Almanzor. El guerrero.

Además de hábil político con ciertos tintes sanguinarios y pocos escrúpulos, Almanzor destacó por sus dotes militares. Realizó 56 campañas victoriosas entre los años 977 y 1002. Cincuenta y tres de estas acciones lo fueron contra las tropas cristianas y con excelentes resultados. En estas campañas, asedió, saqueó, incendió y asoló multitud de ciudades y fortalezas de los diferentes reinos cristianos. Muchas de ellas con sus ciudadanos en el interior. Almanzor y su ejército nunca conocieron la derrota.

Para lograr el poder absoluto y ante la crisis sucesoria abierta en Al Ándalus por la minoría de edad del que debiera ser nombrado Califa, Al Hakem II, a Almanzor no le tembló el pulso para asesinar al pretendiente al cargo de Califa, Al Mughira y encarcelar de por vida al Chamberlán Al Mushafi. Allanado el camino en el ámbito político, Almanzor se alía con el general Galib, comandante en jefe de todos los ejércitos, visir y Chamberlán de Al Ándalus, llegando incluso a casarse, para afianzar sus relaciones, con una de las hijas del general llamada Ismá.

La alianza Galib – Almanzor obtiene unos excelentes resultados militares en diferentes campañas contra los cristianos, pero pronto surgen las diferencias entre ambos, debido a la creciente desconfianza de Galib al percatarse de las verdaderas intenciones de su yerno.

Fue en el castillo de Atienza donde ambos colosos tuvieron un encuentro en la primavera del año 980. Galib, espada en mano, intenta asesinar a Almanzor, el cual únicamente sufre heridas en un brazo y logra huir del lugar arrojándose al vacío por una de las ventanas del castillo.

Esta osadía acabaría pagándolo muy caro Galib, pues Almanzor, en represalia, arrasa y toma Medinaceli, cuartel general de su suegro, para posteriormente, en el verano del año 981, enfrentarse ambos ejércitos en tierras sorianas, en la localidad de Torrevicente. Cuentan las crónicas que Galib, que contaba ya con 80 años, en plena refriega se retiró momentáneamente con su caballo para hacer de vientre y fue encontrado muerto a los pies de su caballo. Ello provoca el desconcierto de sus tropas, lo cual aprovecha Almanzor para masacrarlo y alzarse rotundamente con la victoria. El cuerpo de Galib fue decapitado, desollado, rellenado con algodón y crucificado posteriormente en una de las puertas de la ciudad de Córdoba. Almanzor, a su llegada a Córdoba, se presentó ante su esposa Ismá, hija del general Galib, con la cabeza ensangrentada de su suegro y la arrojó con desprecio a los pies de la mujer diciendo: “la voluntad de Alá se ha cumplido”.

Tras esta decisiva batalla, Almanzor adopta el apodo de “Al Mansur”, “El Victorioso”, con el cual pasará definitivamente a la historia.

Eliminado Galib, Almanzor ya no tiene rival y ejerce las funciones de Califa sin límite alguno y con poder absoluto tanto en lo político como en lo militar.

Almanzor reorganiza el ejército y lo nutre fundamentalmente de tropas bereberes del norte de África las cuales le eran absolutamente leales. Además, cuenta con tropas mercenarias cristianas y del África negra. Moderniza y profesionaliza el ejército, convirtiéndolo en el más potente, agresivo y temido de la historia de Al-Ándalus y por qué no decirlo, invencible. Asimismo, en numerosas campañas, este ejército profesional era apoyado por personal civil y por nutridos grupos de fanáticos voluntarios movidos generalmente por motivos religiosos y que eran lanzados a miles contra el enemigo siendo los primeros en regar con su sangre el campo de batalla y provocando un desgaste importante a las tropas cristianas.

En época de Almanzor, su ejército estaba compuesto por un total de unos 70.000 efectivos, de los cuales, 45.000 eran jinetes y 25.000 infantes de a pie. Este ejército estaba dividido en tropas de infantería, caballería y marina, además de los cuerpos encargados de las máquinas de asedio. El cuerpo de marina contaba con unos 500 barcos a los que hay que añadir otras naves menores y que servían de apoyo a los grandes.

Era tal el terror que imponía a los cristianos el simple hecho de saber que Almanzor se dirigía hacia su territorio que, en muchas ocasiones, las tropas no encontraban oposición alguna en su camino y las ciudades y fortalezas eran abandonadas previamente por sus habitantes y defensores. Ello no impedía que las ciudades fueran arrasadas hasta los cimientos, los montes fueran talados, las cosechas quemadas, el agua envenenada, el ganado robado y los prisioneros de guerra fueran pasados a cuchillo a excepción de mujeres y niños los cuales eran apresados para ser vendidos como esclavos. El objetivo de Almanzor era realmente simple: Sembrar el terror, demostrar su poder y desestabilizar al contrario. Y sabía muy bien cómo hacerlo. En raras ocasiones dejó tropas acantonadas en las zonas arrasadas.

Otro importante objetivo en sus campañas era el de obtener un botín muy especial: esclavas. Cuentan las crónicas que durante los 25 años que atacó a los cristianos hizo esclavas a unas 100.000 mujeres las cuales eran vendidas para ser destinadas a los ricos harenes de Al Ándalus y del resto del imperio musulmán. Debemos conocer que, en esta etapa, una de las grandes bases económicas de Al Ándalus era el comercio de mujeres y niños.

Una de sus campañas más conocidas fue el saqueo y destrucción de la ciudad de Santiago de Compostela, la cual encontró prácticamente vacía y abandonada y en la que sorprendentemente respetó los restos del Santo. Las campanas de la ermita de Santiago fueron transportadas hasta Córdoba por prisioneros cristianos, donde fueron utilizadas como lámparas durante los siguientes 250 años, hasta que de nuevo fueron trasladadas a Santiago, pero esta vez por prisioneros musulmanes y una vez caída la ciudad de Córdoba.

Otra destacada campaña de Almanzor fue contra la ciudad de Barcelona, en la que durante el asedio bombardeó la ciudad con miles de cabezas de sus enemigos cristianos. La ciudad no tardó en ser tomada y saqueada. El terror y la crueldad eran sus mejores armas.

En otra ocasión, para vengarse de un ataque Navarro en el año 997 contra Calatayud, ordenó asesinar a sangre fría a 150 rehenes navarros retenidos como garantes de un tratado de paz (del 994) pactado entre los navarros y Almanzor. Uno de estos rehenes era nieto del propio rey de Navarra Sancho II, con el que tampoco hubo piedad y a pesar de estar emparentado con el propio Almanzor (recordemos que una de sus mujeres, Abda, era hija de Sancho II).

Infinidad de ciudades y fortalezas cristianas sufrieron el salvaje ataque de Almanzor, muchas de ellas incluso en más de una ocasión. Por nombrar algunas y son pocas, citaré las más conocidas: Zamora, Salamanca, León, Sepúlveda, Toro, Simancas, Osma, Ledesma, Astorga, Pamplona y un largo etcétera…

Cuentan las crónicas que, en campaña, Almanzor vestía de rojo y tenía a su disposición una litera donde reposaba a menudo buscando breve descanso por los dolores que le provocaba su insoportable enfermedad, artritis gotosa crónica, la cual acabó finalmente con su vida.

Nuestro personaje era un guerrero sin escrúpulos, dispuesto a eliminar a cualquier precio a sus enemigos cristianos e incluso a aquellos de su misma raza e incluso sangre que intentara traicionarle. Sobre el año 988, Almanzor es informado de que su hijo Ab Allah, junto con los gobernadores de Zaragoza y Toledo conspiran contra él. El gobernador de Zaragoza es decapitado y su hijo huye a territorio cristiano donde encuentra la protección del conde castellano García Fernández. El gobernador de Toledo busca y encuentra el amparo del rey de León Bermudo II. En venganza, nuestro gran general ataca en repetidas ocasiones los territorios gobernados por estos cristianos, obteniendo resultados al año siguiente cuando el conde García, para evitar la destrucción de San Esteban de Gormaz, entrega a Almanzor al desgraciado de su hijo el cual es decapitado de forma inmediata por orden de su padre.

Para llevar a cabo muchos de los ataques a tierras cristianas, Almanzor se desplazaba desde Córdoba a Medinaceli, donde se concentraban y armaban las tropas para, posteriormente dirigirse a Gormaz donde iniciaban su incursión en territorio enemigo. En anteriores crónicas aquí publicadas, “Ruta por la Estremadura Soriana”, podrás ver la descripción y los caminos seguidos por Almanzor y sus tropas desde Medinaceli a Gormaz antes de entrar en combate.

Un comentario en «Almanzor. El guerrero.»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *