmana, sufriendo innumerables transformaciones y ampliaciones en los siglos siguientes. Daroca llegó a tener tres castillos y más de cien torreones en sus murallas. Hay que darse un paseo por los restos del Castillo Mayor para comprobar su poderío, el amplio territorio que domina, disfrutar de la torre del homenaje, el aljibe de enormes dimensiones y un misterioso túnel con mucha pendiente, casi vertical, con escaleras muy desgastadas y que al parecer se trata de excavaciones realizadas en busca de aguas subterráneas. La panorámica de Daroca desde el alto del castillo es espectacular.

Torre del homenaje y túnel
Castillo

Fue Alfonso I de Aragón “El Batallador” el que conquistó Daroca para los cristianos en el año 1.120. A partir de entonces, los musulmanes pudieron seguir viviendo en Daroca pero concentrados en el barrio conocido como la morería. Aún se puede pasear por el trazado original de las calles con unos característicos pasadizos. Los habitantes de la morería se dedicaron a trabajos artesanales del metal y el barro, la agricultura, la construcción e incluso regentaban comercios en la calle Mayor.

Los problemas de convivencia surgieron muchos siglos después, cuando en el año 1.522 se ordena el cierre de las puertas de acceso a la morería durante la noche. Fueron expulsados definitivamente en 1.610, al igual que en el resto de la península, viéndose entonces unas 58 familias obligadas a abandonar Daroca sufriendo la economía local un duro golpe.

Se conserva también en Daroca la judería, cuyos inquilinos no tuvieron problemas de convivencia con los musulmanes cuando estos dominaban la ciudad. Los judíos fueron expulsados en 1.492.

Morería
Judería

Conquistada la ciudad, Daroca fue frontera del Reino de Aragón con los musulmanes y posteriormente con el Reino de Castilla. Curtidos en mil batallas, destacaron sus habitantes por su arrojo y valentía en la defensa de la ciudad en la guerra de los Dos Pedros (entre Pedro I El Cruel de Castilla y Pedro IV El Ceremonioso de Aragón en el último tercio del siglo XIV). Daroca fue la única ciudad de frontera que rechazó al potente ejército castellano. Tras esa batalla, le fue concedida la condición de “ciudad”.

Ya inmersos en la cristiandad, Daroca conserva buenas iglesias románicas cuya construcción se inicia en el XII y finaliza siglos después, dando a estos monumentos un carácter muy especial por la mezcla de estilos. Destacamos la Basílica de Santa María de los Corporales construida sobre la mezquita mayor de la localidad, la Iglesia de Santo Domingo (cuya torre es una mezcla de románico y mudéjar), la Iglesia de San Juan, construida sobre la base de una mezquita cuya cimentación aún está a la vista, y a mi gusto, la más auténtica, la Iglesia de San Miguel, con un estilo románico menos contaminado que el resto.

Basílica Sta. Mª de los Corporales
Iglesia Santo Domingo
Iglesia de San Miguel
Portada Iglesia San Miguel

Los palacios y casonas con sus correspondientes escudos en las fachadas son numerosos y llama la atención la Ermita de Nazaret, en el camino de subida al castillo. Según la leyenda, se trata de una gruta que fue anteriormente templo pagano y es curioso ver la fachada formando ya parte del acantilado de color rojizo en el que se incrusta.

Casona Medieval
Ermita de Nazaret

Podemos trasladarnos a unos 35 km. de Daroca para disfrutar de Calatayud, donde su gentilicio, tomado de la antigua ciudad romana, es algo difícil de pronunciar al menos la primera vez: “Bilbilitano”.

La ciudad romana fue abandonada en el siglo IV siendo la actual fundada por los musulmanes en el año 716 y gobernada por la misma familia Yemení que Daroca, los Tuyibies. Alfonso I de Aragón “El Batallador”, en el año 1.120, toma Calatayud y los vecinos le honran y agradecen su gesta con una bonita estatua.

Castillos, murallas, barrios morisco y judío, restos de sinagoga, iglesias cargadas de historia y descomunales torres mudéjares te esperan en Calatayud. A destacar la iglesia de San Pedro de los Francos adosada a una atalaya musulmana que desafía la ley de la gravedad y donde en el año 1461 fue nombrado heredero de la Corona de Aragón el que luego fue Rey, Fernando el Católico.

Panorámica de Calatayud
Sinagoga
Iglesia de San Pedro de los Francos con su Torre árabe
Puerta Terrer y Fuente de los Caños
Iglesia San Miguel
Morería
Camino a Soria

El río Jalón da vida a Calatayud con abundante caudal y los Bilbilitanos han creado a su alrededor un lugar agradable y fresco para pasear. Sigue el curso del río hasta su desembocadura para seguir conociendo la historia de nuestra tierra. Pero eso, como viene siendo habitual, ya es otra historia.

Septiembre 2021

Alfonso I de Aragón «El Batallador»

COGOLLOS DE GUADIX. COMARCA DE GUADIX.

Haber sido invitado este verano por mi familia política a pasar unos días en un pueblecito de Granada en las estribaciones de Sierra Nevada, ha sido una experiencia de lo más agradable.

Me refiero a Cogollos de Guadix, en la Comarca de Guadix, dentro del territorio denominado Sened por los musulmanes, los cuales habitaron estas tierras más de setecientos años hasta que en el año 1490 la zona fue reconquistada por los Reyes Católicos.

Nos alojamos en Casa Pepe, en pleno centro del pueblo. Casa rústica, típica de la zona y perfectamente rehabilitada con las comodidades propias de nuestro tiempo. Nos asignan una aislada, austera pero acogedora habitación en el piso alto, un antiguo almacén de grano y enseres varios y a la cual se accede a través de una balconada con vistas al patio interior de la casa. Un par de sillas como mobiliario y los colchones a ras de suelo, al estilo árabe, como los antiguos pobladores de estos lugares. Este provisional refugio me transmite muy buenas sensaciones.

Panorámica de Cogollos de Guadix

Siguiendo una de mis costumbres, pronto salgo a pasear por todos los rincones del pueblo y realmente sorprenden las riquezas que guarda no solo su casco urbano sino también el espectacular paraje que lo rodea.

Lo primero que llama la atención es el aljibe árabe del siglo XII, el cual ha quedado hoy en día como algo “fuera de lugar” en plena plaza del Ayuntamiento. Se trata de una espectacular estructura rectangular, de techo curvo y con un curioso ventanuco redondo en su parte trasera. Su interior ha sido acondicionado como sala de exposiciones que, algo abandonada en la actualidad, me parece una alternativa poco razonable.

Aljibe
Iglesia de Cogollos

Tuvimos la suerte de que el párroco nos abriera la Iglesia del pueblo, la Iglesia de Santa María de la Anunciación, construida en el año 1545 sobre el solar que ocupó la mezquita existente durante la ocupación musulmana. Del exterior lo que más llama la atención es su torre campanario de estilo mudéjar y visible a muchos kilómetros de distancia. Iglesia bonita, muy bien cuidada y de la que disfrutamos mucho en la visita privada para la familia.

Paseando por las estrechas y curvas calles del pueblo aún se pueden admirar muchas casas centenarias y bien conservadas.

Cogollos
Cogollos

Tuve la suerte de realizar una ruta a pie hasta la Ermita de la Virgen de la Cabeza en la cual mi experto guía, Pepe, oriundo de Cogollos y pozo de sabiduría de este lugar, me ilustraba continuamente con todo tipo de información detallada sobre este territorio. Una de las cosas que más llama la atención es el pleno funcionamiento actual de un complejo sistema hidráulico de acequias y balsas para regar campos y huertas ideado ya por los romanos y perfeccionado por los musulmanes. El agua es abundante y se recibe directamente de la Sierra. Cuál fue mi sorpresa con el descubrimiento de un antiguo molino en ruinas con gran parte de su maquinaria bajo los escombros del tejado. La impresionante mole de Sierra Nevada, aún con restos de nieve en sus cumbres, presidió el paseo en todo momento.

Las vistas desde el cerro donde se encuentra la Ermita compensan sin duda alguna el esfuerzo de la caminata con bastante calor y calzado con unos náuticos playeros de saldo. El interior de la ermita sobrecoge pues la devoción manifestada por los vecinos se transmite al visitante nada más entrar.

Ermita Virgen de la Cabeza
Balsa de agua
Sierra Nevada

A pocos kilómetros de Cogollos se encuentra el pueblo de Guadix (Wadi As en tiempos Andalusíes), cabeza de comarca y guardián de tesoros no muy conocidos a nivel nacional y de incalculable valor y belleza. Toda la ciudad es un monumento por lo que se hace difícil cualquier descripción. Me limitaré a una somera enumeración, debiendo ser el viajero en su visita el que descubra la grandiosidad que guarda este remoto lugar en cualquiera de sus rincones: La Alcazaba árabe (S. X y XI), La Catedral (s. XVI y construida sobre una mezquita), el Barrio de las Cuevas, Ermita de Nuestra Señora de Gracia (Iglesia Cueva del siglo XVI), la Casa Cueva de José (el propietario, en mi opinión, es su verdadero atractivo), Ruinas de un teatro romano aún en excavación (6.000 metros cuadrados al descubierto), Palacios, la Plaza del Ayuntamiento….y por supuesto multitud de bares donde la cerveza bien fría es acompañada de esas generosas y sabrosas tapas granadinas únicas en España.

Barrio de las Cuevas
Torre cristiana y musulmana
Palacio de Villalegre (XVI)
Alcazaba
Teatro Romano
Catedral

Nuestro anfitrión, Pepe, conocedor de mi afición por visitar y fotografiar construcciones islámicas y medievales, organiza una ruta por los pueblos más representativos y cercanos a Cogollos como son Jérez del Marquesado, Alquife y La Calahorra. Estas tierras, la comarca de Guadix, fueron atacadas con violencia durante los años 1.125 y 1.126 por el rey de Aragón Alfonso I “El Batallador” el cual, seis años antes, reconquistó el noreste de la actual provincia de Soria y fundó su ciudad. Esta coincidencia hace que me sienta muy cómodo y me identifico aún más con el entorno.

Paseando por estas localidades es fácil dar un salto atrás en el tiempo pues el estilo impregnado por quiénes fueron sus habitantes desde el siglo VIII hasta el XV ha dejado una profunda huella. Calles estrechas, laberínticas, casas encaladas, muchas de ellas de estilo morisco, restos de murallas y torres defensivas, acequias con abundante agua en las calles…. simplemente espectacular.

Hicimos parada en la mina de hierro que se encuentra en Alquife y que tiñe con polvo rojo muchos kilómetros a la redonda incluido la joya medieval del lugar, el castillo de La Calahorra. El acceso a este castillo lo hicimos como hay que hacerlo, a pie, desde el pueblo. De esta manera pues darte cuenta de su grandiosidad, su potencial militar y de las penurias que sufrirían los atacantes subiendo por la empinada ladera pertrechados con todos los utensilios de guerra.

El castillo es maravilloso, de estilo militar renacentista y construido sobre una antigua fortaleza árabe en el tiempo récord de tres años, entre el año 1509 y 1512, teniendo un papel relevante en la Rebelión de las Alpujarras (1568-1571) en la que los moriscos granadinos se levantaron en armas contra Felipe II.

Castillo de La Calahorra

El patio interior de nuestro alojamiento en Gogollos da lugar, en desayunos, comidas y cenas, para preparar el día y comentar las experiencias vividas. Y para mucho más, solo hay que dejarse llevar. Pero eso, querido lector, ya es otra historia.