Por camino de tierra nos desplazamos hacia Caltojar (no hay carretera asfaltada, pero es muy accesible), dejando para otro día la visita a las atalayas que vigilan la zona. En Caltojar aparcamos en la plaza del pueblo, a los pies de la impresionante iglesia románica de San Miguel Arcángel (primer tercio del s. XIII). Esta iglesia es uno de los mejores exponentes del románico Soriano y con otra de las mejores portadas de la provincia sin duda alguna. Parece que sale el sol y disfrutamos de un sabroso bocadillo de jamón en un asiento de piedra que forma parte del lateral de la soberbia portada de al menos 800 años. Se ve alguna casa ocupada pero no hay signo de vida en el exterior hasta que aparece un anciano vecino y nos pregunta si queremos ver el interior de la iglesia.

Por supuesto, queremos ver la iglesia, faltaría más. No entraré en detalles, pero el interior es espectacular. Llama la atención el púlpito de una sola pieza de alabastro pulido, así como la pila bautismal y la de agua bendita ambas románicas. Nuestro guía, Lucio, de 83 años, nos cuenta diferentes curiosidades del lugar y habla orgulloso en repetidas ocasiones del joven párroco soriano de 52 años encargado de la iglesia. Lucio, se centra en los retablos, las marcas de los canteros, el altar, los ojos de buey por los que entra luz natural, etc… Todo contado de manera muy natural y resumida, valiéndose de su bastón para señalar lo que él considera más importante.
Finalizada la visita, invitamos a Lucio a un café en el bar del pueblo, donde al poco rato aparece el tan laureado párroco, pudiendo comprobar por nosotros mismos su alegría y simpatía. Casualmente era el 27 aniversario de su ordenación. Mientras tomamos café con los lugareños, hablamos de la despoblación del lugar, la belleza de la iglesia, de las hijas de Lucio, del párroco una vez más y un largo etcétera.




Aún sorprendidos por la amabilidad de los habitantes de Caltojar, ponemos rumbo a Velamazán, ya por pistas de tierra y atravesando la Sierra de Bordecorex. Estas pistas de tierra dan servicio a un parque eólico, por lo que tienen buen firme y su estado hoy es perfecto, pues hace unos días llovió mucho por la zona y está muy compacto. Además, la visibilidad es excelente, lo que permite alcanzar en determinados tramos los 70-80 km por hora sin problema alguno. Mi copilota ni se inmuta, lo cual siempre es de agradecer y puedo concentrarme en la conducción. Experiencia en estos lances tiene, pues aparte de numerosas rutas como las de hoy, disfrutamos hace unos años de un viaje a Marruecos donde el ritmo que llevamos durante diez días fue infernal y donde recibió su bautismo de fuego en lo que se refiere ir a toda leche por pistas. Creo que se me entiende. Con esa “toda leche”, querido lector, que no vengan a tu mente imágenes de los rallyes que tanto hoy televisan con el nuevo año. No tiene nada que ver. Pero vamos a toda leche. A nuestro estilo. La tracción 4×4 del japonés es muy estable y fiable.
Me desplazo con rapidez y en las desviaciones, que hay unas cuantas, me dejo guiar por mi instinto si bien no controlo mucho la zona. En el camino de bajada de esta sierra nos cruzamos en cuestión de pocos minutos con más de 20 corzos, lo que hace extremar la precaución pues temo un posible atropello. Parece una plaga, nunca había visto tanto corzo cruzando los caminos o pastando en los alrededores. Exagerado.
Nos dirigimos a un pueblo que se ve en la lejanía, pero no es Velamazán, es Barca. Tampoco pasa nada por esta pequeña desviación pues también nos habíamos marcado este pueblo como objetivo pues tiene una espléndida iglesia. Si bien no he llegado al destino previsto, me doy por satisfecho haber llegado a Barca sin mapa, GPS ni artilugio alguno. Hoy mi sentido de la orientación está en plena forma.

Aparcamos en la plaza del pueblo presidida por un gran Rollo de justicia medieval y a los pocos segundos se abre la puerta de una casa y sale un hombre a ver quiénes somos. Nos saludamos rápido y vuelve al calor de su hogar. Paseamos por la zona de la iglesia dedicada a Santa Cristina y que también posee uno de los mejores pórticos románicos de la provincia. Todo el pueblo se ve muy cuidado y arreglado. De vuelta al coche, el mismo hombre que nos vio llegar sale a nuestro encuentro. No tiene cara de muchos amigos, pero se dirige a nosotros con mucha amabilidad y preguntando si nos ha gustado el pueblo.
Ante nuestro entusiasmo por la iglesia y su entorno, entablamos conversación. Tiene casi 60 años y es oriundo de Barca. Al decirle que venimos por caminos desde Caltojar nos pregunta si hemos visto corzos y ante nuestra respuesta, nos confirma que son una plaga a pesar de todas las batidas de caza que se hacen por la zona. Este buen hombre nos facilita más información del lugar: En el pueblo hay censadas 100 personas, pero en invierno viven de forma permanente unas 50. Realmente es el pueblo más poblado de los que hemos visitado hoy. Y lo más sorprendente, en los años 90 fue cuando se restauró la iglesia y se descubrió el impresionante pórtico románico pues los vanos de los arcos estaban tapiados.


Pórtico Iglesia Barca


Pasa una pareja mayor por la plaza y nuestro nuevo amigo les pregunta si se dirigen a la iglesia. La respuesta es positiva y nos invitan a unirnos a ellos para poder acceder al interior. La verdad que la suerte nos sonríe este día. Posiblemente sea la presencia de mi mujer la que abre las puertas. En mis rutas solitarias pocos interiores he visto. Esto me da que pensar, no puedo evitarlo. Y eso que intento ser amable con las escasas personas con las que me cruzo en mis solitarias aventuras. Tendré que profundizar más en este aspecto. O no.
La iglesia está muy cuidada y deambulamos con total libertad por su interior. Para no ser unos plomos, no alargamos en exceso la visita, sólo lo justo.
Va anocheciendo por lo que ponemos rumbo a Soria capital ……. (Continuará)
Tienes que repetir con Lorena para disfrutad acompañado y nosotros tambien