ENTRE RELLO Y GORMAZ. 23-24 OCTUBRE 2022

Tengo por costumbre visitar regularmente zonas para mí ya conocidas, pues, por increíble que parezca, sigo descubriendo nuevos lugares y curiosidades. Normalmente pienso un punto de destino, pero no siempre lo alcanzo pues las paradas y desvíos de la ruta inicialmente pensada son constantes. Siempre aparece un pueblo interesante que “quedó pendiente” en rutas anteriores o descubro lo que parece ser una nueva ruina en el horizonte que hace cambiar la ruta en su totalidad. Puedo decir por tanto y de forma muy clara que la improvisación marca mis expediciones, pero tranquilos, no siempre se nota.

En los últimos meses he seguido con interés las obras de restauración que se han llevado a cabo en pueblos tan valiosos como Rello y Osma, por lo que tenía pendiente estos destinos y de paso aprovechar para disfrutar, una vez más, de este territorio de frontera tan defendido a sangre y fuego por los musulmanes desde su fortaleza en Gormaz.

Rello

Esta vez me acompaña mi mujer, fiel compañera en estos viajes improvisados con paradas y continuas variaciones, las cuales, creo, también le gustan, no solo por los nuevos descubrimientos, sino también por la gente con la que contactamos (sobre todo cuando viene ella) y por supuesto por la compañía, digo yo, a pesar de todas las batallitas que cuento.

En Medinaceli abandonamos la comodidad de la autovía, donde, una vez más, degustamos un energético torrezno el cual nos dará fuerzas durante buena parte de la jornada que nos espera pateando pueblos, subiendo atalayas o deambulando por cualquier inhóspito lugar. Este paseo tiene de novedoso el vehículo elegido, un moderno Toyota RAV4, sin duda más pensado para aventuras urbanas, si bien dispone de 4×4 que de momento miro de reojo. Los escasos lectores de esta crónica y que posean un vehículo “normal”, lo que se viene definiendo como un turismo, pueden estar tranquilos pues no habrá tramos de barro, zanjas, ni necesidad de reductoras ni de orientarse en mitad de la nada. Todo (casi todo) se puede realizar por carreteras perfectamente asfaltadas.

Rello

Por la SO-132 iniciamos nuestra andadura a velocidad muy moderada y disfrutando del paisaje hasta el pueblo de Rello que nos recibe con sus murallas recién restauradas. En el camino, nos hemos cruzado a la altura de Barahona una concentración de coches modelo Morgan. En los siguientes kilómetros vemos a otros muchos integrantes de esta concentración en dirección opuesta a la del grueso del grupo, muy dispersados y parados en los arcenes, quedando patente que se han perdido. Bueno, perderse es una buena manera de conocer la provincia.

El Castillo de Rello sigue en obras. La restauración de las murallas es increíble pues no han hecho añadidos fuera de lugar y se han limitado a su conservación, limpieza y consolidación. Un trabajo muy bien hecho. En la plaza donde está el rollo, conocemos a Alejandra, una anciana nacida aquí mismo pero que emigró a Santurce en el año 1969, pues “aquí no había forma de vida”. Recuerda que cuando emigró, aún no había agua corriente en las casas y tenían que recogerla con mulas en la parte baja del pueblo. Los vecinos se dedicaban fundamentalmente a la agricultura y ganadería lanar, siendo durísimas las condiciones de vida, sobre todo en el invierno. Alejandra nos hace de guía improvisada y nos comenta estar muy satisfecha con los resultados de las obras en la muralla. En la misma plaza, sentados al sol, está Primi con otra anciana y al poco se une, tras un lento andar con bastones, otro vecino más. Creo que entre ellos cuatro sumarán sin duda alguna más de 350 años. Pero ahí están, muy ancianos, pero autónomos y con ganas de conversación.

Rello

Rello es impresionante, se trata de una excepcional villa medieval, siendo su recinto amurallado del siglo XII con retoques del siglo XVI. Su iglesia data de mediados del XVII y no debe pasar desapercibido el rollo de hierro único en España. Este rollo no es de identificación como villa con jurisdicción propia, sino que servía para el escarmiento público de los delincuentes de la época.

Rello
Rollo de Rello

Al poco tiempo, la paz y tranquilidad del pueblo se ve interrumpida por un autobús de turistas sorianos que han venido a ver los resultados de las obras. Pertenecen a  la asociación de Amigos del Museo Numantino. Creo que estamos asistiendo al inicio de un nuevo renacer de este pueblo…….

Rello
Rello

No podemos dejar de visitar en el término municipal de Rello, la atalaya de El Tiñón a la cual se accede por una pista de tierra muy bien conservada. Sorprende el buen comportamiento del Toyota en estos kilómetros de tierra, es realmente cómodo y encima sostenible pues se conecta el sistema eléctrico…cualquiera que me vea……

Llegados a la misma base de la atalaya, mi ilustre acompañante en cuestión de segundos desaparece y para mi sorpresa la veo en la azotea de la atalaya vigilando la frontera cual bereber del siglo X. Yo llevo muchos años visitando la atalaya, pero por razones que desconozco nunca he podido subir por las estrechas y empinadas escaleras del interior. En un arrebato comienzo la subida con decisión y tras sufrir varios agarrotamientos y otras situaciones inexplicables, logro llegar a la azotea con extremo esfuerzo donde me espera la mujer bereber, sin cuya ayuda final creo que me habría quedado allí agarrotado y para siempre. La azotea es muy estrecha, el hueco de las escaleras ocupa una gran parte de la superficie y no me siento muy en mi terreno. Las vistas desde arriba son brutales y aprovechamos unos minutos para otear el horizonte en busca de alguna incursión cristiana sin resultado alguno. El día está tranquilo.

La bajada la realizo con mejores resultados que la subida, pues la bereber me muestra cómo hacerlo con cierta naturalidad. Aun así, insisto, esto de las alturas y las escaleras estrechas no está hecho para mí.

Continuamos ruta y hacemos parada en Lumías, bonito pueblo resguardado por acantilados y con abundantes huertos regados por el río Talegones que lo atraviesa. Su iglesia es de origen románico, pero totalmente reformada en el siglo XVI.

 La zona es realmente agradable y parece protegida de las inclemencias invernales. Aprovechamos la tranquilidad absoluta del lugar para comer un bocadillo en el frontón del pueblo. No hay señal de vida alguna. Recogemos nueces que nos llevaremos a casa y consumiremos una vez que se sequen. Poco antes de irnos nos cruzamos con un vecino al cual parece que no le gusta demasiado que hayamos cogido unas 6 o 7 nueces del suelo, no más, lo prometo. Aun así, nos llevamos las puñeteras nueces.

Lumías
Lumías

Continuamos nuestro camino y pasamos de largo por pueblos como Torrevicente, (donde en sus alrededores se libró la famosa batalla entre Almanzor y el general Galib), Sauquillo de Paredes, Nograles y alguno más. Queda pendiente su visita para otro día.

Efectuamos parada en Mosarejos, pueblo prácticamente abandonado, donde seguimos recolectando nueces a la vez que visitamos la Iglesia románica de Santo Tomás Apóstol. Esta iglesia aún mantiene una bella portada y un interior en ruinas que nos sorprende agradablemente. En este pueblo también existe una atalaya islámica del siglo X que controlaba el paso hacia Gormaz y que hoy en día está reconvertida en palomar. Recolectamos más nueces, alguna que otra manzanita y rellenamos la botella de agua en una fuente a la entrada del pueblo que parecía potable y menos mal que finalmente sí lo era.

Mosarejos
Mosarejos

Poco antes de las 18 horas llegamos al castillo de Gormaz, verdadero objetivo de esta ruta y donde coincidimos con la concentración de vehículos Morgan perfectamente conservados y cuidados. La visión del castillo desde la carretera SO-160 por la que venimos es simplemente espectacular y te pone en situación sobre el poderío de esta fortaleza islámica. Sobre este castillo y el de Osma, que visitamos al día siguiente tras hacer noche en el Burgo de Osma, daré cumplida información en diversos reportajes pues hay mucho que decir de ambos. Como es habitual, eso ya es parte de otra historia y así será.

Gormaz
Morgan en Gormaz

PRIMAVERA POLAR EN SIERRA CEBOLLERA. 2 DE ABRIL DE 2022.

El buen tiempo se mantiene a pesar de que estamos en los primeros días del mes de abril del año 2022. Los diversos barómetros que tengo en casa han detectado el brusco cambio de la presión atmosférica y parece que algo interesante va a ocurrir. Los titulares de los informativos son de lo más alarmista: “Zarpazo polar”, “El invierno en la puerta de casa”, “Conoce si en tu localidad va a nevar”, “España se congela” y otros similares.

Después de un invierno demasiado suave y seco, parece que algo llega a comienzos de la primavera y todo ello pocos días después de haber disfrutado de una de las mayores nubes de polvo sahariano que cubrió toda España con una gruesa capa de arena del desierto. Por cierto, nubes de polvo que fertilizan bosques, campos y océanos del planeta entero y son necesarios para su supervivencia. El polvo sahariano es rico en hierro y fósforo, lo que lo convierte en el más potente fertilizante natural. Incluso la selva amazónica y multitud de especies marinas se benefician de este maná caído del cielo. Los medios ven la ocasión para publicar artículos del siguiente contenido: “Cómo quitar el polvo sahariano del coche”, “Cómo limpiar el polvo del desierto de tu terraza y jardín”, en fin………. Yo prefiero soplar y dar un ligero manguerazo o esperar a que llueva antes de seguir ese tipo de consejos que te ocuparán el fin de semana lavando el coche con jabones neutros y ceras naturales o sacando brillo con trapos ecológicos a mis enseres del patio rociados por tan preciado regalo de la naturaleza.

Este primer fin de semana de abril me he ido a Soria para poder comprobar en persona la dureza del clima tan anunciado y poco deseado por la sociedad en general. Arranco el Defender a un grado de temperatura exterior y un fuerte viento helado. La cosa pinta bien. Lleno el depósito de gasoil por lo que pueda surgir y me dirijo directamente a Molinos de Razón donde accedo a la Sierra de Cebollera que está blanca y cubierta por plomizos nubarrones. En la parte baja nieva ligeramente y las pistas están muy resbaladizas por el barro y el hielo. Conduzco con precaución pues el agua sólida es sin duda el peor enemigo en estas situaciones. Ya puedes llevar unos buenos neumáticos que si hay hielo de poco sirven.

Tras algunos deslizamientos controlados, voy tomando altura a través de un cortafuegos recientemente arreglado hasta alcanzar los 1500-1600 metros de altitud. Empieza a nevar con fuerza y la ventisca aumenta. Empiezo a sentirme cómodo y el coche agarra perfectamente en la capa de nieve en polvo de unos 10 centímetros recién caída. No obstante, viene a mi mente la odisea sufrida en estas mismas pistas hace unos años donde me encontré en una situación algo delicada, posiblemente la más delicada en la que me haya visto envuelto en este mundillo de disfrutar del 4×4 y la naturaleza en solitario. Ese día vi las orejas al lobo.

Ya en lo más profundo de la sierra y muy cerca del incidente con las orejas del lobo, me encuentro con un Toyota en el lateral del camino y a unos cientos de metros más allá a sus dos ocupantes, una joven pareja con dos perros antagónicos, uno muy pequeño y el otro un precioso y enorme mastín. A partir de este momento voy abriendo pista y comienza a haber más nieve y peligrosos ventisqueros. El coche está teniendo un comportamiento muy bueno, pero de mi cabeza no se va la imagen del lobo acechándome. Decido parar en un punto donde incluso era ya difícil distinguir el camino. Echo a andar para valorar la profundidad y dureza de la nieve. No es mucha, hasta ahora todo ha ido bien, pero se puede complicar en cualquier momento, sin darme cuenta, no sería la primera vez. Estamos a dos grados bajo cero, la cara se me congela. También los pies. En un acto primitivo y ancestral de contacto con la naturaleza me lavo la cara con nieve y sacio la sed. La sensación es alucinante.

No quiero darme la vuelta, no es mi estilo. Pero algo en mi interior me dice que no arriesgue demasiado pues el día puede amargarse. Tras un largo rato debatiendo entre mis dos yo, el prudente y el más osado, decido dar la vuelta pues me encuentro absolutamente solo y aislado, sin cobertura de móvil y al alcance de solo unos pocos. Sin duda la edad me concede el don de la prudencia. ¡Si hubiera estado acompañado no lo habría dudado un instante!

Vuelvo sobre mis pasos y vuelvo a encontrarme con la pareja de paseantes y sus perros. El mastín está tumbado en mitad del camino y no puedo pasar. La chica tira del perro para que se mueva, pero es imposible, parece un toro de lidia herido. El chico está maniobrando con el Toyota. Me bajo del coche para saludar y pregunto si necesitan ayuda. Todo correcto, el mastín está agotado y no tiene fuerzas para subirse al coche. Por más que sus dueños tiran de él para que se levante no lo mueven ni un centímetro. “No está costumbrado”, me dicen los dueños. Pobre animal, ¿cómo un mastín no da más de sí tras un paseo por la nieve? Posiblemente sea una víctima más de la vida urbana y sedentaria que le ha provocado cierta atrofia muscular, pues pocos perros hay tan fuertes y potentes como el mastín.

Prosigo mi camino con ganas de aventura y tomo un cortafuegos con fuerte pendiente que me llevará a los 1700 metros de altitud donde cae una fuerte nevada y el potente viento helado se cuela por las múltiples rendijas del Defender. Tras algún paso delicado donde es necesaria la reductora, hago parada para disfrutar del entorno y aprovecho para conservar fuerzas con un buen bocadillo de jamón ibérico recién traído de Extremadura, que elaboro y degusto en el interior del vehículo. El ambiente exterior es muy hostil y sin posibilidad de utilizar de forma cómoda el Land Rover como parapeto por la fuerza del viento y la copiosa nevada.

Sin prisa alguna, comienzo el descenso del resbaladizo cortafuegos llegando sin novedad a pista más transitable, muy nevada y donde pongo a prueba los neumáticos, la tracción 4×4, el bloqueo de diferencial, los flamantes 160 CV y a uno mismo al imponer un ritmo alegre hasta llegar a zona asfaltada.

En los 60 km. realizados por resbaladizo terreno, ha reinado una moderada y madura prudencia y dejo atrás al lobo cuyas orejas divisé hace unos años. Pero eso ya, amigos, es otra historia que también puedes leer en este blog.

Fin de semana Romántico y Románico. 11-12 diciembre 2021 (3 de 3)

Va anocheciendo por lo que ponemos rumbo a Soria capital donde llegamos sobre las 19 horas y el piso está a 9 grados. Calefacción y a la calle a pasear y cenar en el Fogón del Salvador donde en la barra nos sirven un buenísimo churrasco de ternera fileteado y con una mini parrilla para hacerlo a tu gusto. Muy recomendable. Al lado tenemos unos franceses que al ver nuestro churrasco le piden lo mismo al camarero, pero en versión cordero. La madura pareja acaba metiéndose entre pecho y espalda un cuarto de asado de cordero que no sabemos si serán capaces de digerir durante la fría noche soriana.

Domingo. Ya estamos en la calle antes de las 8 de la mañana. Es importante madrugar para que cunda el día. Hoy hemos decidido pasear por Soria capital y comenzamos con una visita al interior de la iglesia de Santo Domingo (s. XII). Sólo están las monjas rezando, ningún otro visitante, por lo que podemos disfrutar de la iglesia para nosotros hasta hartarnos. El silencio y aislamiento en el interior es absoluto. Sobrecogedor. Puedes llegar a entender el por qué de la sobriedad y oscuridad de las iglesias románicas.

Interior Santo Domingo

Siguiente visita a la iglesia de San Juan de Rabanera (S. XII) la cual se encuentra cerrada y seguimos rumbo al cementerio donde dedicamos un buen rato a los allegados e incluso a la tumba de Leonor (mujer de Antonio Machado) la cual nunca antes había tenido la curiosidad de visitar. No me dice nada. No entiendo tanto cartel publicitario.

Gélida subida al Castillo donde una espesa niebla impide disfrutar en los primeros momentos del paisaje. Visitamos las ruinas del Castillo y el parque que lo rodea e incluso intentamos tomar un café en El Parador pero no abren la cafetería hasta las 11 de la mañana. Por aquí son poco de madrugar para el público en general. Curioseando el “Menú Soriano” mientras intentamos entrar unos minutos en calor, llama la atención que el segundo plato consiste en Cochinillo de Segovia o Chuletón de Ávila. No acabo de entenderlo.

La niebla se va disipando y disfrutamos del paisaje: Ermita de San Saturio, Cerro de los Moros, el Moncayo…. La bajada es resbaladiza por el hielo acumulado en las tablas del camino que han habilitado. Nos detenemos en unas recientes excavaciones que han hecho en la ladera del Castillo donde al parecer había una iglesia románica de pequeñas dimensiones. Interesante. A ver si siguen excavando pues en estas laderas debe haber aún mucho por descubrir.

El Castillo
Castillo de Soria
San Saturio

Paseo por la orilla derecha del Duero con la antigua muralla de la ciudad muy bien conservada, cruzamos el río por el puente medieval y entramos al Monasterio de San Juan de Duero, donde disfrutamos en plena soledad del magnífico y más que conocido claustro románico y su iglesia. No hay ningún otro visitante, por lo que disfrutamos nosotros solos de esta joya hasta la saciedad. Es una de las ventajas de madrugar. En esta zona están recuperando y arreglando las murallas medievales hasta la propia ermita de El Mirón. Sin duda una muy buena intervención que embellecerá aún más la zona.

Siguiente parada en la Concatedral de San Pedro. Hacía mucho, mucho, que no iba por allí y me quedo muy impresionado. Es espectacular. Más me impresiona el claustro románico del siglo XII que guarda en su interior. A la salida, qué casualidad, nos encontramos a la madura pareja de franceses que la noche anterior cenaron a nuestro lado el digestivo y ligero asado. No tenían mala cara, no, han debido de digerirlo sin excesivos problemas.

Arcos de San Juan de Duero
Claustro Románico Concatedral de San Pedro

Un reparador aperitivo en Herradores a base de botellín y gambas a la gabardina, para acabar en nuestro pisito tomando una exquisita carrillada puede que con excesiva pimienta. Durante la comida, reconozco a mi mujer que, efectivamente, me ha hecho conocer algún lugar de Soria capital en el que yo no había estado nunca.  Pero eso, amigos, ya es otra historia que posiblemente nunca salga a la luz ni vuelva a hacer comentario alguno sobre ello.

Fin de semana Romántico y Románico. 11-12 diciembre 2021 (2 de 3)

Por camino de tierra nos desplazamos hacia Caltojar (no hay carretera asfaltada, pero es muy accesible), dejando para otro día la visita a las atalayas que vigilan la zona. En Caltojar aparcamos en la plaza del pueblo, a los pies de la impresionante iglesia románica de San Miguel Arcángel (primer tercio del s. XIII). Esta iglesia es uno de los mejores exponentes del románico Soriano y con otra de las mejores portadas de la provincia sin duda alguna. Parece que sale el sol y disfrutamos de un sabroso bocadillo de jamón en un asiento de piedra que forma parte del lateral de la soberbia portada de al menos 800 años. Se ve alguna casa ocupada pero no hay signo de vida en el exterior hasta que aparece un anciano vecino y nos pregunta si queremos ver el interior de la iglesia.

Portada Iglesia Caltojar

Por supuesto, queremos ver la iglesia, faltaría más. No entraré en detalles, pero el interior es espectacular. Llama la atención el púlpito de una sola pieza de alabastro pulido, así como la pila bautismal y la de agua bendita ambas románicas. Nuestro guía, Lucio, de 83 años, nos cuenta diferentes curiosidades del lugar y habla orgulloso en repetidas ocasiones del joven párroco soriano de 52 años encargado de la iglesia. Lucio, se centra en los retablos, las marcas de los canteros, el altar, los ojos de buey por los que entra luz natural, etc… Todo contado de manera muy natural y resumida, valiéndose de su bastón para señalar lo que él considera más importante.

Finalizada la visita, invitamos a Lucio a un café en el bar del pueblo, donde al poco rato aparece el tan laureado párroco, pudiendo comprobar por nosotros mismos su alegría y simpatía. Casualmente era el 27 aniversario de su ordenación. Mientras tomamos café con los lugareños, hablamos de la despoblación del lugar, la belleza de la iglesia, de las hijas de Lucio, del párroco una vez más y un largo etcétera.

Iglesia Caltojar
Púlpito de alabastro. Caltojar
Fachada Iglesia Caltojar
Interior Iglesia Caltojar

Aún sorprendidos por la amabilidad de los habitantes de Caltojar, ponemos rumbo a Velamazán, ya por pistas de tierra y atravesando la Sierra de Bordecorex. Estas pistas de tierra dan servicio a un parque eólico, por lo que tienen buen firme y su estado hoy es perfecto, pues hace unos días llovió mucho por la zona y está muy compacto. Además, la visibilidad es excelente, lo que permite alcanzar en determinados tramos los 70-80 km por hora sin problema alguno. Mi copilota ni se inmuta, lo cual siempre es de agradecer y puedo concentrarme en la conducción. Experiencia en estos lances tiene, pues aparte de numerosas rutas como las de hoy, disfrutamos hace unos años de un viaje a Marruecos donde el ritmo que llevamos durante diez días fue infernal y donde recibió su bautismo de fuego en lo que se refiere ir a toda leche por pistas. Creo que se me entiende. Con esa “toda leche”, querido lector, que no vengan a tu mente imágenes de los rallyes que tanto hoy televisan con el nuevo año. No tiene nada que ver. Pero vamos a toda leche. A nuestro estilo. La tracción 4×4 del japonés es muy estable y fiable.

 Me desplazo con rapidez y en las desviaciones, que hay unas cuantas, me dejo guiar por mi instinto si bien no controlo mucho la zona. En el camino de bajada de esta sierra nos cruzamos en cuestión de pocos minutos con más de 20 corzos, lo que hace extremar la precaución pues temo un posible atropello. Parece una plaga, nunca había visto tanto corzo cruzando los caminos o pastando en los alrededores. Exagerado.

Nos dirigimos a un pueblo que se ve en la lejanía, pero no es Velamazán, es Barca. Tampoco pasa nada por esta pequeña desviación pues también nos habíamos marcado este pueblo como objetivo pues tiene una espléndida iglesia. Si bien no he llegado al destino previsto, me doy por satisfecho haber llegado a Barca sin mapa, GPS ni artilugio alguno. Hoy mi sentido de la orientación está en plena forma.

Plaza de Barca. Rollo de justicia

Aparcamos en la plaza del pueblo presidida por un gran Rollo de justicia medieval y a los pocos segundos se abre la puerta de una casa y sale un hombre a ver quiénes somos. Nos saludamos rápido y vuelve al calor de su hogar. Paseamos por la zona de la iglesia dedicada a Santa Cristina y que también posee uno de los mejores pórticos románicos de la provincia. Todo el pueblo se ve muy cuidado y arreglado. De vuelta al coche, el mismo hombre que nos vio llegar sale a nuestro encuentro. No tiene cara de muchos amigos, pero se dirige a nosotros con mucha amabilidad y preguntando si nos ha gustado el pueblo.

Ante nuestro entusiasmo por la iglesia y su entorno, entablamos conversación. Tiene casi 60 años y es oriundo de Barca. Al decirle que venimos por caminos desde Caltojar nos pregunta si hemos visto corzos y ante nuestra respuesta, nos confirma que son una plaga a pesar de todas las batidas de caza que se hacen por la zona. Este buen hombre nos facilita más información del lugar: En el pueblo hay censadas 100 personas, pero en invierno viven de forma permanente unas 50. Realmente es el pueblo más poblado de los que hemos visitado hoy. Y lo más sorprendente, en los años 90 fue cuando se restauró la iglesia y se descubrió el impresionante pórtico románico pues los vanos de los arcos estaban tapiados.

Iglesia de Barca
Interior pórtico
Iglesia Barca

Pasa una pareja mayor por la plaza y nuestro nuevo amigo les pregunta si se dirigen a la iglesia. La respuesta es positiva y nos invitan a unirnos a ellos para poder acceder al interior. La verdad que la suerte nos sonríe este día. Posiblemente sea la presencia de mi mujer la que abre las puertas. En mis rutas solitarias pocos interiores he visto. Esto me da que pensar, no puedo evitarlo. Y eso que intento ser amable con las escasas personas con las que me cruzo en mis solitarias aventuras. Tendré que profundizar más en este aspecto. O no.

La iglesia está muy cuidada y deambulamos con total libertad por su interior. Para no ser unos plomos, no alargamos en exceso la visita, sólo lo justo.

Va anocheciendo por lo que ponemos rumbo a Soria capital ……. (Continuará)

Fin de semana Romántico y Románico. 11-12 diciembre 2021 (1 de 3)

En la mayor parte de las ocasiones, cuando decido aventurarme sin rumbo por una zona determinada y no del todo conocida, suelo hacerlo en solitario pues de esta manera no tengo que estar pendiente de horarios, comidas, número y tiempo de las paradas y no dudo en meterme en caminos desconocidos que no sé dónde ni cómo acaban. A menudo llego a encontrarme en situaciones límite y complicadas dada mi condición de simple aficionado.

Pero siempre hay ocasiones en la que este lobo solitario necesita de la compañía de algún miembro de su manada, que conocen, admiten y disfrutan de las situaciones en las que podemos llegar a encontrarnos cuando se hace trabajo de investigación sobre el terreno.

 Y el fin de semana del 11-12 de diciembre de 2021, ha sido uno de esos en los que mi mujer, muy decidida, se apunta a recorrer conmigo una parte de la provincia de Soria, sin rumbo determinado, sin organización alguna, a lo que surja, a mi estilo. En definitiva, a nuestro estilo.

Madrugamos el sábado y pronto aprecio la ventaja de su compañía pues en una bolsita hay un sobre de jamón, lomo, algo de queso, un par de manzanas e incluso algo de dulce. Mentalmente y de forma rápida calculo el tiempo que podríamos sobrevivir con estas provisiones en mitad de la nada. 

Sobre las 9,30 de la mañana hacemos la parada de rigor en Medinaceli donde compramos pan y nos comemos un espléndido torrezno y pincho de tortilla. Me viene a la mente que con este potente desayuno aún podríamos sobrevivir un día más con las provisiones madrileñas. La comida de hoy la doy por hecha y así cundirá más nuestra excursión. Degustando el torrezno, por fin me viene la inspiración y decidimos ir a Villasayas a visitar su iglesia.

Tomamos el desvío hacia Ontalvilla de Almazán donde realizamos nuestra primera parada. El pueblo es muy pequeño, pero sorprendentemente hay un bar en la plaza, un enorme centro socio cultural y un polideportivo de dimensiones algo desproporcionadas para lo que es el pueblo. Suponemos que su uso será para el verano, cuando haya gente, pues en estos momentos únicamente se ven un par de coches en el pueblo. Visitamos una pequeña ermita restaurada en 1929 según está inscrito en su dintel de entrada. El día es helador. La iglesia de Santa Eulalia, con portada románica, se encuentra en obras por lo que habrá que volver en otra ocasión.

Ermita. Ontalvilla

Continuamos por carretera, pero rápido nos desviamos de la ruta inicialmente prevista para visitar Jodra de Cardos. El paraje es muy bonito y en el pueblo hay muchas casas en ruinas, pero están consolidadas. Tiene aspecto de estar todo muy bien cuidado. Llama la atención los dinteles medievales de algunas puertas y ventanas, así como algunas piedras con motivos religiosos incrustadas en alguna fachada. He leído en algún lugar que fueron traídos, hace ya mucho tiempo, de algún despoblado cercano. Recorremos el pueblo entero y solo se aprecia vida en una casa que están rehabilitando.

Dintel. Jodra de Cardos
Calle en Jodra de Cardos
Iglesia Santa María la Mayor. Jodra de Cardos
Jodra de Cardos
Jodra de Cardos
Jodra de Cardos

Por pista de tierra nos dirigimos a Pinilla del Olmo, donde la iglesia de Nuestra Señora del Campo de origen románico (se conserva la portada) se encuentra en obras (están restaurando los tejados), lo cual es una buena noticia. Hace muchísimo viento en esta zona lo cual hace que la sensación de frío sea aún mayor. Recorremos el pueblo entero y no parece que haya nadie por el lugar. La sensación de soledad y aislamiento es muy alta. Muchas de las casas, la mayor parte, están en ruinas con los tejados aún derrumbados en su interior. Espectaculares los palomares, lamentablemente también abandonados y ruinosos.

Iglesia Nuestra Señora del Campo. Pinilla del Olmo.
Pinilla del Olmo.
Palomar. Pinilla del Olmo.
Calle en Pinilla del Olmo.

A la salida del pueblo vemos un cartel que reza “Virgen del Campo” y no puedo evitar desviarme por el camino de tierra. Hay un pequeño altar con la imagen de una virgen a un lado del camino y más adelante se llega a una fuente donde se ha instalado un abrevadero para el ganado. A pesar de que el camino y el paraje invitan a seguir, damos la vuelta en un acto de responsabilidad y retomamos carretera hasta Villasayas. Tomo nota de que hay que volver a este lugar pues me quedo con la sensación de estar perdiéndome algo interesante.

En Villasayas, visita muy recomendada, disfrutamos de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción del siglo XII con uno de los mejores pórticos románicos de la provincia. Simplemente espectacular y todo para nosotros. Tampoco se veía movimiento alguno en el pueblo. Apenas tres coches en la plaza. No se aprecia movimiento alguno.

Iglesia Villasayas.
Plaza en Villasayas
Pórtico Románico. Villasayas
Nuestra Señora de la Asunción. Villasayas

Nuestro siguiente destino es Fuentegelmes. Visitamos la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de la cual se conserva una interesante portada románica (XIII) y una ermita, ambas en el interior del pueblo. Recorremos las calles y nos llama la atención los dinteles de muchas de las casas con inscripciones y figuras realmente sorprendentes.

Nos cruzamos con un vecino, el único que se encuentra allí en esos momentos. El resto está vacío. Nos cuenta que se dedica a la agricultura y que en invierno puede haber otros 6 o 7 agricultores realizando sus trabajos. Nos comenta que cada día hay menos caza menor, posiblemente por los tratamientos químicos de los cultivos. El pueblo tiene un Centro Social y cada vecino tiene su llave para cuando quiere hacer algún tipo de celebración. Se apuntan las consumiciones y luego echan cuentas. El hombre nos enseña una casa que se vende. Parece estar deseando que el pueblo tenga algo de vida, lo cual no nos extraña, pues la sensación de vacío y olvido es muy alta. Obtengo información para cruzar por caminos la sierra de Bordecorex y así ahorrarme muchos kilómetros de asfalto.

Ermita de la Soledad. Fuentegelmes
Iglesia Nuestra Señora de la Asunción. Fuentegelmes
Iglesia Nuestra Señora de la Asunción. Fuentegelmes
Dintel. Fuentegelmes
Dintel. Fuentegelmes
Verja artesanal. Dintel. Fuentegelmes

Por camino de tierra nos desplazamos hacia Caltojar ………

Bar La Plaza. Santorcaz (Madrid)

Nuestro bar es un servicio a las personas”, comenta Susana, propietaria del Bar La Plaza en el madrileño pueblo de Santorcaz. “Tenemos que dar servicio a los vecinos desde primera hora de la mañana, cuando ya esperan en la parada de autobús. Ofrecemos un sitio caliente para tomar un café, comprar tabaco o lo que haga falta.”

Este es el lema de Susana y Jesús, abren a las siete de la mañana todos los días y cierran cuando los vecinos se retiran a descansar a sus casas.  Entre ellos se turnan en los momentos de menor afluencia para poder descansar y poder mantener el bar al servicio del pueblo.

En el mes de noviembre de 2019, encontramos este bar por casualidad y después de visitar el castillo del pueblo por recomendación de unos familiares que conocen mi debilidad por los restos medievales. Era un sábado, hora de comer y tras pedir una cerveza preguntamos si nos podían dar algo de comer. Jesús, muy amablemente, creo recordar que nos indicó que los fines de semana no había servicio de comidas salvo por encargo, que lo sentía muchísimo.

En cualquier caso, nos sentamos a disfrutar de la cerveza en la terraza y a los pocos minutos, aparece Jesús, con una tapa consistente en un huevo frito y un exquisito pisto. ¡Menuda tapa buena y bien elaborada! Incluso nos tomamos otra cervecita más y nos llevamos anotado el teléfono del bar pues avisando con antelación podía encargarse un cocido madrileño tal como reza un cartel colgado de una de las paredes.

Meses después, a raíz del confinamiento y la imposibilidad de salir de la Comunidad de Madrid, propusimos a una muy buena familia amiga reservar un cocido e ir a pasar el día a Santorcaz y alrededores.

Cocido para diez. Todos acomodados en una larga mesa en el interior del local el cual está decorado de forma sobria y correcta. Un cartel de una corrida de toros, fotos en blanco y negro que recuerdan días pasados en el pueblo y una estufa de pellet que caldea la sala. Susana nos pregunta cómo queremos servirnos el cocido, primero la sopa, luego los ……. No, no, todo junto, por favor.

Rápido se llena la mesa con un par de ollas de humeante sopa, bandejas con garbanzos, albóndigas y repollo, bandejas con chorizo, morcillo, tocino y pollo. Las raciones sin duda alguna son muy generosas y no creo que podamos acabar con todo. Hay que decir que entre nosotros existen verdaderos devotos del cocido madrileño.

El cocido está exquisito, la sopa con sus fideos perfecta, los garbanzos en su punto y muy cremosos, las carnes realmente tiernas. En fin, uno de los mejores cocidos que ha comido el que redacta estas líneas y han sido muchos. Exquisito, de lujo, recomendable, qué más puedo decir. Susana es una experta cocinera y nos trata, junto con Jesús, con una naturalidad, sencillez y amabilidad que hace sentirnos realmente cómodos en su casa. No puedo olvidarme del buen trato y dedicación del chico joven que sirve las mesas y cuyo nombre desconozco.

Finalizada la comida, aplaudimos generosamente a Susana, experta cocinera, la cual llegó incluso a ruborizarse en este acto de exaltación gastronómica por nuestra parte. No solemos aplaudir nunca a la cocinera, pero esta ocasión lo merecía.

Y aplaudimos también otro día que fuimos a degustar un cachopo y también aplaudimos este último fin de semana del 6 de diciembre del 2021 cuando repetimos el cocido. Y convencido estoy que seguiremos aplaudiendo una y otra vez pues soy conocedor de que Susana se está especializando en arroces y posiblemente en otras delicias culinarias, las cuales iremos descubriendo poco a poco con el tiempo.

No es habitual que escriba crónicas de este tipo, pero creo que Susana y Jesús sin duda lo merecen. El Bar La Plaza de Santorcaz es un sitio muy muy recomendable para comer y pasar un rato muy agradable. Eso sí, reserva antes para que Susana se organice con la cocina y haga acopio de ese género estupendo que siempre nos ofrece.

Y después de comer no dejes de dar un paseo por el pueblo, donde podrás disfrutar de la arquitectura típica del lugar, casas con arcos medievales (la propia entrada del bar tiene su arco medieval recuperado de algún convento, creo) y visita el castillo de Santorcaz del siglo XIV, construido, dicen, sobre otro anterior de origen islámico que posiblemente daba apoyo militar a la fortaleza de Alcalá de Henares allá por el siglo X.

Durante el siglo XV, el castillo fue utilizado como cárcel de clérigos, sufriendo aquí condena el propio Cardenal Cisneros. En el mismo lugar se encuentra la iglesia de San Torcuato (fundada en el siglo XIII). Interesante además el tramo de muralla que aún se conserva.

 Pasea hasta la ermita de la Inmaculada Concepción donde hay una placa dedicada a los paracaidistas de la BRIPAC fallecidos en este lugar de entrenamiento de saltos. Pero esto ya, amigos, es otra historia.

Entrada Castillo
San Torcuato
Ermita Inmaculada Concepción

La primera en solitario. 25/09/2021

Como esto del virus ha puesto el contador del tiempo a cero y se habla de una nueva era y parece que volvemos a la normalidad, el fin de semana del 25 de septiembre me hice la primera escapada en solitario y a uno de los lugares más despoblados de Europa, al norte de la provincia de Soria, en el límite fronterizo de Tierras Altas. Esta escapada era preparatoria para la XI Ruta Soriana que celebraríamos a mediados del mes de octubre.

El Defender da muestras de fortaleza arrancando sin problema e inicio un lento avance por carretera esperando que me entre la inspiración para tomar un rumbo concreto. A 8 km de la capital, en el pueblo de Garray, veo una tiendecita y paro de inmediato para aprovisionarme de agua y algo de comida pues, para variar, no había tenido en cuenta estos aspectos. La decisión es acertada pues en las próximas ocho horas no habrá nada que me pille de paso para cubrir estas necesidades.

Con esta breve parada y en la que el tendero me informa que la fábrica de embutidos de un pueblo cercano ha vendido todas sus existencias y no habrá más genero a la venta hasta pasado el invierno, tomo unas rápidas pistas de tierra que me llevan hasta Fuentecantos donde paro unos minutos a ver la iglesia románica que milagrosamente está abierta y llena de fieles celebrando algún evento. Siguiente parada en Portelrubio, donde de nuevo se cumple el milagro y encuentro la iglesia abierta con una anciana señora tirando de una cuerda tocando las campanas. La mujer se sorprende al verme y me enseña la pequeña iglesia de manera rápida, me cuenta que quedan dos vecinos en el pueblo y que en su día vendieron la casa del cura y la huerta para arreglar el tejado. La pena fue que no obtuvieron más ingresos pues la iglesia necesita una profunda intervención. Abre una pequeña y oscura habitación donde guardan con celo una preciosa pila bautismal románica y en la que, según me informa mi nueva amiga, ella misma fue bautizada.

Iglesia Fuentecantos. siglo XII
Iglesia Fuentecantos. Ábside. S. XII
Iglesia Portelrubio
Pila bautismal románica en Portelrubio, siglo XII

Parada en Fuentelsaz para contemplar un templo románico muy rústico y donde tomo la pista que sube al Cerro de San Juan donde en mi opinión hay una de las mejores vistas de la provincia. Numancia, la ciudad de Soria, el Valle del Tera, Sierra Carcaña, Cebollera y hasta el Moncayo te esperan en el alto.

Bajando el cerro entro de lleno en rápidas pistas de tierra y realizo pequeñas paradas en pueblos cuyo nombre desvela el origen de sus primeros habitantes, cuando a comienzos del siglo XI la zona fue repoblada por el rey de Navarra García Sánchez. Sepúlveda de la Sierra, Cubo de la Sierra, Segoviela, Arévalo, Torrearévalo…. Paseo por cada uno de los pueblos buscando sus antiguas iglesias muchas de ellas con algún resto románico y me cruzo únicamente con un total de dos personas.

Sepúlveda de la Sierra
Cubo de la Sierra
Segoviela
Arévalo de la Sierra
Torrearévalo

En este trayecto abundan los castros, fechados entre los siglos VI a IV a.C., algunos fáciles de identificar en los diferentes promontorios. Se trata de los primeros asentamientos fijos de la provincia y son muy interesantes de visitar siempre que dejes volar la imaginación.

Atravieso por su ladera sur la Sierra del Alba y la de Montes Claros hasta llegar a Ventosa de la Sierra y Estepa de San Juan, donde tomo una curiosa pista que me lleva al Puerto de Oncala, línea fronteriza entre la España vacía y la España más vacía aún. Bienvenido a Tierras Altas de Soria, tierra de trashumantes, tierra de gentes recias y austeras, la tierra de mis antepasados.

En el alto de Oncala, como siempre, hace frío y mucho viento. Es el momento de parar y prepararme un buen bocadillo de pan y lomo soriano. El sitio de parada lo escojo con precisión y durante mi austera comida disfruto de un paisaje realmente espectacular presidido de nuevo por el Moncayo y un gran valle hasta la propia ciudad de Soria e incluso más allá. Utilizo el Land Rover como cortavientos.

Altos de Oncala
Moncayo

Continúo mi recorrido por el alto de Oncala y en una encrucijada de caminos freno en seco para hacer algo que hasta ahora no había hecho jamás: con las manos temblorosas por la novedad, cojo el móvil y pongo en funcionamiento una aplicación GPS que me descargué hace unos días y a propuesta de uno de los seguidores de este blog y que ha realizado alguna de las rutas por mi presentadas. Se abre ante mí un mundo nuevo, un mapa con todo tipo de detalles y me doy cuenta de que no estoy muy lejos del pueblo de Valtajeros, al cual me dirijo inmediatamente para visitar una de las mejores iglesias fortificadas de la provincia de Soria.

Iglesia fortificada de Valtajeros. Siglo XII
Valtajeros. Detalle elementos defensivos

Aún con cargo de conciencia por la utilización de la técnica más moderna de orientación, vuelvo al punto de origen y consulto de nuevo mi nueva aplicación. Prácticamente no me queda batería, por lo que soy consciente de que se acabó el GPS por hoy. Tomo nota mental de la ruta a seguir en mi camino de vuelta. Llego directo al Santuario de la Virgen del Almuerzo.  Impresionante, en mitad de la nada. El silencio es absoluto y la sensación de soledad aún más. El sitio da bastante respeto.

Ya en Narros accedo a carretera asfaltada hacia Soria donde finalizo esta solitaria ruta en la Ermita del Mirón donde hay una espectacular panorámica de toda la ciudad. Ya está anocheciendo, es momento de irse a casa.

Soria, 25 de septiembre de 2021.

Ermita Virgen del Almuerzo
Iglesia Narros

Narros

XI RUTA SORIANA. 15-17 OCTUBRE 2021

Llevábamos dos años y medio sin reunirnos y por fin este mes de octubre de 2021 hemos podido celebrar la XI Ruta Soriana. Para quien no conozca este importante evento, se trata de una reunión de amigos de lo más variopinto y con una afición común: Disfrutar de la naturaleza con nuestros Land Rover y nuestras familias.

Anunciada la convocatoria del evento, a los pocos días, todos los invitados, todos, confirman su asistencia. Un año más, la respuesta es unánime, se marca la fecha en las agendas y comienza la cuenta atrás.

La organización logística del evento es relativamente sencilla pues ya desde el año 2006 nos alojamos en nuestro Hostal Lázaro, situado a las afueras de la ciudad de Soria, donde tenemos buen aparcamiento para nuestros Land Rover, somos atendidos con amabilidad y disponemos de espacio suficiente para celebrar desayunos y cenas multitudinarias sin prisa alguna. Lázaro, propietario del negocio, conoce nuestros gustos y necesidades, por lo que existe un clima de confianza que hace que, año tras año, nos encontremos como en nuestra propia casa.

La segunda parte de la organización consiste en la preparación de la Ruta que, en una provincia como Soria, no es muy complicado pero hay que ofrecer variedad e incluso alguna novedad siempre que sea posible. Siempre doy mucha importancia a la experiencia 4×4 en estos encuentros y, además, en los últimos años, he añadido algo de “culturilla” visitando lugares casi siempre desconocidos y fuera de las guías turísticas tradicionales.

Este año, la ruta tiene una fuerte dosis de paisajes espectaculares con parada en algún pueblo para pasear por sus calles y disfrutar de joyas medievales perfectamente conservadas hoy en día.

Valle del Tera

Ya el viernes noche la mayor parte de los Hombres Libres se encuentran en el Hostal, donde entre cervezas, vinos y una buena cena nos ponemos al día de nuestras vidas de los últimos años. Da la impresión de que nos hubiéramos visto ayer mismo, el fuerte vínculo que nos une no ha sufrido desgaste alguno. La conversación se alarga hasta las dos de la mañana…

En la mañana del sábado se incorporan los últimos integrantes de la aventura y sobre las 11 horas nos ponemos por fin en marcha los seis vehículos todo terreno con un total de quince personas.

Iniciamos la ruta por pistas en buen estado, muy rápidas y polvorientas, llegando por fin, tras algún despiste de orientación del que suscribe, al alto del Cerro de San Juan (altitud 1.359 metros) donde la vista es espectacular. Urbión, Cebollera, Valle del Tera, Sierra del Alba, Tierras Altas, Soria, el Moncayo… El día es claro y la panorámica de 360 grados es simplemente grandiosa.

Cerro de San Juan

Comenzamos el descenso del Cerro y comienza por mi parte la improvisación realizando una acertada parada en la Casa Fuerte de San Gregorio (siglo XV) para deleite de todos y cada una de las personas que me acompañan. La magia y la belleza de este lugar cala hondo y conmueve a uno de los miembros de nuestro grupo el cual comenta con total naturalidad y en voz alta que es lugar ideal para casarse con su novia de toda la vida y la cual también se encuentra presente. Si bien la guapa novia sorteó con la maestría que le caracteriza la situación, el resto comenzamos a vitorearlos y animarlos, incluso informando de los precios de alquiler y menús que cualquiera puede consultar en internet. Esperemos que más bien pronto que tarde, podamos los Hombres Libres ser testigos de la formalización de una sólida relación que dura ya 25 años, ni más ni menos.

San Gregorio
San Gregorio

En uno de los laterales de la Casa Fuerte hay una escultura de un curioso elefante, estilo indio, estilo futurista, no se sabe muy bien, pero que dio mucho juego con los intentos de escalada de los más audaces, lo cual consiguieron no sin gran esfuerzo. Por investigaciones posteriores de uno de los integrantes del grupo que se subió a los lomos de esta curiosa escultura, hemos podido saber que se trata de la obra de un artista vasco ya fallecido, Pablo Gerardo López García, la cual fue encargada y no pagada por los constructores de un embalse en el País Vasco. Al no cobrar un céntimo su autor, la escultura fue retirada del embalse en el año 1996. La obra se titula “El elefante de Siete Trompas, representando las siete trompas a las siete tomas de agua que parten del embalse vasco. Cómo acabó la escultura en Soria, lo desconozco, pero seguro que es una interesante historia.

La fecha de construcción de esta Casa Fuerte (siglo XV) llama la atención de un integrante del grupo de nacionalidad chilena, pues esta Casa ya estaba construida y habitada cuando se descubrió su tierra, el Nuevo Mundo. Así es amigo, esto es España, esto es Soria.

Nos internamos ya en zona repoblada en el siglo XI por gente traída de Segovia tal y como puede deducirse claramente de los nombres de los pueblos del lugar: Cuéllar, Segoviela, Arévalo de la Sierra, Torrearévalo, etc… realizando parada a comer en las cercanías de Ventosa de la Sierra, en un amplio campo segado, con una vista espectacular y a los pies del castro de El Castillejo que data del siglo V antes de Cristo.

El tiempo acompaña, no hace frio ni viento, por lo que podemos disfrutar del momento con absoluta tranquilidad. Nuestras comidas campestres son dignas de cualquier convención gastronómica nacional: embutidos, quesos y encurtidos de diversas regiones españolas, tortillas de patata caseras, empanadas, y otra gran variedad de delicias varias. Todo regado con excelentes vinos españoles y chilenos, acabando con postres a base de tarta de Santiago y los siempre presentes Nevaditos que hacen revivir a más de uno su más tierna e inocente infancia. Durante el café, recibimos una didáctica explicación sobre la actual erupción del volcán de La Palma de la mano de nuestro geólogo particular y el cual nos instruye en esta matera desde hace años en todos nuestros viajes.

Ventosa de la Sierra

Iniciamos el ascenso al Alto de Oncala (1.496 metros de altitud), donde el tiempo da un cambio radical y las paradas a disfrutar del paisaje nos recuerdan que aquí siempre hace frío. Es posible que, entre otros de mayor importancia, este sea uno de los motivos de encontrarnos en la zona más despoblada de Europa con una densidad de población de menos de dos habitantes por kilómetro cuadrado.

Alto de Oncala
Alto de Oncala

Realizamos una larga parada en el pueblo de Valtajeros donde existe una de las mejores iglesias fortificadas de la provincia. Esta iglesia-castillo fue construida en el siglo XII y reconvertida en fortaleza sobre el siglo XIV, siendo utilizada tanto para satisfacer las necesidades espirituales de los fieles, como de refugio y defensa frente a los ataques del reino de Navarra. El pueblo está muy bien cuidado y una amable señora sale a nuestro encuentro al oír el barullo que generamos. Como buena española, la buena mujer nos cuenta que en invierno apenas quedan una docena de personas en el pueblo y que el año pasado se instaló una familia de Madrid con dos niños pequeños. El padre de esta familia está prejubilado y ella es enfermera en San Pedro, localidad cercana y cabeza de comarca donde los niños van a la escuela.

Valtajeros. Iglesia fortificada

Estos comentarios dan lugar a amplios debates internos entre nosotros, ¿seríamos alguno capaz de venir a vivir a este remoto y aislado lugar? Cual fue la sorpresa cuando empezó a fraguar la idea de instalarnos todos aquí tras comprobar que, entre nosotros, muchos de los servicios básicos los teníamos cubiertos como son la sanidad, la construcción, la mecánica, tareas administrativas, servicios legales y necesidades audiovisuales. Incluso contamos con nuestro cupo de extranjeros. La idea nos gustó a todos y sobre todo al que suscribe cuando fui elegido alcalde de la localidad por unanimidad de los presentes. El debate no hizo más que empezar y hemos tomado la decisión para, en el próximo Encuentro, traer propuestas serias y meditadas para llevar a cabo nuestra acción de habitar este maravilloso lugar. Para nuestra financiación, toma forma la idea de instalar una fábrica de cerveza elaborada con la cebada cultivada en este mismo lugar. Entre nosotros, no solo hay empresarios y expertos en ventas al por mayor, sino también unos muy cualificados catadores de tan preciado líquido. El negocio está asegurado. Surgieron también otras ideas de financiación las cuales prefiero no mencionar por salirse de lo convencional.  De momento hay que empadronarse para salir elegido alcalde por mayoría democrática. Seguro que esto da para mucho, sobre todo para pasarlo bien.

Valtajeros. Iglesia fortificada
Valtajeros

Iniciamos vuelta por caminos en los que hay puntos negros de orientación, por lo que simplemente hay que dejarse llevar y guiarse por el espíritu Amazigh. A pesar de tener hoy mi sentido de la orientación como el de una paloma herida, logro llevar al grupo por caminos hasta el pueblo de Los Villares donde hacemos parada e iniciamos los 18 km de asfalto que nos separan de nuestra guarida, nuestro querido Hostal Lázaro, donde tomamos unas cervezas comentando las anécdotas del día, cenamos en familia y sobre las 1 de la mañana ponemos punto final a este intenso día. En la cena, entre carcajada y carcajada, se habla intensamente de nuestro proyecto de instalarnos en el pueblo. Resulta que somos hasta creativos, es increíble.

Los Villares
Los Villares

Amanece con ligera llovizna el domingo, suficiente para eliminar el polvo de los caminos. Desayunamos todos juntos y nos dirigimos a un monte donde recogemos níscalos que repartimos generosamente entre todos nosotros. Almuerzo con las sobras y pan del día anterior y volvemos a nuestras casas donde ya algunos no tardan en preparar un buen guiso o revuelto con los níscalos recién cosechados. Pero eso, amigos, ya es otra historia.

Un fuerte abrazo para todos los Amazigh que han disfrutado de este intenso fin de semana, a los cuales simplemente nombro pues a cada uno de ellos podría dedicarle una larga crónica dado los numerosos viajes, experiencias y aventuras compartidas: Javier y Carmen; Víctor y Alicia; Angel; Mario; Ricardo; Alfredo y Alicia; Rafa y Lorena; Alfredo, Celia, María y Marina, la juventud Amazigh que disfrutan como los que más y que algún día, espero, recojan el testigo a los mandos de un potente Land Rover.

Por favor, estén atentos a la próxima convocatoria la cual se realizará como debe ser, con el buen tiempo, sobre el mes de febrero del año 2022. Y seguro que dará para otra historia.

Un día cualquiera en Marruecos

Octubre, 14 horas, 46,5 grados centígrados.

En un punto remoto del desierto de Marruecos, entre el Lago Iriki y el pueblo de Merzouga, se desplazan a toda velocidad por pistas muy rápidas, llanas y arenosas 11 vehículos Land Rover con 17 ocupantes a bordo.

Tras haber cruzado las montañas del Atlas por reviradas y vertiginosas pistas de tierra y con altitudes de hasta 2.500 metros, es nuestro cuarto día de travesía por el desierto. Estamos durmiendo bajo las estrellas y llevamos agua y comida para intentar ser lo más autónomos posible. No obstante, sí debemos acercarnos a zonas pobladas para recargar los depósitos de gasoil de nuestras máquinas donde aprovechamos para comprar pan recién hecho y fruta fresca. Por cierto, la excelencia de estos productos contrasta con la pésima calidad del gasoil marroquí.

Está siendo un día duro. Nos hemos puesto en marcha al amanecer para recorrer los aproximadamente 350 kilómetros que separan el Lago Iriki y el mar de dunas de Merzouga. En los días anteriores las distancias recorridas por el desierto han sido muy similares y con jornadas de más de doce horas de conducción fuera de asfalto.

Cruzando el lago Iriki

Hoy hemos sufrido un despiste de orientación y según los GPS nos hemos introducido en Argelia unos kilómetros. Cuando nos damos cuenta, iniciamos la vuelta y uno de los Land Rover sufre un pinchazo que provoca de forma irremediable que se prolongue nuestra estancia en este país al cual hemos entrado sin autorización y por medio de la nada. Tensa espera mientras se cambia la rueda y volvemos a Marruecos donde es habitual en esta zona de frontera ver puestos de militares y patrullas con vehículos perfectamente equipados para la guerra. Imagino que el país vecino corresponderá en los mismos términos, de ahí mi “intranquilidad” de haber sido un “sin papeles” durante kilómetros.

Volvamos a este punto remoto del desierto donde el calor es sofocante y hay una calima de un color blanco espeso que pone los pelos de punta. Curiosamente, el suelo tiene el mismo color, posiblemente debido a su alta salinidad, algún otro mineral o que se trata de algún efecto óptico o espejismo. La realidad es que yo no había visto nada semejante y la situación a primera vista parece bastante hostil. Observamos en la lejanía y en la dirección hacia la que nos dirigimos, un enorme camión con remolque, atascado en un profundo río de arena y a sus dos ocupantes deambulando por los alrededores pues poco podían hacer.

En el desierto, como en el mar, existe esa ley no escrita de auxiliar al que se encuentre en apuros y no dudamos en parar por si podemos echar una mano. El remolque del camión se había desenganchado de la cabina, por lo que a los pocos segundos los diecisiete ocupantes de nuestra expedición nos vemos involucrados en la difícil tarea de enganchar primero el remolque para posteriormente tirar de la cabina y liberar el camión completo y de una sola vez.

La labor de enganchar el remolque es más complicada de lo previsto inicialmente, pero conseguimos hacerlo tras montar un dispositivo perfectamente ideado y en el que fue fundamental la intervención de varios de nuestros land rover situados y enganchados estratégicamente en varios puntos del lateral del remolque. Sin duda, la fuerza bruta animal también fue determinante para el éxito de la misión.

Mientras tanto, se unen a nuestro equipo de rescate los ocupantes de un par de furgonetas marroquíes que pasan por los alrededores. En este desierto sorprende ver a los locales desplazarse por estos inhóspitos territorios aparentemente lejos de cualquier sitio civilizado y en cualquier tipo de vehículo, nada que ver con los nuestros. Es admirable.

Enganchado el remolque, aliviamos de arena las ruedas del camión en la medida de lo posible y enganchamos a la cabina dos potentes Land Rover Defender. Ya es cuestión de coordinación entre las dos bestias tractoras, reductora, sacar a relucir los cientos de caballos que hay bajo el capó y tirar, tirar fuerte, más fuerte aún, ¡que el Land Rover puede!

Y por supuesto que pudimos. Fue impresionante la sensación de fuerza y poder que me transmitió el Defender en esos momentos. Las ruedas de taco se agarraban con fuerza a la arena y mis 160CV recién estrenados hicieron muy bien su papel.

Así, tras varias horas de duro trabajo y tras perder posiblemente varios kilos por la tremenda sudada, el camión fue liberado. Intercambiamos abrazos fraternales con nuestros nuevos amigos y proseguimos nuestro viaje hasta Merzouga donde, hoy sí, cenaremos comida recién hecha, nos daremos una buena ducha con cambio de ropa incluido que ya hace falta y dormiremos en una cama con el objetivo de reponer fuerzas para el resto de los días que nos quedan de vagar por este desierto. Pero eso ya, querido lector, es otra historia.

La última en solitario.

Sábado, 30 de noviembre de 2019, uno de los otoños más lluviosos y fríos de los últimos años. Hacía mucho que el tiempo no acompañaba para una buena y solitaria ruta por la provincia de Soria explorando nuevos territorios.

Tengo idea de visitar un torreón islámico que tengo localizado en el pueblo de Chaorna, en la zona sur de Soria, en Tierras de Medinaceli. Se trata de una zona para mi desconocida y voy con muchas ganas pues no ha parado de llover desde hace días. Llego a Maranchón (Guadalajara) donde tomo carretera (GU 406) en dirección norte para adentrarme en tierras sorianas.

La carretera transcurre por una zona espectacular y me interno poco a poco en el mayor bosque de sabinas de Europa situado en la Sierra de Solorio. Paso de largo por pueblos como Codes e Iruecha, haciendo la más firme promesa para, en un futuro, explorar detenidamente toda esta zona.

Hago parada en el pueblo Soriano de Judes donde me doy un paseo por sus calles principales sin que note la más mínima presencia humana. En la Plaza Mayor me entretengo admirando la iglesia y una casa cuya arquitectura me llama la atención. Hace frio y llueve intermitentemente.

Judes
Judes

Pongo rumbo hacia mi destino principal, pero al poco de salir de Judes veo un embarrado camino de arcilla que se interna en el bosque de sabinas. No me lo pienso dos veces y me adentro de lleno en ese inesperado camino para, después de muchos kilómetros, mucha lluvia, mucho barro y varias cruzadas con salidas del camino incluida (todo es llano), llegar al pueblo de Arcos de Jalón sin excesivos contratiempos. Visito el casco antiguo y en la Plaza Mayor disfruto del exterior de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (siglo XVI -XVIII) en cuya fachada hay una más que decorada placa con los oriundos del pueblo caídos en la Guerra Civil. Hay unos cuantos… Arcos de Jalón no quiere olvidar a sus vecinos.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Arcos de Jalón

Cuando España estaba dominada por los musulmanes, Arcos de Jalón era una ciudad muy poblada y próspera que albergaba un importante enclave militar que, junto con Medinaceli, Somaén y Montuega, controlaba el valle del río Jalón, vía de comunicación entre la Meseta y el Valle del Ebro. Esta localidad, incluso una vez reconquistada, mantuvo un altísimo porcentaje de población musulmana hasta comienzos del siglo XVI. Por hacernos una idea, hay una crónica en la que los únicos cristianos del pueblo, el cura y el alcalde, enviaron un documento a su Obispado en el que comunicaban la ausencia total de parroquianos en cualquier acto religioso.

En un acto de responsabilidad, compro agua, pan y embutido en un super rural de los auténticos y me dirijo al cerro donde se ubica el Castillo cuyos restos actuales, edificados sobre una fortificación árabe anterior, datan del siglo XIV.

Del Castillo se mantiene la Torre del Homenaje y algún tramo de la muralla original. Desde el alto, si retrocedes mil años, sorprende el amplio territorio que se domina y a fecha actual puedes disfrutar de la visión del Arcos de Jalón moderno y antiguo separados por las ruinas en las que me encuentro.

Arcos de Jalón
Arcos de Jalón. Barrio antiguo
Arcos de Jalón

Por asfalto me dirijo finalmente hacia mi destino inicial, Chaorna, a unos 13 km. La carretera atraviesa un paraje espectacular y en ocasiones me recuerda a las dehesas extremeñas. Voy con mucha calma, sin prisa alguna, disfrutando de la soledad y el paisaje.

Tras una curva, aparece la primera visión del pueblo de Chaorna, entre desfiladeros, mimetizado con el paisaje y presidido en su punto más alto por el torreón árabe que busco. Me impresiona mucho. Creo estar llegando a una de las zonas más bonitas y desconocidas de la provincia de Soria.

Paro en la entrada del pueblo donde hay un ensanchamiento en la carretera con zona de juegos infantiles donde devoro un par de bocadillos. Justo enfrente, a unos 50 metros de donde me encuentro, se abre una puerta y sale una señora que se queda un buen rato mirándome con curiosidad. No hay más atisbo de vida. Hace mucho frio, el viento es infernal y la señora cuando se cansa de cotillear cierra la puerta y vuelve al calor de su hogar. Nunca más tuve noticias de ella. Ni de ella ni de nadie más.

Chaorna
Chaorna

Recorro a pie todos y cada uno de los rincones del pueblo. Se trata de un lugar espectacular, muy recomendable. Subo por una empinada, estrecha y resbaladiza cuesta hasta la iglesia y desde ahí al torreón. En el alto disfruto un buen rato del paisaje y de la absoluta soledad del lugar. Dejo volar unos minutos la imaginación con la visión que tendrían los soldados bereberes allí asentados y posteriormente sus repobladores vascos.

El torreón ha sido restaurado y merece la pena su visita aunque no sea posible acceder al interior. Data del siglo XI, tiene una altura de doce metros y los muros son de un metro de grosor.

Chaorna. Torreón árabe
Chaorna

 Comienzo la bajada por el mismo estrecho y resbaladizo callejón. En cuestión de una milésima de segundo y sin esperármelo, me veo estrellado en el suelo y con un fuerte golpe en la muñeca y la cadera. Maldigo mi suerte y agradezco no haberme roto nada. Me levanto sucio, mojado y dolorido. No hay nadie, me siento muy solo, vaya golpe me he dado. Sigo mi peligrosa bajada cojeando y con muchísima prudencia, no quiero verme en situación delicada y embarazosa. Hace ya muchos años, como medida de seguridad ante imprevistos que puedan ocurrirme fuera del vehículo, tomo la precaución de llevar el móvil en el bolsillo aunque sea para desplazarme unos pocos metros. Lo que no tengo en cuenta es que en esta zona de la España deshabitada no siempre hay cobertura. Pero bueno, dicen que para emergencias siempre hay cobertura, no lo tengo del todo claro.

 A los pocos minutos ya se ha calentado el cuerpo y deja de dolerme. Sigo andando por todo el pueblo y en otro extremo hay una curiosa chimenea de ladrillo rojo, junto a una fuente y una casa que debió ser en tiempos una fragua. Repito, creo que he descubierto uno de los pueblos más bonitos de la provincia. Sencillamente espectacular.

Chaorna
Chaorna

Chaorna

Vuelvo por la carretera por la que he venido en dirección Arcos de Jalón. A los pocos kilómetros veo un camino de tierra en buen estado con un cartel que indica “Arcos de Jalón”. Por supuesto opto por este camino. El firme es muy bueno, de grava blanca muy asentada y húmeda, por lo que impongo un ritmo fuerte donde disfruto de los 160 CV del motor japonés del Nissan. En estos terrenos, la verdad que este coche tiene un comportamiento excelente y es realmente divertido. Por las señalizaciones del camino, debe ser utilizado para el mantenimiento de un oleoducto que está soterrado al margen y de los túneles de la línea férrea del AVE. Cruzo por debajo de la vía del tren y el camino va empeorando poco a poco, si bien aún es muy accesible a pesar de los enormes charcos de agua y zonas embarradas.

Paso por el despoblado de Avenales y mantengo rumbo oeste, hacia Medinaceli, mi único punto de referencia conocido en todo este territorio. Me oriento con una simple brújula direccional situada en el salpicadero del coche por lo que realmente no sé exactamente en qué punto me encuentro y es divertido ir alternando los caminos buscando la dirección correcta.

En Velilla de Medinaceli me cruzo con tres seres humanos a los que pregunto si voy bien encaminado hacia la Ciudad del Cielo. Parece que sí y siguiendo sus indicaciones, vuelvo de nuevo a la soledad de los caminos. El día está muy gris, son las cuatro de la tarde y parece que anochece antes. Cae una lluvia intensa y muy fina.

A lo lejos, en una loma se dibuja la figura de una iglesia. La estampa es misteriosa, el cielo está plomizo y no hay signos de vida humana. Me voy acercando poco a poco y tomo el desvío que me lleva a este pueblo. El camino de acceso está en fuerte pendiente y con mucho barro, atravieso una primera línea de casas y aparezco de repente en una enorme plaza rectangular sin asfaltar, en cuesta y con la iglesia presidiendo desde la parte más alta. Se trata de un despoblado. Las casas, aún en pie, no están en muy mal estado. Hay grafitis en las paredes, muchos de ellos groseros. Me invade una sensación de congoja, el silencio es total, hace mucho viento y se oye el golpear de una chapa contra algún muro. Se me eriza la piel al bajarme del coche. Me siento observado.

La Lomeda
La Lomeda

Me quedo un buen rato cerca del coche, con las puertas abiertas, al acecho y atento a cualquier ruido o movimiento. No parece que haya nadie pero el lugar me inquieta. En el alto, presidiendo la plaza, está la iglesia con la puerta entreabierta. Un escalofrío recorre mi espalda. Con decisión y no siendo habitual en mí, no nos engañemos, me dirijo a la iglesia. A medida que me acerco, observo una ventana en el segundo piso y me imagino al chiflado de turno observándome. Me acojono yo solo. Sobreponiéndome a todo, traspaso el umbral de la iglesia. Los pelos se me ponen como escarpias pues la iglesia contiene aún bastante mobiliario pero todo está muy desordenado. Un banco, un confesionario, unas telas que cubren algo de la pared que no investigo qué es, el retablo desmontado en un lado…. El silencio es absoluto y noto mis músculos agarrotados. El miedo es libre. Al fondo hay otra puerta abierta pero no soy capaz de atravesarla, ni siquiera de acercarme a ella. Imponiéndome a mis miedos, desconozco si justificados o no, fotografío el interior de la iglesia y me voy cuanto antes. Me noto observado….

Llego al coche, arranco y me voy de este lugar con una rara sensación. El día incluso parece aún más gris.

La Lomeda. Interior de la iglesia
La Lomeda. Plaza

Este misterioso lugar es el pueblo llamado Lomeda. Es propiedad de la nobleza y en tiempos era una granja en la que vivían únicamente nueve familias. De los hijos que tuvieran estas familias, únicamente podía quedarse en el pueblo el más joven, el resto debían de abandonarlo de forma obligatoria por falta de alojamiento y medio de vida. Las familias recibían tierra y ganado para ganarse la vida, debiendo pagar una renta anual a los propietarios. Quedó deshabitado en los años sesenta del pasado siglo XX.

Sigo por caminos y la cosa empeora. El camino ya no es bueno, de tractor, con mucha agua y arcilloso. Caigo en las roderas de los tractores y voy golpeando con los bajos el centro del camino. ¡Maldita altura del Nissan! Voy totalmente tenso, el coche se va de un lado a otro, las ruedas con la arcilla pegada no agarran y el camino empeora. Son más de las 17 horas, no queda mucha luz, en algún tramo el coche se hunde en exceso y hago relucir de nuevo los 160 CV del nipón. El barro que arrancan las ruedas cae como lluvia sobre el techo, el capó y el parabrisas, perdiendo en ocasiones la visibilidad pues los limpias no dan más de sí. Vaya en la que me he metido de repente y no es momento para ello. Huele a atasco insalvable en soledad y a aventura nocturna en mitad de la nada. Me concentro al máximo. En ocasiones, viendo cómo se  cruza el coche en el camino, creo que puedo llegar a caer por un pequeño terraplén del lateral. Valoro un posible vuelco y me agarro al volante con fuerza.

De repente y sin esperarlo, a un lado veo una pequeña explanada para poder dar la vuelta y no me lo pienso dos veces. Cambio de sentido pero soy consciente de que aún no estoy libre de la posibilidad de pasar una de las peores tardes del año pues queda deshacer este impracticable camino. De nuevo la arcilla, el agua, el arrastrar y golpear los bajos al caer inevitablemente en las roderas. Supero el peor tramo de subida absolutamente embarrado donde el coche se cruza perpendicular al camino varios metros. Conservo la calma y logro encauzarlo con total delicadeza. La tensión es total.

Por fin llego a un cruce de caminos donde veo uno con buen firme y en dirección hacia Medinaceli. Tomo esta pista, está en buen estado y pronto llego a una carretera que a los pocos kilómetros me lleva directo a Salinas de Medinaceli donde paro en sus salinas para relajarme y coger unos trozos de sal como recuerdo de esta aventura. Aún me quedan unos 80 km de carretera hasta mi refugio donde llego ya de noche cerrada. La casa está helada, llueve a mares y paso la noche en la soledad más absoluta, orgulloso de poder dormir en una cama y no estar atascado en algún punto remoto y hasta las cejas de barro. Una vez en la cama, mi cuerpo recuerda el resbalón sufrido en ese callejón olvidado. Lo que no podía imaginarme era que había disfrutado de mi última aventura en solitario antes de que un bicho invisible y asesino y con parecido nombre de infantil y ridículo monigote olímpico, cambiara nuestras vidas para siempre. Pero eso, querido amigo, ya es otra historia.

Salinas de Medinaceli