ATRAPADOS EN EL CANAL DU MIDI. AGOSTO 2023.

Entre los días 18 y 26 de agosto de 2023, en plena ola de calor de una intensidad jamás registrada, con temperaturas diurnas de 42 grados y mínimas nocturnas de 23 y 25 grados, iniciamos nuestro viaje a Francia para disfrutar de una tranquila travesía de 80 km. por el Canal Du Midi entre las localidades de Castelnaudary y Carcassone.

De camino hacia el punto de inicio de esta aventura, hicimos parada con noche incluida en la bonita ciudad de Pau, la cual recorrimos de punta a punta y disfrutamos de una espléndida vista de los Pirineos que se encuentran a tan solo 50 km. de distancia. Esta ciudad y el territorio que la rodea, debido a diversas uniones dinásticas, perteneció al Reino de Navarra en el siglo XV, convirtiéndose en capital de dicho reino a partir del 1512 cuando Fernando el Católico ocupa el reino de Navarra situado al sur de los Pirineos. Es en este momento cuando el rey de Navarra Enrique II instala su Corte en esta ciudad y donde su nieto Enrique III de Navarra, acaba convirtiéndose ni más ni menos que en rey de Francia como Enrique IV. La referencia a esta estirpe de reyes de origen navarro es constante por las calles de la ciudad.

En esta ciudad abundan las iglesias que daban cobijo a los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela y cuyas plantas actuales pertenecen en su mayoría al siglo XIX, fruto de continuas remodelaciones a lo largo de los siglos. La joya de la ciudad es el castillo, que data del siglo XII, si bien sufrió una seria remodelación en el siglo XIV. Los reyes navarros se instalaron en este castillo y aquí nació el mencionado rey de Francia Enrique IV.

Llama la atención que en cualquier ciudad de Francia existe un monumento a los caídos en las múltiples guerras en las que se ha visto inmersa esta nación y en Pau concretamente, se recuerda a los soldados caídos en las dos guerras mundiales, la guerra de Marruecos, Argelia y Túnez. En este monumento, sorprendentemente, hay una placa especial dedicada a los españoles muertos y que defendieron la causa francesa en estas guerras. Ya que hablamos de guerras, no puedo dejar de comentar que, además de estos bélicos y pétreos monumentos, en la actualidad es habitual ver soldados franceses patrullando las calles, armados hasta los dientes y en formación propia de vigilancia y control de una ciudad destruida por la guerra. Da algo de miedo la verdad.

Tras degustar la débil e insulsa cerveza francesa y cenar una generosa hamburguesa, nos retiramos a nuestro modesto hotel situado en pleno centro, para recuperar la energía gastada en este primer día de insoportable calor.

A la mañana siguiente, buen desayuno a base de café, zumo y cruasán, antes de retomar camino hacia Castelnaudary donde a las 14 horas tomamos posesión de nuestro barco de la más alta gama y con el que recorreremos parte del Canal Du Midi durante siete días.

Para situarnos, el Canal Du Midi es un canal artificial y navegable que conecta el Atlántico con el Mediterráneo, evitando así el paso de mercancías por el Estrecho de Gibraltar. Fue construido entre los años 1.666 y 1.681 y en el que participaron 12.000 obreros. Tiene una longitud de 241 km, una anchura de 20 metros  y una profundidad media de 2 metros. En cuatro días, pasajeros, mercancías y correos podían ser transportados de una punta a otra, siendo las embarcaciones de transporte tiradas por caballos a través de los caminos habilitados de forma paralela al Canal. Consta de un total de 63 esclusas para hacer frente a los desniveles del terreno. Para entenderlo, el sistema de esclusas es idéntico al más famoso de los canales, el Canal de Panamá.

Bajo un calor sofocante nos instalamos en nuestro bote de 15 metros de eslora, los capitanes asignados reciben una breve clase de formación sobre su manejo y nos disponemos a pasar la tarde en el pueblo de Castelnaudary donde casualmente celebran fiestas por ser las jornadas del Cassoulet (guiso de alubias y carne de pato o cerdo). El pueblo rebosa vida, miles de personas en las calles, puestos de cerveza y comida en las calles, música en directo… y todo vigilado por patrullas del ejército en permanente movimiento, alerta y listos para intervenir en cualquier momento. Damos rienda suelta a la alegría típica de los momentos previos al inicio de un gran viaje…

De vuelta al muelle donde se encuentra nuestro barco, nos damos cuenta de que el aire acondicionado no funciona correctamente y los técnicos se afanan por arreglar el problema. Cae la noche y el problema sigue sin resolverse y nos facilitan un aparato de aire portátil para no morir de calor.

A la mañana siguiente deberíamos comenzar nuestro recorrido, pero no es posible pues los que dicen ser técnicos siguen buscando la avería del aire acondicionado. Aprovechamos esta incidencia para volver al pueblo para comprar pan y exquisitos quesos en los puestos de la calle. Qué voy a decir de los quesos franceses, simplemente son una delicia y cuanto peor huelen mejor saben. Compramos 6 kilos de Cassoulet enlatados que finalmente viajaron a Madrid pues, pensando en su posterior digestión, fue imposible su degustación en el viaje por causa del sofocante clima.

El aire acondicionado sigue sin funcionar con normalidad a pesar de tener a tres inútiles técnicos metidos en el barco revisando el sistema. Al parecer solo funciona de forma parcial, de tal forma que hay camarotes que no tienen aire. Nos ofrecen cambiarnos a otro barco de igual calidad, pero al revisarlo los técnicos, se dan cuenta de que tiene el mismo problema con el aire acondicionado. Esto ya nos mosquea porque queda claro que estos francesitos no revisan los barcos antes de entregarlos al cliente, lo cual unido al olor vomitivo de los baños del muelle, nos sitúa en la realidad que nos rodea y desvela la calidad del servicio contratado.

En cualquier caso, con el aire acondicionado a medias y con varias horas de retraso, por fin zarpamos con alegría y la moral muy alta para enfrentarnos a las primeras esclusas donde a la dificultad de enhebrar el barco para situarlo correctamente hay que añadir el trabajo de amarrarlo para evitar golpes y movimientos no deseados.  

Plácida y divertida navegación a más de 40 grados en el exterior, con un sol de justicia y un interior del cascarón de al menos 50 grados con elevado porcentaje de humedad, son las primeras notas que nos iban a perseguir durante el resto de nuestra travesía.

Las cocineras en el abrasador interior del cascarón cocinando para diez personas, paradas a comer cobijados en la sombra de enormes árboles que bordean el canal, saludos con otros aventureros embarcados y de todas las nacionalidades, saludos con infinidad de ciclistas que pedalean por el camino lateral del canal, paradas recomendadas donde desplazarse al pueblo andando es tarea de titanes debido a las altísimas temperaturas, desaparición prematura de las reservas de cerveza española, consumo excesivo de agua potable dado la permanente y sorprendente sudoración en la que nos encontramos, son sólo algunas de las anécdotas del viaje, pues el destino nos tenía preparada alguna que otra sorpresa añadida.

Noches amarrados en la salvaje orilla del canal sin servicio de luz ni agua, noches en los muelles de Bram y Carcassone con dichos servicios, noches en las que los mosquitos celebran una fiesta previa al festín cuando ven llegar el barco con diez personas totalmente sudadas, noches de cenas romanas en familia con ambiente muy divertido, noches en las que el mediocre aire acondicionado refresca y permite dormir con unos ventiladores que los técnicos farsantes ponen a nuestra disposición para reírse de nosotros, noches con sus días de calor africanos que convierten este viaje en un viaje aventura poniendo a prueba la capacidad de resistencia personal de cada uno de los diez viajeros.

Y más supervivencia cuando la nevera del cascarón comienza a fallar, llegando a apagarse totalmente en varias ocasiones pues el sistema eléctrico (el alternador) del barco definitivamente tampoco funciona. Y aún así, supimos sobrellevarlo con ilusión y alegría, logrando sobrevivir a base de humor pensando por dónde íbamos a meterle el barco, la nevera y, se me olvidaba, la barbacoa y el internet que tampoco funcionan, a los simpáticos francesitos que muy uniformados y sonrientes nos dieron la bienvenida hace ya varios días.

Y estas condiciones curten. Y curten mucho. Te acostumbras a los 43 grados del día y los 25 de la noche. Te acostumbras a la permanente sudada totalmente desbocada durante las 24 horas del día. Te acostumbras a unos baños (WC) donde su uso ponía a prueba la propia resistencia del individuo, no solo por su reducido tamaño y la dificultad de hacer desaparecer los residuos, sino también por la temperatura brutal reinante en el cubículo. Te acostumbras a protegerte de los mosquitos en cuanto cae el sol…. te acostumbras a todo, incluso a vestir únicamente con pantalón corto, gorro y calzado.

Ya en el retorno, éramos otros. Marineros curtidos, lobos de mar, diestros en el manejo del cascarón en las esclusas, diestros en lanzar amarras cual jinete de la pampa argentina, diestros en conocimientos de navegación, con la piel curtida por el sol, con la piel endurecida por las picaduras, maestros de la cocina francesa, maestros en la cata de quesos y vinos, maestros en reconocer los primeros síntomas de deshidratación, maestros en el arte de la vida, maestros en sobrevivir.

Y con todo ello, nunca me hice la pregunta más peligrosa que puedo hacerme a mí mismo en un viaje y que siempre me preocupa: ¿Y qué hago yo aquí? Al revés, lo que iba a ser un idílico y tranquilo viaje de lujo por las aguas del Canal, se ha convertido en un viaje aventura, algo extremo que no esperaba, pero me ha gustado y sorprendido gratamente. En varias ocasiones expresé mi sorpresa por la dureza del viaje y por la resistencia de todos y cada uno de los diez participantes en este evento. Este viaje sin duda ha sido un entrenamiento para mi próximo viaje aventura a Marruecos en el mes de octubre, el cual, después de ésta, estoy convencido que será coser y cantar a pesar de que nos enfrentaremos a condiciones duras y extremas o al menos eso espero.

 Durante la navegación y de vez en cuando, venían imágenes a mi mente de una película protagonizada por Klaus Kinski llamada Fitzcarraldo y en la que navegan por el río Amazonas  con el objetivo de construir en mitad de la selva un teatro de ópera. Es posible que estos pensamientos, pues debe hacer por lo menos 30 años que vi esa película y nunca la había recordado, fueran fruto del inicio de alguno de los innumerables procesos de deshidratación a los que me enfrenté.

Finalizada la travesía y ya entregada la chalupa a los organizadores con reclamación de daños y perjuicios incluida, ponemos rumbo a nuestra nación, en concreto a San Sebastián, donde llegamos con tiempo suficiente para darnos una excelente comilona en Casa Pantxika, el cual recomiendo y situado en el mismísimo puerto, a base de 5 kilos de rodaballo, tres docenas de sardinas y otras exquisiteces del Cantábrico. Nada como recuperar fuerzas posteriormente en nuestro querido y más que conocido hotel NH Collection de la ciudad.

No queda más que agradecer a todos los integrantes de esta aventura su participación en la misma, con especial mención a Natalia por su especial arte, paciencia y dedicación en los fogones, a Bernard por capitanear el barco y llevarnos a puerto seguro, a los hijos de ambos, María, Marcos y Pablo por su colaboración en las tareas diarias de a bordo, a Lorena, por su buen humor, siempre pendiente de la intendencia y la mejor pinche de cocina,  y a mis hijos Marina, Fernando y Clara por su colaboración en el día a día y por haber demostrado ser dignos hijos de su padre.

Y esto es todo amigos. Si me preguntas si lo disfruté, te diré que por supuesto. Pero si me preguntas si te lo recomendaría, pues también, pero mi respuesta daría para otras muchas historias…

4 comentarios en «ATRAPADOS EN EL CANAL DU MIDI. AGOSTO 2023.»

  • 22 de septiembre de 2023 a las 12:16
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    Que bueno !!!!
    Creo que me quedo con la recomendación del rodaballo en casa Pantxika… Ahí seguro que si que voy!!!!
    Gracias por entretenernos y hacernos navegar.

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  • 21 de septiembre de 2023 a las 15:39
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    ¡Sois unos campeones!!! Y este viaje lo confirma.
    ¡Enhorabuena!!! Organizaremos algo para repartir condecoraciones..

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  • 19 de septiembre de 2023 a las 21:15
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    Madre mía Rafa! Qué gran aventura. Me ha encantado!
    Muy pero que muy entretenida.

    Como siempre, gracias por compartirlo y hacernos disfrutar con vosotros

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    • 20 de septiembre de 2023 a las 19:20
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      Un gusto leer tus crónicas. Algo me habias adelantado, pero ni por asomo me imaginé este episodio de SV (Supervivientes)
      Esperando la próxima crónica de Marruecos.

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