Herencia Andalusí

Cuando el general bereber Tariq desembarcó en Tarifa en el año 711, se encontró con una decadente, primitiva, oscura y triste sociedad visigoda, presionada por el poder, amenazada militarmente, con poca ambición cultural y hábitos de vida poco saludables. Así, desde muchos estamentos sociales, sobre todo el pueblo llano que era la gran mayoría y que poco tenía que perder, la ocupación musulmana fue un soplo de aire fresco, incluso bienvenida, lo cual propició que gran parte de la sociedad se adaptara con cierta naturalidad a muchos de los usos y costumbres de los musulmanes y que incluso hoy en día perduran.

Los musulmanes introdujeron en España la modernidad, la cultura, la buena gastronomía, el buen gusto y el refinamiento. Su influencia ha sido importante tanto es aspectos de la vida cotidiana como en las ciencias y las artes.

Veamos de forma rápida algunos ejemplos: Difundieron y perfeccionaron la brújula, el astrolabio y las cartas náuticas; conocían la destilación, los jarabes y las pomadas; trataban enfermedades como las cataratas, utilizaban anestésicos y sabían cómo detener una hemorragia interna; introdujeron juegos como el ajedrez (la expresión “jaque mate” proviene de la expresión en árabe “el rey está muerto”) y el tres en raya; las matemáticas era una de sus ciencias favoritas y aún hoy utilizamos sus números y su forma de contar.

Pero profundicemos en un aspecto que seguro llama más la atención a los que no somos de ciencias: La gastronomía.

Salchichas y Tangia. Marrakech
Cocina Bereber. Ourika
Despensa bereber. Ourika

La alimentación de la sociedad visigoda era escasa y poco variada, siendo los cereales la base alimentaria en forma de insulsas y pastosas papillas o tortas. Este alimento se acompañaba con vino y si había suerte, con algo de carne y miel para endulzar.

La dieta musulmana era infinitamente más rica y variada que la de los habitantes ibéricos. Consumían todo tipo de frutas y verduras y una amplia gama de carnes y pescados cuidadosamente elaborados.  La comida para ellos era un placer y para mayor disfrute, la servían en tres platos: un primero ligero, un segundo plato fuerte a base de carne o pescado y un tercer plato de dulces y frutas confitadas. Esta bonita y elegante costumbre perdura hasta nuestros días.

El primer plato, podía consistir en sopa, huevos, verduras, cereales, o ensaladas. Para satisfacer sus gustos culinarios, introdujeron en la península, el arroz, las espinacas, acelgas, calabaza, zanahoria, judía verde, alcachofa, y la popular berenjena.  La berenjena era tan consumida en la época que a los almuerzos multitudinarios y con mucho bullicio se les denominaba “berenjenales”.

Las ensaladas eran a base de lechuga y hierbas varias, aceite de oliva y aceitunas. Los huevos se hervían en agua para consumirlos duros o se freían en aceite de oliva.

Zoco de Rissani
Sopa Harira. Marrakech
Zoco de Rissani

En el segundo plato, se consumía mucha carne de cordero (la más apreciada), cabra, carnero, vaca, conejo, gallina y otras piezas de caza como venados, faisanes, palomas y codornices. Se cocinaba frita en aceite de oliva o bien asada o guisada con salsa y también triturada en forma de salchichas o albóndigas. La carne normalmente se maceraba y aromatizaba con una gran variedad de especias que también introdujeron nuestros protagonistas (canela, azafrán, nuez moscada, anís, etc.). Los bereberes guisaban la carne con hinojo, berenjenas, acelgas o espinacas y los árabes con almendras, nueces, ciruelas, dátiles o membrillos.

Tajin. Merzouga
Zoco Rissani

¿Quién podría resistirse en esta época a un guiso de gallina adobada en escabeche y condimentada con cilantro, pimienta, canela y azafrán, acompañado de una salsa hecha con agua de rosas, azúcar y almendras molidas?

O a un plato aún en uso hoy en día sobre todo en Andalucía y típico del viernes de Cuaresma, la alboronía, hecho a base de berenjenas, calabacines, cebolla, pimientos y ajo, condimentado con pimentón, vinagre, pimienta y sal. ¿A alguien le es familiar esta receta? Así es, el origen del pisto.

Las clases más bajas y que no podían permitirse estor manjares cárnicos, consumían sobre todo despojos como riñones, hígado, sesos, etc.

Rissani

Sorprende conocer que ya tenían en su dieta los fideos de pasta hechos con harina molida de trigo (los modernos espaguetis) y que utilizaban el escabeche para realizar conservas tanto de carne como de pescado.

En los postres eran los maestros. Introdujeron en la península la caña de azúcar y nos han dejado recetas tan nuestras como el arroz con leche, los dulces con almendra, turrones y mazapanes. Seguro que en la próxima Navidad recordarás su origen al ver en tu mesa estos productos tan típicos.

Rissani
Rissani
Terraza Bereber. Los Atlas

No debemos olvidarnos de las almojábanas, buñuelos de masa de harina, levadura, leche y mantequilla con un relleno de queso fresco, ni tampoco del alfajor, masa hecha de miel, almendras, canela, anís, clavo, cilantro, ajonjolí, harina fina y azúcar.

No se privaban de ningún placer. Por ejemplo, en los meses más calurosos consumían sorbetes muy fríos y de diferentes sabores. Conservaban la nieve caída durante el invierno en las neveras de la época, pozos de entre 10 y 20 metros excavadas bajo tierra y que mantenían el hielo incluso durante los meses de verano.

Y más sorpresas: Los musulmanes fueron los que introdujeron frutas tan típicas como el albaricoque, el melocotón, la ciruela, el membrillo, el limón, la naranja amarga, la lima, el melón y la sandía.

Teniendo en cuenta todo lo dicho hasta ahora, podemos imaginarnos los avanzados conocimientos que en Al Ándalus tenían en materia de agricultura. Realizaban un uso muy eficiente del agua construyendo grandes norias para su extracción de pozos y ríos y distribuirla a continuación a través de una compleja red de acequias para regar campos y huertas. Acequias que en muchos lugares siguen siendo utilizadas hoy en día. Incluso idearon el sistema de riego por goteo para lo que utilizaban vasijas con un agujero en el fondo. El 30% de las palabras que actualmente se corresponden con la ciencia del riego son de origen árabe (alcorque, albufera, canal, rambla y un largo etcétera).

Guerreros bereberes?
Mujer bereber?

Con sus nuevas técnicas, aumentaron significativamente la producción de especies tradicionales de la península como eran el trigo, la vid y el olivo. La introducción de las nuevas especies y a las que me he referido con anterioridad, requerían mucho conocimiento y llevaban a cabo experimentos para conseguir la mejor adaptación de la planta a nuestro clima.  

Todos los conocimientos agrónomos de los andalusíes quedaron recogidos en uno de los más importantes Tratados de Agricultura de todos los tiempos, siendo autor del mismo el Sevillano Ibn al-Awwam (Siglo XII). En esta obra se tratan multitud de temas sobre agronomía como los tipos de tierra, su preparación, los diferentes tipos de agua y las que mejor conviene a cada especie (la de lluvia es la mejor), técnicas de regadío, injertos, podas, eliminación de plagas, conservación de los productos, su importancia en la alimentación, su sabor, etc… Incluso hace referencia a la utilidad de muchas plantas para usos no gastronómicos. Por ejemplo, tomen nota los padres primerizos, del laurel (muy conocido por todos nosotros), se decía que sus hojas ahuyentaban a los reptiles y tranquilizaban a los niños llorones.

Así, resumiendo, podemos decir sin ningún tipo de dudas que la presencia musulmana en la península ibérica supuso una auténtica revolución tanto en lo que se refiere al cultivo de las tierras como a la alimentación. Habrá que ser agradecidos.

La noche de la bestia.

Noche de San Lorenzo y Santa Clara. 10-11 agosto 2015. En algún punto del Pantano de la Cuerda del Pozo

Desde bien joven siempre me ha gustado dormir al raso, sin más techo que las estrellas. Me resulta muy cómodo el hecho de no tener que montar ni desmontar tienda de campaña alguna y en casi todas las ocasiones, simplemente te liberas de las botas por aquello de cumplir con algún mínimo de decencia. Al día siguiente, en cuestión de segundos, ya estás preparado para afrontar una nueva aventura.

Ha habido noches de calor, de frio, de rocío, de hielo, de mosquitos, de algún ser baboso recorriendo mi cuello, pero de todas ellas guardo un buen recuerdo. Hay una especial y que casualmente compartí con mi mujer, (creo que era la primera vez que se apuntaba conmigo a algo similar), y otras veinticinco personas (un par de hijos míos entre ellos) en la que dormimos al raso en algún remoto lugar en la orilla del pantano de la Cuerda del Pozo. Era una noche muy especial para mí y otros muchos, 10 de agosto, la noche de San Lorenzo. Además, aniversario de la muerte del gran Almanzor según algunos historiadores.

Esa tarde estuvimos dando apoyo logístico con el Land Rover a un numeroso grupo de la familia que disfrutaba durante varios días de una ruta ciclista por la provincia de Soria. Miembros de mi familia, todos duros y recios, algunos más austeros que otros, jeje.

Tras una reparadora cena, no tardan los excursionistas en acomodarse en los sacos y quedarse profundamente dormidos. Son las 23 horas.

Tras un breve paseo por la orilla del pantano, decidimos meternos en nuestros sacos de dormir con la esperanza de ver alguna estrella fugaz. Las intenciones siempre son buenas, pero al poco tiempo Morfeo nos acoge en sus brazos. Siempre pasa lo mismo.

Todo transcurre con normalidad hasta la 1,50 de la madrugada en la que mi media naranja me despierta diciendo que hay un animal rondando el campamento. Me incorporo al instante y enciendo la linterna. La noche está fría pero serena y tranquila.

Rastreo nuestro alrededor con la luz de la linterna y vemos con asombro que, a no más de dos metros de nuestros pies se encuentra un enorme zorro observándonos en silencio y con curiosidad. El susto inicial no nos lo quitó nadie. Rápido, salgo del saco para calzarme las botas, movimiento que provoca que el zorro desaparezca para reaparecer al instante por otro lado y corriendo por mitad de nuestro improvisado campamento. Incluso me da la sensación de que pasa por encima de alguno de los agotados ciclistas y que duermen apiñados a escasos cuatro metros de distancia.

Comento a mi mujer que los zorros no son animales peligrosos, que no atacan. Incluso amplío la información diciendo que en España no hay animal salvaje que ataque al ser humano, debemos por tanto estar tranquilos, sólo es un zorro. Me acuerdo de un programa de Félix Rodríguez de la Fuente que vi cuando era chaval y en el que comentaban que los zorros siguen el rastro del ser humano en sus paseos por el monte pues siempre consiguen restos de comida. Suenan las campanas de la iglesia de algún pueblo cercano. Son las dos de la mañana.

Parece que mis científicas explicaciones convencen a mi mujer pues se acomoda en el saco de dormir para conciliar de nuevo el sueño a los pocos segundos. Pero yo no, imposible relajarme pues me he quedado con toda la adrenalina a flor de piel y me mantengo alerta, al acecho, vigilante.

A los pocos minutos el zorro vuelve a visitarme. Me observa, le observo. Me dirijo hacia él muy silencioso y haciendo movimientos con la linterna para asustarlo pero ni se inmuta. No da siquiera un paso atrás. Me mira fijamente. Me acojono. Intento autoconvencerme de lo que hace un rato comentaba a mi mujer. Me acuerdo del programa de Félix, pero en mi mente se dibuja la escena del animal abalanzándose sobre mí de forma agresiva y dando un bocado allí donde pille. Me pongo tenso. Busco con la mirada un palo para azuzarlo o incluso agredirle/defenderme en caso de que me ataque. El zorro sigue inmóvil, no me quita ojo de encima. Yo a él tampoco. No hay palos, no hay piedras, no hay nada para defenderme del que podría ser un inminente y salvaje ataque de esta bestia nocturna. Estoy solo, todo el mundo duerme, me siento responsable no sé muy bien de qué. Con movimientos lentos, casi felinos, me acerco sigilosamente al Land Rover, lo abro y empuño mi nuevo cuchillo comprado en Valladolid hace menos de un mes. Me posiciono con determinación frente al zorro. En mi mano izquierda la linterna, en mi mano derecha el machete. Estamos solos el zorro y yo, muy quietos, muy callados, el uno frente al otro. Adopto posición de ataque, abro los brazos y me dirijo contra la bestia pisando fuerte el terreno para hacer ruido y asustarlo. Gritaría, pero despertaría al grupo y podría cundir el pánico. El zorro retrocede y se aleja en la oscuridad. No dejo de sentirme ridículo. Detecto movimiento entre el grupo de durmientes. Vuelve todo a la calma.

Me siento en una piedra, mantengo una total tensión, no tengo sueño ni cansancio alguno. Mi mujer me pregunta que qué hago y si el zorro sigue por ahí. Le comunico con decisión que voy a estar de guardia toda la noche. Me siento un guerrero. Suenan de nuevo las campanadas de la iglesia, son las tres de la mañana. Comento a mi mujer que son campanadas de muerto…no sé a qué viene ese comentario, yo mismo me acojono con mis palabras. Me siento observado.

Sobre las 3,20 de la mañana opto por tumbarme y ver las estrellas, una dos, tres, otra más.!Es la noche de San Lorenzo!

Abro el saco de dormir al estilo manta y me lo echo por encima. Voy totalmente vestido, pantalones, forro polar y las botas puestas. Si me tengo que enfrentar a nuevos peligros debo estar preparado desde el primer instante. Me tapo bien la cabeza para intentar olvidarme de todo y evitar, si llega el caso, sentir el aliento de la bestia en la nuca o lo que es peor, un lametón en la cara previo al mordisco.

Recobro la conciencia a las 4,15 de la madrugada, tengo calor. Me pongo boca arriba, hay millones de estrellas, recuerdo el brutal encuentro con el zorro… suena una campanada…las cuatro y media…qué noche más larga… estrellas fugaces de nuevo….oigo el paso de un animal grande por la gravilla que hay en la orilla del pantano…..acaricio la fría hoja de mi cuchillo que mantengo a mi alcance. Me hago la más temida de las preguntas: ¿Qué hago yo aquí? De nuevo las campanadas de muerto, son las cinco, no tardará mucho en amanecer. Sigo alerta a las seis de la mañana. Pierdo conciencia y a las siete de la mañana, con las primeras luces y con una temperatura de 9 grados, doy por finalizado el descanso.

Hoy es Santa Clara, el amanecer es precioso y queda un largo y entretenido día por delante.

Ruta por la Estremadura Soriana (III)

Llegados a Caltojar, esperaremos a las tropas que desde Barahona optaron por la otra ruta alternativa para llegar a este mismo punto. Estos efectivos tomaron dirección Norte a través de la carretera CL-101 hasta Villasayas, localidad en la que podemos disfrutar de la Iglesia de la Asunción de la Virgen del Rosario con una de las más bellas y desconocidas galerías y portada románica de la provincia (fines del siglo XII).

En Fuentegelmes, la ermita de la Soledad se encuentra en pleno centro del pueblo y al lado la modesta iglesia de Nuestra Señora de la Asunción con su portada románica de comienzos del siglo XIII.

En dirección oeste, muy cerca de la Ermita de la Soledad, tomaremos un camino de tierra en muy buen estado y libre de peligros pues los vigías bereberes desde las atalayas velarán nuestros movimientos y nos advertirán de posible presencia cristiana.  El río Torete, muy cercano al camino, nos servirá para refrescarnos y abastecernos de agua si fuera necesario tal y como hicieron posiblemente el propio Abderramán III y Almanzor cuando al frente de sus ejércitos se dirigían a las plazas fuertes de Berlanga y Gormaz utilizando esta misma vía.

En Bordecorex disfrutaremos de la Iglesia de San Miguel Arcángel (finales s. XIII) cuya torre campanario fue en su día una torre defensiva almenada de origen árabe. Pasea por el pueblo el cual se encuentra muy rehabilitado y con buen gusto.

Iglesia de San Miguel Arcángel (Bordecorex)
Ábside
Bordecorex

Poco antes de llegar a Caltojar, parada obligatoria en la Atalaya de la Veruela, muy bien reconstruida y accesible hasta la azotea desde donde se divisa la gran fortaleza de Berlanga de Duero hacia el noroeste y la atalaya de Ojaraca al oeste. Se trata de un lugar espectacular donde puedes meterte sin dificultad alguna en el papel de un sufrido soldado bereber de frontera del siglo X.

En Caltojar, reagruparemos las tropas y será momento de disfrutar de su colosal iglesia románica dedicada a San Miguel (primer tercio del siglo XIII). Destaca la belleza de su portada.

Iglesia de San Miguel (Caltojar)
Portada
Atalaya de la Veruela

Ya en término de Casillas de Berlanga, debemos detenernos en la Ermita de San Baudelio, de estilo prerrománico mozárabe y construida en el siglo XI una vez reconquistado este territorio en el año 1060 por Fernando I. Sus muros de un metro de espesor guardan en su interior unas pinturas únicas, lo que queda de ellas, pues gran parte fueron vendidas a los Estados Unidos a comienzos del siglo XX, en concreto en el año 1925 y por 65.000 pesetas (390 euros para que todos nos entendamos). No hace falta tampoco irse al museo de Nueva York o al de Boston para admirar las pinturas expoliadas pues algunas de ellas también se pueden disfrutar en el Museo del Prado de Madrid. Muy curiosa la columna central de la que salen los arcos que sustentan la bóveda, tomando el conjunto una curiosa forma de palmera. Sorprendente el entramado de arcos de clara influencia islámica que recuerdan a una mezquita. Ya en el exterior, muy interesantes las tumbas antropomórficas excavadas en la roca y orientadas de Este a Oeste siguiendo la tradición cristiana. En una de estas tumbas se encontró un esqueleto bastante bien conservado que pertenecía a un varón que vivió a fines del siglo XII y comienzos del XIII, posiblemente un soldado, con fuerte desarrollo muscular y signos de haber sufrido una trepanación quirúrgica.

Ermita de San Baudelio
Interior
Columna central

Nos dirigiremos hacia Berlanga de Duero siguiendo el cauce del río Escalote, pasando por Casillas de Berlanga, Ciruela y las Ruinas del Convento de Paredes Albas, fundado en 1633 junto a una ermita del siglo XVI y que albergó una comunidad de frailes Franciscanos.

En Berlanga de Duero nos da la bienvenida su imponente castillo de cuyo origen musulmán pocos restos quedan y donde dicen que Almanzor pasó su última noche con vida.

Castillo de Berlanga
Castillo de Berlanga

El pueblo de Berlanga es una maravilla y merece la pena dedicar largo tiempo para descubrir todos sus rincones y secretos. No será complicado en el paseo trasladarte a la España medieval de los siglos XV y XVI. Posiblemente tenga que ver la belleza de este lugar con el hecho de que, en el siglo XV, el mayorazgo de Berlanga fuera heredado por una mujer, María de Tovar, la cual dedicó gran parte de su patrimonio a dotar a esta localidad de los servicios civiles, militares y religiosos propios de la época y que aún hoy podemos admirar.  

Plaza Mayor de Berlanga
Berlanga
Berlanga

Podremos aprovechar también para disfrutar de la gastronomía de la zona a base de buenas carnes como el tradicional lechazo, solomillo de ternera o cerdo o algo más silvestre como jabalí, ciervo o paloma torcaz, todo ello regado con un buen vino de la tierra pues no debemos olvidar que nos encontramos en zona productora con denominación de origen Ribera del Duero.

La Colegiata de Berlanga, dedicada a Santa María del Mercado, es grandiosa. Su construcción se inició en el año 1526 y fue consagrada cuatro años después, en el año 1530. Un siglo más tarde aún no había sido finalizada quedando la obra inconclusa pues no se construyó el claustro ni una de las torres previstas inicialmente. La idea original era la de convertirse en un gran mausoleo para los Señores medievales del lugar, pero, sin embargo, finaliza siendo un lugar público de culto y devoción con mezcla de arte cristiano peninsular e indígena.

Colegiata de Berlanga

La Colegiata es lugar de reposo eterno, entre otros muchos, del personaje más ilustre de la localidad, Fray Tomás de Berlanga, el cual descansa para siempre en una pequeña capilla bajo una austera y fría lápida de pizarra. “Y no quiero que por mi ninguno traiga luto”, dejó escrito en su testamento.

No muy lejos, en un lateral de la puerta de entrada, se expone un caimán traído por Fray Tomás desde las Islas Galápagos. El lagarto lleva allí expuesto desde 1543 causando terror en la edad media y admiración en tiempos presentes. Llama la atención el impresionante altar mayor (1704) hecho con madera de pino y el coro (fines del XVI) de madera de nogal.

¿Quién era Fray Tomás de Berlanga? Hijo de humildes agricultores, nació en el año 1487, se ordenó como Dominico y cursó estudios en Salamanca donde se instruyó en temas geográficos, náuticos y de ciencias naturales. Se embarcó hacia las Américas en el segundo viaje de Colón, luchó por los derechos de los indios, descubrió las Islas Galápagos y fue la persona que introdujo en Europa el tomate y la patata.  Llegó a ser Obispo de Panamá y un potente visionario pues ya ideó y planteó a Carlos I una ruta que, a través del río Chagres, uniera el Océano Atlántico y el Pacífico. En otras palabras, el futuro Canal de Panamá. “De la salud de los cuerpos depende mucho el espíritu” escribió Fray Tomás. Murió en Berlanga el 8 de julio de 1.551.

Antes de llegar a nuestro destino final nos recrearemos en la Ciudad de la Alegría en Recuerda, cuyo nombre va ligado a los efectos de los buenos caldos de Ribera que maceran en sus peculiares y únicas bodegas.

Vista de la fortaleza de Gormaz desde Recuerda
Ciudad de la Alegría (Recuerda)

Ya tenemos a la vista Gormaz, donde se encuentra la mayor fortaleza Califal de todos los tiempos. Desde sus almenas se controlan más de 45 km. cuadrados, ampliables a muchos cientos si tenemos en cuenta la compleja red de atalayas que lo apoyan.  Con una capacidad en su interior para albergar un ejército de 2000 hombres, apoyados por otros tantos que pudieran establecerse en las inmediatas llanuras que rodean la fortaleza, Gormaz se convierte en una poderosa base militar de control de fronteras y punta de lanza para los ataques contra los reinos cristianos. 

Construido en el siglo IX sobre la base de otra construcción menor ya existente, Abderramán III lo fortificó, siendo ampliado y reconstruido posteriormente por su hijo, el Califa Al-Hakam II entre los años 955 y 966.

Fortaleza de Gormaz
Torre de Almanzor
Alcázar

Su posición estratégica es fundamental pues controla el paso sobre el río Duero. Se trata de una fortaleza inexpugnable. Nunca fue conquistada por las armas, por lo que los diferentes cambios de manos entre tropas cristianas y musulmanas siempre su causa por pacto entre ambos ejércitos.

En su visita hay que dejarse llevar, olvidarse del tiempo y disfrutar de cada rincón de sus ruinas, disfruta del patio de armas donde se encontraba la tropa, el aljibe para los caballos, del paisaje desde cualquiera de sus torres, de la Torre del siglo X llamada de Almanzor, del Alcázar, del enorme aljibe para agua potable, de la pequeña puerta para salir sin ser visto en su muro norte, de los pasos de tropa en la muralla. Disfruta del exterior rodeando la fortaleza, te darás cuenta de la energía y poderío que aún irradia.

En las laderas del castillo, tuvo lugar una de las batallas más importantes ocurridas en la Península entre cristianos y musulmanes. Durante el Califato de Al Hakam II, en el año 975, el Castillo es sitiado por un ejército de coalición liderado por el Conde Castellano García Fernández compuesto por tropas Castellanas, Leonesas y Navarras. El asedio dura dos meses (del 17 de abril a 28 de junio), hasta que es enviado un potente ejército califal desde Córdoba que pone punto final al asedio, derrotando con contundencia a las tropas cristianas. Los supervivientes fueron perseguidos sin piedad hasta sus propios dominios, los cuales fueron igualmente arrasados y saqueados.

El Conde Castellano García Fernández, vuelve a intentar ocupar Gormaz y lo consigue por pacto en el año 978. En el año 983 la fortaleza es abandonada por los Castellanos y Almanzor la recupera para su temible e invencible ejército. Desde entonces, ya nunca cambió de manos hasta que la zona fue reconquistada por Fernando I de León en el año 1060.

Arco Califal en la fortaleza de Gormaz

La Villa fue concedida al Cid en el año 1087 convirtiéndose así en Señor de estos lares.

Muy recomendable por supuesto la visita a la Ermita de San Miguel, de origen visigodo y situada en la falda de la ladera del Castillo; las ruinas de la ermita de San Juan, hoy reconvertido en cementerio y situadas cerca de la Ermita anterior; el puente romano que cruza el Río Duero y en cuyos alrededores posiblemente fue donde se libró la batalla indicada en el año 975.

Vista de la fortaleza de Gormaz desde el puente romano

Y desde aquí, querido viajero, verifica que llevas suficientes provisiones, jalea a los que te acompañen y adéntrate en zona cristiana dispuesto a disfrutar de la inmensidad que te rodea. Pero eso ya, amigo, es otra historia.

Omar Ben Hafsun

OMAR BEN HAFSUN (850 Parauta (Málaga) – 918, Bobastro)

Este andaluz de pura cepa lideró una revolución entre los años 880 y 918 que a punto estuvo de derrocar al emirato Cordobés. Logró formar un numeroso, potente y agresivo ejército compuesto por cristianos, muladíes y bereberes descontentos con la dominación árabe. Controló y dominó un extenso territorio que comprendía las actuales provincias de Granada, Málaga, y parte de las de Cádiz y Jaén.

Nació en el seno de una familia acomodada muladí de origen hispano visigoda, siendo su abuelo, Chafar Ben Salim, el que se convirtió al islam para evitar la alta fiscalidad que se imponía a los cristianos. De madre desconocida, su padre se llamaba Hafs al cual parece que lo mató un oso. Se dice que esta familia provenía de un noble godo llamado Alfonso.

Omar Ben Hafsun, personaje de carácter altanero, arrogante y pendenciero, tras matar a un pastor bereber que robaba las ovejas de su abuelo, temiendo represalias, se refugia en lo más profundo del Valle del Guadalhorce, en las ruinas de una antigua fortaleza romana llamado Bobastro, un lugar inexpugnable, de difícil acceso y protegido por profundos acantilados. Inicia aquí una vida de bandolero o salteador de caminos hasta que al poco tiempo y por este motivo es detenido por tropas califales recibiendo como castigo una gran paliza.  Marcha a Argelia en busca de una nueva vida donde ejerce como aprendiz de sastre hasta que un anciano lo reconoce y le vaticina que su destino es derrocar al emirato cordobés.

Animado por las palabras del anciano y al haber sido reconocido, creyendo que alguien podría denunciarlo por el asesinato del pastor bereber, vuelve a la península dispuesto a plantar cara al poder de Córdoba estableciendo su centro de operaciones en Bobastro. A su actividad de salteador de caminos le añade un intenso espíritu de rebelión, ganando así cientos y miles de adeptos en poco tiempo.

Omar y su ejército se convierten en poco tiempo en uno de los mayores problemas del entonces emir Mohammed I el cual le ofrece unirse a sus tropas en un intento de solventar el problema con el grupo rebelde. Omar accede, pasando junto a sus hombres a engrosar las filas del ejército del emirato donde destacan por su arrojo y valentía en diversos ataques realizados contra los reinos cristianos. A pesar de ello, siempre fueron menospreciados por los miembros árabes del ejército, llegando incluso a faltarles alojamiento y comida en las campañas en las que intervinieron.  Ello provocó que Omar y los suyos se retiraran de nuevo a Bobastro en el año 884 reiniciando de forma muy activa su actividad de guerrilla presentando continua batalla al emirato y conquistando poco a poco cada vez más territorio.

Medina Azahara
Medina Azahara

Los dos años en los que el emir Al Mundir ejerció el poder, los dedicó sobre todo a combatir al rebelde andaluz, llegando incluso, en un intento de obtener su sometimiento, a ofrecerle el cargo de gobernador de Málaga el cual fue rechazado. Al Mundir cayó enfermo encontrándose precisamente en campaña contra Omar, en uno de los sitios impuestos a la fortaleza de Bobastro, circunstancia ésta que fue aprovechada por su hermano Abdalá el cual sobornó al médico que le hacía la sangría para que éste utilizara una lanceta envenenada que acabó con la vida del emir.

Con Abdalá en el poder, nuestro guerrillero obtuvo su máximo esplendor. Amplió considerablemente su territorio y efectuó amenazadoras incursiones muy cerca de la ciudad de Córdoba. Contaba además con muy buenos contactos con los rebeldes de Jaén, Badajoz, Zaragoza e incluso en el norte de África.  Abdalá, sintiéndose realmente intimidado y viendo la dificultad de vencer a las tropas rebeldes, ofrece a Omar Ben Hafsun ser su aliado para atacar al noble árabe rebelde Ibn Mastana. Omar accede, pero incumple el acuerdo alcanzado ayudando al árabe rebelde a afianzar aún más su oposición al emirato.

 Tan seguro estaba Omar de su superioridad que decide atacar la ciudad de Córdoba tomando posiciones con su ejército en las cercanas ciudades de Écija y Polei (Aguilar de la Frontera), ambas situadas al sur y a unos 50 km de distancia. Los ánimos en Córdoba están bajos, se respira un ambiente de derrota y muchos ven cercano el fin del emirato. Abdalá, consciente de la superioridad numérica del ejército rebelde, 30.000 hombres frente a los 14.000 del emir, le propone la paz en varias ocasiones siendo ésta siempre rechazada.

Mezquita de Córdoba
Mezquita de Córdoba

El 16 de abril de 891, Abdalá resuelve atacar a las tropas rebeldes jugándoselo todo a una sola carta y al no encontrar otra solución alternativa a la amenaza de Omar Ben Hafsun. Contra todo pronóstico, las motivadas y jaleadas tropas de Emir vencen en batalla provocando la desbandada del enemigo, viéndose incluso el propio Omar en grave peligro en su desordenada huida. Las tropas de emir arrasan la fortaleza de Polei, pasan a cuchillo a miles de cristianos, ponen sitio a la ciudad de Écija la cual se rinde en poco tiempo y conquistan un buen número de fortalezas que se encontraban bajo dominio rebelde.

Tras este duro revés, Omar Ben Hafsun pide la paz y le es concedida, exigiendo el emir en garantía de ésta, que envíe a Córdoba a uno de sus hijos. Omar, muy a su estilo, en vez de enviar a uno de sus hijos, envía al hijo de su tesorero lo cual es descubierto al poco tiempo por el emir, iniciándose de nuevo las hostilidades y recuperando los rebeldes muchas de las fortalezas perdidas en la batalla.

En el año 899 Omar Ben Hafsun se convierte al cristianismo, lo que da lugar a que muchos de sus seguidores musulmanes abandonen la causa. Se bautizó adoptando el nombre de Samuel.

Abdalá fallece en el año 912 y le sucede su nieto, el genial Abderramán III, el cual desde el inicio anuncia a la insurrección española de forma clara y contundente que no quiere su tributo, sino sus castillos y ciudades. Promete el perdón al que se someta y castigo ejemplar al que no lo hiciera.

En esta etapa, el espíritu rebelde de Omar y sus hombres sigue vivo, pero no tan ardiente como en los comienzos. Han sufrido muchas derrotas, perdido un amplio territorio y gran parte de su ejército, consecuencia del masivo abandono de musulmanes, lo componen mercenarios provenientes de Tánger los cuales no siempre dieron la talla en el campo de batalla pues luchaban con quien habían sido sus aliados hasta hace poco y podían volver a serlo en breve.

Mientras tanto, Abderramán III estrecha el cerco a los rebeldes y va recuperando poco a poco territorio y desmantelando fortalezas, unas veces con la fuerza de las armas y muchas otras por rendición.

Omar fallece en el año 918 por causas naturales y sus hijos mantuvieron y lideraron el movimiento rebelde durante diez años más: Primero fue Djafar, el cual es asesinado en el 920 por una conjura contra él en Bobastro dado que quiso convertirse de nuevo al islam y no fue visto con buenos ojos. Toma el relevo su otro hermano, Suleyman, dicen que el más valeroso de todos, el cual murió en el campo de batalla en el 927. Le sucede su hermano Hafs el cual rinde la plaza de Bobastro el 21 de junio 928 a las tropas de Abderramán III tras un duro asedio de seis meses. Sus habitantes son trasladados a Córdoba y Hafs acabó sus días sirviendo en el ejército del emir.

Una vez tomada la fortaleza, se personó en ella el propio Abderramán III acompañado de su hijo de 13 años, el futuro emir Al Hakam II y ordenó desenterrar los cuerpos de Omar y su hijo Djafar para ser trasladados a Córdoba donde se clavaron en postes en un lugar público y para regocijo de sus habitantes. Tal y como escribió un cronista de la época: “siendo estos cuerpos la advertencia saludable para las gentes mal intencionadas y dulce espectáculo para los ojos de los verdaderos creyentes”.

Muralla de Córdoba

Ruta por la Estremadura Soriana (II)

Siguiendo los pasos de las tropas Califales, tomaremos rumbo Oeste por la actual carretera SO-132, ruta en la que recomendaré determinadas paradas sin perjuicio que el viajero debe detenerse en cualquier momento que entienda necesario para disfrutar de los paisajes, parajes y pueblos que pueda ir encontrando y le llamen la atención.

A la entrada de la pequeña localidad de Yelo nos recibirán en lo alto de un acantilado, unas curiosas construcciones de piedra y barro del siglo XIX que, si bien a primera vista tienen apariencia de monumentos funerarios, no dejan de ser simples palomares utilizados para dicho fin hasta mediados del siglo pasado.

Palomares en Yelo
Yelo

Podremos tomar la desviación hacia Conquezuela donde se encuentra un lugar mágico y poco conocido de la provincia, la Ermita de la Santa Cruz. En este lugar existe además una cueva estrecha y no muy honda, de la que mana agua todo el año y en cuyas paredes se aprecian cientos de cazoletas y figuras humanas que datan de la Edad de Bronce. La entrada de la gruta, similar a un útero materno, se encuentra rematada por un arco románico. En la parte superior del peñasco que cobija la cueva existen tumbas antropomórficas (excavadas en la propia roca y con la forma del cuerpo humano)

Parada obligatoria en Romanillos de Medinaceli, cuya calle principal ha sido testigo durante siglos del paso de millones de ovejas trashumantes camino de Andalucía o Extremadura. Nos encontramos en plena vía de la Cañada Real Soriana Oriental que en este tramo conserva además en perfecto estado de conservación un vía crucis pétreo, del siglo XVI, que finaliza a la salida del pueblo junto a la Ermita de la Soledad y una fuente de origen romano. Preside la plaza del pueblo la Iglesia románica de San Miguel Arcángel (s. XII) en cuya entrada se aprecian varias tumbas antropomórficas.

Iglesia de San Miguel Arcángel (Romanillos)
Tumbas antropomórficas
Vía Crucis pétreo

En Barahona existió en su día un castillo musulmán que servía de enlace entre las fortalezas de Medinaceli y Gormaz si bien hoy en día no queda resto alguno salvo el promontorio fácil de identificar. Barahona siempre ha sido conocido como “el pueblo de las brujas”. La relación de esta localidad con la brujería y los aquelarres ha quedado documentada en los diarios de la Santa Inquisición del siglo XVI. Como prueba, a las afueras del pueblo se encuentra la “Piedra de las Brujas”. Se trata de una misteriosa piedra caliza con un agujero circular en el centro, conocida como “el confesionario de las brujas”, a la que la cultura popular le concede ciertas funciones sexuales donde un Diablo confesor hacía suyas a las Brujas (por decirlo de manera elegante).

Hay que destacar la Iglesia de San Miguel, de estilo barroco y en la que Felipe V escuchó misa el 22 de agosto de 1710 camino de Ágreda para venerar los restos mortales de Sor María. En sus muros exteriores hay piedras con curiosos dibujos labrados.

Durante la Guerra Civil Española, Barahona fue utilizada como base de aprovisionamiento y aterrizaje de los aviones italianos que, en el otoño de 1.936 bombardearon la ciudad de Sigüenza.

Piedra de las Brujas (Barahona)
Ermita en Barahona

Desde Barahona podemos continuar nuestro viaje por dos rutas alternativas siendo ambas igual de interesantes, por lo que no dudes, amigo lector, de disfrutarlas todas pues el destino final es el mismo. Disfrutaremos de imponentes atalayas, perfectamente restauradas y accesibles en cuya visita debemos dejar volar nuestra imaginación hacia la Al Ándalus de los siglos IX a XI.

Atalaya, palabra de origen árabe que significa “centinela”, “vigía”. Se trata de pequeñas torres con fines militares y cuya función principal es la de servir de comunicación entre las grandes fortalezas. Los medios de comunicación utilizados son los espejos o señales de humo durante el día y hogueras o antorchas durante la noche.

Son construcciones aisladas, situadas normalmente en puntos elevados del terreno y todas conectadas visualmente entre sí. En ocasiones podemos encontrarlas en zonas bajas, siendo su función la de vigilar puntos de abastecimiento de agua, zonas de cultivo o pasos de caminos.

La comunicación óptica entre las Atalayas y las grandes fortalezas es básica para el correcto funcionamiento del sistema defensivo de la frontera en la que nos encontramos. Ante cualquier incursión de las tropas cristianas, el mensaje llegaba en pocos minutos a los castillos donde se encontraban las tropas islámicas acantonadas, las cuales eran movilizadas con rapidez para poner fin a la aventura cristiana.

Las Atalayas son torres de planta circular, de unos 10-12 metros de altura, 5 metros de diámetro y muros de metro y medio de grosor. Su interior es estrecho y se encuentra dividido en varios pisos, generalmente tres, más una terraza, separados por suelos de madera y comunicados por escaleras de mano. La planta baja era utilizada como almacén de víveres y armamento, los pisos superiores para estancia de los soldados y la terraza como observatorio. Normalmente carecen de aberturas para que entre luz. La puerta de acceso se encuentra a varios metros de altura y a la que se accedía con una escalera de mano que se retiraba desde el interior ante la presencia del enemigo.

El Tiñón

En las atalayas se encontraba un pequeño destacamento formado por dos o tres soldados cuyas duras condiciones de vida podrás apreciar desde el primer momento. Totalmente aislados durante meses, soportando las inclemencias del tiempo, en estancia claustrofóbica y posiblemente condenados a obtener por sus propios medios agua y comida. Y si eso nos parece poco, teniendo con frecuencia que enfrentarse a pequeños grupos de soldados cristianos que permanentemente ponían a prueba la solidez de la zona fronteriza.

Llegaremos al pueblo de Rello a través de la carretera SO-132, donde el tiempo parece haberse detenido. Disculpad, no parece, se ha detenido. Pueblo medieval totalmente amurallado, siendo uno de los mejor conservados de la provincia. Su entrada se encuentra vigilada por las ruinas de un castillo del siglo XV y a continuación, en la plaza, encontraremos un Rollo de justicia único en España pues es de hierro. “El Rollo de Rello es de Hierro”, reza en su base. Se trata de una lombarda del siglo XV (pieza de artillería precursora del cañón) donde se impartía justicia y se ajusticiaba sin compasión a los que se atrevían a romper las escasas normas de la época. Podrás apreciar en la parte superior unos ganchos donde los cadáveres de los ajusticiados quedaban colgados a merced del clima, las rapiñas y de advertencia para la gente mal intencionada.

El rollo de Rello es de hierro
Puerta de acceso a Rello

Desde este punto no dejes de visitar la Atalaya de “El Tiñón” de forma troncocónica y donde cuenta la historia que fue en este punto exacto donde Almanzor exhaló su último suspiro el 10 de agosto del año 1002. Si quieres poner a prueba tu sentido de la orientación, al poco de salir de Barahona hacia Rello por carretera, en la lejanía ya podrás divisar esta enorme atalaya a la que podrás llegar por caminos de tierra. Las posibilidades son muchas y que sea tu espíritu aventurero el que te guíe, no es complicado y las posibilidades son  muchas. De esta manera, cuando llegues a tu destino entenderás mejor dónde te encuentras.

El Tiñón

En el término municipal de la Riba de Escalote se encuentra la Atalaya de “Torre Melero”, la cual se comunica visualmente con la anterior. De nuevo déjate llevar e intenta desde la Atalaya de “El Tiñón” acudir a ésta sin más ayuda que tu sentido de la orientación.

Torre Melero
Torre Melero

Durante la visita a estas Atalayas, da rienda suelta a tu imaginación, inspírate en el paisaje que te rodea, aprecia el complejo tejido de defensa creado en esta parte de la frontera, entiende su funcionamiento y calcula el tiempo que podría un mensaje de alerta llegar a su destino a base de avisos ópticos entre atalayas y fortalezas. Por favor, para ello es imprescindible que no tengas prisa.

«Las orejas al lobo»

Soria, 2 de marzo de 2013.      “

Los telediarios llevan toda la semana informando de las grandes nevadas caídas en España durante los últimos días. Como es habitual en estos tiempos que corren, las califican de excepcionales. Hace tiempo que no se ve nevar con esta intensidad y se recomienda a la población que no realicen desplazamientos salvo los estrictamente necesarios. Basta que oiga ese tipo de noticias y advertencias para que el sábado a las 8,30 de la mañana inicie mi viaje por carretera hasta Soria para arrancar el Land Rover y comprobar si efectivamente los telediarios cuentan la verdad.

A medio día ya estoy atacando la Sierra de Cebollera por su lado Este, desde la zona de Almarza.

Hace un día muy frio, pero el cielo está totalmente despejado y brilla el sol, lo que provoca que los caminos en las zonas bajas de la Sierra estén anegados de agua y barro por efecto de la nieve derritiéndose. La situación es perfecta.

Cuando asciendo hasta los 1.300 metros de altitud la pista ya se encuentra totalmente nevada y me sorprende descubrir que soy el primero en pasar por allí desde hace tiempo. No hay huellas de vehículos ni pisadas humanoides. Sólo rastro de animales.  Abro pista nevada lo cual siempre conlleva su riesgo.

La concentración en la conducción es alta, voy a buen ritmo y corrijo continuamente los deslizamientos del coche para mantenerlo dentro del camino y en la dirección correcta. Llevo buenos neumáticos, anchos y con buen taco. Disfruto de vistas espectaculares del Pico Cebollera y del Moncayo, manadas de ciervos cruzándose en el camino, la soledad es total. Cada vez hay más nieve y arriesgo más, hasta que a 1600 metros de altitud el Land Rover queda encallado en la nieve hasta los ejes. Además, por el fuerte ritmo que llevaba me he introducido varios metros en zona delicada y el Land Rover se ha quedado como anclado al frio elemento. El atasco es absoluto.

Son las 13,25 horas. No me preocupa mucho la situación pues quedan aún muchas horas de luz. Tras una hora y 20 minutos paleando nieve, consigo desatascar el Land Rover. El trabajo ha sido brutal llegando en ocasiones a un agotamiento físico extremo. Estoy empapado. Liberar de nieve todos los bajos y las ruedas de un Land Rover Defender 110 resulta verdaderamente agotador: Primero, para poder acceder a las ruedas y bajos hay que quitar la nieve que rodea el coche para, a continuación, palada a palada, liberar las ruedas en su totalidad y los bajos del coche para darle altura. Todo ello con una pala de tamaño mediano, tirando a pequeña, lo cual obliga a tumbarse/revolcarse en el suelo para liberar los bajos. Tengo la moral alta pues he atascado en un sitio con vistas espectaculares y brilla el sol.

Dada la imposibilidad de seguir por esa ruta, vuelvo sobre mis pasos hasta Almarza desde donde me dirijo a Molinos de Razón por carretera para intentar la ascensión por la zona Sur de Cebollera. Pistas para mi muy conocidas por las que me muevo con comodidad a pesar de la gran cantidad de nieve. En un par de ocasiones reina la prudencia y opto por modificar el itinerario previsto por riesgo alto de nuevo atasco.

Me dirijo hacia Monte Avieco, la pista está muy resbaladiza y hay rodadas en los primeros kilómetros. Pasado el refugio que da acceso al cortafuegos de Loma de los Capotes me cruzo con un flamante buggy Polaris con sus dos ocupantes muy sonrientes, lo que demuestra el buen rato que están pasando con su juguete. Yo también estoy disfrutando a tope con mi juguete y supongo que también iría sonriente. O no, yo que se.

La pista toma rumbo Norte donde la nieve empieza a ser muy abundante y las únicas rodadas son las del buggy con el que me he cruzado hace ya un buen rato. De nuevo a 1600 metros y confiado en el rastro dejado por el tan mencionado buggy, vuelvo a atrancarme en la nieve cual aprendiz. La situación es la misma, el vehículo se ha quedado empotrado en la nieve. Ruedas, bajos….

¡No me lo acabo de creer!, aún me duele el cuerpo por el esfuerzo realizado en el desatasco de la mañana y de nuevo, a las 17,30 horas, me encuentro en la misma situación. No, en la misma situación no, peor, mucho peor.

Me invade una rara sensación, de desesperación, de frustración, queda poco más de hora y media de luz… Sin perder un minuto saco de nuevo la pala y empiezo el lento, penoso y brutal proceso de limpiar de nieve los alrededores del Land Rover para poder acceder a los bajos y ruedas. Intento no perder la calma y que cada movimiento con la pala sea de lo más efectiva.

El tiempo corre y tras una hora de duro e intenso trabajo no he sido capaz de mover el coche un solo milímetro. Sigue con gran parte de los bajos clavados en una nieve que empieza ya a congelarse pues el sol ha desaparecido hace rato. La temperatura ha bajado drásticamente y comienza el bajo cero.

Intento buscar palos y piedras para echar bajo las ruedas, pero la misión es imposible, todo está cubierto por un manto de unos 30-40 cm de impoluta nieve virgen cada vez más helada. Opto por sacar el gato, pero no sé por qué motivo no soy capaz de hacerlo funcionar, la base es de hielo que se hunde y no engancha. Intuyo peligro y pérdida de tiempo en el manejo del gato por lo que abandono esa forma de ataque. El tiempo corre, se está haciendo de noche, estoy absolutamente mojado de cintura para abajo e incluso con partes ya insensibles, tengo las manos que podría cortarme un dedo y no lo notaría. Me voy a quedar sin luz, es lo que más me preocupa.

Comienzo a desesperarme, cojo el teléfono móvil para hacer una llamada de emergencia a algún conocido para que vengan a rescatarme. ¡¡Noooooooooo!! ¡¡No hay cobertura, no hay 3G, no hay nada!! Puñetero teléfono, está como bloqueado, sólo llamadas de emergencia. Se me pasa por la cabeza efectuar esa llamada al 112 para que la Guardia Civil venga a rescatarme, pero en el instante siguiente pienso en el titular de los periódicos locales del día siguiente: “madrileño rescatado por la noche en la Sierra de Cebollera.” Por ahí sí que no paso.

Pienso también en la respuesta que podría dar a la pregunta obligada que me haría la Benemérita con cara de pocos amigos: ¿se puede saber qué hacía usted allí arriba, solo, sin comida, rodeado de nieve y a esas horas? Me mareo solo de pensarlo y ello me motiva para seguir manteniendo la calma y continuar sacando nieve pues creo que ya es cuestión de supervivencia y no es broma.

Me centro de nuevo en los bajos del coche para liberar los ejes pues si cae la noche cerrada no vería esa zona concreta. Únicamente llevo de iluminación un foco trasero en el Land Rover, ninguna linterna. Consigo liberar totalmente una de las ruedas y accedo a la tierra helada del camino la cual distribuyo entre el resto de las ruedas para tener más agarre. Estoy absolutamente desesperado.

Por mi cabeza pasan todas las posibilidades sobre cómo actuar si se me hace de noche en esta situación que se está convirtiendo en extrema. Sin cobertura, totalmente empapado, temperatura bajo cero, con un litro de agua, sin comida…… ¿sin comida? Es cuando me doy cuenta de que lo último que me eché al estómago fue un austero café con magdalenas a las 10 de la mañana en Medinaceli. Y lo peor de todo, no voy sobrado de gasoil. ¿pasar la noche allí mismo?, ¿echar a andar hasta tener cobertura? Ninguna me apetece y mucho menos abandonar el Land Rover. Eso sería lo último.

Estoy extenuado y sufro arcadas por el esfuerzo físico que realizo. Sigo sacando nieve de debajo del coche y distribuyendo tierra en las ruedas. Quitar la nieve de debajo de los bajos empieza a complicarse, pues cada vez se endurece más debido al intenso frio y los 2000 kilos del Land Rover. Además, también tengo que quitar nieve del camino varios metros hacia atrás y hacer rodadas con mezcla de tierra para salir a zona transitable. No se cuántos metros cúbicos de nieve y arena he removido, pero muchos seguro.

Enésimo intento de salida y gracias a Dios, a las 19 horas, cuando quedan apenas 15 minutos de luz, consigo arrancar mi Land Rover de la bestia blanca que lo retenía.

Aún me quedan 45 minutos de vuelta por caminos con mucha nieve y barro lo cual se me hace realmente duro. Estoy totalmente mojado, agotado y dolorido, pero con la moral muy alta y orgulloso de haber superado la situación sin consecuencias.

Ya es noche totalmente cerrada cuando a las 19,45 horas llego al camping de Valdeavellano de Tera donde me seco al calor de una buena chimenea en un comedor donde los comensales me miran con curiosidad. Me da la impresión de que no debo tener muy buen aspecto.

Ya en Soria capital, cenando un sándwich y tortilla de jamón con pimientos, medito sobre lo ocurrido y tengo la sensación de haber superado una situación algo delicada y comprometida. Me voy a la cama absolutamente agotado y la temperatura de la casa, seis grados, me resulta incluso hasta agradable.

Al día siguiente, vuelta a Madrid donde debido a las brutales agujetas y dolores por golpes recibidos contra los bajos del coche, tardo al menos cuatro o cinco días en poder moverme con normalidad. En mi trabajo aún se acuerdan de ese lunes, jeje.

No puedo negarlo, después de esta experiencia ha habido un antes y un después. Desde entonces, tengo muy presente la hora a la que anochece y aumento la prudencia a partir de determinadas horas, intento ir con algo de agua y comida, suficiente gasoil y me hago acompañar de un pequeño kit de supervivencia consistente en una linterna frontal, una navaja y un silbato. Pero aún así, queridos amigos, he visto y sigo viendo en muchas ocasiones “Las orejas al lobo”.

Ruta por la Estremadura Soriana (I)

Es momento de evitar aglomeraciones, de viajar en familia o en grupos reducidos, es el momento perfecto para el llamado turismo de interior, para conocer rincones olvidados de nuestra geografía que guardan una valiosa porción de nuestra historia, de nuestros orígenes, de nuestras costumbres.

Qué mejor para ello que perderse durante unos días por una de las zonas más despobladas de la península Ibérica donde los paisajes, la naturaleza y la huella dejada por el ser humano hace más de mil años despertarán nuestra curiosidad y removerá en nuestro interior ese espíritu aventurero y viajero que, si estas leyendo estas líneas, seguro llevas dentro.

Nos trasladaremos en el tiempo a la peligrosa Al Ándalus de los siglos IX a XI donde el territorio que vamos a descubrir fue durante más de 200 años la frontera más estable entre los Reinos Cristianos y el mundo Islámico. Una zona totalmente militarizada que recorrieron en innumerables ocasiones los más temibles Califas y Generales al frente de sus ejércitos con el objetivo de paralizar el lento avance cristiano en su dura tarea de reconquista.

Una frontera natural marcada por el Río Duero, asentándose los cristianos en su lado norte y los musulmanes en su lado sur. ¡Bienvenidos a la Estremadura Soriana!

Comenzaremos nuestra aventura en la ciudad de Medinaceli, donde Celtíberos, Romanos y Musulmanes fueron conscientes de su privilegiada situación estratégica al encontrarse situada en la vía de comunicación natural entre la Meseta Norte, la Meseta Sur y el Valle del Ebro.

Medinaceli, la Ciudad del Cielo, situada en lo alto de un cerro que garantizó su seguridad durante siglos, es un lugar para pasear con tranquilidad y disfrutar de todos y cada uno sus rincones. Mosaicos romanos, sinagogas judías, palacios medievales y lo más apreciado por el redactor de este artículo, el arco romano del siglo I, la nevera islámica del siglo X y el castillo del siglo XIV.

Palacio Medieval
Sinagoga
En la Plaza Mayor

El arco romano fue construido en el siglo I como símbolo del poder de Roma y de su dominio sobre los hombres y la naturaleza. En su día formaba parte de la muralla que rodeaba la ciudad, siendo una de sus puertas de entrada. Es único en la península Ibérica pues consta de tres vanos. La imagen de este monumento es la utilizada por la Dirección General de Tráfico en las señales de carretera que indican la presencia de “Monumento Histórico”.

Arco Romano en Medinaceli

Como curiosidad, bajo el arco principal, se halló un pozo excavado en la roca relleno de ceniza, carbón, huesos de animales, restos orgánicos y fragmentos de cerámica califal. Se trata de un vertedero de los siglos X-XI, del cual se obtiene valiosa información sobre las costumbres culinarias de sus habitantes: cáscaras de huevo, espinas de pescado, huesos de cabra, oveja, conejo, gallos, perdiz, liebre y buey.

Contemporánea a este vertedero resiste aún una nevera situada en la ladera norte del cerro, donde se almacenaba la nieve del invierno para conservar alimentos y enfriar bebidas durante los meses más calurosos.

Nevera….puerta
Nevera Andalusí

El castillo de la Ciudad del Cielo data del siglo XIV si bien, como la mayor parte de muchos otros de nuestra península, fue construido sobre otro anterior de origen musulmán. No es visitable su interior (hoy utilizado como cementerio), pero basta rodear su recinto para apreciar el dominio y control que ejercía sobre la zona. Cuenta la leyenda que en la alcazaba árabe fue enterrado Almanzor, el “azote del mundo cristiano”, pero su tumba nunca ha sido encontrada hasta ahora.

Castillo
Iglesia

En el año 946, el califa Abderramán III ordenó reconstruir, ampliar y fortificar Medinaceli y le otorgó la capitalidad de la Marca Media, es decir, convirtió la ciudad en el cuartel general militar y administrativo de todo el entramado defensivo musulmán situado al sur del río Duero. Es en este lugar donde los ejércitos de Almanzor, tras 20 días de duro camino desde Córdoba, descansaban para reagruparse y aprovisionarse de víveres y armas pesadas con las que asediar las fortificaciones cristianas marcadas como objetivo de su ataque.

Puerta de acceso a la ciudad

Por ello, recomendando en nuestro viaje prescindir, de momento, del aprovisionamiento de catapultas, escaleras de asalto y otros artefactos típicos de la guerra califal, sí podremos aprovechar nuestra visita para degustar en uno cualquiera de los restaurantes de la Ciudad del Cielo la gastronomía típica del lugar. Asados de cordero, cochinillo, migas, gran variedad de revueltos y una amplia oferta de platos micológicos en temporada seguro que harán más agradable nuestra estancia en el lugar. No nos olvidemos de los famosos torreznos de Soria que podremos llevarnos en nuestra mochila pues vendrán muy bien para reponer fuerzas una vez que nos encontremos en zonas más recónditas, apartadas y despobladas.

Siguiendo los pasos de las tropas Califales, tomaremos rumbo Oeste por la actual carretera SO-132, ruta en la que recomendaré determinadas paradas sin perjuicio que el viajero debe detenerse en cualquier momento que entienda necesario para disfrutar de los paisajes, parajes y pueblos que pueda ir encontrando y le llamen la atención…

Mina Petra

La Mina Petra, antigua mina de hierro a cielo abierto, hoy en día abandonada y con un asombroso lago de aguas color esmeralda que sorprende a cualquier visitante.

Se encuentra situada en la Sierra del Madero, en el término municipal de Ólvega, al Sur de la población, una de las zonas más prósperas de la provincia de Soria.

El hierro que contiene esta sierra es de alta calidad, oligisto muy puro, con leyes del 67-70% de hierro.

Mina Petra
Rocas de hierro

Ya en época Celtíbera se explotaba este valioso mineral con el que se elaboraban armas, herramientas y todo tipo de utensilios. Los Romanos también apreciaron la riqueza del lugar controlando militarmente el territorio con el cercano campamento de Augustóbriga. De esta manera, los Romanos se abastecían de hierro para sus guerras Numantinas e impedían a su vez el rearme de la población indígena.

Su explotación continúa con los musulmanes y a lo largo de toda la Edad Media y Moderna. A comienzos del siglo XX, entre 1899 y 1905, una sociedad belga explota industrialmente la mina llegando incluso a construir una vía férrea para transporte del material hasta Castejón, desde donde se transportaba el mineral a fundiciones Vascas u otras situadas en Francia, Bélgica o Inglaterra. El tramo de vía férrea entre la mina y Ólvega ha sido reconvertida hoy en día en vía verde para paseantes.

En 1954 se reinicia la explotación llegándose a extraer hasta 500 toneladas diarias. Su cierre definitivo se produce en el año 1.994.

Vista de El Moncayo desde Mina Petra

Pasea por la zona, disfruta de ella y recuerda que, con el hierro extraído de esta mina durante siglos, se construyeron las armas con las que indígenas e invasores defendieron y atacaron no sólo la provincia de Soria sino posiblemente toda la península Ibérica.

Para lo más aventureros, desde Noviercas (pueblo de obligada visita por su impresionante Torre bereber del siglo X) hay una pista de tierra para 4×4 que lleva directo a Ólvega tras cruzar la Sierra del Madero. Detente en el alto y sin prisas recorre la cumbre de Este a Oeste sembrada de modernos molinos de viento. El paraje y las vistas son magníficos.

Trashumante (I) Dña. Jacoba

22 de diciembre de 1852. San Andrés de San Pedro. Soria. Invierno

Dña. Jacoba hoy se encuentra especialmente triste. Hace ya unas semanas que comenzó a nevar intensamente y es prácticamente imposible moverse por las calles del pueblo a pesar de que algunos vecinos intentan mantenerlas limpias. Las copiosas nevadas y la permanente helada hacen incluso que sea peligroso deambular por el exterior. Una gruesa capa de hielo cubre hasta el más mínimo rincón.

San Andrés de San Pedro. Calle principal
San Andrés…fachada

Los días están siendo tristes, grises y muy nublados. El sol hace semanas que no brilla y las temperaturas  permanecen bajo cero durante todo el día. Su obsesión es mantener el fuego del hogar lo más vivo posible para al menos tener un lugar para ella y sus hijos donde calentarse. En estos últimos días todos sus pensamientos giran en torno a su querida vecina Ciriaca, la cual ha perdido recientemente al menor de sus hijos de tan sólo dos años de edad a causa de una fulminante pulmonía. El niño empezó a toser, luego vinieron las fiebres y en tres días comenzó a echar sangre muy oscura por la boca. Murió de madrugada el domingo pasado sin que pudiera recibir siquiera la visita del médico de San Pedro. La nieve en los caminos y montes supera el metro de altura y cualquier desplazamiento es del todo punto imposible y muy arriesgado. El aislamiento es total y durará semanas.

Cementerio de San Andrés de San Pedro

Desde que su marido D. Ignacio marchara a Extremadura con las ovejas a mediados del mes de septiembre, nada ha vuelto a saber de él. ¿se encontrará bien? ¿se le habrá curado el profundo corte en la mano que se hizo durante el verano  y por el cual casi pierde los dedos pulgar e índice de su mano izquierda? ¿habrá conseguido arrendar las fincas a buen precio? ¿habrá sufrido el ataque de los lobos en el camino? ¿y las ovejas? ¿estarán bien? Ninguna pregunta obtiene respuesta…

Anochece pronto. Parece que el pueblo está vacío, carente de vida. Nadie sale de sus casas, son días realmente duros y extremos. Hasta los animales estabulados en la planta baja de la casa, dos cerdos, siete ovejas y un borrico, están estos días más calmados. Casi ni se les oye y se encuentran muy quietos y parecen asustados cuando baja a echarles de comer. Dña. Jacoba piensa que es posible que también estén de duelo por la muerte del hijo de la Ciriaca. En la lejanía, en lo más profundo de la Sierra de Oncala, se oye el aullido de los lobos como si presagiaran alguna otra desgracia sobre algún habitante de San Andrés.  Dña. Jacoba, solo de pensarlo, se estremece y un escalofrío recorre cada centímetro de su cuerpo.

Cae una intensa helada, posiblemente la temperatura en el exterior sea de entre 15 y 20 grados bajo cero. Dña. Jacoba alimenta el fuego y coloca sobre el mismo un caldero de agua para hervir. Hay que ir preparando la cena para sus ocho hijos: gachas con tocino un día más.

Por la noche, cuando todos duermen, Dña. Jacoba aprovecha para remendar los rotos en la ropa de sus hijos e hilar lana que sirve para apoyar la economía familiar. Últimamente le cuesta conciliar el sueño.

Oncala

Antes de que amanezca, la actividad de Dña. Jacoba dentro de la casa es frenética: encender la lumbre, dar de comer a los animales, ordeñar las ovejas, calentar agua al fuego para asear a los críos y preparar sus desayunos a base de leche recién ordeñada de las ovejas y restos de pan duro de hace días.

La Navidad está cerca y es motivo de alegría para las familias del pueblo. En Nochebuena se reunirán en la escuela las mujeres, los niños y los ancianos. Llevan días preparando la cena que excepcionalmente será abundante y variada. Incluso se tomarán la licencia de tomar algo de licor, siempre con moderación por supuesto. Este año, Crescencio, el más anciano del pueblo con sus 98 años, ha puesto a disposición de la comunidad un cerdo de tamaño mediano que ya cuelga desollado y limpio en su pajar desde hace un par de días. Con la carne más exquisita las mujeres cocinarán un sabroso y nutritivo caldero acompañado de patatas, ajos y cebolla. Igualmente, se prepararán unas buenas ascuas donde asar el resto del cerdo y tres pavos donados en verano por D. Eulogio, médico de la comarca y del que nadie sabe nada desde hace semanas debido al temporal.

Gracias a Dios, el párroco tiene su residencia en una pequeña casa adosada a la iglesia del pueblo, dedicada a San Andrés, donde podrán celebrar con devoción la misa del Gallo y rezarán por sus padres, hijos y maridos trashumantes que desde hace meses se encuentran en mitad de la nada e incomunicados con el ganado a cientos de kilómetros de distancia.

Dña. Jacoba, en una ocasión, escuchó a un comerciante de ganado venido de León, que en la capital, Madrid, se celebra con alegría y grandes fiestas la noche del 31 de diciembre y con motivo del cambio de año. Contaba el comerciante que las mujeres y los hombres se visten con sus mejores galas para acudir al baile y beber champán, una bebida amarga y con burbujas que provocan cierto cosquilleo en la garganta. ¡¡Champán!! Dios mío ¿Qué es eso?, piensa Dña. Jacoba mientras sorbe una taza de consomé enriquecido con las tripas secas y ya revenidas del cerdo que mataron hace ya casi un año. La próxima vez que vea al médico, D. Eulogio, le preguntará si conoce esa bebida pues es hombre de mundo y cultivado. Con estos pensamientos, Dña. Jacoba se acurruca en su cama apenas calentada con un brasero y se mantiene en duermevela unas pocas horas, hasta que se levante de nuevo para sus rutinarios quehaceres diarios. Pero eso ya, amigos, es otra historia…

El origen Andalusí de Madrid

Así es, has leído bien, el origen de la ciudad de Madrid es musulmán. Su nombre árabe era “Mayerit” en referencia a la abundancia de agua en la zona.

Sobre el año 865, el emir Muhammad I ordena construir una fortaleza militar que pasa a formar parte de aquellas que integran la Marca Media y con dos objetivos fundamentales: frenar el avance cristiano hacia el Sur (vigila y controla la vía de comunicación entre la Sierra de Guadarrama y Toledo), así como tener controlada la ciudad de Toledo donde se inician continuos levantamientos contra el poder de Córdoba (la gran parte de la población de Toledo eran mozárabes y muladíes siendo en sus revueltas apoyados en muchas ocasiones por los Reinos Cristianos del norte).

Juguete Madrileño (S. X)
Enseres domésticos (S. IX – XI)

Conozcamos con mayor profundidad a Muhammad I, fundador de Madrid: Hijo y sucesor de Abderramán II, nació en Córdoba en el año 823 falleciendo en la misma ciudad el 4 de agosto del 886 a la edad de sesenta y tres años. Sucedió en el trono a su padre en el año 852. Mantuvo la prosperidad conseguida por su padre en Al Ándalus e hizo frente a las frecuentes rebeliones en las zonas fronterizas y en la ciudad de Toledo. Llevó a cabo constantes ataques contra territorio cristiano.

Personaje muy culto, con gran agilidad mental y amante de las matemáticas.

Tuvo 33 hijos y 21 hijas. De tez blanca, estatura media, cuello corto y barba muy poblada la cual se teñía con tinte rojizo.

Catedral de la Almudena vista desde el parque de Muhammad I. Restos de la muralla original Andalusí.

Madrid nace como fortaleza militar Andalusí. Esta fortificación inicial se sitúa en el promontorio en el que actualmente se encuentra el Palacio Real y la Catedral de la Almudena. En el parque de Muhammad I podrás disfrutar de unos cientos de metros de la muralla original de la fortificación. El propio nombre de la patrona de Madrid, Almudena, es de origen árabe: Al Mudayna, que significa “ciudadela” o «pequeña medina».

Poco a poco el primer Madrid militar se va convirtiendo en medina instalándose en ella numerosa población civil en la zona de extramuros, en los llamados “arrabales”. Los primeros arrabales fueron el actual barrio de La Latina, La Plaza de la Villa y el barrio de San Nicolás. No dejes de pasear por estos barrios de trazado andalusí donde podrás disfrutar de varias torres mudéjares en la Plaza de la Villa (s. XV), la Iglesia de San Pedro el Viejo (S. XIV) y en la Iglesia de San Nicolás (s. XII). Cuando te encuentres en la plaza de la Paja, deja volar tu imaginación y sumérgete en el bullicio y la frenética actividad del zoco allí situado durante siglos. Interesante el silo situado en la plaza de Ramales del cual, según las crónicas del momento, se decía que podía conservar los alimentos en buen estado durante cien años.

Plaza de la Villa
Acceso a la torre de la Plaza de la Villa.
San Pedro el Viejo
Muralla…..
San Nicolás
San Pedro el Viejo

Almanzor pasó por Madrid en el año 977, en concreto el 23 de mayo, donde agrupó a sus tropas junto a las del general Galib (gobernador militar de Medinaceli), siendo el punto de partida de su ataque a territorio cristiano contra la zona de la actual Segovia.

Se dice que uno de los primeros Madrileños del que se tiene constancia histórica fue el sabio astrólogo musulmán, Abu Maslama, más conocido como “El Madrileño” (Maslama al Mayriti, nacido en el 950 en Madrid y fallecido en Córdoba en el 1007).

Este madrileño fundó en Mayerit, en el año 1004, una escuela de matemáticas y astronomía, convirtiéndose en la primera escuela de astronomía que existió en el territorio que hoy conocemos como Europa. Maslama fue el consejero astrológico del general Almanzor al cual pronosticaba los mejores momentos en los que debía llevar a cabo sus ataques contra tierras cristianas. Incluso predijo el fin del Califato de Córdoba basándose en un eclipse de sol del año 1004, la aparición de un cometa en el 1006 y la posterior conjunción que se produjo entre Júpiter y Saturno. Como reconocimiento a sus aportaciones al mundo de la astronomía, un planeta lleva su nombre, Majriti, el cual orbita la estrella Titawin, en la constelación de Andrómeda, a 44 años luz de nuestro planeta tierra.

Madrid fue atacada en dos ocasiones por las tropas cristianas. Ramiro II, rey de León, en el año 932, derribó sus muros pasando a cuchillo a gran parte de sus habitantes, pero no ocupó la ciudad por encontrarse a demasiada distancia de sus dominios. Este ataque de Ramiro fue realizado aprovechando una incursión cuyo objetivo era ayudar a la ciudad de Toledo la cual se encontraba en esos momentos sitiada por las tropas califales. En el año 1062, Fernando I rey de León, como continuación de sus ataques en la frontera del Duero donde tomó plazas importantes como Berlanga y Gormaz, atraviesa la sierra de Guadarrama, conquista Talamanca del Jarama y Alcalá de Henares para posteriormente dirigirse hacia Mayerit. Ataca la ciudad, pero el rey de la taifa de Toledo, Al Mamún, se somete al cristiano y solicita y obtiene su protección pagando la correspondiente paria evitando así que la ciudad fuera arrasada.

Madrid fue conquistada definitivamente para la cristiandad en el año 1085 por Alfonso VI “el Bravo” sin derramamiento de sangre, posiblemente por acuerdo o rendición. La  repoblación fue realizada con gentes venidas de las comarcas actuales de Tierra de Campos, Segovia y Soria.

Felipe II, en el año 1561, convierte Madrid en la capital del reino y se inicia una destrucción sistemática de cualquier vestigio islámico de la ciudad. No era congruente que la capital del catolicismo mundial tuviera origen musulmán. Fue tal el éxito de la campaña de marketing dirigida a borrar el origen islámico de la ciudad que ha llegado incluso hasta nuestros días. Pero eso, amigos, es otra historia…