El Papa Luna (Illueca, 1328 – Peñíscola 1423)

Con carácter general y en mi día a día, yo no creo en las casualidades. Si nos detenemos a pensar en lo que en un principio parece y hemos calificado como una casualidad, poco a poco, hilando situaciones, conversaciones, intenciones, acciones, omisiones y otros aspectos, es muy posible que podamos darnos cuenta de que, normalmente, lo acontecido no es una casualidad y que tiene una explicación lógica, intencional o no.

Pero siempre hay excepciones y creo que me enfrento a una de ellas. Todos hemos oído alguna vez hablar del Papa Luna, pero en mi caso nunca me había detenido a pensar sobre este personaje. Sí sabía que era un español que, en época medieval, llegó a ser Papa y que la Iglesia, a día de hoy, lo identifica como el anti Papa. Nada más.

He logrado sobrevivir hasta ahora con este prácticamente nulo conocimiento sobre el Papa Luna y sin que nada hubiera significado para mí, hasta que, en el último mes y medio, este personaje ha aparecido en mi vida de forma repentina y reiterada, lo cual me ha llamado mucho la atención y creo, espero, que se trata de una simple casualidad.

Illueca

La primera vez fue a finales del mes de julio visitando la ciudad de Aviñón, en el sur de Francia y donde nuestro amigo ejerció su papado durante casi diez años. La segunda, a mediados de agosto, visitando la localidad de llueca, provincia de Zaragoza, su lugar de nacimiento. Y la tercera ya en septiembre, sin duda fruto de la casualidad más auténtica, en forma de podcast que ponía fin a la quinta temporada de un programa de historia que emite radio Aragón y del cual soy fiel seguidor.

Para situarnos y antes de continuar con sesudas cuestiones existenciales y casuales con tintes eclesiásticos, me gustaría indicar que en toda la historia de la Iglesia ha habido otros tres Papas españoles. Dámaso I (366-388), Calixto III (1455-1458) y Alejandro VI (1492-1503). Tampoco lo sabía. Dejaremos el estudio de estas figuras para un futuro espero que no muy lejano, salvo que aparezcan en mi vida, por casualidad o no, de una forma tan repentina e intensa como lo ha hecho el Papa Luna.

Y como sigo sin creer en las casualidades, pero desconozco el motivo por el que el Papa Luna ha irrumpido en mi vida sin previo aviso y de forma tan intensa y en tan corto periodo de tiempo, aquí está su historia, por si ha sido su intención que deba dar a conocer su persona en este blog rebosante de amigos de los viajes y de historias y personajes medievales.

Palacio de los Luna. Illueca

Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor, nació en Illueca el día 25 de noviembre de 1328, en el castillo palacio de esta localidad el cual pertenecía a su familia materna. Su padre, Juan Martínez de Luna, era miembro de la gloriosa y poderosa familia noble de los Luna. De su madre, María Pérez de Gotor, también de importante y adinerada familia noble, podemos comentar como curiosidad, que, al revisar su genealogía de los cien años anteriores al nacimiento de su hijo, es descendiente del último gobernador musulmán de Mallorca, Abu Yahia. Hagamos un inciso para explicar este aspecto tan curioso, el cual da lugar a que un Papa de la Iglesia Católica tuviera en su ADN algo de sangre Almohade, en definitiva, sangre musulmana.

En el año 1229 Jaime I el Conquistador arrebata Mallorca a los musulmanes y captura al hijo del gobernador, el cual contaba en ese momento con trece años. Jaime I decidió adoptar a este niño que fue bautizado a los 18 años, siendo apadrinado por el propio rey de quien tomó el nombre. Jaime, ya como cristiano, se casó con Eva de Alagón y Luna y el rey le concede como dote, en el año 1250, el señorío de Gotor. A partir de este momento, al almohade se le conoce como Jaime de Gotor, naciendo así uno de los linajes más influyentes y poderosos de Aragón.

Gotor

Hereda el Señorío el hijo del almohade, Blasco de Gotor, el cual contrae matrimonio con una noble de la familia Alagón, Sancha de Alagón. A sus hijos, posiblemente para honrar la memoria del padre de ella, Miguel Pérez de Alagón, se les bautiza con el apellido Pérez de Gotor. Blasco incrementa el poderío de su linaje cuando recibe además el señorío de Illueca.

Un hijo de este matrimonio, Miguel Pérez de Gotor, hereda a su vez el Señorío y de su matrimonio con otra noble y rica heredera, María Sánchez de Zapata, tiene dos hijos, Ximen y María Pérez de Gotor. Ésta última, madre de nuestro protagonista, asume el señorío después del temprano fallecimiento de su hermano Ximen.

Tras estos breves comentarios para justificar la ascendencia musulmana del Papa Luna, sigamos con su persona. En cualquier caso, con ascendencia musulmana o sin ella, el Papa Luna nació en el seno de una de las familias más poderosas del reino de Aragón, emparentada con las mejores familias e incluso con la propia realeza. Al tratarse de un hijo segundón, era habitual que su destino fuera el religioso, por lo que inicia los estudios correspondientes en Calatayud, Zaragoza y Montpelier, doctorándose en derecho canónico e iniciando así una fructífera carrera en la que es nombrado Cardenal por el Papa Gregorio XI en el año 1375. No olvidemos su etapa de docente en la universidad de Montpelier entre los años 1360 y 1370, siendo descrito por un compañero historiador como “bajo de estatura y esbelto, un hombre de genio y muy sutil para descubrir cosas nuevas”

Es con ocasión de lo que venimos conociendo como el Cisma de Occidente, por lo que el Papa Luna es más que conocido, dado que fue uno de sus máximos protagonistas. Veamos cual es su historia.

Illueca
Illueca

En el siglo XIII, el papado se encontraba muy sometido al poder del reino francés, por lo que, en el año 1309, por orden del Papa Clemente V, se traslada la sede pontificia de Roma a Aviñón, donde el clero comienza un periodo caracterizado por el lujo y la opulencia. Es Gregorio XI quien regresa a Roma en el año 1377, ya acompañado de nuestro maño Cardenal Luna y con la intención de restablecer la sede pontifical en Roma. Sin embargo, se encuentra una ciudad violenta, caótica, en ruinas y con continuos levantamientos populares. Dadas las circunstancias, decide su regreso cuanto antes a Aviñón, pero antes de iniciar el viaje fallece en el año 1378.

Entre graves disturbios populares, se celebra en Roma el cónclave de Cardenales para elegir nuevo Papa, siendo designado Urbano VI, que, si bien no era Cardenal, su nombramiento parece que convence al pueblo que exigía con violencia que el designado fuera de origen italiano y en un intento de dejar atrás más de setenta años de Papas franceses en la sede de Aviñón. Urbano VI es contrario al lujo con el que vivían los miembros de la iglesia, por lo que los Cardenales, ante el temor de verse privados de la buena vida que venían disfrutando y alegando las presiones políticas y sociales recibidas para su nombramiento, deponen a Urbano y celebran nuevo cónclave designando a Clemente VII el cual, junto con el Cardenal Luna, se instala de nuevo en la sede de Aviñón. Urbano VI se niega a su destitución y sigue ejerciendo como Papa en Roma, dándose así la circunstancia de que en ese momento la Iglesia tiene dos Papas, uno en Roma y otro en Aviñón. Comienza el Cisma de Occidente.

Palacio Avigñón

Clemente VII fallece en Aviñón en el año 1394 y le sucede nuestro amigo Luna, adoptando el nombre de Benedicto XIII. El Papa Luna, manteniéndose en sus trece, entiende que su nombramiento es legítimo y no el de Urbano VI, pues este no había ostentado previamente el cargo de Cardenal. Dicen que la expresión “manteniéndose en sus trece” tiene aquí su origen.

En 1389 fallece Urbano VI y el cónclave romano nombra sucesor, manteniéndose así esta profunda división de la Iglesia.

Nuestro Papa Luna no es del agrado de los franceses, por lo que le retiran su apoyo económico, político y militar, para acabar incluso reconociendo como legítimo al Papa con sede en Roma. La sede pontificia de Aviñón es asediada por las tropas francesas en un intento de obligar a nuestro compatriota a abandonar la misma, lo cual consiguen en el año 1403. No obstante, Castilla, Aragón, Sicilia y Escocia siguen apoyando y reconociendo como pontífice al aragonés. Ya que nombramos a Escocia, hay que decir que por bula de nuestro Papa fue fundada la más que reconocida, incluso hoy en día, universidad escocesa de Sant Andrews.

Avigñón
Avigñón

Es en 1408 cuando el Papa Luna, que se mantiene en la legitimidad de su nombramiento, se refugia en Aragón donde, con ocasión del fallecimiento sin descendencia del rey Martín el Humano, idea un sistema de nombramiento de nuevo rey, entre varios candidatos, a base de compromisarios que representaban los territorios más relevantes de Aragón (Aragón, Valencia y Cataluña). Todo un visionario en esta forma de nombrar sucesor y de la que finalmente resultó elegido Fernando de Trastámara gracias sin duda alguna al apoyo recibido del propio Papa Luna. Este Fernando, una vez rey, olvida la ayuda recibida del Papa y acaba retirándole incluso su obediencia. De Martín el Humano hay que decir que falleció de un ataque de risa e indigestión. Dicen que en una copiosa comida le hizo tanta gracia lo que hacían los bufones que murió allí mismo descojonándose, entre risas y agónicos estertores.

En 1411, aún en su condición de Papa pues se mantiene en sus trece, Luna establece su residencia en la fortaleza de Peñíscola donde lejos de aislarse del mundo, continuó su enfrentamiento con la sede pontificia de Roma. En el Concilio de Constanza (1417) fue condenado como hereje y antipapa e incluso fue excomulgado. Sufrió varios intentos de envenenamiento, pero sobrevivió a todos ellos, falleciendo por causas naturales en el año 1423 a los 94 años.

Él siempre se consideró un Papa legítimo pues ocupó previamente el cargo de Cardenal y su nombramiento como pontífice fue anterior al Cisma. Como buen aragonés, siempre se mantuvo en sus trece.

A su fallecimiento, sus Cardenales eligieron sucesor, Clemente VIII, quien acabó renunciando al cargo a los pocos años y debido a las presiones recibidas de la corona aragonesa. Hay quien dice que esta línea de Papas, de anti Papas, ha continuado incluso hasta hoy en día. Pero eso, amigos, ya es otra historia.

Camino a Los Monegros. Agosto 2024. (Segunda Parte)

Día 2

A las 7,30 de la mañana la cafetería de nuestro hotel se encuentra a rebosar de gente y con un volumen de ruido sorprendente. Se trata de un hotel de carretera, de paso, a las afueras del pueblo donde los clientes prosiguen su viaje y los vecinos madrugadores toman su café. Los más atrevidos comienzan el día con una cerveza o carajillo. En una esquina del bar se acumulan decenas de cajas de vino con vistosa etiqueta con su precio. No nos olvidemos que nos encontramos en la zona vinícola de España con más solera y con una de las Denominaciones de Origen más antiguas. Como peculiaridad única en el mundo, , la comarca de Cariñena da nombre a una variedad de uva, la de Cariñena. Son 14.110 hectáreas de viñedos. Se dice pronto.

Sobre las 9 de la mañana desayunamos y nos damos un paseo por Cariñena para ver su torre del siglo XV y restos de una muralla medieval.

Cariñena
Cariñena

Entre viñedos transcurre la carretera A220, la cual se dirige hacia el pueblo de Fuendetodos, lugar de nacimiento de Goya y nos deja a los pies del Santuario de Nuestra Señora del Pueyo donde disfrutamos de las vistas del Campo de Cariñena por un lado y del campo de Belchite por otro. Aquí se inicia la llamada “Pista de los Barbis” y hay un cartel que lo anuncia. Tomamos la pista para seguirla con el Land Rover y posteriormente a pie durante unos cientos de metros cuando se convierte en una estrecha senda. Pero ¿quiénes eran los Barbis? Los Barbis eran el cuerpo de Zapadores-Minadores del ejército franquista que estuvieron por esta zona fortificando posiciones como búnkeres, nidos de ametralladora y diferentes parapetos. En este caso, los Barbis abrieron un sendero, para el traslado del material necesario, desde el Santuario hasta la cresta de la sierra de Belchite donde fortificaron varias posiciones. Si bien hoy en día el nombre de “Barbis” te traslada a un irreal mundo rosa, en el año 1937 se refería a este grupo de ingenieros militares que se caracterizaban por la perilla que lucían los soldados.

Santuario Nª Sra. del Pueyo

Parada obligada en Belchite, en la plaza de entrada al pueblo viejo y donde se mantiene un cartel de obra que prohíbe la blasfemia. El pueblo en ruinas impide olvidar los horrores de la guerra y el sufrimiento que acarrea. A mi parecer, entre lo más impactante, los campanarios de las iglesias cosidas a balazos. Damos un pequeño paseo alrededor del pueblo viejo, pero siempre es recomendable hacer la visita guiada y de la que disfrutamos la última vez que estuvimos por aquí.

Belchite
Belchite

Visitamos las ruinas del seminario, también destruido en la guerra, el búnker del Saso y el campo de refugiados llamado “Rusia”, donde alojaron a los vecinos republicanos mientras se construía el nuevo pueblo de Belchite. También sirvió de residencia para los familiares de los prisioneros, también republicanos, internados en la cárcel de Belchite y que construían el nuevo pueblo. Algunos dicen que fue un campo de concentración. No lo sé, pero lo parece. Se trata de bloques de barracones de buena construcción, muchos de ellos hoy en día tapiados pero otro muchos reconvertidos en naves agrícolas. En cualquier caso, este sitio impresiona y pone los pelos de punta, lo cual pude comprobar en mi largo, solitario y silencioso paseo entre los barracones. Es fácil imaginar lo que aquí se vivió. Tiene pinta de que pocas cosas buenas.

Campo refugiados «Rusia». Belchite
Seminario. Belchite
Búnker. Belchite

Continuamos por carretera dirección Este, por la comarcal A1307 y 1404 hasta Escatrón. Carretera muy estrecha, en ocasiones con mucho bache y largas rectas cruzando un territorio muy árido y a estas horas con un calor infernal.  Tras un par de paradas para disfrutar del paisaje de los meandros del río Ebro, nos adentramos a través de la A2105 en la zona de las salinas de Sástago y Bujaraloz, llegando por fin a uno de nuestros objetivos propuestos de este viaje y ya dentro de la Comarca de Los Monegros.

Meandros río Ebro. Sástago

Esta zona de salinas tiene una extensión de 8.000 hectáreas convirtiéndose así en una de las de mayor extensión de este tipo de toda Europa. Se trata de un conjunto de lagunas, inundadas en época de lluvias, pero ya secas en pleno mes de agosto y en las que queda una blanca, fina y crujiente capa de sal en la superficie. Paramos en la de mayor extensión, la laguna salada de La Playa, con tres kilómetros de largo y dos de ancho. En los alrededores hay otras muchas, pero no tan extensas. Aún quedan ruinas de las instalaciones dedicadas a la explotación de la sal y se distinguen claramente las cubetas que eran utilizadas para la evaporación del agua y obtención de tan preciado producto. Una de las cubetas contiene bastante agua de color rojizo debido a la alta concentración de un pequeño crustáceo, la Artemia, extraño y minúsculo habitante de estos humedales desde hace millones de años.

El calor es extremo en la orilla de la laguna y comemos algo intentando refugiarnos en la sombra que dibuja el Land Rover. El sol se encuentra en su punto más alto y la sombra es realmente corta. Nada que ver con la sombra alargada del ciprés de Miguel Delibes. Tras el rápido bocata, paseo en solitario por el interior de la laguna para sentir este primer contacto con Los Monegros. La superficie es blanca y muy brillante consecuencia de la fina capa de sal que lo recubre. El terreno aún está húmedo y a las botas se pega un barro salado difícil de quitar. Avanzo hasta casi el centro de la laguna y el paisaje es espectacular. Me recuerda mucho a la inmensidad del desierto marroquí, no lo puedo evitar. Mi acompañante, también en solitario, emprende su particular incursión en la laguna. Totalmente empapado en sudor, en medio de ese desierto salino, me satisface ver cómo mi hijo me sigue en este rollo de darse un paseíto en solitario por la laguna salada en pleno mes de agosto y con un calor realmente insoportable. Creo que estoy creando un monstruo.

Salinas de Bujaraloz

A través de pistas de tierra descubrimos el resto de las lagunas saladas y aprovechamos para grabar algún video de las capacidades 4×4 del Land Rover en estas pistas tan rápidas y polvorientas. En estos primeros kilómetros de ruta por caminos, ya nos damos cuenta de la cantidad de granjas ganaderas que hay por la zona. Por el olor, deducimos que se trata de cerdos. Hay muchas, muchas de verdad. Parece incluso que demasiadas. Es posible que se utilicen estos territorios tan despoblados para instalaciones de este tipo y que realmente nadie las quiere cerca de sus casas.

Sin pisar asfalto y dando de forma consciente muchas vueltas, llegamos a Bujaraloz y nos acercamos un momento para confirmar al del Hostal que ya estamos por la zona pero que llegaremos más tarde. Nada más entrar al pueblo, nos cruzamos con un vecino y por gestos nos hace ver lo que le gusta nuestro Land Rover. Por supuesto, devolvemos encantados el saludo.

No perdemos tiempo y nos internamos ya por caminos en el desierto de Los Monegros y a través de Valfarta llegamos por rápidas pistas a Castejón de Monegros donde hay un aeródromo y hacemos parada en el alto donde se encuentra la iglesia de Santa Ana para disfrutar de las vistas del pueblo. Kilómetros y kilómetros, de norte a sur, de este a oeste, para acabar en La Almonda y de ahí a Bujaraloz, al Hostal Las Sabinas, donde descansamos en su terraza y cenamos una muy rica ensalada, lomo de cerdo y pincho moruno. Para beber, vino de Cariñena con gaseosa. Muy bueno, refrescante y reparador tras los 210 km. recorridos en este segundo día en un periodo de 9 intensas horas.

Día 3

Hoy es un día de Monegros cien por cien. Me levanto pronto y tomo un café con la propietaria del Hostal. Me comenta que tiene 63 años y lleva 19 años con el negocio. Como una de tantas, la pandemia le creó mucho estrés y desde entonces está algo medicada y con regulares visitas al médico. En cualquier caso, sigue al pie del cañón y frente a su público no muestra debilidad alguna, le comento. Le gusta su pueblo y tienen un hijo que, si bien estudió algo de cocina y hoteles, no quiere trabajar. Su marido también trabaja en el hostal. Su madre, de más de 90 años, sigue viviendo con ellos en el Hostal y pasa las tardes en la zona de bar viendo la televisión, haciendo punto y dando buena conversación a los más fieles clientes. A raíz de la edad de su madre, me informe la dueña que en Castejón de Monegros es donde más personas centenarias hay en la zona. Los de Bujaraloz también son longevos, pero los de Castejón más aún. Qué curioso. Esta señora es la que me informa de que la mayor parte de las granjas de la zona son de cerdos, pero también las hay de pollos.

Hostal Las Sabinas Bujaraloz
Bujaraloz

A mi compañero de fatigas se le pegan las sábanas, por lo que optamos, según recomendación de mi nueva amiga, desayunar en “El Español”. Se trata de un bar restaurante a las afueras del pueblo, en la antigua nacional II, abierto 24 horas y con gran variedad de productos. Incluso hay un buffet libre para la comida a buen precio (café y bebida aparte) y donde los niños de hasta 1,20 metros de altura no pagan. La barra está llena de bocadillos de todo tipo e incluso de platos ya preparados, como albóndigas o huevos rotos con jamón. Debe estar todo bueno pues el bar está lleno. Un par de cafés, una pulga de tortilla y un bocadillo de jamón nos ayudan a tomar fuerzas para lo que esperamos que sea un día intenso. También compramos aquí los bocadillos para comer: lomo con queso, jamón y un tercero de longaniza con pimientos.

De nuevo nos desplazamos hasta Valfarta por la carretera que atraviesa enormes campos de maíz bien regados. Pistas de tierra hasta Castejón y de ahí, tomamos dirección Oeste hacia nos lleve el instinto, enlazando caminos para acabar en plena Sierra de Lanaja, con muchísimos pinos y sabinas, auténticos supervivientes en este lugar. En esta Sierra hay habilitados varios “Miradores” y merece la pena parar en alguno de ellos para disfrutar de las vistas. Es en uno de estos miradores donde existe un mapa que permite situarnos y decidimos bajar de la sierra y rodearla por la zona más desértica para enlazar con la otra sierra de los Monegros, la de Alcubierre. Dicho así, parece fácil, pero sólo con brújula, nuestro instinto animal y tomando como referencia el “Monte Oscuro” y la “Ermita de San Caprasio”, lo convierte en un reto y en una pequeña aventura.

Y así, después de mucho kilómetro por pistas polvorientas, algunas en exceso, llegamos a Farlete donde decidimos comernos los bocadillos de El Español a los pies del Santuario Ermita de la Virgen de la Sabina. Hoy no hace un calor excesivo, pero el aire es brutal. Se trata del cierzo a pleno rendimiento, lo que nos obliga a comer de nuevo parapetados con el Land Rover para intentar protegernos esta vez del fortísimo viento.

Desde Farlete nos adentramos de lleno en la Sierra de Alcubierre donde visitamos la “Torraza de Farlete”, una torre del siglo XIV cuya función era la de proteger a la población del lugar de los bandoleros. Actualmente la están rehabilitando. Nos espera la Ermita de San Caprasio, donde subimos hasta lo más alto, 834 metros de altitud (el último tramo andando) y desde donde se divisa prácticamente la Comunidad de Aragón en su totalidad. Desde el Moncayo hasta los Pirineos. Una pasada. Dicen que es uno de los mejores miradores de Aragón y cuánta razón tienen. La pena es que hay mucha antena de telecomunicaciones, lo cual hace desmerecer el lugar, pero es lo que tiene la época en la que vivimos, indica mi muy digitalizado compañero de aventuras frente a mis críticas.  El cierzo en este lugar no tiene límites y sopla con una fuerza bestial.

Farlete
San Caprasio

La bajada de la Sierra se me hace dura y ya en Alcubierre tomamos asfalto hasta Lanaja y de ahí comarcal dirección Monegrillo que finaliza en el propio Castejón de Monegros. Esta comarcal, muy muy estrecha, con curvas muy cerradas, bastante rota, incluso con vegetación en su parte central y absolutamente vacía, ha sido una de las mejores de este viaje sin duda alguna. Es carretera para repetir en futuras aventuras por estos lares.

Monte Oscuro

Estas Sierras, las de Lanaja y Alcubierre, son los restos de frondosos bosques de pinos, sabinas y encinas que existían en la Comarca hace cientos de años y que dio lugar al origen del actual nombre de Monegros: Montes Negros.

Llegamos algo cansados a nuestro Hostal a las 19,30 horas, tras otras nueve agotadoras horas de excursión y 173 km, de los cuales 110 han sido tensos y por pistas de tierra. De nuevo descanso en la terraza donde el cierzo mantiene su protagonismo y cena a base de pisto, lasaña y solomillo de cerdo. De beber, de nuevo el caldo de Cariñena, pero esta vez algo sobra.

Día 4

Día de vuelta, lo que no impide nuestro ya tradicional desayuno en “El Español” a base de café, pulga de tortilla, bocadillo de longaniza con pimientos y dos croquetas tamaño familiar de jamón y boletus. Menos mal que ya nos vamos, porque desayunar así durante varios días impediría en pocos días acceder con normalidad a nuestro Land Rover y por simple cuestión de volumen.

No tengo muy claro el camino de vuelta, por lo que a las 11 horas iniciamos ruta a través de la nacional II pero pronto me arrepiento y nos desviamos a los pocos kilómetros por la primera comarcal que veo en dirección Gelsa. No es el camino más indicado, pero nos da cierta pereza acercarnos a la ciudad de Zaragoza y buscamos carreteras solitarias.

Por la A221 llegamos a La Zaida y a los meandros del Ebro en Sástago donde es una larga travesía con un eterno semáforo la que cruza el pueblo y que posiblemente solo traiga problemas no solo de movilidad sino ideológicos, pues al comienzo del pueblo vemos carteles en los balcones que rezan “Variante no” y en la otra parte del pueblo los carteles reivindican un “Variante sí”. Nosotros nada tenemos que ver con este pueblo y nunca hemos estado antes, pero sin duda que somos partidarios de la variante.

Disfrutamos de nuevo de la estrecha, bacheada y recta carretera A1404 y A1307 hasta Belchite. Cogemos ritmo y sin que nos preocupe el hecho de estar dando más vuelta de la debida, llegamos A Cariñena donde tomamos un breve descanso.

Aquí, decidimos intentar atajar de algún modo pues la vuelta nos puede llevar todo el día y estamos algo cansados.  Carretera A220 hasta la Almunia de Dña. Godina y avanzamos 30 kilómetros por autovía hasta Calatayud donde la carretera 234 nos lleva directos a Soria.

Ya desde el comienzo del día, el ambiente es algo raro. No hace demasiado calor y parece que hay más calima de lo normal. A medida que nos acercamos a Soria, la calima parece hacerse más espesa y empieza a no verse el horizonte más cercano. Para crítica de mi copiloto, por seguridad, enciendo las luces del Land Rover para ser visto con más facilidad.

A las 16 horas, tras cinco intensas horas de asfalto y 303 kilómetros, llegamos a nuestro destino, donde nos informamos que lo que parece calima, no es tal, sino que es el humo de los incendios forestales que asolan Canadá en estos días. Humo que ha cruzado el Atlántico, que impide ver el horizonte y que se mantuvo aún unos tres días hasta desaparecer por completo. Pero eso, amigos, ya es otra historia.

Formaciones de yesos

Camino a Los Monegros. Agosto 2024. (Primera Parte)

Todos los veranos, cuando en familia hablamos de fechas y lugares donde acudir, siempre tengo en mente unos días para poder acercarme con el Land Rover al desierto de Los Monegros y disfrutar de cientos de kilómetros de pistas muy rápidas y polvorientas, en buen estado y en estas fechas totalmente vacías.

No siempre cuadran los días, pero este año, por fin, ha sido posible una escapada de cuatro días a esta zona tan desconocida y no siempre apreciada para la mayoría de las personas de mi entorno. Es más, salvo mi círculo más cercano, se sorprenden de mi escapada a esta zona de auténtico desierto en el mes más caluroso del año, agosto. Así es, está pensado a propósito, tanto el lugar como la fecha. Es lo que busco. Y para esta aventura, siempre cuento con mi incuestionable copiloto, mi hijo Fernando, el cual me entiende, apoya y me acompaña, como en otras anteriores, en esta tercera expedición por Los Monegros.

La organización previa es mínima. El Land Rover en buen estado, nevera para poder disfrutar de bebidas frías y un par de llamadas para reservar un Hostal en Bujaraloz la noche del sábado y domingo. Queda pendiente la noche del viernes. Ya veremos, según vaya surgiendo. Son fechas complicadas para reservar alojamiento pues estamos en pleno puente de la Virgen de Agosto.

Uno de los grandes atractivos de esta ruta es que llegar a Los Monegros ya sea una aventura. Aventura en el sentido de no tener prisa por llegar, desplazarnos por carreteras comarcales, cuanto más rotas y abandonadas mejor e ir parando allí donde nos apetezca y según lo que vaya surgiendo en el camino. Para que el camino sea un éxito, es fundamental guiarse con un buen mapa de carreteras, no llevar una ruta prestablecida e ir enlazando comarcales y pistas de tierra según vayan surgiendo. Sí hay que tener claro la dirección, que en este caso es hacia el Este. Así de simple.

Día 1

Sobre las 11 de la mañana del 16 de agosto, día de San Roque, iniciamos el viaje desde Soria tomando la nacional 234. Paramos en Almenar de Soria para ver el castillo de la provincia mejor conservado y comprar pan, embutidos y refrescos en la única tienda del pueblo, llamada María, donde hay que acudir con una buena dosis de paciencia para ser atendidos.

Castillo de Almenar de Soria

Continuamos por esta carretera nacional hasta que vemos a unos 500 metros de la carretera una ermita a la que llegamos por pistas de tierra algo reviradas. Se trata de la Ermita de Nuestra Señora de la Serna, patrona del cercano pueblo soriano de Ciria. El lugar realmente tiene cierto misterio. La Ermita está cerrada, pero puedes ver su interior a través de un cristal de la puerta y la visión impresiona. El silencio es absoluto y rodeamos la ermita a pie, pudiendo ver desde fuera otras dependencias interiores también cerradas y que inspiran respeto sobre todo cuando comento en voz alta que vaya susto si apareciera alguien de repente ahí dentro…. Mi acompañante, influenciado posiblemente por todo tipo de series televisivas me pide que me calle y no haga comentarios de ese tipo.

Quien me conozca sabe que, de vez en cuando, me gusta contar batallitas o curiosidades y este lugar me inspira para, aprovechando que hoy es San Roque, comentar a mi hijo por qué este Santo es el patrón de cientos y me atrevo a decir de miles de pueblos y ciudades de nuestra geografía. Roque (S. XIV) se dedicó a curar y atender a enfermos de la peste y cuenta la tradición que los curaba haciendo sobre ellos la señal de la cruz. Nuestros pueblos, para protegerse de esta peligrosísima enfermedad de la peste y otras epidemias, se encomendaban a este Santo. De su perro, ya hablaremos otro día, pero salvó la vida al Santo cuando contrajo tan temible enfermedad.

Ermita Nª Sra. de la Serna
Aranda del Moncayo

No sé si por inspiración de la Virgen de la Serna o del propio San Roque, por cierto, también patrón de los peregrinos, encontramos en este punto una carretera comarcal en dirección Este, la SO2017 y A1503 que nos introduce en el Aragón más profundo pasando por preciosos pueblos como Aranda del Moncayo, Jarque, Gotor e Illueca. Parada en Gotor, localidad con bonito y contundente nombre, donde paseamos hasta el Convento de Nuestra Señora de la Consolación (S. XVI), cuya iglesia se encuentra en ruinas, bien cuidadas y asentadas, y la parte del convento ha sido reconvertido en lugar de alojamiento con un bar de éxito a la vista de la terraza abarrotada de fieles tomando el aperitivo a base de bebidas y tapas con bastante buena pinta.

En Illueca, nos llevamos una gran sorpresa al visitar el Castillo Palacio del Papa Luna (S. XIV). Es la segunda vez este verano que topamos con el Papa Luna, D. Pedro Martínez de Luna, Papa aragonés que ejerció con el nombre de Benedicto XIII y nació en este castillo en el año 1328. Unas semanas antes, también tuvimos noticias de este Papa Aragonés en Aviñón pues estuvimos visitando el Palacio Papal donde entre 1309 y 1377 se instalaron aquí nada menos que siete Papas en un intento de eludir la inseguridad de Roma. Uno de estos Papas fue el maño Benedicto XIII.

Gotor
Palacio del Papa Luna. Illueca

Se hace la hora de comer, bueno, realmente ya ha pasado con creces e intentamos buscar algún sitio aislado y con sombra. Proseguimos por la carretera A1505 y pasado Sabiñán, de nuevo la inspiración divina, esta vez de San Blas, protector de las enfermedades de garganta, hace que paremos en la Ermita dedicada a este Santo, entre olivos enormes, con mesas de merendero y buena sombra, donde damos buena cuenta de unos bocadillos que elaboramos con lo comprado en la tiendecita de Almenar. Aprovechamos la tecnología para buscar alojamiento y sin excesivos problemas localizamos un hotel de carretera en Cariñena.

Ermita de San Blas. Saviñán

Con renovadas fuerzas, proseguimos por la A1503 y A1505, comarcal revirada y muy bonita. Dejamos atrás y para otra ocasión localidades como El Frasno, Inogés, Santa Cruz de Grío y Tobed. Paramos en Codos con la intención de tomar un café. Poco tiene este pueblo. Un lugareño nos informa que hay dos bares, uno cerrado que abre a las 17 horas y otro en la parte de arriba, “pasada la plaza, donde el trinquete de la pelota, a la derecha”, dice. Subimos por la calle estrecha y empinada y nos llama la atención un recio vallado de hierro en las escasas y estrechas bocacalles y grandes puertas de hierro estratégicamente situadas. Confirmamos con una vecina que el vallado es para los encierros que se celebrarán en unos días y nos sorprende que se celebren en una calle en cuesta. Los vecinos de Codos, codinos y codinas, deben estar hechos de una madera especial. Y también las vaquillas, digo yo.

Por cierto, la plaza sí la encontramos, pero del “trinquete de la pelota” ni rastro. Puede que el motivo fuera nuestro desconocimiento sobre trinquetes, pero el Bar donde nos llevó finalmente un chavalín de no más de 12 años, también estaba cerrado y allí no había nada que pudiera Identificarse como el “trinquete para la pelota”. Ni a la derecha ni a la izquierda. Nos refrescamos en la fuente del pueblo pues el calor es infernal.

Variamos nuestro rumbo y nos dirigimos por pista de tierra hacia Miedes de Aragón donde aquí sí hay bar donde tomar un café y disfrutamos posteriormente de la torre campanario del siglo XIV y paseamos por su casco urbano de origen musulmán.

Miedes de Aragón
Miedes de Aragón

Para ir hasta Cariñena, donde pasaremos la noche, debemos volver por Codos y afrontar su puerto, con carretera de curvas muy cerradas y pronunciadas pendientes. Llegamos a Cariñena a las 19.30 horas tras haber recorrido 204 km. Es momento de descansar en nuestro hotel de carretera y cenar a base de fideguá, jamón con ensaladilla, churrasco y filetes de cerdo con roquefort. De postre un helado.

Codos

Un día cualquiera de primavera de ruta por Soria. 1 de junio de 2024.

La inercia y los buenos recuerdos me llevan directamente a la tienda del Puchi en Garray. Esta vez es una mujer la que me atiende muy amablemente. Compro pan de Almajano, chorizo de Almarza y unos sobres de lomo y jamón serrano de Tardesillas. Siempre producto de calidad y de proximidad.

No tengo muy claro dónde ir y antes de salir del pueblo veo un camino de tierra y me lanzo al mismo sin pensarlo dos veces. En el horizonte, qué casualidad, me espera el Cerro de San Juan, al cual pongo rumbo guiándome con la brújula por el entramado de caminos.

Hago una parada en plena dehesa de Fuentecantos, donde me llama la atención la cantidad de ganado pastando, el croar de las ranas y un cartel donde se informa que un pajarillo, el Carricerín Cejudo, utiliza esta húmeda dehesa para, en el mes de agosto, descansar de su viaje migratorio de 6000 kilómetros entre el Este de Europa, (Bielorrusia, Ucrania y Polonia), donde pasa el verano y el sur del Sáhara, (Senegal, Mauritania, Mali y Ghana), donde pasa el invierno.

En el pueblo, disfruto una vez más de la visión de la iglesia románica y descubro un lugar de descanso o picnic, donde se ha restaurado el lavadero y una fuente del año 1867. Vaya susto me doy cuando entro en esta zona de ocio y veo un muñeco de tamaño natural de una lavandera mirándome fijamente. Deberían avisar de este tipo de espantosa decoración, pues uno se cree que está solo y este tipo de elementos altera la soledad y tranquilidad del lugar. En una de las esquinas, un buzón lleno de libros invita a que te lleves uno, lo leas, lo devuelvas o lo intercambies. Me marcho con la sensación de que la lavandera clava su pérfida mirada en mi espalda.

Subo al alto del Cerro de San Juan, donde, lo digo siempre, se disfruta de una de las mejores vistas de la provincia de Soria. Aquí siempre sopla un viento muy fuerte y me veo en la necesidad de abrigarme con un forro polar pues, a pesar de estar a 1 de junio, hace bastante frío. Desde la altura y con una visión amplísima del territorio, marco la ruta a seguir, teniendo en cuenta que debo pasar antes por la gasolinera del Valle que se ve muy muy al fondo del paisaje. Tomo nota mental de su ubicación y de nuevo, tirando de brújula, llego sin complicaciones y a la primera sin pisar un solo metro de asfalto. Hoy parece que el sentido de orientación lo tengo bien calibrado. Hay días en lo que estoy menos certero, por lo que doy mucha vuelta o no llego donde quiero, pero ello siempre da lugar al descubrimiento de nuevos caminos y localizaciones.

Ya con suficiente gasoil y un par de litros de agua, me dirijo por carretera hasta el pueblo de Cubo de la Sierra, donde tomo una rápida pista de tierra hasta Gallinero y me interno en su sierra en busca de un punto remoto y aislado, ya conocido por mí, donde tengo intención de parar a comer las viandas compradas en el Puchi. Me gusta comer en este lugar pues hay unas vistas espectaculares hacia el Sur, prácticamente hasta la mismísima capital e incluso diviso con claridad el acebal de Caragueta y varios Castros Celtíberos, entre ellos uno bastante conocido, el llamado “Alto de la Cruz”.

El viento parece que sopla aún con más fuerza, el cielo se está poniendo gris y hace bastante frío. Manos y orejas se me enfrían considerablemente y me acuerdo de que ya el año pasado, en este mismo punto, me nevó en pleno mes de mayo. Está claro que no llevo abrigo suficiente y me acuerdo del chaleco de plumas que esta misma mañana he desechado echar al coche.

A pesar de las circunstancias, saco silla y mesita para hacer el bocata, pero es complicado mantenerse parado y quieto en el lugar. Mientras ataco al bocadillo recién hecho, intento protegerme del fuerte viento con el coche y me distraigo con un rebaño de vacas que sestean no muy lejos de donde me encuentro. El viento vuela toda la bolsa de la comida y en su recuperación, leo el contenido del sobre de lomo que estoy devorando: cerdo, ajo, sal…lo típico, algún conservante y “tripa artificial no comestible”. Vaya, que estoy comiendo plástico entre las rodajas de lomo. Tras la amable información del productor de lomo de Tardesillas, no me queda otra opción que abrir el bocadillo y eliminar de cada una de las rodajas que quedan, la materia artificial no comestible. A pesar de ello, ya tengo en mi estómago una buena dosis, la cual digiero con normalidad y sin molestia alguna. El lomo, aunque envuelto en elemento no comestible, está bastante bueno.

Entre el frío, el plástico engullido y viendo que el rebaño de vacas ha empezado a moverse de repente y todas a la vez, decido aplicar el mismo criterio de supervivencia, por lo que recojo rápido e inicio la bajada de esta sierra pensando por dónde continuar la ruta e inspirándome en el horizonte que se abre ante mí. Creo que es buen momento para cruzar la sierra de Carcaña y hacia allí me dirijo, pasando previamente por Almarza y Tera, hasta Sotillo del Rincón donde tomo la pista que recorre la sierra indicada. Este camino es muy divertido pues hay innumerables curvas de 180 grados a las que me enfrento con decisión y una alta dosis de prudencia. En el lado norte, la pista es de fuerte subida y en buen estado, todo lo contrario que en el lado sur, que es de bajada y en bastante mal estado. Obligada la parada en el alto, llamado de Pajarejos, donde ya hay un vigilante contra incendios instalado. En los años 90, pasé muchas horas en el alto de este puesto de vigilancia forestal pues conocíamos al trabajador de turno. Ahora, como casi todo, está prohibido subir y ya no conozco a nadie por estos lares.

La pista finaliza en Santervás de la Sierra y de ahí hasta Dombellas. La vista de estos dos pueblos enclavados en la falda de Carcaña es espectacular. Hacía tiempo que no pasaba por aquí y me vienen recuerdos de hace muchos, muchos años, cuando llegaba hasta este punto desde Valonsadero y pasando por el embalse de Campillo de Buitrago. Esta pequeña presa sobre el río Duero tiene como finalidad el riego de unas 500 hectáreas existentes en campo de Buitrago, a unos 10 o 12 km de distancia en línea recta. Construido en el año 1976, los canales que distribuyen tan preciado líquido tienen una longitud de 36,5 km. A este tipo de construcciones se les denomina “Azud”, barrera hecha en los ríos con el fin de facilitar el desvío de parte del caudal para riego y otros usos, según indica el diccionario de la RAE.

Prosigo mi ruta en solitario recorriendo unos metros por carretera asfaltada y casi llegando a Tardesillas, pueblo en el que utilizan en algún embutido tripas artificiales no comestibles, veo en dirección sur algo que me llama poderosamente la atención. Ni más ni menos que un avión militar de tamaño mediano y situado en lo que siempre ha sido un olvidado aeródromo para pequeñas avionetas. Varío mi rumbo y por pistas de tierra me acerco a las instalaciones donde efectivamente, puedo comprobar que es un avión de verdad, entero y aparentemente en uso.

Me siento un Guardia Civil rodeando el recinto vallado del aeródromo por su parte exterior y fotografiando el avión desde diferentes ángulos. En el recinto existe una pista de aterrizaje de más o menos 1,3 o 1,4 km., suficientes, imagino, para el tipo de avión que tengo a la vista. La verdad es que la pista no está en muy buenas condiciones, pues hay mucha vegetación viva sobre la misma, lo que significa, sin saber nada de nada, que al menos está algo agrietada. Aterrizar aquí debe ser para valientes.

En cualquier caso, esta zona huele a podrido. Un aeródromo donde hay un avión militar y se comenta en los medios que quieren hacer llegar algún otro para su desmontaje y en teoría posterior reciclaje. Un poco más allá, la inacabada y faraónica Ciudad del Medio Ambiente donde queda patente la incompetencia y estupidez de muchos. Parece que el Tutankamon de turno quiere finalizar ahora su construcción y de nuevo se ven muchas grúas sobre las cúpulas medio construidas. Será complicado explicar algún día, si es que aquello se pone en marcha en algún momento, que para construir la “Ciudad del Medio Ambiente”, las máquinas excavadoras arrasaron 551 hectáreas de campo y entre otras barbaridades se talaron miles de pinos, cuyas raíces fueron posteriormente arrancadas de la tierra y siguen pudriéndose al aire libre, a la vista de todos y en un terreno hoy en día muerto. Terreno por cierto inundable dada la proximidad del río Duero y que en su día albergaba una de las colonias más importantes de cigüeña negra de la provincia.

El Land Rover, en esta fecha y en este oscuro lugar, cumple 180.000 km. Pero esto amigos, ya es otra historia.

Fútbol y Feria en Soria. Abril 2024

Últimamente parece que estoy viajando menos a Soria y no siempre es porque tenga otros quehaceres. El viaje, en ocasiones se me hace pesado y muchos sábados me levanto sin excesivas ganas de conducir en soledad los 220 km de autovía.

Pero este fin de semana pasado, 27 y 28 de abril, sí me he animado pues mi hijo Fernando quería ir a ver jugar al Numancia el domingo y por mi parte tenía que verificar una llave de cierre del sistema de agua en nuestra casa.

A las 16 horas del sábado iniciamos el viaje y una vez que Fernando se ha despertado, duchado y comido, tras una larga noche de fiesta en El Pardo y que él mismo había organizado con otro amigo de la Universidad.

No llega a dos horas cuando estamos ya en nuestro camino de entrada a nuestra casa y eso que hubo que realizar varios desvíos, pues los accesos directos a nuestra casa estaban cortados por motivo de la celebración de un Duathlon que, al parecer, debe tener bastante éxito. Cómo son las modas, la verdad. Se pone de moda un deporte y se exprime hasta los extremos más insospechados. La ciudad y sus carreteras aledañas se han colapsado, pues han sido 2.800 personas las que se han apuntado a este terrible evento, todas ellas disfrazadas con la ropa y complementos de la última moda para este tipo de deporte. Camisetas muy coloridas pegadas al cuerpo, mallas a medio muslo que dejan patente las más variadas formas y tamaños de los genitales, móviles enganchados en el antebrazo con velcro, relojes de muñeca con todo tipo de información sobre tu salud, zapatillas especiales que sus fabricantes indican que sólo sirven para este tipo de deporte y ningún otro, anatómicas gafas de sol al estilo chulo putas del siglo XXI y otra infinidad de ropajes y artilugios que no hacen sino recordarme a mis tiempos de colegio cuando hacíamos unas brutales y agotadoras clases de Educación Física con una cateta camiseta blanca, pantalones cortos azules a medio muslo, calcetos blancos y unas simples zapatillas de deporte sin tecnología alguna de la marca Victoria y si tenías suerte, de las más codiciadas por aquel entonces, unas Adidas.

Con todo el monte que hay en Soria y ponen a estos esforzados deportistas a correr y montar en bicicleta por la ciudad y carreteras asfaltadas. No lo entiendo, pero mi vástago me hace ver que simplemente es una fuente de ingresos para los comercios sorianos. Fuente de ingresos para unos y molestias para otros, añado.

Llueve en Soria y hace frío. Chimenea y al monte para buscar la llave de paso del agua que últimamente parece que nadie encuentra fácilmente. Doy con la llave a la primera y la marco con una simple bolsa de plástico atada a un palo para el que necesite usarla en caso de averías en las casas. Lo actual, lo moderno, habría sido marcar la llave con una baliza de alta tecnología o con su posición GPS controlada por diez o doce satélites americanos de última generación, pasar los datos a alguna aplicación a la que tengan acceso todos los miembros de mi familia y asunto resuelto hasta la eternidad. Bueno, salvo que te quedes sin Wifi algún día. Pero no, sigo creyendo en el marcaje sobre el terreno y con plástico, que además aguanta la lluvia. No falla.

Paseítos hasta el anochecer, cena a base de sopa de fideos y tortilla de patatas precocinada. Muy seca la puñetera tortilla. Es posible que demasiado tiempo al microondas. Compenso con unas latas heladas de cerveza Guiness.

Madrugo, arranco el Land Rover y me dirijo al depósito general de agua para dejarlo lleno y que nadie se quede sin poder ducharse o lavar los platos. Arreglo la casa, lavo los platos, paso la escoba una y otra vez…. y cuando mi durmiente acompañante despierta y se arregla, nos vamos a Soria para disfrutar de un partido de fútbol en el estadio de Los Pajaritos del Numancia contra el Talavera de la Reina. Casi nada. Al parecer es un partido importante para subir, dentro de la segunda división B, del grupo segundo al primero. Es decir, para salir del infierno donde el Numancia ha caído hace unos años. Por entendernos, el Numancia debe estar ahora en lo que antes era la cuarta o quinta división. Eso si existían estas categorías. Ni idea.

No quita emoción alguna al partido que su oponente sea el Talavera de La Reina. Los sorianos cantan a ritmo de tambor sus himnos y como no, canciones de las fiestas de San Juan. El Mac Donald, en el tiempo de descanso aprovecha para publicitarse y regalar una cena, imagino que a base de hamburguesa, si alguno de los dos socios elegidos mete gol desde la mitad del campo (la portería vacía, claro). Sólo uno lo consigue. No parece tan fácil.

Nuestros vecinos de detrás, adolescentes, pero muy al día de todo lo relacionado con el Numancia, con sus comentarios, nos facilitan buena información sobre los jugadores y otras curiosidades del equipo. Eso es afición. Así da gusto.

Nuestro vecino de delante, un tipo con cuarenta y tantos años, no deja de comer pipas sin sal de un tamaño descomunal. “Pipas grandes sin sal”, reza la publicidad de las dos enormes bolsas que el tipo se mete entre pecho y espalda durante los 90 minutos de partido. Las cáscaras bien salivadas las escupe al suelo, por lo que se acaba formando a sus pies una gruesa capa vegetal que posiblemente hasta le aislara de la humedad que transmitía el charco de agua que se mantenía en esa zona debido a una limpieza de última hora. El tipo, al acabar el partido, no contento con haber ensuciado sin sentido su espacio, al levantarse, pisa la alfombra creada con los restos vegetales y los suyos propios y se desplaza por encima de los asientos vacíos, dejando en cada uno de ellos, la huella húmeda de su calzado de mercadillo con abundantes restos del opíparo festín cargado de su ADN. Asientos que estaban impolutos por no haber sido ocupados por nadie y que el cateto se encargó de ensuciar pisoteándolos sin rubor alguno.  A mí, de pequeño, me decían que las pipas ensuciaban el estómago y que no tomara muchas. A este individuo nadie le dijo nada de esto. Pero nada de nada, ni siquiera unas normas mínimas de convivencia y educación. Tampoco le dijeron que, si te tomas dos bolsas enormes de pipas, aunque sean sin sal, algo de agua deberías tomar. Pero ni eso. Ni un solo trago. Qué tío. Debe tener la boca como un estropajo.

El Numancia gana al Talavera por un gol a cero y se celebra con grandes cánticos y bailes al final del partido no solo por el público, sino también por los propios jugadores.

Tomamos carretera hasta Almazán, donde ya es parada obligatoria en nuestro restaurante favorito, el “Antonio”. Pochas con perdiz, huevos rotos con fua, solomillos de jabalí con frutos silvestres y el plato estrella, somarro con patatas. Helado, natillas y café. Para qué pedir más. Impresionante. Para más datos, veinticinco euros por persona.

Da la casualidad de que en Almazán celebran la feria de la caza en su espectacular arboleda y nos pasamos a cotillear un rato y así hacemos algo de digestión. Muchos puestos donde venden gallinas, palomas, faisanes, todo tipo de pájaros, conejos y demás animalillos, ropa de caza, embutidos y muchos panes de estilo rústico traídos de Asturias que, si ya es domingo, estarían como una piedra.  Nos paramos en el puesto del Seprona a inspeccionar las motos que estaban expuestas. Rápido se acercan tres agentes uniformados y nos informan con desilusión que se trata de motos eléctricas, traídas de Estados Unidos, con una autonomía de 90 kilómetros y una batería que cuanto más se usan más disminuye su rendimiento. En mi mente valoro, si algún día me persigue alguno de estos agentes por el monte, los kilómetros que debería aguantar en la persecución para librarme de ellos sin problema alguno. Comentamos las bondades de desplazarse en un buen todo terreno e invitan a Fernando a subirse a la moto a la cual le encienden las luces de policía. Fernando, por favor, una foto. Fernando, por favor, pon cara de mala leche.

Como veis, Soria siempre da para nuevas historias…

UN DÍA EN MARUGÁN. 10 DE FEBRERO 2024

Qué gusto da cuando te invitan a ir a las fiestas de algún pueblecito de este país y te hacen sentir como uno más, notar que eres bienvenido y no tener en ningún momento la sensación de “ser el de fuera”.

Un año más, nuestros queridos amigos Eugenia y Santi nos animan a compartir con ellos, con sus familias y amigos, una jornada festiva, esta vez en el pequeño pueblo segoviano de Marugán, en plena Campiña Segoviana. La excusa para la fiesta son los Carnavales, en concreto se celebra el VI Carnaval Taurino Inter pueblos, donde los disfraces y el toro bravo son los protagonistas.

Tras abandonar la comodidad de la autopista y siguiendo las indicaciones de nuestra amiga, nos metemos en un bonito laberinto de nacionales y comarcales, estás últimas bastante rotas y viradas, para llegar justo a la hora del aperitivo al centro de Marugán. Sin duda es un buen comienzo y podemos disfrutar de unos paisajes realmente espectaculares.

Hacemos tiempo visitando la pequeña iglesia del pueblo que guarda en su interior una espectacular pila románica, un órgano muy colorido y unos techos de madera muy labrada que me recuerdan a los grandes artesanos musulmanes de hace más de mil años. De hecho, no iban muy desencaminados mis pensamientos pues en mis posteriores investigaciones pude comprobar que se trata de un artesonado mudéjar de traza geométrica. El coro, también de madera, da un toque rústico y acogedor a todo el conjunto. En el interior la temperatura es bastante fría y nos acordamos de los últimos adelantos que vimos en una iglesia de León hará un par de semanas.

Hay dos personas en el interior de la iglesia adornando una imagen de la Virgen, los cuales nos informan muy amablemente que el gran tesoro es el órgano del siglo XVI situado en el coro y que sólo hay una persona que viene a tocarlo. Incluso nos comentan que la iglesia original era del siglo XII… En posteriores investigaciones me doy cuenta de que estas personas no tenían mucha idea de la historia de su tan bien cuidada iglesia, pues el órgano es del siglo XVIII y la iglesia del XVI. Precisamente, en el año 1149, la cercana Abadía de Santa María Real de Parracés, obtuvo del Papa Eugenio III un privilegio que consistía en que, los siete pueblos que pertenecían a su jurisdicción eclesiástica, entre ellos Marugán, no tenían permitido levantar templo alguno, obligando así a sus habitantes a acudir a Parracés para los oficios religiosos. En el siglo XVI, este privilegio dejó de tener vigencia, pudiendo los siete pueblos erigir su propia iglesia. Entre ellas, la actual de Marugán, dedicada a San Nicolás de Bari, y la de otros muy queridos pueblos por lo que nos toca, Etreros y Sangarcía.

Nos espera el Bar “La Fortuna”, donde además de poder echar la quiniela, comprar tabaco y alguna revista, puedes tomarte bebidas muy frías y con buen aperitivo. Comienzan los saludos de amigos y familiares, anécdotas, una primera bebida, otra más y otra por si acaso y la última para después. Y así durante un buen rato, donde toda la pandilla invita a rondas y hay que llevar muy bien la cuenta de cuántas se llevan para intentar mantener un mínimo de estabilidad emocional.

En el exterior, comienza un aire fuerte y frío y se acercan unos nubarrones grises, tirando a negros que únicamente auguran buen tiempo. Y así fue. El almuerzo se celebra con acierto dentro del Polideportivo municipal al que nos dirigimos andando durante varios minutos y justo cuando comienza a llover, casi nevar, de forma torrencial. Empapados nos personamos en el local donde había cientos de personas, pero no agobiante por la grandiosidad de las instalaciones. Nuestros amigos despliegan unas enormes mesas que comienzan a llenarse como por arte de magia de bebidas y todo tipo de comidas. Quesos, embutidos de la tierra, torreznos, filetes de pollo, sándwiches y empanadas, hacen compañía al plato estrella del día, una exquisita caldereta de toro bravo muy tierna y con gran sabor.  Además, las raciones son muy generosas y todos podemos degustarlas sin límite alguno. De postre, unas ricas ensaimadas con nata y crema y algo de licor para matar el gusanillo.

Sin demora alguna, hay que salir de nuevo al exterior, donde ha dejado de llover y nos dirigimos a una zona a las afueras del pueblo donde en un pequeño pero recio recinto vallado, disfrutamos de los encierros de tres vaquillas, donde mozos y no tan jóvenes, pero todos valientes, las torean y corren con mucho arte en esta plaza con medio palmo de agua y barro. Entre los valientes, me informan que hay algún novillero ya retirado y muchos jóvenes que entrenan en escuelas de tauromaquia. Sorprende ver la afición a los astados en esta Campiña Segoviana. Niños, padres, abuelos, naturales del lugar e invitados, disfrutamos de lo lindo del espectáculo animado por la Charanga “Jarra y Pedal”, con temas actuales y con mucho ritmo. Cuando la vaquilla no quiere entrar al redil, seis o siete mozos se abalanzan sobre ella y con extremo mimo y cuidado indican al astado el camino a seguir. Casi al final, un mozo se lleva una buena voltereta, siendo asistido por los servicios sanitarios, sirviendo de punto final a tan divertido evento. Esperemos que esta persona se recupere pronto y todo quede en una divertida anécdota para contar a sus nietos.

Las sensaciones están siendo muy buenas. Da gusto encontrarse entre personas que defienden sus aficiones y tradiciones, que quieren a su pueblo y no se dejan influir por las actuales tendencias de buenismo que inundan las redes sociales y medios de comunicación. El toro bravo marca el ritmo de las fiestas. El toro bravo se corre, el toro bravo se torea, el toro bravo se come, el toro bravo se comparte. Por favor, seguid así, que esto no pare.  

De nuevo vuelta al Bar “La Fortuna” para un café y más dulces, para acabar este agradable día con una entrañable visita a los padres de nuestra anfitriona en el vecino pueblo de Etreros. Animo a mis escasos lectores a visitar la Campiña segoviana, donde, amigos, podréis vivir esta y otras muchas historias.

XIII RUTA SORIANA 4×4. 16 – 18 DE FEBRERO DE 2024

Cuando las cosas salen bien, no pueden dejar de hacerse. No es por hacerme el importante, pero las rutas que organizo por Soria para los colegas del 4×4 son un éxito. Al menos eso me dicen. Y me lo creo, pues son esperadas durante todo el año, si guardo silencio recibo algún que otro mensaje interesándose por la fecha, no suele faltar nadie y el que falta, lo es por fuerza mayor.

Y este año hemos celebrado la edición número XIII, sin perjuicio que ha habido muchas otras que no han sido consideradas como ruta “oficial” y no han sido por ello debidamente bautizadas con el número romano correspondiente.

La fecha del evento es fijada tres meses antes para que cada uno organice sus agendas. Del 16 al 18 de febrero, allí nos veremos. No hace falta dar más datos. En el sitio de siempre, es decir, el Hostal Lázaro.

Hostal Lázaro

Pero este año hay una novedad importante. Se une a la Ruta un potente Nissan Patrol GR cuyo piloto y copilotos rondan los 20 años. Son los compañeros de colegio de mi hijo, mi aprendiz de piloto de Land Rover por más que a él le pese. La diversión está asegurada e intentaremos implicarles, con mucho cariño siempre, en situaciones de apuro y de estrés.

Un año más, a pesar del mal tiempo de los últimos meses, tenemos la suerte de que dos días antes del evento llueve copiosamente por la zona elegida para hacer rugir nuestros motores. La Sierra de San Marcos. Se trata de caminos de tractores, muy blandos y arcillosos, que se convierten en pistas de patinaje donde es difícil mantener el coche estable cuando están anegados. Y así fue.

Al anochecer del viernes, todos los participantes ya nos encontramos en nuestro querido Hostal donde somos atendidos de forma excepcional por su propietario, Lázaro. Las rondas van y vienen, se cuentan anécdotas de viajes anteriores, de nuestras vidas de los últimos meses y los más jóvenes fraternizan con total facilidad con los más mayores y experimentados. El buen ambiente se mantiene durante la cena mientras degustamos el generoso menú del establecimiento donde puedes elegir entre más de una docena de platos de primero y otros tantos de segundo. ¡Sopa de cocido, revueltos variados, ensaladilla, fideguá, carnes, pescados, lasaña, migas, ensaladas…hay de todo y bastante bueno!

Amanece con un sol radiante y algún Santana con muchos años a la espalda, tantos casi como su actual propietario, le da por no arrancar si no es a tirón con otro Santana de edad similar. Acopio de gasolina, breve presentación de la ruta a realizar y a disfrutar de las arcillosas pistas de San Marcos y sus alrededores.

Seamos sinceros, la ruta no está muy preparada y meditada por no haber tenido mucho tiempo para ello, pero es una zona que conozco bien y por ello no me ha quitado el sueño. Sí quiero pasar por puntos determinados que darán tensión y nos pondremos a prueba, como es una subida donde el terreno es muy blando, con profundas roderas y donde hace un par de semanas tuve que dar lo mejor de mí mismo para superarla pues me pilló algo de improviso. Además y para redondear, algún que otro vadeo de ríos que cruzan los caminos. Por supuesto, nada fuera de pista o camino, faltaría más.

Desde el comienzo, el barro y los grandes charcos hacen acto de presencia y no tardamos en llegar a la tan nombrada cuesta que afronto de inmediato y sin pensarlo mucho. De nuevo caigo de forma inevitable en las profundas roderas y noto como los bajos del coche rozan con la parte central del camino. Menos mal que está blando y no afecta a partes vitales del coche. Acelero un poco más, volante firme y se supera sin excesivos problemas. Le toca el turno al Nissan cargado de juventud y como era de esperar (ja, ja, ja…), se queda encallado a los pocos metros. Es momento de disfrutar y demostrar la potencia del Land Rover arrastrando en esta cuesta arriba a un Nissan, lo cual ejecutó mi aprendiz con bastante destreza.

No piense nadie que momentos como estos nos desesperan o inquietan. No, al contrario, no hacen sino subirnos la adrenalina y aumentar las ganas de más barro, más agua, más deslizamientos y dar toda la caña que la experiencia y el terreno permita. Los Santana, afrontan la cuesta sin excesivo problema aplicando sus pilotos las técnicas aprendidas tras muchos, muchos, kilómetros de pistas en mal estado.

Obligada parada en un alto para disfrutar de las vistas de la Sierra de Hinodejo en un día con un horizonte totalmente limpio. Como estamos a tope, informo a los nóveles, para su simple conocimiento, que estamos a pocos metros de un circuito 4×4 y que yo con su edad entré en alguna ocasión con el Santana y que debe estar de barro hasta arriba…. Casi no me dejan ni acabar y empiezan a presionar diciendo que quieren entrar con mi Land Rover y el Nissan. Intento quitarles la idea de la cabeza, pero recibo críticas por todas partes, no solo de los jóvenes castores, sino también de los que creía que eran hasta el momento mis colegas. Que si estoy viejo, que les deje ir para que disfruten, que yo lo hacía en tiempos remotos, en fin….

A los pocos segundos ya se ponen en marcha y se pierden por el entramado del circuito con dos palmos de barro rojizo muy muy blando, mucha agua y donde veo las primeras cruzadas. La verdad que es el mejor día para que entrenen en este punto, pues si hay problemas tenemos otros tres coches con los que podríamos tirar si se hunden en este barro infernal. Me subo a un pequeño montículo y mi tensión crece al ver cómo se paran los dos vehículos, pero para mi sorpresa siguen avanzando, vuelven a parar y comienzan a dar la vuelta. Bueno, al menos la prudencia parece que impera, dándome por satisfecho pues llevo mucho tiempo intentando inculcar dicha virtud a mi descendiente e incluso en esta ruta también a sus colegas.

Vuelven con la cara radiante por los momentos vividos, pero algo frustrados, pues el circuito, según ellos, era intransitable y optaron por dar media vuelta. La palabra “intransitable” me pone en guardia y les digo que el problema realmente lo tienen ellos, que tienen poca idea de cómo afrontar estas situaciones. La juventud se ríe y no sé qué tipo de comentario hicieron que yo lo interpreté como un desafío. Al parecer había una curva que solo verla daba miedo meterse…. Me dio la impresión como si alguien manifestara que con el estado del circuito ni siquiera yo podría superarlo.

Con gesto serio, le digo a mi hijo que me de las llaves del Land Rover y que tomen nota de cómo se hacen las cosas. Inicio en solitario el circuito y en los primeros cientos de metros ya el coche se hunde y se cruza continuamente. Lo supero sin problemas y opto por volver para ir calentando el cuerpo y la mente y disfrutar de este primer tramo en sentido contrario. Me permito incluso algo de chulería, pues doy volantazos para que la cruzada sea más vistosa. Esta media vuelta se interpretó como una rendición, pero sin dudarlo me interno de inmediato en lo más profundo del circuito. Esta divertidísimo, noto como el Land Rover se hunde, se cruza y pierdo prácticamente el agarre pues la arcilla se pega a los neumáticos perdiendo toda adherencia. Me concentro aún más, reduzco marcha, piso el acelerador y me dirijo a buen ritmo hacia la tan temida curva que, efectivamente, está de barro y agua que asusta e incluso preocupa. La inercia y el orgullo no hacen sino tirar hacia adelante y entro en la curva con buenas revoluciones y totalmente cruzado. El terreno me expulsa hacia fuera, donde estaba lo peor. Acelerón controlado, corrijo la cruzada y salgo entre una lluvia de agua y barro que me impiden la visión y provoca un ruido ensordecedor al golpear toda la carrocería, techo incluido. Un par de curvas más, una recta y aparezco indemne frente a mis incrédulos compañeros de ruta. Paro, me bajo del coche y solo hago un comentario: “No tenéis ni puta idea. Nunca más me desafiéis”.

Seguimos ruta, pero he perdido mi puesto de piloto y me veo convertido en copiloto sin quererlo. Me rebosa la adrenalina después de la solitaria experiencia vivida en el circuito. Quiero más.  Nos acercamos al primer vadeo donde lo cruzamos varias veces a gran velocidad para disfrute de todos. Aprovechamos para hacer fotos y videos realmente espectaculares. Vaya manera de disfrutar. El camino está perfecto y mientras tanto, algunos aprovechan para realizar tramos cortos en zona muy embarrada para cruzar el coche e ir entrenando cómo corregir estas situaciones.

Debemos hacer alguna parada para reorientarme y aprovechamos para reponer fuerzas con algo de comida y bebida. Nuestro destino es la ermita de Hinodejo donde pararemos a comer, pero aún nos queda un tramo complicado. Caminos rotos con fuerte pendiente de bajada y que acaban con un nuevo vadeo, esta vez de un río bastante caudaloso y por cuyo cauce debemos transitar unos metros para llegar de nuevo al otro lado del camino.

Al borde del río, nueva parada para disfrutar de la zona en la que nos encontramos y valorar cómo afrontar el vadeo. Más fotos y vídeos y plenamente satisfechos, pues el paso es realmente espectacular.

Larga parada a comer en la Ermita de Hinodejo, donde disfrutamos de la soledad del lugar y de una de las mejores vistas de la provincia de Soria. Cebollera, Urbión, Moncayo… todos con muy escasa nieve para esta época del año. Tortillas, quesos, embutidos, empanadillas y refrescantes bebidas son degustadas en este espectacular paraje.

Una de nuestras compañeras, venida desde las lejanas tierras valencianas, se da cuenta que ha perdido su teléfono móvil, posiblemente en alguna de las paradas realizadas antes de algún vadeo. Mal asunto. Un joven asistente, sin duda con mente altamente tecnológica, le pide su número de teléfono y a través de no sé qué aplicación consigue conocer la última ubicación del aparato. Entre Lubia y Camparañón, indica la aplicación, casi nada, son cientos de kilómetros cuadrados, pero sí ha acertado en la última localidad en cuyo término municipal hicimos una parada.

No lo conozco…

En busca del teléfono perdido, iniciamos la vuelta por el mismo recorrido, lo cual nos importa poco, pues el buen viajero sabrá que la ida y la vuelta por el mismo camino es muy diferente, no tiene nada que ver, sobre todo si hablamos de pistas embarradas con fuertes subidas y bajadas. Llegamos al vadeo estrella de la jornada, cruzo el río en solitario, paro a unos 20 metros de la salida y en cuanto me bajo del Land Rover, veo el tan buscado y querido móvil hundido ligeramente en el barro en mitad del camino. Espero a que su propietaria cruce el río y para su alegría, la recibo con su móvil en la mano.

Seguimos ruta e introduzco variaciones en el camino de vuelta con éxito. Parada en el alto de San Marcos para disfrutar de la puesta de sol donde comienza, por primera vez en el día, a hacer un poquito de frío.

Ya en nuestro cuartel general, el Hostal Lázaro, compartimos las anécdotas del día entre hirvientes cafés para los más frioleros, helados botellines para bajar adrenalina y de nuevo una abundante cena para recuperar las fuerzas gastadas durante este emocionante día. En el exterior, nuestros vehículos permanecen con una gruesa capa de barro sobre la carrocería. Siempre hay alguno que lo limpia escrupulosamente al finalizar la ruta. Entre nosotros hay gente de todo tipo, algunos con estas extrañas y muy arraigadas costumbres …

Amanece un nuevo día. Algunos aventureros optan por poner rumbo a sus lejanos destinos en tierras bañadas por el cálido mediterráneo y otros vuelven a su redil visitando previamente espectaculares pueblos medievales e impresionantes parajes naturales sorianos.

Los que quedamos, los jóvenes y nuestro reportero gráfico profesional, ponemos rumbo a Garray para, a ritmo suave, subir al Cerro de San Juan a disfrutar de nuevo de unas vistas espectaculares. No puedo evitar informar a mis acompañantes de todo lo que nos rodea.  Cebollera, Urbión, el Valle del Río Razón, Sierra del Alba, Moncayo, el acebal de Caragüeta, los pueblecitos que se ven e incluso el itinerario seguido por los pastores trashumantes desde la edad media hasta mediados del siglo pasado. Parezco el típico abuelito contando historias. Pero no puedo evitarlo, noto cierto interés en mis acompañantes, lo cual, mis queridos amigos, no hace más que motivarme para contar otras muchas historias….

Es momento de agradecer la fidelidad de los asistentes a la Ruta Soriana. Son ya muchos años y sin ellos no sería lo mismo. Javier y Carmen, Víctor y Alicia, Ángel…. y la nueva generación, Fernando, Eduardo, Pablo y Jero, que por supuesto contaremos con ellos para futuras rutas ya sean en esta tierra o en cualquier otra por las que nos movamos. Se echó mucho de menos a los habituales que, por distintas circunstancias, no pudieron asistir en esta ocasión… Mario, Alfredo….. Ya preparando la edición número XIV, la cual, amigos, dará para otras muchas historias.

Amazighs

León, ciudad de Reyes

Esta crónica va sobre Reyes. Y comenzaré nombrando a los famosos Reyes Magos. Sí, eso es, los primeros Reyes que conoce todo ciudadano español desde su más tierna infancia y nos acompañan durante toda nuestra existencia. Dado que en el pasado año 2023 mi comportamiento ha sido más que excelente, los Reyes Magos, en la noche del 5 de enero, me dejaron un discreto y poco abultado sobre con mi merecido regalito. Un fin de semana en la ciudad de León, con transporte en AVE y una noche en un poco modesto hotel en pleno centro de la ciudad.

A velocidad de vértigo llegamos a la ciudad de León sobre las 12 de la mañana del sábado 27 de enero y tras una breve caminata de 15 minutos, llegamos a nuestro hotel donde una amable recepcionista nos ofrece la contratación del desayuno para redondear nuestra visita a la ciudad. Por supuesto aceptamos y en el momento de pagar, me cobran, no sólo el desayuno recién contratado, sino también la habitación, pues al parecer, constaba únicamente la reserva, pero no su pago. Es en ese momento cuando me doy cuenta de que a lo mejor mi comportamiento en el año 2023 no ha sido tan excelente como yo pensaba y que los Reyes Magos me han dado un toque de atención, pero sin privarme la posibilidad de poder seguir realizando mis escapadas. Eso sí, a mi costa, al menos en parte.

Sin muchas esperas, salimos a la calle para conocer la ciudad y qué mejor forma de hacerlo que dirigirnos a uno de sus puntos neurálgicos, la Plaza Mayor, en la que además se celebraba el habitual mercado de los sábados, siendo la fruta y los embutidos protagonistas de las decenas de puestos allí instalados. Hay mucho ambiente en la Plaza y el buen tiempo acompaña, lo que nos anima a hacer cola en un puesto de embutidos, donde sus simpáticos propietarios, durante la espera, nos dan a probar todo tipo de manjares que se encuentran a la venta en los mostradores. La degustación se mantiene e incluso aumenta cuando somos atendidos sin prisa alguna y de manera totalmente personalizada, acabando como era de esperar con una gran bolsa repleta de cecina de vaca, chorizo picante y varios quesos artesanos a los que el tendero añade unas buenas morcillas para que comprobemos su excelente calidad.

El casco viejo de León se encuentra peatonalizado en su gran mayoría y es muy agradable pasear por sus calles repletas de comercios, visitar la gran plaza donde se encuentra la impresionante catedral y llegar al llamado Barrio Húmedo donde las calles son estrechas, repletas de bares con barras y terrazas en el exterior, muy especializados en buenísimas tapas y con un ambiente extraordinario por toda la zona.

En León al pedir una bebida en cualquier bar ofrecen una generosa tapa y de lo más variado. El camarero te informa de las tapas que puedes pedir y que van incluidas en el precio de la bebida. Alitas de pollo, enormes canapés, ensaladilla, bravas, perrito, incluso judías con oreja y garbanzos con callos, son algunos de los ejemplos de los que disfrutamos durante todo el fin de semana. Increíble y qué bueno todo.

Para ser el primer día, con las tapas de la bebida y otra más de morcilla que nos pedimos aparte, nos damos por comidos y seguimos nuestro paseo rodeando las murallas de la ciudad bastante bien conservadas en gran parte del recorrido. Estas murallas datan de la época romana, siglo I, cuando la Legio VII se instaló en este lugar para proteger la calzada que unía las actuales ciudades de Zaragoza y Astorga. La muralla, por supuesto, durante la época medieval, fue mantenida, ampliada y reforzada, gracias a lo cual nos han llegado los restos actuales en bastante buen estado.

Es en uno de los paseos que bordean la muralla donde paramos a tomar un café en una terraza y nos sorprende que incluso el café tiene incluida su propia tapa. Esta vez, dos tapas, una salada a base de canapé de tortilla de patata y otra dulce, un generoso pedazo de bizcocho, dando buena cuenta de todo ello a pesar de habernos dado por comidos hacía un rato.

Por el acceso de la muralla llamado Puerta del Castillo, entramos de nuevo al casco viejo y al poco, podemos ya admirar la fabulosa Colegiata de San Isidoro, una de las joyas románicas no solo de esta ciudad de León, sino de España entera. Accedemos al interior de la iglesia para mayor disfrute y observamos con curiosidad el efectivo y discreto sistema de calefacción, el cual recorre todos los bancos por su parte baja.

Con nuevo espíritu seguimos vagabundeando y antes de ir al hotel a descansar un rato, nos llama la atención un espectacular palacio en el que actualmente se ubica el Centro de Interpretación del Reino de León. Se trata de un palacio del siglo XIV que, entre otros usos, en su día fue Tribunal de la Santa Inquisición. Siempre desconfío de los Centros de Interpretación y similares, por lo que entramos con total escepticismo y dando por hecho que será una visita de pocos minutos y en la que poco rato nos quedaríamos estáticos ante la información que ponen tu disposición.

Agradable sorpresa al ver la restauración interior del edificio y más aún al ver en una enorme sala y sobre sus paredes un enorme mural con un directo y ameno recorrido por la historia del Reino de León desde sus inicios, año de 910. Árboles genealógicos, guerras, triunfos, derrotas, enemigos, alianzas, matrimonios, cristianos, musulmanes y otras muchas breves referencias históricas, te sitúan en lo que fue el Reino de León a lo largo de los siglos. Hay que volver a este Centro con más tiempo pues hay para rato.

Allá por donde vas, el recuerdo a todos los Reyes Leoneses está muy presente en la ciudad, quedando patente la veneración y respeto de estas gentes por su historia. Calles, plazas, comercios, estatuas y bustos repartidos por toda la ciudad rinden aún honores a los llamados, entre otros, García, Ordoño, Urraca, Bermudo, por supuesto los Alfonso y creo que el más aclamado, Fernando I “el Magno”.

El Barrio Húmedo un sábado por la tarde noche, se convierte en lugar muy transitado donde el ambiente es muy bueno, algún bar se convierte en imposible de entrar, pero siempre encuentras un sitio agradable para tomarte algo y disfrutar del lugar. Más que recomendable. Vaya día de tapas llevamos.

Amanece un nuevo día con un gran desayuno en el hotel pagado por mí el día anterior y recuerdo la jugada magistral de estos Reyes Magos. Hay que ver lo bien que se lo han montado este año.

Mucho más vacías las calles, paseamos tranquilamente por la Plaza Mayor, la Catedral, etc. en dirección al museo de la Colegiata de San Isidoro donde tenemos contratada una visita guiada a las 11.30 a.m.

La Colegiata de San Isidoro es un monumento románico que mandó construir Fernando I y su esposa Sancha en el año 1063 (posteriormente ampliado en el siglo XII por la hija de ambos, Dña. Urraca). Rodeando la iglesia existen unas dependencias que fueron monasterio y palacio y que es el objeto de la visita.

Colegiata de San Isidoro

La visita guiada es excelente y difícil de olvidar gracias a salas con impresionantes frescos, una biblioteca con dos mil volúmenes, muchos de ellos con más de mil años de antigüedad y Biblias de un palmo de grosor, comedores, torre defensiva, ricas escaleras, el Cáliz de Dña. Urraca entre otros tesoros, así como un Panteón Real donde los frescos del siglo XII se mantienen intactos dando color a una estancia llena de sarcófagos que contienen a los más ilustres personajes de la realeza leonesa.   

El Cáliz de Dña. Urraca (siglo XI), hay que verlo. Sobran las palabras. Únicamente diré que fue donado a la colegiata por parte de Dña. Urraca, hija de Fernando I, que se compone de dos cuencos unidos y adornados con oro y piedras preciosas y lo mejor, hay estudios recientes que afirman que se trata del Santo Grial, la copa que el propio Cristo utilizó en la Última Cena. Sobre su historia y cómo llegó hasta León, mencionaré que fue el sultán de Egipto quién lo entregó al Sultán de la taifa de Denia en agradecimiento a un envió de barcos con víveres para paliar la hambruna del año 1.055. Éste a su vez lo entregó a Fernando I en pago de una paria en un intento de ganarse su protección y amistad.

Cuando tienes antes tus ojos el cáliz original, se te eriza la piel. La sala donde está expuesta no es muy grande, con una luz muy tenue y en el centro y dentro de una enorme urna de cristal se encuentra el cáliz iluminado. El objeto por sí mismo ya tiene algo muy especial y su historia aún lo engrandece más. Estuvimos un buen rato observándolo detenidamente en la más absoluta soledad.

Al Panteón Real, por la calidad, extensión y conservación de sus pinturas, le llaman la capilla Sixtina del románico. Las pinturas están perfectas y representan diversos episodios bíblicos e incluso un calendario agrícola.

Allí moran desde hace mil años los restos de una docena de reyes leoneses, diez reinas y ocho infantes. El sitio es frío, silencioso e inspira respeto. Las tropas de Napoleón convirtieron el lugar en una cuadra y los restos mortales rescatados fueron introducidos en uno de los sarcófagos sin haber podido identificar hasta el día de hoy quién es quién. Descansen en paz estos grandes reyes.

Panteón Real
Panteón Real

No nos olvidemos del claustro, donde en el año 1188, el rey Alfonso IX convoca a la “Curia Regia” incluyendo en la misma por vez primera al pueblo llano, pudiendo así intervenir en la toma de decisiones de los asuntos públicos junto al Rey, el Clero y la Nobleza. La Curia Regia es el órgano que asesora al Rey y desde entonces se integró en la misma a representantes del pueblo. Se trata de la más antigua prueba documental del sistema parlamentario europeo, lo que ha dado a León la condición de “cuna del parlamentarismo”.

Aquí se celebró el primer parlamento. Claustro

Brilla el sol en la ciudad y qué mejor forma de esperar al cocido que hemos reservado a las 15 horas, que acercarnos al Barrio Húmedo a tomar, sin prisa alguna, un aperitivo en una soleada mesa alta en plena calle. De lujo.

Por fin llega el momento gastronómico del fin de semana y para ello hemos escogido, pues nos lo recomendó el tendero del puesto de la Plaza Mayor al que le compramos el día anterior el embutido, un restaurante llamado “La Casa del Cocido”. Su propio nombre indica su especialidad y confirmamos que merece la pena.

Cocido para dos personas, pero habría dado para una tercera con total seguridad. No es cocido Maragato, por si alguien lo piensa. A petición nuestra, nos lo traen todo a la vez y no ponen pega alguna. A nosotros nos gusta así, todo revuelto. Sopa con fideos, enorme fuente de garbanzos, repollo bien rehogado, morcilla leonesa, y una generosa fuente de carnes, todas de cerdo a excepción del morcillo. Rabo, oreja, tocino, chorizo, costillas y manitas, hacen de este cocido algo distinto al que estamos acostumbrados. Vino tinto de la casa, siempre acompañado de Casera y nos vamos más que contentos hacia la estación de tren donde en dos horas justas llegamos a Madrid tras un intenso fin de semana. Ya pensando en el siguiente viaje y en los próximos Reyes Magos, que, seguro, darán lugar a otras muchas historias.

La borrasca Juan aprieta, pero no ahoga

La previsión del tiempo para el viernes 19 de enero es simplemente excelente. Al parecer, una borrasca bautizada como Juan, cruzará la península ibérica de oeste a este de forma bastante rápida, en unas 24 horas.

Justo en la provincia de Soria, la borrasca chocará con una masa de aire frío que viene del norte, lo cual provocará intensas precipitaciones en forma de nieve. Se habla de 15 centímetros del frio elemento y temperaturas de hasta 14 grados bajo cero. En todos los telediarios se habla de Soria como la provincia más afectada por este temporal.

Basta que oiga esta información en radio y televisión para que, sin pensarlo dos veces y aprovechando que tengo que recoger el Land Rover del taller, pues le he cambiado los amortiguadores delanteros, modifico mis planes y me tomo el día libre para poder disfrutar desde el primer momento de este buen tiempo. Se apunta al plan mi incondicional copiloto, convertido desde hace algún tiempo en piloto en prácticas de tan ilustre y ya algo antiguo 4×4.

Sobre las 7.30 de la mañana salimos de Madrid con bastante lluvia, esperando ser más rápidos que Juan y nos permita llegar a Soria sin problemas excesivos en las carreteras por la nieve. En cualquier caso, tomamos las precauciones básicas para cualquier incidencia, llevando buena ropa de abrigo y algo de agua. Parada en Medinaceli, donde ya nieva bastante, para tomar un bocadillo y llenar el coche de gasolina. Suficiente por si hay algún problema en los 70 kilómetros que restan y nos quedáramos aislados antes de llegar a Soria ciudad. El agua traída de Madrid sigue intacta.

Tras esta pausa, los primeros kilómetros son preocupantes pues la nieve empieza a cuajar en la carretera y obliga a conducir con más precaución si cabe. Tras 15 km. de tensa conducción, la carretera deja de cubrirse de nieve y está bastante más despejada. Llegamos al taller bajo una copiosa nevada, pero sin problema alguno.

A las 12,15 de la mañana iniciamos ruta para disfrutar de los caminos embarrados y que se cubren de nieve poco a poco. La Sierra de San Marcos es laberíntica. Hay muchísimos caminos y pistas, unos en buen estado y otro no tan buenos y casi todos los conozco. Vamos en busca de barro, nieve y vadeos y creo que he elegido el sitio perfecto. San Marcos nunca falla en invierno siempre que haya llovido.

Rápido tenemos que afrontar una fuerte subida totalmente embarrada, ya algo complicada en seco por las profundas roderas, pudiendo imaginar su estado después de la lluvia caída durante los últimos días y la nevada en la que estamos. Inicio la subida con ritmo constante y es inevitable caer en las rodadas donde el Land Rover se hunde mucho, siento como se clava bajando la fuerza y rozan las planchas de blindaje de los bajos con la parte central del camino. El barro y agua caen sobre el parabrisas de tal manera que, junto con la nieve, impiden totalmente la visión durante unos segundos y me veo en la necesidad inmediata de subir a ciegas el ritmo para superar la situación. Es hora de sacar los 165 CV del motor y mantener la trayectoria correcta. Acelero, el motor ruge con fuerza, recobro la visión y es impresionante la lluvia de barro que cae sobre el coche y el ruido que provoca al golpear la carrocería. La tensión es muy alta y oigo comentarios de ánimo y sobre todo de emoción que provienen de la zona del copiloto. Llegamos al alto con la adrenalina a tope y con ganas de afrontar nuevos tramos complicados, lo cual, en un día como hoy, no va a ser difícil.

Nos cruzamos con un Toyota Hilux conducido por un Guardia Forestal, el cual nos para en mitad del temporal y nos pregunta “si estamos probando el coche”. La verdad que el comentario sorprende pues ¿quién “prueba” un coche con un temporal semejante? Realmente, los que nos estamos poniendo a prueba somos nosotros mismos, pues las capacidades del Land Rover están más que probadas y demostradas. Pero vaya, por no entrar en polémicas, le decimos que sí, que estamos dando un paseo e incluso que hemos venido de Madrid a disfrutar del temporal. El tipo pone de cara de no entender la jugada, pero bueno, me da igual, aquí es totalmente legal la actividad que estamos realizando.

El guardia nos aconseja que no nos salgamos de las pistas principales pues los caminos están impracticables por la lluvia de los últimos días y que hay muchas roderas, por lo que podemos vernos en problemas. “Por supuesto, por supuesto, muchas gracias”, es nuestra amable respuesta ante el consejo vacío de sentido por parte de la autoridad. Vamos a ver, ¿este señor no ve que el Land Rover es muy superior al suyo, con alto grado de preparación y que está hasta los topes de barro? ¿no ve que nos estamos ya metiendo por todos lados? ¿No entiende que las pistas en buen estado pueden llegar a quedarse algo sosas a pesar del buen tiempo reinante? Tenía que habernos visto hace un momento subir la cuesta a toda potencia con palmo y medio de barro y nuestra cara de satisfacción. Posiblemente, su coche de Organismo oficial y de serie, no habría tenido capacidad de subir por ahí con la seguridad que nosotros lo hicimos. Seguro.

Imagino que este personaje, que no dejaba de dar vueltas, pues nos lo cruzamos varias veces, se sorprendería por las desviaciones que hacíamos hacia caminos rotos y problemáticos, según sus palabras, delatando nuestra dirección las huellas que quedan sobre la nieve recién caída. Continuamos nuestra ruta y al rato pierdo totalmente la orientación del lugar exacto en el que nos encontramos. Todo está blanco por la nieve y no hay ninguna visibilidad del horizonte por estar el día muy gris y oscuro. La brújula marca una dirección totalmente opuesta a la que quería dirigirme. Menos mal que en teoría me conocía esta Sierra… No hay problema e intento retomar la buena dirección, pero no lo consigo por falta de desvíos, volviendo a llegar a un punto por el que pasamos hacía ya más de una hora. Alucinante. Ello tampoco es problema pues toda la zona está divertidísima ya sea en una dirección u otra.

Creo que es buen momento para ceder los mandos de la máquina a mi acompañante pues el terreno está cada vez más nevado y ya es hora de que tenga su primer contacto con este frío elemento.

Tras varios kilómetros, en una curva con abundante barro y nieve, el Land Rover se cruza en el camino violenta e inesperadamente, el piloto rectifica de forma correcta, pero se le vuelve a cruzar en el sentido contrario dirigiéndonos hacia una enorme y amenazante piedra. Nueva rectificación y el coche queda en el centro del camino dispuesto a continuar la marcha, dejando atrás la peligrosa piedra a la que poco nos faltó para golpearnos con ella. De estas cosas se aprende y mucho. Debemos tener en cuenta que, con estas condiciones climáticas, mantener la velocidad correcta es factor básico para evitar incidencias. Poco a poco.

No obstante, la realidad es que el joven piloto no se esperaba esa cruzada y yo tampoco. El terreno en la curva estaba con un palmo de barro arcilloso muy muy blando y medio palmo de nieve, es decir, el terreno perfecto para un deslizamiento. Paramos un rato a tomar aire, destensar los nervios y disfrutar de los 2 grados bajo cero, de la nevada y del fuerte viento del momento. Nos parapetamos con el Land Rover para intentar estar menos expuestos.

Iniciamos vuelta hacia nuestro refugio y de forma inesperada la calefacción del coche comienza a hacer un ruido bastante raro, por lo que optamos por quitarla, quedándonos al poco tiempo sin visión pues el parabrisas se llena de vaho y, aún peor, comienza a congelarse en cuestión de segundos. No nos queda más remedio que conectar de forma intermitente el sistema con un ruido infernal que molesta bastante. Pero como decía mi acompañante para animarme,  “esto es típico de estos coches, paciencia”.  Sigue nevando con mayor intensidad y las carreteras comienzan a bloquearse. Volvemos por caminos de tierra y de nuevo calentamos el refugio pues se ha quedado helado. Son las 15,30 horas. Comida de emergencia nada casera y paseo andando para disfrutar de la borrasca que sigue descargando con fuerza y sin pausa alguna.

A las 17,30 tenemos ganas de seguir con este festín de frio y nieve, por lo que nos acercamos a la carretera para saber cómo evoluciona. La nieve lo cubre todo y pocos coches circulan por ella. No podemos evitarlo y tomamos carretera para acercarnos a la ciudad. Es una maravilla ver el excelente comportamiento del coche y la no necesidad de cadenas en todo momento. La entrada a Soria está algo bloqueada con varios coches cruzados y mi acompañante ve la oportunidad para sacar las eslingas y tirar de algunos de ellos para despejar la carretera. Nos ofrecemos a la Guardia Civil y con bastante agradecimiento nos indican los coches a retirar.

 La mayoría de los ciudadanos no saben dónde está el gancho para poder ser arrastrados y apreciamos que el sistema de los coches más modernos roza lo incómodo y ridículo. ¿dónde ha quedado el gancho visible y unido al chasis para que la grúa suba tu coche? Creo que en la memoria de los ingenieros diseñadores ya en lugar muy olvidado, pues el sistema actual consiste en desmontar unas ventanitas en el paragolpes delantero y enroscar un gancho con aspecto de frágil abre botellas. Con el temporal que atacaba y temperaturas tan bajas, no todos pudieron poner el gancho. Las situaciones vividas fueron algo duras por el clima, pero nosotros lo disfrutamos de principio a fin. Uno de los remolcados, en pleno arrastre, coge tracción y comienza a acercarse peligrosamente a mi parte trasera. De repente pierde de nuevo tracción y se queda parado, recibiendo por mi parte un tirón que revienta su abrebotellas de hojalata. A este tipo se nota que no lo han remolcado en su vida. Acabamos empujando el vehículo a otra calle donde ya no molesta.

Ya de vuelta, nueva parada en el puente sobre el río Golmayo donde se acumulan los coches y no va a poder pasar la quitanieves. La pareja de Guardias Civiles acepta nuestro ofrecimiento para despejar carriles y algo conseguimos entre todos. Al poco, aparece una máquina quita nieves con la pala a ras del asfalto y la parte trasera esparciendo sal en grandes cantidades. Ya de noche cerrada, volvemos a nuestro refugio muy contentos y con la moral alta. Lo hemos pasado genial en esta situación de caos a la entrada de la ciudad de Soria. Para otros ha sido una fría pesadilla. No me extraña.

Ya entrada la noche deja de nevar y empieza el bajo cero. Las previsiones hablan de menos doce grados. Menos mal que tenemos buena reserva de leña para toda la noche.

Amanece el día siguiente con seis grados bajo cero, siendo ésta la temperatura mínima alcanzada. Me dirijo al Land Rover para calentar motores, pero la manilla para abrir la puerta no responde. Ninguna de las cuatro. Las cerraduras están congeladas, muy congeladas. Tras varios intentos, tirones y demás, antes de perder la paciencia, opto por lo fácil y puede que me haya equivocado, pero funcionó. Entro al refugio, cojo la cazuela aún con restos de callos a la madrileña y lentejas del día anterior, la lleno de agua caliente y rocío dos de las cerraduras del coche. Se abren inmediatamente, no sé si por efecto del agua caliente o por los restos de grasa diluida en la misma.

El interior del vehículo se encuentra a cuatro bajo cero, y los cristales, en su parte interior, tienen una fina capa de hielo. Nunca había visto esto. Me hago un pequeño agujerito en el hielo del interior para poder ver, arranco, meto primera y el coche ni se mueve. Debe estar congelada hasta la transmisión. Nuevo intento y nada. Engrano la marcha atrás y aquí el coche algo se mueve, siendo suficiente para engranar de nuevo primera y avanzar ya sin problema hacia una zona de sol para ver si se descongela el coche.

Sobre las 11 horas iniciamos nueva ruta, está vez en dirección a Garray, Renieblas y Almajano, donde hay pistas muy buenas y deben tener bastante nieve. Y no nos equivocamos. La nieve está en perfecto estado y permite ir a velocidad moderada por los caminos sin problema alguno. En el interior, el piloto no pasa demasiado frío pues siempre se lleva la tensión propia de este tipo de conducción, pero el copiloto puede llegar a helarse por lo que vamos totalmente equipados. Evitamos en lo posible poner la calefacción por el molesto ruido. Hace mucho frio, pero luce el sol y el cielo es de un azul brillante. Está todo espectacular, no siempre es fácil disfrutar de estas situaciones pues ya no son muy habituales. Parada en Almajano cuyas calles se encuentran cubiertas de una espesa capa de hielo, lo que provoca que nuestro paseo por el pueblo se asemeje, por los andares, a un par de patos o pingüinos deambulando por unas calles totalmente vacías.

La vuelta la realiza al volante mi copiloto, el cual empieza a tomar gusto por la conducción en nieve. Esta vez sin sustos de cruzadas inesperadas.

Esa noche alcanzamos de nuevo los seis grados bajo cero y mis últimos pensamientos del día los dedico a pensar si arrancará el Land Rover a la mañana siguiente y cómo situarlo para sacar arrastrando el Toyota del garaje por una pequeña cuesta totalmente nevada y que no creo que supere el nipón sin ayuda.

Amanece un nuevo día. Directamente y cazuela en mano con agua caliente, está vez sin rastro de las comidas o cenas del día anterior, me dirijo directamente y sin pensarlo mucho al Land Rover y la vierto en las cerraduras. Perfecto. Se abren de forma suave y sin problemas. Esta vez no hay hielo en el interior, arranca bien y se mueve al primer intento. Parece que esta madrugada el coche ha sufrido menos pues estaba seco. La noche anterior permaneció mojado por la noche y eso debe ser perjudicial para motores, cerraduras, transmisiones, líquidos y demás partes del coche que desconozco.

Es momento de arrancar el Toyota y poder comprobar si sale sin ayuda del garaje donde ha pasado los dos últimos días para protegerlo del frío y heladas. Hay una subidita llena de nieve que no creemos que pueda superar. Por si acaso y desde el primer momento y teniendo en cuenta lo aprendido este fin de semana sobre el remolque de los coches más modernos, compruebo si tiene el tan querido gancho sin tener que desmontar medio coche. Pues no, no lo tiene y el sistema es igual que los coches que remolcamos el viernes por la noche en la ciudad de Soria. Hay que desmontar, haciendo palanca con un destornillador, una pequeña ventanita en el paragolpes delantero y en su interior enroscar el gancho, que, menos mal, tiene pinta de ser bastante sólido. Con la experiencia adquirida y con la inestimable ayuda de un libro de instrucciones de más de cien páginas, lo hacemos todo en un momento.

Tras varios intentos de superar sin ayuda la cuesta llena de nieve, viendo la imposibilidad y el peligro de darnos un golpe contra un árbol debido a los deslizamientos laterales, tras darle un buen roce en los bajos con un tocón de un pino talado hace años, enganchamos el Land Rover, tiramos de pala para eliminar la nieve  de su trayectoria y por fin sacamos el nipón a zona también nevada pero menos empinada y que supera posteriormente sin dificultad.

Volvemos a Madrid sin incidencia alguna, para ser víctimas, sin quererlo, de varios días de anticiclón que hace que, la abundante cantidad de nieve caída en esta zona este fin de semana, quede en el olvido antes del tiempo previsto. Pero eso, amigos, las temperaturas primaverales con los que se inició la semana siguiente, es otra historia pero que muy preocupante.

Si te gusta el riesgo, ¡ven a Madrid!

¿Te gustan las actividades de riesgo? ¡Pues tienes que venir a Madrid!

No, no pienses que vas a escalar montañas heladas, ni hacer espeluznantes bajadas de rápel desde algún rascacielos, esquiar en Navacerrada, dar de comer a los leones del zoo, ni jugarte la vida bajando por los rápidos del salvaje y desconocido río Manzanares.

Es mucho más simple y barato: un viaje en un autobús urbano de la EMT. Por 1,50 €, incluso por menos si tienes el bono de diez viajes e incluso más barato aún si tienes tarjeta de estudiante o de la tercera edad, puedes disfrutar de un viaje por la ciudad cargado de adrenalina y emociones fuertes. Incluso hay días concretos, los de mayor afluencia, que es gratis, alucinante.

Lo interesante de esta actividad es la variedad de los usuarios que disfrutan de ella. Sorprende incluso que un alto porcentaje son personas de la dorada tercera edad e incluso madres y padres primerizos con sus carritos de bebé. Sin duda esta es la prueba de que esta actividad es muy atractiva y puede llegar a engancharte desde la más tierna edad y durante las próximas décadas de tu existencia.

Ya entrando en materia, en primer lugar, me gustaría indicar que, para ponerse al límite en esta experiencia y disfrutar a tope, lo mejor es ir de pie y en la zona central del autobús. Nada de sentarse, si bien también esta opción es muy atractiva pues puedes observar con más detalle y de forma algo más segura todo lo que va ocurriendo a tu alrededor.

Las emociones fuertes las disfrutarás tanto un día de tráfico infernal, como un domingo o festivo a primera hora de la mañana y con las calles de la ciudad vacías.

Los días de denso tráfico, si bien la velocidad es nula o muy baja, las arrancadas y frenadas en seco son espeluznantes. En las arrancadas, el piloto hace rugir los casi 300 caballos que poseen los motores del autobús y ello con independencia del espacio a recorrer. En cualquier caso, es imprescindible en cada salida pisar a fondo el acelerador. Una vez que los usuarios acceden al interior, la primera arrancada es fuerte y sin previo aviso, provocando así el deleite de los usuarios desde el primer momento. El armonizado y violento tambaleo de los nuevos usuarios es digno de ver y se repite en cada una de las paradas. Nadie cae al suelo. Los más viejitos incluso logran mantener el equilibrio apoyándose en su bastón y agarrándose de forma rápida a lo que puedan, ya sean barras, asientos e incluso a otros usuarios. Los más ágiles intentan soportar los bruscos movimientos sin agarre alguno, pero pocos lo consiguen pues para ello hay que tener juventud y mucha, mucha experiencia.

Los días festivos sin tráfico, a las arrancadas y frenadas ya mencionadas, hay que añadir una velocidad de vértigo, incluso por las calles estrechas de un solo carril y si tienes suerte, podrás disfrutar al sobrepasar algún semáforo en rojo. No, en amarillo no, en rojo. Si no, no tiene emoción. No estoy muy conforme con saltarnos los semáforos, pues entiendo que una frenada en seco con derrapada incluida y cruzando el autobús en pleno centro de Madrid sería mucho más divertido.

Estoy convencido que los pilotos de los autobuses de la EMT realmente son pilotos de rallye encubiertos, ya sea en sus ejercicios de entrenamiento, ya sea en su gris y temprana jubilación por edad o por carecer de patrocinadores suficientes. El caso es que profesionales son, pues están al tanto de todo, no solo de la conducción propiamente dicha, sino también y con el rabillo del ojo a través del espejo retrovisor, de la situación y movimientos de los usuarios para, sin previo aviso, ponerlos a prueba con acelerones, frenadas o cualquier giro o brusquedad inesperada. Son unos maestros, de eso no hay duda.

Durante el trayecto, también es una actividad muy entretenida observar cómo el autobús cambia de carril o toma las rotondas sin tener muy en cuenta a los otros conductores de vehículos más ligeros. El proceso es muy sencillo. Nuestro conductor pone el intermitente y de forma inmediata comienza de forma brusca y abusiva la maniobra, ignorando la existencia de los demás vehículos que lo rodean. Es delirante y muy satisfactorio ver los gestos de ira e insultantes de los conductores vencidos, escuchar sus bocinazos o las caras de terror de los copilotos que los acompañan al ver cómo un enorme autobús azul se abalanza sobre ellos sin miramiento alguno. Si además logra aplastar o golpear a otro vehículo, debes de sentirte afortunado pues, sorprendentemente, no es del todo habitual.

Otro aspecto muy positivo que tienen estos autobuses es que, mientras disfrutas de esta temeraria y arriesgada actividad, puedes aprovechar para adquirir cultura a través de dos pantallas situadas en la parte delantera y trasera. Así, el público es informado de frases célebres como, “el sabio puede cambiar de opinión. El necio nunca”, o recibir información sobre la naturaleza. ¿Sabías que el coyote puede alcanzar una velocidad de 64 Km/h? Pero eso amigos, el coyote recorriendo las limpias y vacías calles de Madrid, ya es otra historia.