Sevilla. De fiesta.

Como últimamente no paro, bueno, no paramos, nos hemos acercado a Sevilla este último fin de semana del mes de mayo con la excusa de acudir al concierto de los Hombres G, los cuales se encuentran de gira celebrando sus 40 años en activo. Casi nada.

Este grupo nunca fueron de mi plena devoción, pero sí es cierto que tienen 7 o 8 canciones que me hacen vibrar, saltar y cantar como el fan más entregado. Además, cualquier motivo es bueno para pasar un fin de semana original y distinto con buenos y fieles amigos.

Nuestra aventura comienza el sábado por la mañana en la estación de Atocha y a bordo de un AVE que, sinceramente, necesitaría alguna que otra actualización en los vagones. Dado que la salida se retrasa y las paradas en el recorrido son constantes, nos da tiempo suficiente para organizar nuestro próximo viaje a territorio Galo y realizar un par de visitas al vagón de cafetería, el cual, con el paso del tiempo, convertimos en cervecería.

El retraso en la llegada a nuestro destino supera la media hora, por lo que la empresa ferroviaria procederá a devolvernos el importe íntegro del billete. Sin duda es un buen comienzo.

Alcázar
Plaza de España

En el taxi que nos lleva al hotel, qué raro, surge un tema sobre Soria y el taxista se mete de lleno en la conversación y nos informa que en Sevilla hay mucho personal soriano. Al parecer, el dueño de la empresa donde trabajaba su padre era de Soria y él ha visitado la provincia en varias ocasiones. Añade que, muchos sorianos que emigraron aquí en busca de una mejor calidad de vida, eran contratados en comercios de Sevilla donde dormían bajo los mostradores.

Oído este último comentario, me veo en la necesidad de informar a todos los pasajeros que mi bisabuelo fue uno de esos sorianos que llegó a Sevilla a la edad de 11 años y durmió muchas noches debajo del mostrador del comercio donde lo colocaron de aprendiz. Fue su padre, mi tatarabuelo, un curtido y austero pastor trashumante, el que dejó allí a mi bisabuelo y a otros muchos de sus hijos en un intento de mejorar su futuro. Y lo consiguió.

Llegamos a la hora perfecta para iniciar un paseo por la ciudad y tomar un aperitivo para acabar comiendo de tapas en La Bodeguita Plaza del Duque a base de cazón, gambas a la plancha, ensaladilla, carrilleras y entrecot fileteado. Vaya, que si vas por Sevilla tienes que comer ahí sí o sí. Y encima el camarero era un tío estupendo y los de la mesa de al lado también eran de Madrid, venían al concierto y compartieron sus gominolas con nosotros. ¿qué más se puede pedir?

Gran paseo después de comer por la calle Sierpes hasta la zona de la Catedral y vuelta al hotel para descansar una hora antes de salir hacia la zona del concierto.

Catedral de Sevilla

¿Y qué decir del concierto? Lo que pasó en aquella explanada es difícil de describir sobre todo cuando sonaron las canciones más cañeras como “Al Capone de la Mafia”, “Marta tiene un marcapasos”, “Visite nuestro Bar” o la más pedida de todos, “¡Sufre Mamón! “. Memorable el saxo del grupo y momentos para olvidar cuando tocaron de forma seguida varias canciones pedorras, ñoñas y con mucho sentimiento.

En cualquier caso, salimos con una amplia sonrisa, realmente satisfechos, pero algo doloridos y contracturados por todas las horas de pie en menos de medio metro cuadrado con escasa o nula posibilidad de realizar movimiento alguno. El próximo concierto, sentado y en zona VIP.

Iniciamos vuelta hacia el centro de la ciudad y milagrosamente, tras un buen rato caminando, podemos contratar un Uber que nos salva de una larga, penosa e imposible caminata de varias horas hasta nuestro hotel.

En Sevilla proliferan las camionetas transformadas en bar donde puedes degustar hamburguesas, perritos y demás delicatessen, por lo que antes de acostarnos y de camino al hotel, paramos en uno de ellos para pedir unos perritos calientes especiales, de tamaño descomunal y servidos en tiempo récord por dos tipos poco comunicativos.

Lo mejor de los hoteles donde nos hospedamos, siempre de la cadena NH, es que tienen unos desayunos abundantes y variados que sirven para recuperar las fuerzas gastadas durante la noche anterior y en la que intentamos emularnos a nosotros mismos pero con 35 años menos.

Frutas variadas, tortillas, salchichas, beicon, jamón, queso, dulces, tostadas, zumo y cafés por partida doble hacen su efecto y nos lanzamos a explorar Sevilla con energía por la famosa calle Sierpes y la zona de La Campana, lugar en el que se encontraba el comercio donde mi bisabuelo, a finales del siglo XIX, dormía debajo de un mostrador. Rápida visita al interior de la Catedral y a la Plaza del Cabildo donde, al amparo de restos bien conservados de la muralla almohade del siglo XII, coleccionistas de monedas y billetes intercambian mercancía e impresiones.

La Campana
Plaza del Cabildo

Para disfrutar de la Giralda en todo su esplendor, no hay mejor lugar que la plaza de La Virgen de los Reyes, donde tomamos un aperitivo en primera línea de la terraza del bar Giraldilla y aprovechamos para disfrutar y comentar, entre otros aspectos, las curiosas indumentarias de los turistas de todos los rincones del planeta que inundan la ciudad. Se nos acerca un sevillano con lotería para vender, el cual, para captar nuestra atención, indica con bastante gracia que tengo pinta de torero. El comentario nos provoca una sonora carcajada, consiguiendo su objetivo el gracioso comerciante al vendernos un décimo a precio de oro.

La imagen de la Giralda es simplemente espectacular. Actualmente, torre campanario de la Catedral, en su origen alminar de la mezquita de la ciudad. Fue erigida por los almohades en el siglo XII basándose en el alminar de la mezquita Kutubia de Marrakech.

La Giralda
Mezquita Kutubia. Marrakech

No podemos abandonar Sevilla sin visitar su plaza más famosa, la Plaza de España, el lugar que fue el pabellón de España en la Expo Iberoamericana celebrada en el año 1929. Para ello, qué mejor manera de hacerlo que en coche de caballos donde el cochero, un tal José, nos va explicando de forma muy concisa, pero amena y divertida, los lugares más emblemáticos por los que vamos pasando. La Torre del Oro, los diferentes pabellones de los países participantes en la Expo, el uso actual de los mismos, el monumento al Cid Campeador, la Real Fábrica de Tabacos, el parque de Mª Luisa y finalmente la Plaza de España donde damos una vuelta entera a su interior para riesgo de algún que otro despistado turista nipón.

El Cid

¿Y qué hace en esta ciudad un monumento al Cid, el mercenario más conocido de la Edad Media, el que fue Señor de Gormaz? Pues debió tener su importancia por estos lares, pues fueron los sevillanos los que, a Rodrigo Díaz de Vivar, le bautizaron con el apodo de el Cid. Al parecer el Sr. Rodrigo estuvo por estas tierras en nombre del Rey Alfonso VI cobrando las parias al reino taifa de Sevilla, teniendo en ese momento que defender y con éxito, a los musulmanes sevillanos del ataque de los reinos de Granada y Murcia aliados con el conde de Barcelona. En su vuelta triunfante a la ciudad de Sevilla, el pueblo lo recibió al grito de “Sidi Rodrigo” y “Campi Doctor” (“Señor Rodrigo”, “sabio en batallas campales”). De la unión de estas expresiones, la primera musulmana y la segunda cristiana, surge el apodo de “El Cid Campeador”. 

Qué tendrá este paseo en el coche de caballos que tanto nos encantó y que provoca que mucha gente te salude por la calle y uno mismo devuelva sonriente el saludo como si nos conociéramos de toda la vida. Nuestros amables rostros, adornados con el gesto del saludo al más puro estilo de la realeza europea, queda retratado en multitud de cámaras fotográficas de turistas de todas las nacionalidades.

Finalizada la experiencia, nuestro cochero nos aconseja ir a comer a la Bodega de Santa Cruz “Las Columnas”, en la calle Rodrigo Caro, también con vistas a la Giralda, donde disfrutamos de una exquisita y amplia variedad de tapas como los buñuelos de bacalao, tacos de cazón, gambas, solomillo al Güisqui, lomo al Pedro Ximénez y berenjenas con miel. Muy bueno todo.

Regresamos al hotel a recoger las maletas y mientras hacemos tiempo para que pase una tromba de agua, tomamos un café y algún que otro licor en la terraza, lo cual ayudará sin duda alguna a relajarnos en el AVE de vuelta. Pero eso ya, amigos, es otra historia.

Plaza de España

4 comentarios en «Sevilla. De fiesta.»

  • 31 de julio de 2023 a las 20:14
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    La última peli de Hombres G está muy bien, te retrotrae a nuestra época, rebobinando las cintas de casette con un boli, etc etc…y tengo una historia en Sevilla, con el caballo Florito que llevaba nuestro carro, que ya os contaré…no apto para menores jeje

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  • 21 de junio de 2023 a las 13:04
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    Que bien lo pasamos!!! Lo mejor no lo has contado!!! Pero eso amigo,es otra historia!😉😍😘

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  • 21 de junio de 2023 a las 08:13
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    Querido Rafa, literal que me habéis llevado de paseo con vosotros por todo Sevilla, que relax, antes de irme a currar. Bsss y a seguir disfrutando

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  • 20 de junio de 2023 a las 22:42
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    Tendréis que ir otra vez porque me ha sabido a
    poco….jajajaa, pero he disfrutado tanto como vosotros.🤗👍💃

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