La ilusión perdida. 28 horas de aventura.

La preparación de un viaje de 10 días al Sáhara marroquí tiene su aquel. El pasado 24 de mayo tomamos la decisión de disfrutar de un nuevo viaje a estas tierras y fijamos como fechas las del 6 al 15 de octubre. Por delante tenemos cuatro meses y medio para preparar el coche e ir pensando en todo lo que hay que llevarse.

Se inicia así un periodo en el que el viaje está permanente en tu cabeza y comienzas a hacer listas de todo lo necesario e imprescindible. Listas siempre abiertas y ampliadas de forma continua hasta que finalmente van tomando un contenido más definido. Lo más importante, la revisión del vehículo, aceites y diversos líquidos por si hay pérdidas, verificación de pasaportes, carta verde el seguro, documentación con datos personales y del vehículo para entregarlos en los diferentes puntos de control militares con los que podamos encontrarnos, obtener la moneda local, contratación de datos móviles para estar en contacto con la familia y amigos y un largo etcétera al que hay que añadir la comida, bebida, menaje, aseo, botiquín, material de acampada……..

Este viaje es especial pues desde el comienzo se determina que seremos cien por cien autónomos y prescindiremos de noches de hotel salvo fuerza mayor. No puede faltar de nada y debemos estar preparados para cualquier contingencia que pueda ocurrir a mil kilómetros de la frontera en algún punto remoto y aislado del desierto.

Cada vez que visitas un supermercado o tiendas de cualquier género, viene a la mente el viaje y vas haciéndote poco a poco con todo lo necesario para la aventura. Además, siempre aprovechas la situación para introducir alguna mejora en el coche o para adquirir algún artículo que siempre has pensado que vendría bien para las rutas. Nuevas cinchas para anclar el equipaje, cargadores con USB y enchufe tradicional, nuevo bidón de agua para aumentar la capacidad de almacenaje, etc…

Organizar los menús requiere también de tiempo y dedicación, sin duda alguna. Por supuesto prevalece la comida ya preparada o enlatada, pero se intenta llevar, dentro de lo posible, una dieta relativamente equilibrada. Carne, verduras, pasta, arroces, patés, atún (que no falte) e importante, sardinas, que dan mucha fuerza y energía. El agua potable que no falte, teniendo capacidad para transportar 70 litros. También los zumos son importantes para evitar deshidratación y recibir una dosis de glucosa. Y sí, también cerveza, toda la que se pueda, pues es increíble la sensación de degustar una de ellas, o varias, muy fría y tras un día entero de pistas por el desierto. Además, y puede que extrañe a alguien, es moneda de cambio. Una buena nevera instalada en el vehículo siempre ayudará a poder darte estos caprichos con temperaturas superiores a los 45 grados.

Como hemos decidido prescindir de hoteles, siempre lo hacemos, el material de acampada es un aspecto para tener muy en cuenta. Tomamos la decisión de dormir al raso siempre que el tiempo lo permita, por lo que mi copiloto, hoy convertido en piloto, necesita una cama plegable y algo de ropa ligera para soportar los calores extremos. En cualquier caso, la tienda de campaña siempre a mano por si llueve, sopla un viento infernal o te pilla alguna tormenta de arena.

Equipaje

Con el coche cargado hasta los topes, mi hijo y yo iniciamos el viaje de nuestra vida el jueves 5 de octubre a las 13.45 horas. La actitud mental, aunque puede que a alguno parezca una tontería, es muy importante. Debemos tener muy claro que vendrán complicaciones, momentos duros e incómodos, pero tendremos que adaptarnos, mantener siempre la calma y afrontarlos con buen ánimo, pues son elementos del viaje que siempre están presentes, aparecen con frecuencia y muchas veces sin previo aviso.

Tras el habitual y desagradable atasco de la M-30 y primeros kilómetros de la nacional IV, por fin cogemos ritmo en la marcha y adoptamos una velocidad de entre 100 y 110 km/hora con la cual el Land Rover responde a la perfección. A las 16 horas paramos a tomar un bocadillo en un bar de carretera cerca de Valdepeñas y continuamos marcha relajados y con muy buen espíritu. Nos adelanta una numerosa caravana de 4×4 de nuestros hermanos portugueses lo cual siempre gusta y anima aún más si cabe nuestro espíritu aventurero y las ganas de embarcar con destino al desierto.

A los 300 km de nuestra salida comienza un ruido sospechoso en el tren delantero que dura muy pocos segundos, pero que nos obliga a parar y revisar los bajos del coche sin que detectemos nada raro. Continuamos la marcha sin mayores contratiempos y en el Km. 390 cedo el pilotaje a mi hijo para que vaya cogiendo el sentir del coche pues hace algunas semanas que no lo hemos utilizado. Estos coches, cuanto más los conduces, más sencillos y suaves son de manejar.

Primeros síntomas

Si bien comienza a anochecer, continuamos la marcha pues nos proponemos hacer noche en la localidad de Tabernas y así poder darnos una vuelta por este desierto en las primeras horas del día siguiente. Pero el coche vuelve a hacer ese ruido sospechoso e incluso suena en el interior un leve golpe seco y realmente preocupante. Nueva parada, pero no se ve nada raro y el coche sigue rodando bien.  

Reducimos la marcha con gran preocupación y llegamos a la localidad de Tabernas sobre las 21,15 horas. Ya es noche cerrada. Localizamos por internet un par de hostales y nos acercamos a ellos a ver si hay habitaciones. Aparcamos en una céntrica calle donde hay algo de movimiento de chicos jóvenes, africanos y donde flota en el ambiente un dulce y penetrante olor a María, lo cual nos pone en alerta en lo que se refiere a la seguridad de nuestro vehículo cargado hasta los topes.

El tipo del hostal, mayor y con pinta de rufián pesetero, nos dice que no tiene habitaciones libres, pero nos ofrece un piso que él tiene y donde podríamos pasar la noche. La verdad que la propuesta y la forma de realizarla no nos da mucha confianza, pero aún así, le preguntamos si hay parking donde dejar el coche. Al parecer no hay parking en el pueblo y nos recomienda que lo aparquemos en la plaza del Ayuntamiento donde hay cámaras de seguridad. Nos debe ver cara de subnormales y nos comenta que incluso donde tenemos el coche aparcado a escasos metros del hostal también hay cámaras… En ese instante, pasa por la calle un nuevo grupo de jóvenes que no nos dan mucha confianza, al menos en lo que a su aspecto se refiere.

Desistimos del ofrecimiento del rufián y nos retiramos a las afueras del pueblo para intentar buscar algún sitio donde dormir. El tiempo ya corre en nuestra contra. A través del Google maps intentamos localizar sitios cercanos como casas rurales, albergues, apartamentos turísticos ya más aislados del pueblo y con parking en la puerta para nuestro coche. Llamada tras llamada a teléfonos donde la atención deja mucho que desear e incluso con la sensación de que todo ello era la misma empresa, se nos informa que está todo completo.

Ya sabemos todos que Tabernas es un pueblo turístico que vive de los espectáculos de indios y vaqueros. Pero de ahí a que un jueves por la noche no haya ninguna habitación disponible en el propio pueblo ni en 20 km. a la redonda es difícil de entender y asumir.

Llegando a Tabernas

No acabamos de creernos que esa actitud mental positiva que he comentado al principio de esta crónica, ya tendríamos que ponerla en práctica en la primera noche fuera de casa y en nuestra propia nación. Optamos por salir de nuevo a la autovía y parar en el primer hostal de carretera que apareciera. Alguno habrá en los 30 kilómetros que quedan hasta la ciudad de Almería. Me viene a la cabeza las muestras de sorpresa que mostraron amigos y conocidos cuando les comentaba que nos íbamos de viaje sin ningún tipo de reserva. Pues sí, esto es así, pero tan pronto y en la pequeña localidad de Tabernas no me lo esperaba.

Arrancamos de nuevo y todo el tren delantero del Land Rover es una caja de ruidos. Parece que la parada de más de una hora en este pueblo hostil no le ha sentado nada bien. Nueva revisión de bajos para intentar detectar algo raro, pero a primera vista nada se ve. Se mueve ligeramente la barra de suspensión de la dirección, pero tras consultarlo con los expertos no es un problema grave.

Con más precaución que nunca iniciamos la vuelta a la autovía y ningún hostal a la vista. A 5 kilómetros de la ciudad de Almería, suena un golpe seco, muy fuerte y preocupante por toda la parte baja del coche, algo parecido a una explosión. Con bastante susto y preocupación paramos de inmediato en un arcén bastante inseguro y tomo los mandos por si el coche comenzara a quedarse sin dirección o sin frenos o si explotara de repente. En el momento del ruido fuerte conducía mi hijo y vaya susto que se llevó, creo que más que yo, pues esos golpetazos se transmiten a través del volante, caja de cambios, pedales, etc… Revisando los bajos se aprecia bastante aceite por la zona de la caja de cambios y otras zonas vitales de nuestro Land Rover.

La entrada en Almería es como la de un soldado herido que viene directamente del campo de batalla. Todo son ruidos chirriantes durante el rodaje del coche, da la sensación de que vibra la caja de cambios, la transmisión y el ruido del motor ha cambiado ligeramente. Es en este momento cuando somos conscientes de que nuestro viaje ha finalizado y es momento de mantener la calma y saber afrontar esta situación tan dura y complicada.

Aparcamos el coche en un parking y reservamos a las 23.30 horas una habitación en el modesto hotel La Perla, en pleno centro de Almería.

Un funesto silencio se apodera de nosotros pues no nos podemos creer que el viaje se ha acabado. Ha finalizado antes de que comenzara, es algo increíble. Es el momento de mantener el tipo, intentar ser positivos y asumir que hasta aquí hemos llegado. Intentamos darnos ánimos entre nosotros. Era algo que podía ocurrir y desgraciadamente ha ocurrido.

No hay forma de encontrar a medianoche ningún sitio donde comer en Almería, por lo que nos sentamos en el único chiringuito abierto, muy cerca del hotel, donde nos tomamos unos tercios de cerveza e intentamos digerir nuestra triste situación. La terraza está a rebosar de gente joven y me llama la atención una pegatina en todas las mesas donde se indica que está prohibido fumar, que no hay WC y que no se puede pagar con tarjeta, sólo en efectivo. La pegatina me asquea profundamente, no lo puedo evitar.

Desde la terraza donde nos hemos instalado vemos un local abierto, algo parecido a una tienda de comestibles y allí nos dirigimos a comprar algún sándwich o algo parecido. Se trata de una tienda similar a un “chino” de Madrid, pero atendido por españoles, abierto 24 horas y donde podemos tomar en una pequeña barra dos enormes raciones caseras de lomo con roquefort y lomo a las finas hierbas que por su abundancia son difíciles de terminar. Lo redondeamos con un enorme y sabroso panini y un par de bebidas, todo a un precio que daban ganas de pagar el doble al chico que iba a estar de servicio la noche entera.

Sobre la una de la mañana nos acomodamos en nuestro hotel donde cuesta conciliar el sueño por toda la experiencia vivida en este largo día.

Fieles a nuestra cita con el resto de los miembros de esta expedición, acudimos a las 10 horas al puerto de Almería con un renqueante, tembloroso y ruidoso Land Rover. Breve encuentro de varios minutos, pues deben comprar aún los billetes de embarque, palabras de ánimo y un fraternal abrazo para desearles un buen viaje. Un nudo en la garganta me ahoga. Vaya situación complicada. No nos lo acabamos de creer. El ferry está a escasos metros y nosotros nos quedamos en tierra. Estos viajes son así.

Llamada al taller de Soria para informar que recibirá el Land Rover en unos días y posterior llamada al seguro para recibir la asistencia típica en estas situaciones. El taxi y la grúa no tardan en llegar, pero con tiempo suficiente para vaciar la mayor parte de nuestras pertenencias pues el seguro nos indica que ponen a nuestra disposición un coche de alquiler. Se quedan en el Land Rover la nevera lleva de bebidas, los 70 litros de agua y el material de acampada. Finalmente, en Almería no hay coches de alquiler disponibles y el taxi que nos ha venido a recoger al puerto nos lleva a Madrid donde llegamos a las 17.30 horas. Pedro, el taxista, es un tipo bastante amable, madrileño de nacimiento, muy profesional y creo que era unos de los capos del mundo del taxi almeriense por la infinidad de llamadas y distribución de los servicios de recogida que realizó durante el viaje.

Durante el viaje en taxi a Madrid, he recibido infinidad de mensajes y llamadas de amigos y familiares para apoyarme en momentos tan delicados. Todos ellos habían sido informados previamente de la situación a través de las redes sociales pues eran conocedores de esta aventura y de nuestra ilusión por ella. Casi todos, por no decir todos, sois lectores de mis crónicas en esta página, por lo que aprovecho para agradeceros las llamadas de apoyo y llenas de cariño que me habéis realizado. De verdad, mil gracias.

Puerto de Almería

Escribo estas líneas dentro de las 24 horas siguientes a nuestro regreso a casa. Estoy desolado, frustrado. Tengo una sensación de profunda derrota y no acabo de adaptarme a la vida normal, me encuentro totalmente desubicado. A mi hijo le pasa lo mismo. Menos mal que es fin de semana y disponemos de dos días de duelo antes de incorporarnos a nuestra vida anterior. Estos viajes es lo que tienen. En cuestión de minutos pueden estropearse y así ha sido. Unas veces la causa es la mecánica y otras el “bicho marroquí”, otro de los grandes fantasmas de estas aventuras. Es importante saber desde el primer momento en el que inicias el viaje, que, de forma inesperada, puede ocurrir cualquier cosa que lo frustre. Además, debo sentirme afortunado, pues una avería de este estilo en pleno desierto sí puede convertirse en un grave problema de supervivencia personal y de alto riesgo para el vehículo. En cualquier caso, también íbamos preparados para ello.

Pero amigos, me aplico mi propia medicina y ya estoy pensando en mi próximo viaje a Marruecos que, con total seguridad, dará para otras muchas historias.

7 comentarios en «La ilusión perdida. 28 horas de aventura.»

  • 8 de octubre de 2023 a las 18:49
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    Transmitirte mi total solidaridad con la situación.
    Sé que te hacía muchísima ilusión este viaje, pero para un aventurero como tú esto es solo una china en el camino, lo mejor está por venir.
    Un fuerte abrazo y ánimo!!!!!

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  • 8 de octubre de 2023 a las 18:34
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    Un duro golpe del que más del que seguro que saldréis muy fortalecidos y con muchas más ganas de hacer el viaje.
    Pero superarlo cuesta así que ¡ánimo!.
    Un abrazo..
    Cuando lo supe yo también me quedé desolada…

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  • 8 de octubre de 2023 a las 16:45
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    Cuanto lo siento. Aunque el titulo de la crónica era premonitorio, a lo largo de la lectura quise creer que los ruidos del Land Rover se desvanecerian sin consecuencias. Quien sabe. La avería puede haber sido la contingencia que ha evitado un mal mayor en el camino. Un abrazo

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  • 8 de octubre de 2023 a las 13:47
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    Amigos, Fer y Rafa, no hay primera sin segunda!!!…..queda mucha vida por delante…..yo, sin más remedio por motivos familiares no pude ir, así es la vida querido Fer, la vida da sin sabores……pero queda toda ella por delante…..Fer, Rafa, igual vamos junto la próxima ……saludos hermanos Afrikanos!!!!…..los viejos ligerianos nunca mueren!!!

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