Omar Ben Hafsun

OMAR BEN HAFSUN (850 Parauta (Málaga) – 918, Bobastro)

Este andaluz de pura cepa lideró una revolución entre los años 880 y 918 que a punto estuvo de derrocar al emirato Cordobés. Logró formar un numeroso, potente y agresivo ejército compuesto por cristianos, muladíes y bereberes descontentos con la dominación árabe. Controló y dominó un extenso territorio que comprendía las actuales provincias de Granada, Málaga, y parte de las de Cádiz y Jaén.

Nació en el seno de una familia acomodada muladí de origen hispano visigoda, siendo su abuelo, Chafar Ben Salim, el que se convirtió al islam para evitar la alta fiscalidad que se imponía a los cristianos. De madre desconocida, su padre se llamaba Hafs al cual parece que lo mató un oso. Se dice que esta familia provenía de un noble godo llamado Alfonso.

Omar Ben Hafsun, personaje de carácter altanero, arrogante y pendenciero, tras matar a un pastor bereber que robaba las ovejas de su abuelo, temiendo represalias, se refugia en lo más profundo del Valle del Guadalhorce, en las ruinas de una antigua fortaleza romana llamado Bobastro, un lugar inexpugnable, de difícil acceso y protegido por profundos acantilados. Inicia aquí una vida de bandolero o salteador de caminos hasta que al poco tiempo y por este motivo es detenido por tropas califales recibiendo como castigo una gran paliza.  Marcha a Argelia en busca de una nueva vida donde ejerce como aprendiz de sastre hasta que un anciano lo reconoce y le vaticina que su destino es derrocar al emirato cordobés.

Animado por las palabras del anciano y al haber sido reconocido, creyendo que alguien podría denunciarlo por el asesinato del pastor bereber, vuelve a la península dispuesto a plantar cara al poder de Córdoba estableciendo su centro de operaciones en Bobastro. A su actividad de salteador de caminos le añade un intenso espíritu de rebelión, ganando así cientos y miles de adeptos en poco tiempo.

Omar y su ejército se convierten en poco tiempo en uno de los mayores problemas del entonces emir Mohammed I el cual le ofrece unirse a sus tropas en un intento de solventar el problema con el grupo rebelde. Omar accede, pasando junto a sus hombres a engrosar las filas del ejército del emirato donde destacan por su arrojo y valentía en diversos ataques realizados contra los reinos cristianos. A pesar de ello, siempre fueron menospreciados por los miembros árabes del ejército, llegando incluso a faltarles alojamiento y comida en las campañas en las que intervinieron.  Ello provocó que Omar y los suyos se retiraran de nuevo a Bobastro en el año 884 reiniciando de forma muy activa su actividad de guerrilla presentando continua batalla al emirato y conquistando poco a poco cada vez más territorio.

Medina Azahara
Medina Azahara

Los dos años en los que el emir Al Mundir ejerció el poder, los dedicó sobre todo a combatir al rebelde andaluz, llegando incluso, en un intento de obtener su sometimiento, a ofrecerle el cargo de gobernador de Málaga el cual fue rechazado. Al Mundir cayó enfermo encontrándose precisamente en campaña contra Omar, en uno de los sitios impuestos a la fortaleza de Bobastro, circunstancia ésta que fue aprovechada por su hermano Abdalá el cual sobornó al médico que le hacía la sangría para que éste utilizara una lanceta envenenada que acabó con la vida del emir.

Con Abdalá en el poder, nuestro guerrillero obtuvo su máximo esplendor. Amplió considerablemente su territorio y efectuó amenazadoras incursiones muy cerca de la ciudad de Córdoba. Contaba además con muy buenos contactos con los rebeldes de Jaén, Badajoz, Zaragoza e incluso en el norte de África.  Abdalá, sintiéndose realmente intimidado y viendo la dificultad de vencer a las tropas rebeldes, ofrece a Omar Ben Hafsun ser su aliado para atacar al noble árabe rebelde Ibn Mastana. Omar accede, pero incumple el acuerdo alcanzado ayudando al árabe rebelde a afianzar aún más su oposición al emirato.

 Tan seguro estaba Omar de su superioridad que decide atacar la ciudad de Córdoba tomando posiciones con su ejército en las cercanas ciudades de Écija y Polei (Aguilar de la Frontera), ambas situadas al sur y a unos 50 km de distancia. Los ánimos en Córdoba están bajos, se respira un ambiente de derrota y muchos ven cercano el fin del emirato. Abdalá, consciente de la superioridad numérica del ejército rebelde, 30.000 hombres frente a los 14.000 del emir, le propone la paz en varias ocasiones siendo ésta siempre rechazada.

Mezquita de Córdoba
Mezquita de Córdoba

El 16 de abril de 891, Abdalá resuelve atacar a las tropas rebeldes jugándoselo todo a una sola carta y al no encontrar otra solución alternativa a la amenaza de Omar Ben Hafsun. Contra todo pronóstico, las motivadas y jaleadas tropas de Emir vencen en batalla provocando la desbandada del enemigo, viéndose incluso el propio Omar en grave peligro en su desordenada huida. Las tropas de emir arrasan la fortaleza de Polei, pasan a cuchillo a miles de cristianos, ponen sitio a la ciudad de Écija la cual se rinde en poco tiempo y conquistan un buen número de fortalezas que se encontraban bajo dominio rebelde.

Tras este duro revés, Omar Ben Hafsun pide la paz y le es concedida, exigiendo el emir en garantía de ésta, que envíe a Córdoba a uno de sus hijos. Omar, muy a su estilo, en vez de enviar a uno de sus hijos, envía al hijo de su tesorero lo cual es descubierto al poco tiempo por el emir, iniciándose de nuevo las hostilidades y recuperando los rebeldes muchas de las fortalezas perdidas en la batalla.

En el año 899 Omar Ben Hafsun se convierte al cristianismo, lo que da lugar a que muchos de sus seguidores musulmanes abandonen la causa. Se bautizó adoptando el nombre de Samuel.

Abdalá fallece en el año 912 y le sucede su nieto, el genial Abderramán III, el cual desde el inicio anuncia a la insurrección española de forma clara y contundente que no quiere su tributo, sino sus castillos y ciudades. Promete el perdón al que se someta y castigo ejemplar al que no lo hiciera.

En esta etapa, el espíritu rebelde de Omar y sus hombres sigue vivo, pero no tan ardiente como en los comienzos. Han sufrido muchas derrotas, perdido un amplio territorio y gran parte de su ejército, consecuencia del masivo abandono de musulmanes, lo componen mercenarios provenientes de Tánger los cuales no siempre dieron la talla en el campo de batalla pues luchaban con quien habían sido sus aliados hasta hace poco y podían volver a serlo en breve.

Mientras tanto, Abderramán III estrecha el cerco a los rebeldes y va recuperando poco a poco territorio y desmantelando fortalezas, unas veces con la fuerza de las armas y muchas otras por rendición.

Omar fallece en el año 918 por causas naturales y sus hijos mantuvieron y lideraron el movimiento rebelde durante diez años más: Primero fue Djafar, el cual es asesinado en el 920 por una conjura contra él en Bobastro dado que quiso convertirse de nuevo al islam y no fue visto con buenos ojos. Toma el relevo su otro hermano, Suleyman, dicen que el más valeroso de todos, el cual murió en el campo de batalla en el 927. Le sucede su hermano Hafs el cual rinde la plaza de Bobastro el 21 de junio 928 a las tropas de Abderramán III tras un duro asedio de seis meses. Sus habitantes son trasladados a Córdoba y Hafs acabó sus días sirviendo en el ejército del emir.

Una vez tomada la fortaleza, se personó en ella el propio Abderramán III acompañado de su hijo de 13 años, el futuro emir Al Hakam II y ordenó desenterrar los cuerpos de Omar y su hijo Djafar para ser trasladados a Córdoba donde se clavaron en postes en un lugar público y para regocijo de sus habitantes. Tal y como escribió un cronista de la época: “siendo estos cuerpos la advertencia saludable para las gentes mal intencionadas y dulce espectáculo para los ojos de los verdaderos creyentes”.

Muralla de Córdoba

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