Primeras lecciones 4×4

Tras un vacío vital consecuencia de no arrancar el Land Rover durante 51 días con sus noches incluidas, por fin este pasado sábado 18 de febrero, han rugido los 160 caballos de su motor para pasar juntos una nueva e intensa jornada.

Esta vez voy acompañado del que ha sido durante 18 años, mi más fiel y valiente copiloto, mi hijo Fernando, el cual ya pide a gritos un cambio de papeles en las rutas más habituales. Para ello, primero tendrá que comprarse su propio Land Rover y mientras tanto y de forma provisional, podrá utilizar el mío y así aprovecho para adiestrarle en este mundo del Land Rover Defender, tanto en su uso por carretera como fuera de ella.

El Defender es un vehículo distinto a los demás. Ni mejor ni peor que otros, simplemente distinto. Por eso entiendo muy recomendable y siempre que exista esa posibilidad, como es el caso, que las primeras tomas de contacto con este duro y particular vehículo se realicen siempre acompañado por alguien con algo de experiencia. La conducción fuera de asfalto requiere de mucha práctica, sentido común y una alta dosis de prudencia que no tiene por qué estar reñida con la osadía.

Y así llevamos unos siete meses, ni más ni menos. Siete meses en los que todo lo observado como copiloto durante años hay que ponerlo en práctica. Siete meses en los que ha habido muchas dificultades, muchos nervios y muchos sudores para superar caminos rotos, embarrados, helados o pistas rápidas en buen estado. Siete meses de pocos kilómetros, pero intensos. Siete meses de clases prácticas, teóricas y de sensibilización. Hay que escuchar al coche, saber lo que te transmite, adelantarse a las situaciones. Las ruedas siempre por la parte alta, ahora hay que dejarse caer en la zanja, ahora sal de ella, ahora mantén potencia suave y constante, sin brusquedades, no muevas tanto el volante, ¡acelera, acelera! ¡frena!!!, pégate al borde del camino, ¡no tanto!

Tenía pensado alguna ruta nueva, de exploración, pero mi joven aprendiz me propone volver a la Sierra de Cebollera, “que nunca defrauda”. Y cuánta razón tiene.

Conduzco la ida por carretera y los primeros kilómetros de pista en la Sierra. A medida que tomamos altitud comienzan a aparecer grandes tramos de pista con nieve y hielo. De momento el Land Rover responde bien, por lo que cedo los mandos a mi aprendiz, el cual, con decisión y sin dudarlo, avanza por el camino cada vez más complicado.  Es su primer contacto en este medio hostil. Se concentra en la conducción y sigue al pie de la letra mis indicaciones: “Baja velocidad”, “no tan brusco”, “no frenes”, “aprovecha los laterales sin hielo para que las ruedas agarren”, etc… Los leves deslizamientos en las placas de hielo se corrigen de forma adecuada y aprovechamos para hablar de las bondades del “bloqueo de diferencial” y forma de engranarlo. No piense el lector en sesudas y técnicas explicaciones sobre el bloqueo de diferencial pues yo de eso no tengo ni idea. Todo muy simple, básico y fundamentado en mi experiencia.

Descendemos de altura por lo que el camino vuelve a la normalidad durante unos kilómetros, pero no muchos. Pronto volvemos a tomar altura en un camino a media ladera y como era de esperar, los tramos complicados y resbaladizos por el hielo hacen de nuevo su aparición.

Retomo el control del Land Rover y, frente a un tramo helado de varios cientos de metros, de forma inexplicable me paro antes de afrontarlo y nos bajamos del vehículo para valorar la situación. Andando por los primeros metros del tramo helado, empiezo a preocuparme por si el camino comienza a empeorar, no quiero verme en problemas. Comparto mis dudas y preocupación con mi veterano copiloto, el cual, sin cortarse, muestra su sorpresa por mi indecisión y exceso de prudencia, me anima a continuar y promete máxima implicación en caso de que tengamos que desatascar el coche de la nieve. Pues sí que han cambiado los papeles, sí.

Sin más comentarios y con el ánimo muy reforzado, afrontamos este primer tramo y los siguientes aún en peor estado sin ningún problema. En las zonas más complicadas aprovecho para informar de mi conducción: “reduzco”, “evito el freno”, “aquí con suavidad”, “contra volante para corregir” y otras expresiones similares con alta carga didáctica.

Paramos a comer en un refugio arreglado recientemente, el cual, desde que lo descubrimos (hace muy poco tiempo), se está convirtiendo en punto de parada y refresco para nuestras aventuras en esta tan querida Sierra. Dado que el tiempo no acompaña y no hay necesidad de refugiarse, aprovechamos para montar nuestro pequeño campamento al sol y calentar con hornillo unas lentejas y albóndigas para recuperar fuerzas. Como si de una jornada laboral se tratara, tras la pausa para comer de una hora de duración, nos internamos de nuevo en lo más profundo de la Sierra para perfeccionar la técnica de conducción en situaciones medianamente complicadas.

Atrás quedan estos divertidos caminos entre pinos, hayas y robles, para iniciar la vuelta por carretera desde el Alto del Royo. Parada en Hinojosa de la Sierra a disfrutar del espectacular paisaje donde de nuevo cambiamos los puestos en el Land Rover, pudiendo el joven aprendiz disfrutar de los últimos 25 km de asfalto.

El domingo, para aliviar las tensiones vividas el día anterior, qué mejor forma de relajarse que en la ciudad de Almazán, en el tradicional restaurante Antonio donde puedes trasladarte a los años 70 del siglo pasado y degustar unas exquisitas pochas con sepia, sopa de pescado y un somarro al horno (solomillo de cerdo) que recomiendo a todo el mundo que lo pruebe al menos una vez en la vida. ¡Qué vueltas da el fin de semana! Ayer comimos al aire libre como supervivientes en una zona remota de la Sierra y hoy en uno de los mejores restaurantes de la provincia. Siempre digo lo mismo: lo importante es saber adaptarse a cualquier situación con dignidad.

No había acabado de escribir esta crónica y llega el siguiente fin de semana, 25 de febrero. El aventajado alumno lleva toda la semana presionando para volver a Soria el fin de semana y continuar con su aprendizaje. Además, como viene siendo habitual en la provincia por estas fechas, durante la semana ha nevado generosamente.

No me tienen que insistir mucho y a las 12 de la mañana del sábado ya estamos arrancando de nuevo el Land Rover. Visita a la gasolinera e inicio camino por la tan conocida Sierra de San Marcos. Son pistas para mi muy conocidas y divertidas, sobre todo cuando el terreno está mojado. Sorprende la poca nieve que queda y por tanto aumenta el barro, las zonas blandas y resbaladizas.

No hago ni 500 metros de pista y ya cedo los mandos a mi alumno, el cual pronto se da cuenta de lo distinto que es conducir por caminos embarrados y blandos, teniendo que poner en práctica de manera instintiva todos los conocimientos y consejos recibidos hasta el momento. No hay que relajarse y le animo para que, en algunos tramos del camino donde no hay riesgo de atascar o volcar si se nos va de las manos, pegue un fuerte volantazo para cruzar el coche y corregir la derrapada. La técnica del volantazo no la tiene muy asimilada, pero tampoco hace mucha falta pues el propio coche se desliza en ocasiones de forma natural y da lugar a comentar sobre la forma de actuar y corregir.

A pesar de que nos encontramos a un par de grados de temperatura, mi joven piloto suda como si fuera pleno verano y no concedo mucho tiempo en las paradas no vaya a ser que pierda el buen ritmo y la tensión que llevamos. Llega uno de los tramos más blando, embarrado y encharcado de la ruta y nos metemos de lleno sin dudarlo.  Todo correcto hasta que a la mitad del tramo pido que se detenga para yo disfrutar también de la conducción, no lo puedo evitar. Una vez finalizado por mi parte, el alumno da la vuelta y realiza el tramo complicado en solitario y por dos veces dado que vuelve al punto de origen para continuar donde lo dejó. Parece que no está muy dispuesto a perderse estos cientos de metros resbaladizos y complicados. Yo me quedo en tierra seca y aprovecho para hacer video del Land Rover salpicando agua y escupiendo barro.

Sobre las 14,30 horas iniciamos la vuelta a casa donde yo me quedo a disfrutar del fresco y el novato, de forma inmediata y sin descanso alguno, se va de ruta en solitario y por carretera hasta Almazán para ir conociendo más aún el comportamiento de la máquina. Nada como la soledad en la conducción para entender lo que llevas entre manos. Al cabo de una hora larga, está de vuelta con cara muy satisfecha y de triunfo.

Qué idílico es compartir con tu descendencia aficiones, ¿verdad? Si eres pescador, ya desde la infancia le comprarás una caña y os iréis a cualquier río a pescar juntos el resto de vuestras vidas. Si te gusta pasear, le compras unas botas y a recorrer mundo. Eso sí, cada uno con su caña y sus botas. Todos tan felices. Lo peor de mi afición es que de momento me toca ir de copiloto una buena parte de la ruta. El siguiente paso será “las llaves del Land Rover están en su sitio, donde siempre.” O peor aún, “¿dónde están las llaves?” Pero eso, querido lector, ya será otra historia.

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5 comentarios en «Primeras lecciones 4×4»

  • 7 de mayo de 2023 a las 21:05
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    Que importante es llevar en estos casos el coche adecuado , conocer la ruta y practicar con un experto maestro.
    Estupenda lección 👍

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  • 7 de mayo de 2023 a las 20:31
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    Una experiencia preciosa. Siguiremos atentas a su evolución y «alternativa».
    Un abrazo 🤗🤗

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  • 7 de mayo de 2023 a las 13:14
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    Que años aquellos que «fernandito» iba a sus primeras excursiones 4 x 4, recuerdo que me gustaban sus pantalones con bolsillos con un look de explorador vintage, la verdad que todavía los busco, tenia muy pocos años y tus hija que nacieron en el Ligero amarillo. Nos hacemos mayores. Son unos recuerdos fantásticos !!!

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  • 7 de mayo de 2023 a las 11:31
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    “La técnica del volantazo no la tiene muy asimilada” que cabron

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