Ruta por la Estremadura Soriana (II)

Siguiendo los pasos de las tropas Califales, tomaremos rumbo Oeste por la actual carretera SO-132, ruta en la que recomendaré determinadas paradas sin perjuicio que el viajero debe detenerse en cualquier momento que entienda necesario para disfrutar de los paisajes, parajes y pueblos que pueda ir encontrando y le llamen la atención.

A la entrada de la pequeña localidad de Yelo nos recibirán en lo alto de un acantilado, unas curiosas construcciones de piedra y barro del siglo XIX que, si bien a primera vista tienen apariencia de monumentos funerarios, no dejan de ser simples palomares utilizados para dicho fin hasta mediados del siglo pasado.

Palomares en Yelo
Yelo

Podremos tomar la desviación hacia Conquezuela donde se encuentra un lugar mágico y poco conocido de la provincia, la Ermita de la Santa Cruz. En este lugar existe además una cueva estrecha y no muy honda, de la que mana agua todo el año y en cuyas paredes se aprecian cientos de cazoletas y figuras humanas que datan de la Edad de Bronce. La entrada de la gruta, similar a un útero materno, se encuentra rematada por un arco románico. En la parte superior del peñasco que cobija la cueva existen tumbas antropomórficas (excavadas en la propia roca y con la forma del cuerpo humano)

Parada obligatoria en Romanillos de Medinaceli, cuya calle principal ha sido testigo durante siglos del paso de millones de ovejas trashumantes camino de Andalucía o Extremadura. Nos encontramos en plena vía de la Cañada Real Soriana Oriental que en este tramo conserva además en perfecto estado de conservación un vía crucis pétreo, del siglo XVI, que finaliza a la salida del pueblo junto a la Ermita de la Soledad y una fuente de origen romano. Preside la plaza del pueblo la Iglesia románica de San Miguel Arcángel (s. XII) en cuya entrada se aprecian varias tumbas antropomórficas.

Iglesia de San Miguel Arcángel (Romanillos)
Tumbas antropomórficas
Vía Crucis pétreo

En Barahona existió en su día un castillo musulmán que servía de enlace entre las fortalezas de Medinaceli y Gormaz si bien hoy en día no queda resto alguno salvo el promontorio fácil de identificar. Barahona siempre ha sido conocido como “el pueblo de las brujas”. La relación de esta localidad con la brujería y los aquelarres ha quedado documentada en los diarios de la Santa Inquisición del siglo XVI. Como prueba, a las afueras del pueblo se encuentra la “Piedra de las Brujas”. Se trata de una misteriosa piedra caliza con un agujero circular en el centro, conocida como “el confesionario de las brujas”, a la que la cultura popular le concede ciertas funciones sexuales donde un Diablo confesor hacía suyas a las Brujas (por decirlo de manera elegante).

Hay que destacar la Iglesia de San Miguel, de estilo barroco y en la que Felipe V escuchó misa el 22 de agosto de 1710 camino de Ágreda para venerar los restos mortales de Sor María. En sus muros exteriores hay piedras con curiosos dibujos labrados.

Durante la Guerra Civil Española, Barahona fue utilizada como base de aprovisionamiento y aterrizaje de los aviones italianos que, en el otoño de 1.936 bombardearon la ciudad de Sigüenza.

Piedra de las Brujas (Barahona)
Ermita en Barahona

Desde Barahona podemos continuar nuestro viaje por dos rutas alternativas siendo ambas igual de interesantes, por lo que no dudes, amigo lector, de disfrutarlas todas pues el destino final es el mismo. Disfrutaremos de imponentes atalayas, perfectamente restauradas y accesibles en cuya visita debemos dejar volar nuestra imaginación hacia la Al Ándalus de los siglos IX a XI.

Atalaya, palabra de origen árabe que significa “centinela”, “vigía”. Se trata de pequeñas torres con fines militares y cuya función principal es la de servir de comunicación entre las grandes fortalezas. Los medios de comunicación utilizados son los espejos o señales de humo durante el día y hogueras o antorchas durante la noche.

Son construcciones aisladas, situadas normalmente en puntos elevados del terreno y todas conectadas visualmente entre sí. En ocasiones podemos encontrarlas en zonas bajas, siendo su función la de vigilar puntos de abastecimiento de agua, zonas de cultivo o pasos de caminos.

La comunicación óptica entre las Atalayas y las grandes fortalezas es básica para el correcto funcionamiento del sistema defensivo de la frontera en la que nos encontramos. Ante cualquier incursión de las tropas cristianas, el mensaje llegaba en pocos minutos a los castillos donde se encontraban las tropas islámicas acantonadas, las cuales eran movilizadas con rapidez para poner fin a la aventura cristiana.

Las Atalayas son torres de planta circular, de unos 10-12 metros de altura, 5 metros de diámetro y muros de metro y medio de grosor. Su interior es estrecho y se encuentra dividido en varios pisos, generalmente tres, más una terraza, separados por suelos de madera y comunicados por escaleras de mano. La planta baja era utilizada como almacén de víveres y armamento, los pisos superiores para estancia de los soldados y la terraza como observatorio. Normalmente carecen de aberturas para que entre luz. La puerta de acceso se encuentra a varios metros de altura y a la que se accedía con una escalera de mano que se retiraba desde el interior ante la presencia del enemigo.

El Tiñón

En las atalayas se encontraba un pequeño destacamento formado por dos o tres soldados cuyas duras condiciones de vida podrás apreciar desde el primer momento. Totalmente aislados durante meses, soportando las inclemencias del tiempo, en estancia claustrofóbica y posiblemente condenados a obtener por sus propios medios agua y comida. Y si eso nos parece poco, teniendo con frecuencia que enfrentarse a pequeños grupos de soldados cristianos que permanentemente ponían a prueba la solidez de la zona fronteriza.

Llegaremos al pueblo de Rello a través de la carretera SO-132, donde el tiempo parece haberse detenido. Disculpad, no parece, se ha detenido. Pueblo medieval totalmente amurallado, siendo uno de los mejor conservados de la provincia. Su entrada se encuentra vigilada por las ruinas de un castillo del siglo XV y a continuación, en la plaza, encontraremos un Rollo de justicia único en España pues es de hierro. “El Rollo de Rello es de Hierro”, reza en su base. Se trata de una lombarda del siglo XV (pieza de artillería precursora del cañón) donde se impartía justicia y se ajusticiaba sin compasión a los que se atrevían a romper las escasas normas de la época. Podrás apreciar en la parte superior unos ganchos donde los cadáveres de los ajusticiados quedaban colgados a merced del clima, las rapiñas y de advertencia para la gente mal intencionada.

El rollo de Rello es de hierro
Puerta de acceso a Rello

Desde este punto no dejes de visitar la Atalaya de “El Tiñón” de forma troncocónica y donde cuenta la historia que fue en este punto exacto donde Almanzor exhaló su último suspiro el 10 de agosto del año 1002. Si quieres poner a prueba tu sentido de la orientación, al poco de salir de Barahona hacia Rello por carretera, en la lejanía ya podrás divisar esta enorme atalaya a la que podrás llegar por caminos de tierra. Las posibilidades son muchas y que sea tu espíritu aventurero el que te guíe, no es complicado y las posibilidades son  muchas. De esta manera, cuando llegues a tu destino entenderás mejor dónde te encuentras.

El Tiñón

En el término municipal de la Riba de Escalote se encuentra la Atalaya de “Torre Melero”, la cual se comunica visualmente con la anterior. De nuevo déjate llevar e intenta desde la Atalaya de “El Tiñón” acudir a ésta sin más ayuda que tu sentido de la orientación.

Torre Melero
Torre Melero

Durante la visita a estas Atalayas, da rienda suelta a tu imaginación, inspírate en el paisaje que te rodea, aprecia el complejo tejido de defensa creado en esta parte de la frontera, entiende su funcionamiento y calcula el tiempo que podría un mensaje de alerta llegar a su destino a base de avisos ópticos entre atalayas y fortalezas. Por favor, para ello es imprescindible que no tengas prisa.

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