El Sureste de Soria.

En alguna ocasión he comentado que soy algo desorganizado a la hora de planear una ruta. Esta desorganización implica que, en muchas ocasiones, marco un objetivo o destino, pero no siempre lo cumplo pues en el camino pueden surgir algún otro lugar interesante o tener sensaciones que hagan variar totalmente la ruta ideada. Por ello es muy habitual que descubra lugares y monumentos sobre los que no tengo ningún tipo de información y además, tampoco invierto mucho tiempo sobre el terreno para obtenerla a través de la tecnología más moderna en forma de teléfono móvil con acceso a internet.

En mi última visita por el sureste Soriano, paré en Almaluez a pesar de que el destino fijado para ese día era otro, pero me cogía de camino. En los días siguientes, obteniendo información para escribir una crónica sobre la ruta de ese día, me sorprendió mucho que durante la guerra civil hubo en este pequeño pueblo un aeródromo militar utilizado por las tropas italianas. Esta información incluía fotos e indicaba incluso el lugar exacto donde se encontraba la pista de aterrizaje y despegue, hoy reconvertida en una próspera plantación de miles de almendros.

El tema levanta mi curiosidad al extremo y no he tardado en volver a Almaluez para conocer de primera mano la antigua pista de aterrizaje. Rápido la localizo y me muevo por distintos lados para valorar su inmensidad y hacerme una idea de la situación vivida en este mismo punto en los duros años de la guerra. Para una mejor perspectiva, subo andando al cerro Modóvar, el cual corono después de un buen rato tras una fuerte pendiente de 45 grados. El viento sopla con fuerza lo que hace aún más penosa la subida. En el alto queda un gran agujero donde debió estar instalado en su día un punto de vigilancia y defensa antiaérea y alguna que otra lata de refresco vacía de algún descerebrado con forma humana. No me cabe en la cabeza que alguien se tome un refresco en este punto y tenga el valor y la poca vergüenza de no llevársela luego consigo.

Almaluez. Pista aterrizaje y cerro Modóvar
Almaluez. Pista aterrizaje

Desde el alto y con un fuerte viento que dificulta incluso la estabilidad, disfruto de la vista y contemplo en su totalidad la enorme pista de aterrizaje y despegue. La panorámica me inspira e improvisando una vez más, decido desplazarme hasta Monteagudo de las Vicarías por pista de tierra y recuperar fuerzas con algún refresco en un nuevo restaurante que han abierto unos vecinos de origen marroquí y que está adquiriendo mucha fama.

El Toyota híbrido se comporta bastante bien por estas pistas en buen estado donde, con buena visibilidad, alcanzo velocidades de hasta 70 km/hora. Me asaltan pensamientos aventureros, no descartando en un futuro calzar al híbrido japonés con unas ruedas mixtas de carretera y campo para ganar estabilidad en pista.

Sobre las 13.30 llego al restaurante, a la zona de la barra, donde no hay ningún otro cliente. No obstante, se nota mucha actividad, quizás demasiada, en las cocinas y de vez en cuando aparece, con aspecto de concentrado, algún empleado a la zona donde me encuentro en busca de cafés, bollería o cambio en la caja registradora. Los minutos pasan y nadie me ha mirado, nadie me ha dicho nada, como si no estuviera. Hay un momento que aparecen dos empleados y uno le dice al otro: “por aquí no hay nada urgente, ¿verdad?”. “No”, le responde el otro, sin mirarme ninguno de los dos y a pesar de estar delante de ellos. Me quedo perplejo a pesar de ser consciente de que yo no soy algo “urgente”. El tiempo corre inexorable y comienzo a pensar que a lo mejor la magia del cerro Modóvar me ha dotado de poderes sobrenaturales y me he convertido en un ser invisible, lo cual tendría su atractivo, pues podría hacer en ese momento lo que me diera la gana sin ser visto. Por ejemplo, llevarme unas cajas de dátiles que tanto me gustan últimamente y que se encuentran expuestas junto a unas bandejas de pasteles con un inconfundible estilo bereber.

Tras casi 10 minutos de espera durante los cuales aprovecho con tranquilidad para cotillear todos los productos de bollería que vende el establecimiento, por fin soy atendido y con bastante amabilidad, por cierto. Pregunto si puedo comer algo en esta zona del bar y no hay problema. “Menú español o marroquí”, me pregunta el chico. “Marroquí, por supuesto, que me han hablado muy bien de este sitio”. Mi comentario hace mella en el camarero que se infla como un pavo. Acabo pidiendo un Tajín de ternera.

Me preparan una mesita y me conecto al wifi del local pues me da la impresión de que esto va para largo. Y no me equivoco. No tengo nada mejor que hacer, soy consciente de que están a tope y que están haciéndome un favor por darme de comer en la zona de bar y a destiempo. Por el acceso a la zona de restaurante entran muchos clientes y la actividad en cocina crece aún más si cabe. Tampoco faltan algunos clientes para comprar pan y bollería bereber.

Después de un buen rato y según el camarero, “por el tiempo que están tardando”, me trae un aperitivo consistente en dos generosos platillos: uno, con una especie de ensalada a base de tomate, pimiento, pepino y algo más, cortado en trozos muy pequeños y aliñado con expertas manos marroquíes y un segundo, con dos hermosas croquetas que reposan en un confortable lecho de lechuga con aceitunas negras arrugadas. La presentación de los platillos es muy buena y excelente su contenido. Muy, muy bueno, incluso la ensalada con su tomatito picado. Los que me conocen sabrán que yo nunca, nunca, como tomate crudo. Algo ha cambiado desde mi subida al Cerro Modóvar. Las croquetas excelentes.

Acabo con el generoso aperitivo y continúa la espera. Ya no sé qué mirar en el móvil cuando por fin llega el tan ansiado Tajín, el cual me sabe a gloria. Muy bueno. La ternera es de excelente calidad que, mezclada con la verdura, unas ciruelas pasas muy dulces y huevo duro, es una explosión de sabores. Los frutos secos no me van mucho en estos platos, pero, aun así, alguna almendra mezclo. Devorado el Tajín, se acerca el que debe ser el propietario del negocio y me pregunta si me ha gustado. Alabo la calidad del producto, a la cocinera y pido la cuenta, pues son las 15 horas y parece que he echado raíces en la esquinita en la que me han acomodado. Volveré, sin duda. La espera ha merecido la pena.

Tajín de ternera

(Y volví, por supuesto, transcurridas dos semanas, esta vez acompañado por mi amigo JM y con reserva previa. El restaurante estaba a reventar, pero fuimos atendidos con extrema rapidez y de nuevo con muchísima amabilidad. Degustamos el menú marroquí y las sensaciones de nuevo fueron excelentes. Finalizamos con un té moruno y pastas. Como debe ser habitual, al finalizar se acerca el propietario del establecimiento. Un hombre muy amable llamado Gonzalo con el cual estuvimos charlando y nos contó la historia del negocio. Tenía una empresa en Zaragoza y tras venderla, volvió a su pueblo, Monteagudo de las Vicarías, donde se apuntó a unas jornadas de formación en el manejo de ordenadores organizadas por el Ayuntamiento. Allí coincidió con un par de niños marroquíes, hijos de una vecina del pueblo, a los que acabó comprándoles un ordenador en un intento de colaborar con su formación y desarrollo. Ello le dio pie a conocer a la agradecida madre de los chicos. En un viaje a París, mientras comía en un restaurante, le vino la idea a la cabeza de montar un restaurante de cocina marroquí en Monteagudo y que el público pudiera disfrutar del buen hacer en la cocina de la vecina originaria del reino alahuita. Dicho y hecho. Aún no llevan un año abiertos, teniendo ya que ampliar cocinas e instalaciones por el éxito cosechado. Enhorabuena Gonzalo y familia. Sin duda alguna que os recomiendo).

Tomo una pista en dirección Oeste en un intento de alcanzar la carretera general de Almazán, pero se corta a los pocos kilómetros. Desde el alto donde me deja este camino, hay unas vistas espectaculares y veo en el horizonte el embalse de Monteagudo con un llamativo color turquesa de sus aguas. Memorizo el horizonte al que debo dirigirme y me desplazo por caminos en su búsqueda, llegando felizmente a los pocos minutos. El embalse es simplemente sorprendente. De considerable tamaño, con muchísima fauna y especies vegetales únicas debido a la salinidad de la zona. Fue construido en el año 1981 y es alimentado por el río Serón. Hay un camino habilitado a lo largo de todo su perímetro, muy recomendable, donde podrás disfrutar de la presencia de multitud de aves acuáticas.

Embalse de Monteagudo
Embalse de Monteagudo

Ya por asfalto, inicio la vuelta pasando por pueblos como Fuentelmonje, Torlengua y Serón de Nágima, con su espectacular castillo, pero paso de largo en todos ellos pues voy en busca de la atalaya de Bliecos, a la cual finalmente no puedo acceder pues está en lo alto de una sierra con densa vegetación y no encuentro camino alguno. En cualquier caso, no parece que esté rehabilitada, por lo que sigo camino de vuelta por Bliecos, Nomparedes, Castil de Tierra y Tejado. Alguno de estos pueblos no los conozco, pero pospongo su visita para otra ocasión.

Villanueva de Zamajón
Villanueva de Zamajón

Desde Tejado tomo dirección Tardajos de Duero pues nunca he ido por esa carretera y en el primer pueblo, Villanueva de Zamajón, me espera uno de los mejores regalos de la jornada. Una torre bereber del siglo X, perfectamente restaurada y que al parecer en su día albergó el Ayuntamiento de este pueblecito que se encuentra hoy en día prácticamente abandonado. No puedo evitar parar y darme un largo paseo entre las cuatro casas que quedan en pie y disfruto de la torre en absoluta soledad. Torres similares a ésta las hay en el valle del río Rituerto, no muy lejos de donde me encuentro, por lo que tendré que dedicar tiempo para explorar todos los pueblos de esta zona, pues es posible que ambos territorios estuvieran comunicados entre sí por medio de este tipo de torres. Hay que tener en cuenta que en esta zona y en su día, la densidad de población musulmana fue muy alta.

El viento parece que sopla con más fuerza. Comienza a hacer frío de verdad. Tras 8 horas desde que salí de Madrid, por fin llego a mi refugio soriano. La chimenea sigue siendo necesaria.

Villanueva de Zamajón

4 comentarios en «El Sureste de Soria.»

  • 31 de julio de 2023 a las 19:55
    Enlace permanente

    Interesante recorrido, y ya con un todoterreno híbrido…

    Respuesta
  • 21 de julio de 2023 a las 10:50
    Enlace permanente

    Muy, muy interesante recorrido .
    Habrá que ir y sobre todo conocer el restaurante que describes.
    Espero tú siguiente aventura con impaciencia.

    Respuesta
  • 18 de julio de 2023 a las 22:08
    Enlace permanente

    He pasado un rato realmente entretenido leyendo tus aventuras, y con ganas de ir a comer a ese sitio tan encantador que describes.

    Respuesta
  • 16 de julio de 2023 a las 08:45
    Enlace permanente

    Interesante recorrido por sitio desconocidos y menos mal que no lo leo a la hora de comer….jajaja, .
    Espero que sigamos descubriendo nuevos lugares..🤗🤗🤗🍻😘

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *