PRIMAVERA POLAR EN SIERRA CEBOLLERA. 2 DE ABRIL DE 2022.

El buen tiempo se mantiene a pesar de que estamos en los primeros días del mes de abril del año 2022. Los diversos barómetros que tengo en casa han detectado el brusco cambio de la presión atmosférica y parece que algo interesante va a ocurrir. Los titulares de los informativos son de lo más alarmista: “Zarpazo polar”, “El invierno en la puerta de casa”, “Conoce si en tu localidad va a nevar”, “España se congela” y otros similares.

Después de un invierno demasiado suave y seco, parece que algo llega a comienzos de la primavera y todo ello pocos días después de haber disfrutado de una de las mayores nubes de polvo sahariano que cubrió toda España con una gruesa capa de arena del desierto. Por cierto, nubes de polvo que fertilizan bosques, campos y océanos del planeta entero y son necesarios para su supervivencia. El polvo sahariano es rico en hierro y fósforo, lo que lo convierte en el más potente fertilizante natural. Incluso la selva amazónica y multitud de especies marinas se benefician de este maná caído del cielo. Los medios ven la ocasión para publicar artículos del siguiente contenido: “Cómo quitar el polvo sahariano del coche”, “Cómo limpiar el polvo del desierto de tu terraza y jardín”, en fin………. Yo prefiero soplar y dar un ligero manguerazo o esperar a que llueva antes de seguir ese tipo de consejos que te ocuparán el fin de semana lavando el coche con jabones neutros y ceras naturales o sacando brillo con trapos ecológicos a mis enseres del patio rociados por tan preciado regalo de la naturaleza.

Este primer fin de semana de abril me he ido a Soria para poder comprobar en persona la dureza del clima tan anunciado y poco deseado por la sociedad en general. Arranco el Defender a un grado de temperatura exterior y un fuerte viento helado. La cosa pinta bien. Lleno el depósito de gasoil por lo que pueda surgir y me dirijo directamente a Molinos de Razón donde accedo a la Sierra de Cebollera que está blanca y cubierta por plomizos nubarrones. En la parte baja nieva ligeramente y las pistas están muy resbaladizas por el barro y el hielo. Conduzco con precaución pues el agua sólida es sin duda el peor enemigo en estas situaciones. Ya puedes llevar unos buenos neumáticos que si hay hielo de poco sirven.

Tras algunos deslizamientos controlados, voy tomando altura a través de un cortafuegos recientemente arreglado hasta alcanzar los 1500-1600 metros de altitud. Empieza a nevar con fuerza y la ventisca aumenta. Empiezo a sentirme cómodo y el coche agarra perfectamente en la capa de nieve en polvo de unos 10 centímetros recién caída. No obstante, viene a mi mente la odisea sufrida en estas mismas pistas hace unos años donde me encontré en una situación algo delicada, posiblemente la más delicada en la que me haya visto envuelto en este mundillo de disfrutar del 4×4 y la naturaleza en solitario. Ese día vi las orejas al lobo.

Ya en lo más profundo de la sierra y muy cerca del incidente con las orejas del lobo, me encuentro con un Toyota en el lateral del camino y a unos cientos de metros más allá a sus dos ocupantes, una joven pareja con dos perros antagónicos, uno muy pequeño y el otro un precioso y enorme mastín. A partir de este momento voy abriendo pista y comienza a haber más nieve y peligrosos ventisqueros. El coche está teniendo un comportamiento muy bueno, pero de mi cabeza no se va la imagen del lobo acechándome. Decido parar en un punto donde incluso era ya difícil distinguir el camino. Echo a andar para valorar la profundidad y dureza de la nieve. No es mucha, hasta ahora todo ha ido bien, pero se puede complicar en cualquier momento, sin darme cuenta, no sería la primera vez. Estamos a dos grados bajo cero, la cara se me congela. También los pies. En un acto primitivo y ancestral de contacto con la naturaleza me lavo la cara con nieve y sacio la sed. La sensación es alucinante.

No quiero darme la vuelta, no es mi estilo. Pero algo en mi interior me dice que no arriesgue demasiado pues el día puede amargarse. Tras un largo rato debatiendo entre mis dos yo, el prudente y el más osado, decido dar la vuelta pues me encuentro absolutamente solo y aislado, sin cobertura de móvil y al alcance de solo unos pocos. Sin duda la edad me concede el don de la prudencia. ¡Si hubiera estado acompañado no lo habría dudado un instante!

Vuelvo sobre mis pasos y vuelvo a encontrarme con la pareja de paseantes y sus perros. El mastín está tumbado en mitad del camino y no puedo pasar. La chica tira del perro para que se mueva, pero es imposible, parece un toro de lidia herido. El chico está maniobrando con el Toyota. Me bajo del coche para saludar y pregunto si necesitan ayuda. Todo correcto, el mastín está agotado y no tiene fuerzas para subirse al coche. Por más que sus dueños tiran de él para que se levante no lo mueven ni un centímetro. “No está costumbrado”, me dicen los dueños. Pobre animal, ¿cómo un mastín no da más de sí tras un paseo por la nieve? Posiblemente sea una víctima más de la vida urbana y sedentaria que le ha provocado cierta atrofia muscular, pues pocos perros hay tan fuertes y potentes como el mastín.

Prosigo mi camino con ganas de aventura y tomo un cortafuegos con fuerte pendiente que me llevará a los 1700 metros de altitud donde cae una fuerte nevada y el potente viento helado se cuela por las múltiples rendijas del Defender. Tras algún paso delicado donde es necesaria la reductora, hago parada para disfrutar del entorno y aprovecho para conservar fuerzas con un buen bocadillo de jamón ibérico recién traído de Extremadura, que elaboro y degusto en el interior del vehículo. El ambiente exterior es muy hostil y sin posibilidad de utilizar de forma cómoda el Land Rover como parapeto por la fuerza del viento y la copiosa nevada.

Sin prisa alguna, comienzo el descenso del resbaladizo cortafuegos llegando sin novedad a pista más transitable, muy nevada y donde pongo a prueba los neumáticos, la tracción 4×4, el bloqueo de diferencial, los flamantes 160 CV y a uno mismo al imponer un ritmo alegre hasta llegar a zona asfaltada.

En los 60 km. realizados por resbaladizo terreno, ha reinado una moderada y madura prudencia y dejo atrás al lobo cuyas orejas divisé hace unos años. Pero eso ya, amigos, es otra historia que también puedes leer en este blog.

3 comentarios en «PRIMAVERA POLAR EN SIERRA CEBOLLERA. 2 DE ABRIL DE 2022.»

  • 10 de abril de 2022 a las 22:30
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    Me da frio nada mas leer lo solitario y nevado de este recorrido helado pero con prudencia se puede salir bien🤔

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  • 10 de abril de 2022 a las 21:35
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    Muy buena crónica y muy buena decisión. Contenta de que mis nietos tengan un padre prudente. 🤗🤪😍

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  • 10 de abril de 2022 a las 21:13
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    Bueno Rafa, me has tenido en vilo. Sinceramente te creí capaz de todo… ¡Cómo lo disfrutas! Gracias por compartirlo.

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