La Noche Toledana

Al Ándalus, año 796. Al-Hakam I, hijo y sucesor de Hissam I, asume el cargo de Emir con 26 años. Nacido en el año 770, fallece en Córdoba el 21 de mayo de 822 con cincuenta y dos años.

Su nombre significa “Juez, árbitro” y su sobrenombre es el de “indomable, incorrupto”.

Su madre, Zujurf, es una esclava que Carlomagno regaló a su padre.

De piel trigueña, alto, delgado y con nariz respingona. Gran orador, además de valiente y atrevido. Espléndido y generoso con los regalos. Muy desconfiado, temible y sanguinario en sus enfados. Le gusta la caza, el juego de pelota y los certámenes poéticos.

Deja 19 hijos varones y 21 hijas.

Formó un ejército realmente potente compuesto fundamentalmente por bereberes y mercenarios cristianos. Su guardia de Palacio estaba compuesta por más de dos mil hombres denominados “los mudos”, todos ellos extranjeros que no hablaban el idioma árabe ni el romance.

Su reinado está marcado por las rebeliones internas las cuales son aplastadas con mano de hierro, extrema violencia y crueldad. Veamos un ejemplo:

Año 797, Toledo. Sus habitantes intramuros son fundamentalmente mozárabes y muladíes de origen visigodo e hispano romano y aún llevan muy dentro el orgullo de la capitalidad de la ciudad en época Visigoda. Son gente soberbia, valientes y deseosos de independencia. Los árabes se concentran extramuros en grandes haciendas de los alrededores y bien protegidos. El caldo de cultivo perfecto para continuas rebeliones y las consiguientes molestias para el poder de Córdoba.

 Al Hakam I toma la decisión de dar un sangriento y definitivo escarmiento a los ciudadanos de Toledo. Para ello elabora un maquiavélico plan: Nombra gobernador de la ciudad a un hispano cristiano renegado y de su plena confianza llamado Ambrús (Ambrosio). Este nombramiento es aceptado de buen grado por los Toledanos acostumbrados al nombramiento de gobernadores de raza árabe, los cuales oprimían, abusaban y maltrataban sin límites a la población. Ambrús plantea a sus gobernados la construcción de una nueva fortaleza en la ciudad, de tal manera que el ejército se acantonará en la misma y no habrá necesidad de que los salvajes, violentos y descontrolados soldados tengan que residir en las viviendas de los ciudadanos. Con esta medida se pondría fin a los problemas lógicos que ello ocasiona y que todos podemos imaginar. Ambrús se gana así la total confianza de los Toledanos.

Una vez levantada la nueva fortaleza, siguiendo el plan inicial previsto y para no levantar sospechas, se simula una petición de tropas desde la frontera por haberse detectado movimientos hostiles del enemigo. Desde Córdoba sale un nutrido ejército, al frente del cual se encuentra ni más ni menos que el hijo de Al Hakan, el futuro Emir de Al Andalus, Abderramán II, el cual cuenta con tan solo catorce años de edad.

Como venía siendo habitual, el ejército que supuestamente se dirige a la frontera hace parada de avituallamiento y descanso en Toledo para, al poco tiempo, hacer creer a la población que el peligro en la frontera ya ha pasado por lo que las tropas deben regresar a Córdoba. Es entonces cuando Ambrús convence a los notables Toledanos para que conozcan en persona a Abderramán y quedan tan encantados en el encuentro que insisten al futuro emir para que permanezca en la ciudad varios días. Siguiendo el plan ideado, Abderramán se hace de rogar y acaba finalmente aceptando prorrogar su estancia en Toledo ofreciendo incluso a los notables la celebración de una gran fiesta, los cuales aceptan con satisfacción pues por fin parece que Córdoba quiere cambiar su posición frente a ellos.

La fiesta se celebrará en la nueva fortaleza levantada por Ambrús y en la que no se escatimará en gastos. Habrá abundancia de comida, bebida, música y folclore de todo tipo. En el día señalado, los invitados se agolpan en la entrada principal de la fortaleza y para evitar aglomeraciones en el interior, se les indica que vayan pasando en pequeños grupos para luego salir por la puerta trasera. La realidad es que a medida que los invitados van entrando, atraviesan un estrecho pasillo en cuyo final les esperan los soldados del emir para arrastrarlos de forma inmediata y sin miramiento alguno al borde de un foso del patio interior de la fortaleza donde son decapitados sin más. Los gritos de terror y el olor a carnicería son ahogados con los músicos y una cocina a base de fuertes especias. Los sangrientos despojos humanos van llenando el foso poco a poco.

Tras varias horas, cuando los notables se dieron cuenta de que no hacían más que entrar invitados pero ninguno de ellos salía por la puerta trasera, fueron conscientes de la trampa y salieron despavoridos del lugar para mantenerse ocultos hasta que las tropas musulmanas levantaran su campamento. Cuentan las crónicas que ese día se decapitaron a unos 700 notables Toledanos y mudo testigo de cada uno de los asesinatos fue el niño de catorce años, Abderramán, futuro Emir de Al Ándalus.

Este hecho tuvo las consecuencias esperadas pues los supervivientes no iniciaron rebelión alguna en la ciudad durante los siguientes catorce años.

Esta noche sangrienta es conocida como “La Jornada del Foso” y dicen algunos historiadores que es el origen de la expresión “Pasar una Noche Toledana”.

El matrimonio Andalusí

La familia musulmana era patriarcal, al igual que la cristiana y judía, siendo la base de la misma el matrimonio celebrado entre el hombre y la mujer. El matrimonio se formaliza mediante la firma de un contrato entre los contrayentes en el que se regula la dote a percibir por la novia y otros aspectos de la relación matrimonial como podían ser, las causas de divorcio, el establecimiento del domicilio conyugal, no modificar el mismo sin consentimiento de la esposa, permitir la visita de los familiares de la novia, el tiempo que el marido podía ausentarse del domicilio, obligación del marido de no tomar concubinas sin el conocimiento y aprobación de la esposa, limitar su número, exigir al marido a proporcionar ayuda doméstica, etc…

Para entender hoy en día algunas de estas condiciones, hay que saber que el matrimonio musulmán es polígamo, pudiendo el hombre tener hasta cuatro esposas pero sin límite alguno en lo que se refiere a las concubinas siempre que pudiera mantener a todas ellas de forma adecuada y digna. Ello nos puede dar una idea de que únicamente los hombres de las clases más pudientes podían permitirse estos lujos.

Además de la firma del contrato indicado, la boda suponía, como hoy en día, grandes gastos para el banquete, el peinado de la novia, los músicos, los regalos, etc.

Como ya alguno estará pensando, muchos de los matrimonios Andalusíes, al igual que a lo largo de gran parte de la historia y en todo tipo de religiones, tenían fines económicos, sociales e incluso políticos, surgiendo el amor entre los contrayentes (si surgía) a lo largo del tiempo. El día de la boda se determinada previa consulta a los astrólogos y en un intento de garantizar el éxito de esta aventura.

Se permitían los matrimonios mixtos, pero no con la igualdad debida: El hombre podía casarse con mujeres que no fueran musulmanas (cristianas o judías) pero la mujer siempre debía hacerlo con un musulmán. De hecho, emires y califas como Abderramán II o Al Hakem II e incluso el propio general Almanzor se casaron con mujeres cristianas.

En Al Ándalus existía un floreciente mercado de esclavos donde los hombres de clase alta se nutrían de mujeres para su harem. Hablamos de las concubinas. Estas normalmente eran esclavas, podían pasar a convertirse en cónyuge legítimo de su dueño e incluso podían darle hijos lo que, en este caso, les otorgaba el privilegio de no poder ser vendidas. A las concubinas se las identificaba según su origen étnico-geográfico: negras, bereberes, rummies, siendo éstas últimas las más apreciadas pues procedían de territorios cristianos (norte de España, Europa), muchas de ellas hechas cautivas en operaciones de guerra o compradas en el correspondiente mercado. Con las concubinas negras se evitaba en la medida de lo posible tener descendencia por el evidente color de piel del futuro vástago.

En la concubina se apreciaba la belleza y la inteligencia, siendo muchas de ellas educadas en toda serie de artes y saberes. Compartían aposentos con las cónyuges legítimas y disfrutaban de libertad de movimientos, a diferencia de éstas, por todas las estancias de la casa de los señores. A las fiestas únicamente asistían las concubinas, quedando al margen de estas lúdicas actividades las esposas, las cuales eran depositarias del honor de la familia. La esposa tenía derechos y obligaciones y la concubina estaba al servicio de su dueño. Gran diferencia. Más de un hombre mataba o vendía sin miramiento alguno a aquella concubina que él entendiera que le había hecho ofensa. De forma inmediata, era sustituida por otra u otras compradas en el mercado.

En las clases altas y pudientes, la mujer casada no tenía necesidad de trabajar y pasaba la mayor parte del tiempo en el interior de la casa, saliendo de ella en contadas ocasiones para acudir al juez, al cementerio, a la mezquita, a los zocos o a los baños. En las clases sociales más bajas, la esposa tenía mayor libertad de movimientos y tenían trabajos remunerados como empleada de hogar, comadrona, matrona, nodriza, lavandera, hilandera y tejedora, trabajando también en el campo si eran de familia campesina. Tampoco faltaban las depiladoras, tatuadoras, plañideras, cantoras, echadoras de cartas e incluso maestras y médicos especializadas en mujeres y niños. La mujer, con independencia de su estatus social, podía tener propiedades y dinero.

La autoridad paterna en la familia Andalusí también queda reflejada en el nombre de los hijos habidos en el matrimonio. Junto al nombre propio del niño o niña, se menciona el nombre del padre o abuelo separados por el término «Ben» o «Ibn» (hijo de). Por cierto, los nombres de varón más comunes en Al Ándalus coinciden con el de profetas y personajes importantes de los textos sagrados: Ayyub (Job), Sulaiman (Salomón), Ibraim (Abraham), Musa (Moisés), Yayha (Juan), Isá (Jesús), Yusuf (José) y el más habitual de todos, Muhammad (Mahoma).

Herencia Andalusí

Cuando el general bereber Tariq desembarcó en Tarifa en el año 711, se encontró con una decadente, primitiva, oscura y triste sociedad visigoda, presionada por el poder, amenazada militarmente, con poca ambición cultural y hábitos de vida poco saludables. Así, desde muchos estamentos sociales, sobre todo el pueblo llano que era la gran mayoría y que poco tenía que perder, la ocupación musulmana fue un soplo de aire fresco, incluso bienvenida, lo cual propició que gran parte de la sociedad se adaptara con cierta naturalidad a muchos de los usos y costumbres de los musulmanes y que incluso hoy en día perduran.

Los musulmanes introdujeron en España la modernidad, la cultura, la buena gastronomía, el buen gusto y el refinamiento. Su influencia ha sido importante tanto es aspectos de la vida cotidiana como en las ciencias y las artes.

Veamos de forma rápida algunos ejemplos: Difundieron y perfeccionaron la brújula, el astrolabio y las cartas náuticas; conocían la destilación, los jarabes y las pomadas; trataban enfermedades como las cataratas, utilizaban anestésicos y sabían cómo detener una hemorragia interna; introdujeron juegos como el ajedrez (la expresión “jaque mate” proviene de la expresión en árabe “el rey está muerto”) y el tres en raya; las matemáticas era una de sus ciencias favoritas y aún hoy utilizamos sus números y su forma de contar.

Pero profundicemos en un aspecto que seguro llama más la atención a los que no somos de ciencias: La gastronomía.

Salchichas y Tangia. Marrakech
Cocina Bereber. Ourika
Despensa bereber. Ourika

La alimentación de la sociedad visigoda era escasa y poco variada, siendo los cereales la base alimentaria en forma de insulsas y pastosas papillas o tortas. Este alimento se acompañaba con vino y si había suerte, con algo de carne y miel para endulzar.

La dieta musulmana era infinitamente más rica y variada que la de los habitantes ibéricos. Consumían todo tipo de frutas y verduras y una amplia gama de carnes y pescados cuidadosamente elaborados.  La comida para ellos era un placer y para mayor disfrute, la servían en tres platos: un primero ligero, un segundo plato fuerte a base de carne o pescado y un tercer plato de dulces y frutas confitadas. Esta bonita y elegante costumbre perdura hasta nuestros días.

El primer plato, podía consistir en sopa, huevos, verduras, cereales, o ensaladas. Para satisfacer sus gustos culinarios, introdujeron en la península, el arroz, las espinacas, acelgas, calabaza, zanahoria, judía verde, alcachofa, y la popular berenjena.  La berenjena era tan consumida en la época que a los almuerzos multitudinarios y con mucho bullicio se les denominaba “berenjenales”.

Las ensaladas eran a base de lechuga y hierbas varias, aceite de oliva y aceitunas. Los huevos se hervían en agua para consumirlos duros o se freían en aceite de oliva.

Zoco de Rissani
Sopa Harira. Marrakech
Zoco de Rissani

En el segundo plato, se consumía mucha carne de cordero (la más apreciada), cabra, carnero, vaca, conejo, gallina y otras piezas de caza como venados, faisanes, palomas y codornices. Se cocinaba frita en aceite de oliva o bien asada o guisada con salsa y también triturada en forma de salchichas o albóndigas. La carne normalmente se maceraba y aromatizaba con una gran variedad de especias que también introdujeron nuestros protagonistas (canela, azafrán, nuez moscada, anís, etc.). Los bereberes guisaban la carne con hinojo, berenjenas, acelgas o espinacas y los árabes con almendras, nueces, ciruelas, dátiles o membrillos.

Tajin. Merzouga
Zoco Rissani

¿Quién podría resistirse en esta época a un guiso de gallina adobada en escabeche y condimentada con cilantro, pimienta, canela y azafrán, acompañado de una salsa hecha con agua de rosas, azúcar y almendras molidas?

O a un plato aún en uso hoy en día sobre todo en Andalucía y típico del viernes de Cuaresma, la alboronía, hecho a base de berenjenas, calabacines, cebolla, pimientos y ajo, condimentado con pimentón, vinagre, pimienta y sal. ¿A alguien le es familiar esta receta? Así es, el origen del pisto.

Las clases más bajas y que no podían permitirse estor manjares cárnicos, consumían sobre todo despojos como riñones, hígado, sesos, etc.

Rissani

Sorprende conocer que ya tenían en su dieta los fideos de pasta hechos con harina molida de trigo (los modernos espaguetis) y que utilizaban el escabeche para realizar conservas tanto de carne como de pescado.

En los postres eran los maestros. Introdujeron en la península la caña de azúcar y nos han dejado recetas tan nuestras como el arroz con leche, los dulces con almendra, turrones y mazapanes. Seguro que en la próxima Navidad recordarás su origen al ver en tu mesa estos productos tan típicos.

Rissani
Rissani
Terraza Bereber. Los Atlas

No debemos olvidarnos de las almojábanas, buñuelos de masa de harina, levadura, leche y mantequilla con un relleno de queso fresco, ni tampoco del alfajor, masa hecha de miel, almendras, canela, anís, clavo, cilantro, ajonjolí, harina fina y azúcar.

No se privaban de ningún placer. Por ejemplo, en los meses más calurosos consumían sorbetes muy fríos y de diferentes sabores. Conservaban la nieve caída durante el invierno en las neveras de la época, pozos de entre 10 y 20 metros excavadas bajo tierra y que mantenían el hielo incluso durante los meses de verano.

Y más sorpresas: Los musulmanes fueron los que introdujeron frutas tan típicas como el albaricoque, el melocotón, la ciruela, el membrillo, el limón, la naranja amarga, la lima, el melón y la sandía.

Teniendo en cuenta todo lo dicho hasta ahora, podemos imaginarnos los avanzados conocimientos que en Al Ándalus tenían en materia de agricultura. Realizaban un uso muy eficiente del agua construyendo grandes norias para su extracción de pozos y ríos y distribuirla a continuación a través de una compleja red de acequias para regar campos y huertas. Acequias que en muchos lugares siguen siendo utilizadas hoy en día. Incluso idearon el sistema de riego por goteo para lo que utilizaban vasijas con un agujero en el fondo. El 30% de las palabras que actualmente se corresponden con la ciencia del riego son de origen árabe (alcorque, albufera, canal, rambla y un largo etcétera).

Guerreros bereberes?
Mujer bereber?

Con sus nuevas técnicas, aumentaron significativamente la producción de especies tradicionales de la península como eran el trigo, la vid y el olivo. La introducción de las nuevas especies y a las que me he referido con anterioridad, requerían mucho conocimiento y llevaban a cabo experimentos para conseguir la mejor adaptación de la planta a nuestro clima.  

Todos los conocimientos agrónomos de los andalusíes quedaron recogidos en uno de los más importantes Tratados de Agricultura de todos los tiempos, siendo autor del mismo el Sevillano Ibn al-Awwam (Siglo XII). En esta obra se tratan multitud de temas sobre agronomía como los tipos de tierra, su preparación, los diferentes tipos de agua y las que mejor conviene a cada especie (la de lluvia es la mejor), técnicas de regadío, injertos, podas, eliminación de plagas, conservación de los productos, su importancia en la alimentación, su sabor, etc… Incluso hace referencia a la utilidad de muchas plantas para usos no gastronómicos. Por ejemplo, tomen nota los padres primerizos, del laurel (muy conocido por todos nosotros), se decía que sus hojas ahuyentaban a los reptiles y tranquilizaban a los niños llorones.

Así, resumiendo, podemos decir sin ningún tipo de dudas que la presencia musulmana en la península ibérica supuso una auténtica revolución tanto en lo que se refiere al cultivo de las tierras como a la alimentación. Habrá que ser agradecidos.

Omar Ben Hafsun

OMAR BEN HAFSUN (850 Parauta (Málaga) – 918, Bobastro)

Este andaluz de pura cepa lideró una revolución entre los años 880 y 918 que a punto estuvo de derrocar al emirato Cordobés. Logró formar un numeroso, potente y agresivo ejército compuesto por cristianos, muladíes y bereberes descontentos con la dominación árabe. Controló y dominó un extenso territorio que comprendía las actuales provincias de Granada, Málaga, y parte de las de Cádiz y Jaén.

Nació en el seno de una familia acomodada muladí de origen hispano visigoda, siendo su abuelo, Chafar Ben Salim, el que se convirtió al islam para evitar la alta fiscalidad que se imponía a los cristianos. De madre desconocida, su padre se llamaba Hafs al cual parece que lo mató un oso. Se dice que esta familia provenía de un noble godo llamado Alfonso.

Omar Ben Hafsun, personaje de carácter altanero, arrogante y pendenciero, tras matar a un pastor bereber que robaba las ovejas de su abuelo, temiendo represalias, se refugia en lo más profundo del Valle del Guadalhorce, en las ruinas de una antigua fortaleza romana llamado Bobastro, un lugar inexpugnable, de difícil acceso y protegido por profundos acantilados. Inicia aquí una vida de bandolero o salteador de caminos hasta que al poco tiempo y por este motivo es detenido por tropas califales recibiendo como castigo una gran paliza.  Marcha a Argelia en busca de una nueva vida donde ejerce como aprendiz de sastre hasta que un anciano lo reconoce y le vaticina que su destino es derrocar al emirato cordobés.

Animado por las palabras del anciano y al haber sido reconocido, creyendo que alguien podría denunciarlo por el asesinato del pastor bereber, vuelve a la península dispuesto a plantar cara al poder de Córdoba estableciendo su centro de operaciones en Bobastro. A su actividad de salteador de caminos le añade un intenso espíritu de rebelión, ganando así cientos y miles de adeptos en poco tiempo.

Omar y su ejército se convierten en poco tiempo en uno de los mayores problemas del entonces emir Mohammed I el cual le ofrece unirse a sus tropas en un intento de solventar el problema con el grupo rebelde. Omar accede, pasando junto a sus hombres a engrosar las filas del ejército del emirato donde destacan por su arrojo y valentía en diversos ataques realizados contra los reinos cristianos. A pesar de ello, siempre fueron menospreciados por los miembros árabes del ejército, llegando incluso a faltarles alojamiento y comida en las campañas en las que intervinieron.  Ello provocó que Omar y los suyos se retiraran de nuevo a Bobastro en el año 884 reiniciando de forma muy activa su actividad de guerrilla presentando continua batalla al emirato y conquistando poco a poco cada vez más territorio.

Medina Azahara
Medina Azahara

Los dos años en los que el emir Al Mundir ejerció el poder, los dedicó sobre todo a combatir al rebelde andaluz, llegando incluso, en un intento de obtener su sometimiento, a ofrecerle el cargo de gobernador de Málaga el cual fue rechazado. Al Mundir cayó enfermo encontrándose precisamente en campaña contra Omar, en uno de los sitios impuestos a la fortaleza de Bobastro, circunstancia ésta que fue aprovechada por su hermano Abdalá el cual sobornó al médico que le hacía la sangría para que éste utilizara una lanceta envenenada que acabó con la vida del emir.

Con Abdalá en el poder, nuestro guerrillero obtuvo su máximo esplendor. Amplió considerablemente su territorio y efectuó amenazadoras incursiones muy cerca de la ciudad de Córdoba. Contaba además con muy buenos contactos con los rebeldes de Jaén, Badajoz, Zaragoza e incluso en el norte de África.  Abdalá, sintiéndose realmente intimidado y viendo la dificultad de vencer a las tropas rebeldes, ofrece a Omar Ben Hafsun ser su aliado para atacar al noble árabe rebelde Ibn Mastana. Omar accede, pero incumple el acuerdo alcanzado ayudando al árabe rebelde a afianzar aún más su oposición al emirato.

 Tan seguro estaba Omar de su superioridad que decide atacar la ciudad de Córdoba tomando posiciones con su ejército en las cercanas ciudades de Écija y Polei (Aguilar de la Frontera), ambas situadas al sur y a unos 50 km de distancia. Los ánimos en Córdoba están bajos, se respira un ambiente de derrota y muchos ven cercano el fin del emirato. Abdalá, consciente de la superioridad numérica del ejército rebelde, 30.000 hombres frente a los 14.000 del emir, le propone la paz en varias ocasiones siendo ésta siempre rechazada.

Mezquita de Córdoba
Mezquita de Córdoba

El 16 de abril de 891, Abdalá resuelve atacar a las tropas rebeldes jugándoselo todo a una sola carta y al no encontrar otra solución alternativa a la amenaza de Omar Ben Hafsun. Contra todo pronóstico, las motivadas y jaleadas tropas de Emir vencen en batalla provocando la desbandada del enemigo, viéndose incluso el propio Omar en grave peligro en su desordenada huida. Las tropas de emir arrasan la fortaleza de Polei, pasan a cuchillo a miles de cristianos, ponen sitio a la ciudad de Écija la cual se rinde en poco tiempo y conquistan un buen número de fortalezas que se encontraban bajo dominio rebelde.

Tras este duro revés, Omar Ben Hafsun pide la paz y le es concedida, exigiendo el emir en garantía de ésta, que envíe a Córdoba a uno de sus hijos. Omar, muy a su estilo, en vez de enviar a uno de sus hijos, envía al hijo de su tesorero lo cual es descubierto al poco tiempo por el emir, iniciándose de nuevo las hostilidades y recuperando los rebeldes muchas de las fortalezas perdidas en la batalla.

En el año 899 Omar Ben Hafsun se convierte al cristianismo, lo que da lugar a que muchos de sus seguidores musulmanes abandonen la causa. Se bautizó adoptando el nombre de Samuel.

Abdalá fallece en el año 912 y le sucede su nieto, el genial Abderramán III, el cual desde el inicio anuncia a la insurrección española de forma clara y contundente que no quiere su tributo, sino sus castillos y ciudades. Promete el perdón al que se someta y castigo ejemplar al que no lo hiciera.

En esta etapa, el espíritu rebelde de Omar y sus hombres sigue vivo, pero no tan ardiente como en los comienzos. Han sufrido muchas derrotas, perdido un amplio territorio y gran parte de su ejército, consecuencia del masivo abandono de musulmanes, lo componen mercenarios provenientes de Tánger los cuales no siempre dieron la talla en el campo de batalla pues luchaban con quien habían sido sus aliados hasta hace poco y podían volver a serlo en breve.

Mientras tanto, Abderramán III estrecha el cerco a los rebeldes y va recuperando poco a poco territorio y desmantelando fortalezas, unas veces con la fuerza de las armas y muchas otras por rendición.

Omar fallece en el año 918 por causas naturales y sus hijos mantuvieron y lideraron el movimiento rebelde durante diez años más: Primero fue Djafar, el cual es asesinado en el 920 por una conjura contra él en Bobastro dado que quiso convertirse de nuevo al islam y no fue visto con buenos ojos. Toma el relevo su otro hermano, Suleyman, dicen que el más valeroso de todos, el cual murió en el campo de batalla en el 927. Le sucede su hermano Hafs el cual rinde la plaza de Bobastro el 21 de junio 928 a las tropas de Abderramán III tras un duro asedio de seis meses. Sus habitantes son trasladados a Córdoba y Hafs acabó sus días sirviendo en el ejército del emir.

Una vez tomada la fortaleza, se personó en ella el propio Abderramán III acompañado de su hijo de 13 años, el futuro emir Al Hakam II y ordenó desenterrar los cuerpos de Omar y su hijo Djafar para ser trasladados a Córdoba donde se clavaron en postes en un lugar público y para regocijo de sus habitantes. Tal y como escribió un cronista de la época: “siendo estos cuerpos la advertencia saludable para las gentes mal intencionadas y dulce espectáculo para los ojos de los verdaderos creyentes”.

Muralla de Córdoba

El origen Andalusí de Madrid

Así es, has leído bien, el origen de la ciudad de Madrid es musulmán. Su nombre árabe era “Mayerit” en referencia a la abundancia de agua en la zona.

Sobre el año 865, el emir Muhammad I ordena construir una fortaleza militar que pasa a formar parte de aquellas que integran la Marca Media y con dos objetivos fundamentales: frenar el avance cristiano hacia el Sur (vigila y controla la vía de comunicación entre la Sierra de Guadarrama y Toledo), así como tener controlada la ciudad de Toledo donde se inician continuos levantamientos contra el poder de Córdoba (la gran parte de la población de Toledo eran mozárabes y muladíes siendo en sus revueltas apoyados en muchas ocasiones por los Reinos Cristianos del norte).

Juguete Madrileño (S. X)
Enseres domésticos (S. IX – XI)

Conozcamos con mayor profundidad a Muhammad I, fundador de Madrid: Hijo y sucesor de Abderramán II, nació en Córdoba en el año 823 falleciendo en la misma ciudad el 4 de agosto del 886 a la edad de sesenta y tres años. Sucedió en el trono a su padre en el año 852. Mantuvo la prosperidad conseguida por su padre en Al Ándalus e hizo frente a las frecuentes rebeliones en las zonas fronterizas y en la ciudad de Toledo. Llevó a cabo constantes ataques contra territorio cristiano.

Personaje muy culto, con gran agilidad mental y amante de las matemáticas.

Tuvo 33 hijos y 21 hijas. De tez blanca, estatura media, cuello corto y barba muy poblada la cual se teñía con tinte rojizo.

Catedral de la Almudena vista desde el parque de Muhammad I. Restos de la muralla original Andalusí.

Madrid nace como fortaleza militar Andalusí. Esta fortificación inicial se sitúa en el promontorio en el que actualmente se encuentra el Palacio Real y la Catedral de la Almudena. En el parque de Muhammad I podrás disfrutar de unos cientos de metros de la muralla original de la fortificación. El propio nombre de la patrona de Madrid, Almudena, es de origen árabe: Al Mudayna, que significa “ciudadela” o «pequeña medina».

Poco a poco el primer Madrid militar se va convirtiendo en medina instalándose en ella numerosa población civil en la zona de extramuros, en los llamados “arrabales”. Los primeros arrabales fueron el actual barrio de La Latina, La Plaza de la Villa y el barrio de San Nicolás. No dejes de pasear por estos barrios de trazado andalusí donde podrás disfrutar de varias torres mudéjares en la Plaza de la Villa (s. XV), la Iglesia de San Pedro el Viejo (S. XIV) y en la Iglesia de San Nicolás (s. XII). Cuando te encuentres en la plaza de la Paja, deja volar tu imaginación y sumérgete en el bullicio y la frenética actividad del zoco allí situado durante siglos. Interesante el silo situado en la plaza de Ramales del cual, según las crónicas del momento, se decía que podía conservar los alimentos en buen estado durante cien años.

Plaza de la Villa
Acceso a la torre de la Plaza de la Villa.
San Pedro el Viejo
Muralla…..
San Nicolás
San Pedro el Viejo

Almanzor pasó por Madrid en el año 977, en concreto el 23 de mayo, donde agrupó a sus tropas junto a las del general Galib (gobernador militar de Medinaceli), siendo el punto de partida de su ataque a territorio cristiano contra la zona de la actual Segovia.

Se dice que uno de los primeros Madrileños del que se tiene constancia histórica fue el sabio astrólogo musulmán, Abu Maslama, más conocido como “El Madrileño” (Maslama al Mayriti, nacido en el 950 en Madrid y fallecido en Córdoba en el 1007).

Este madrileño fundó en Mayerit, en el año 1004, una escuela de matemáticas y astronomía, convirtiéndose en la primera escuela de astronomía que existió en el territorio que hoy conocemos como Europa. Maslama fue el consejero astrológico del general Almanzor al cual pronosticaba los mejores momentos en los que debía llevar a cabo sus ataques contra tierras cristianas. Incluso predijo el fin del Califato de Córdoba basándose en un eclipse de sol del año 1004, la aparición de un cometa en el 1006 y la posterior conjunción que se produjo entre Júpiter y Saturno. Como reconocimiento a sus aportaciones al mundo de la astronomía, un planeta lleva su nombre, Majriti, el cual orbita la estrella Titawin, en la constelación de Andrómeda, a 44 años luz de nuestro planeta tierra.

Madrid fue atacada en dos ocasiones por las tropas cristianas. Ramiro II, rey de León, en el año 932, derribó sus muros pasando a cuchillo a gran parte de sus habitantes, pero no ocupó la ciudad por encontrarse a demasiada distancia de sus dominios. Este ataque de Ramiro fue realizado aprovechando una incursión cuyo objetivo era ayudar a la ciudad de Toledo la cual se encontraba en esos momentos sitiada por las tropas califales. En el año 1062, Fernando I rey de León, como continuación de sus ataques en la frontera del Duero donde tomó plazas importantes como Berlanga y Gormaz, atraviesa la sierra de Guadarrama, conquista Talamanca del Jarama y Alcalá de Henares para posteriormente dirigirse hacia Mayerit. Ataca la ciudad, pero el rey de la taifa de Toledo, Al Mamún, se somete al cristiano y solicita y obtiene su protección pagando la correspondiente paria evitando así que la ciudad fuera arrasada.

Madrid fue conquistada definitivamente para la cristiandad en el año 1085 por Alfonso VI “el Bravo” sin derramamiento de sangre, posiblemente por acuerdo o rendición. La  repoblación fue realizada con gentes venidas de las comarcas actuales de Tierra de Campos, Segovia y Soria.

Felipe II, en el año 1561, convierte Madrid en la capital del reino y se inicia una destrucción sistemática de cualquier vestigio islámico de la ciudad. No era congruente que la capital del catolicismo mundial tuviera origen musulmán. Fue tal el éxito de la campaña de marketing dirigida a borrar el origen islámico de la ciudad que ha llegado incluso hasta nuestros días. Pero eso, amigos, es otra historia…