Tengo por costumbre visitar regularmente zonas para mí ya conocidas, pues, por increíble que parezca, sigo descubriendo nuevos lugares y curiosidades. Normalmente pienso un punto de destino, pero no siempre lo alcanzo pues las paradas y desvíos de la ruta inicialmente pensada son constantes. Siempre aparece un pueblo interesante que “quedó pendiente” en rutas anteriores o descubro lo que parece ser una nueva ruina en el horizonte que hace cambiar la ruta en su totalidad. Puedo decir por tanto y de forma muy clara que la improvisación marca mis expediciones, pero tranquilos, no siempre se nota.
En los últimos meses he seguido con interés las obras de restauración que se han llevado a cabo en pueblos tan valiosos como Rello y Osma, por lo que tenía pendiente estos destinos y de paso aprovechar para disfrutar, una vez más, de este territorio de frontera tan defendido a sangre y fuego por los musulmanes desde su fortaleza en Gormaz.

Esta vez me acompaña mi mujer, fiel compañera en estos viajes improvisados con paradas y continuas variaciones, las cuales, creo, también le gustan, no solo por los nuevos descubrimientos, sino también por la gente con la que contactamos (sobre todo cuando viene ella) y por supuesto por la compañía, digo yo, a pesar de todas las batallitas que cuento.
En Medinaceli abandonamos la comodidad de la autovía, donde, una vez más, degustamos un energético torrezno el cual nos dará fuerzas durante buena parte de la jornada que nos espera pateando pueblos, subiendo atalayas o deambulando por cualquier inhóspito lugar. Este paseo tiene de novedoso el vehículo elegido, un moderno Toyota RAV4, sin duda más pensado para aventuras urbanas, si bien dispone de 4×4 que de momento miro de reojo. Los escasos lectores de esta crónica y que posean un vehículo “normal”, lo que se viene definiendo como un turismo, pueden estar tranquilos pues no habrá tramos de barro, zanjas, ni necesidad de reductoras ni de orientarse en mitad de la nada. Todo (casi todo) se puede realizar por carreteras perfectamente asfaltadas.

Por la SO-132 iniciamos nuestra andadura a velocidad muy moderada y disfrutando del paisaje hasta el pueblo de Rello que nos recibe con sus murallas recién restauradas. En el camino, nos hemos cruzado a la altura de Barahona una concentración de coches modelo Morgan. En los siguientes kilómetros vemos a otros muchos integrantes de esta concentración en dirección opuesta a la del grueso del grupo, muy dispersados y parados en los arcenes, quedando patente que se han perdido. Bueno, perderse es una buena manera de conocer la provincia.
El Castillo de Rello sigue en obras. La restauración de las murallas es increíble pues no han hecho añadidos fuera de lugar y se han limitado a su conservación, limpieza y consolidación. Un trabajo muy bien hecho. En la plaza donde está el rollo, conocemos a Alejandra, una anciana nacida aquí mismo pero que emigró a Santurce en el año 1969, pues “aquí no había forma de vida”. Recuerda que cuando emigró, aún no había agua corriente en las casas y tenían que recogerla con mulas en la parte baja del pueblo. Los vecinos se dedicaban fundamentalmente a la agricultura y ganadería lanar, siendo durísimas las condiciones de vida, sobre todo en el invierno. Alejandra nos hace de guía improvisada y nos comenta estar muy satisfecha con los resultados de las obras en la muralla. En la misma plaza, sentados al sol, está Primi con otra anciana y al poco se une, tras un lento andar con bastones, otro vecino más. Creo que entre ellos cuatro sumarán sin duda alguna más de 350 años. Pero ahí están, muy ancianos, pero autónomos y con ganas de conversación.

Rello es impresionante, se trata de una excepcional villa medieval, siendo su recinto amurallado del siglo XII con retoques del siglo XVI. Su iglesia data de mediados del XVII y no debe pasar desapercibido el rollo de hierro único en España. Este rollo no es de identificación como villa con jurisdicción propia, sino que servía para el escarmiento público de los delincuentes de la época.


Al poco tiempo, la paz y tranquilidad del pueblo se ve interrumpida por un autobús de turistas sorianos que han venido a ver los resultados de las obras. Pertenecen a la asociación de Amigos del Museo Numantino. Creo que estamos asistiendo al inicio de un nuevo renacer de este pueblo…….


No podemos dejar de visitar en el término municipal de Rello, la atalaya de El Tiñón a la cual se accede por una pista de tierra muy bien conservada. Sorprende el buen comportamiento del Toyota en estos kilómetros de tierra, es realmente cómodo y encima sostenible pues se conecta el sistema eléctrico…cualquiera que me vea……
Llegados a la misma base de la atalaya, mi ilustre acompañante en cuestión de segundos desaparece y para mi sorpresa la veo en la azotea de la atalaya vigilando la frontera cual bereber del siglo X. Yo llevo muchos años visitando la atalaya, pero por razones que desconozco nunca he podido subir por las estrechas y empinadas escaleras del interior. En un arrebato comienzo la subida con decisión y tras sufrir varios agarrotamientos y otras situaciones inexplicables, logro llegar a la azotea con extremo esfuerzo donde me espera la mujer bereber, sin cuya ayuda final creo que me habría quedado allí agarrotado y para siempre. La azotea es muy estrecha, el hueco de las escaleras ocupa una gran parte de la superficie y no me siento muy en mi terreno. Las vistas desde arriba son brutales y aprovechamos unos minutos para otear el horizonte en busca de alguna incursión cristiana sin resultado alguno. El día está tranquilo.


La bajada la realizo con mejores resultados que la subida, pues la bereber me muestra cómo hacerlo con cierta naturalidad. Aun así, insisto, esto de las alturas y las escaleras estrechas no está hecho para mí.
Continuamos ruta y hacemos parada en Lumías, bonito pueblo resguardado por acantilados y con abundantes huertos regados por el río Talegones que lo atraviesa. Su iglesia es de origen románico, pero totalmente reformada en el siglo XVI.
La zona es realmente agradable y parece protegida de las inclemencias invernales. Aprovechamos la tranquilidad absoluta del lugar para comer un bocadillo en el frontón del pueblo. No hay señal de vida alguna. Recogemos nueces que nos llevaremos a casa y consumiremos una vez que se sequen. Poco antes de irnos nos cruzamos con un vecino al cual parece que no le gusta demasiado que hayamos cogido unas 6 o 7 nueces del suelo, no más, lo prometo. Aun así, nos llevamos las puñeteras nueces.


Continuamos nuestro camino y pasamos de largo por pueblos como Torrevicente, (donde en sus alrededores se libró la famosa batalla entre Almanzor y el general Galib), Sauquillo de Paredes, Nograles y alguno más. Queda pendiente su visita para otro día.
Efectuamos parada en Mosarejos, pueblo prácticamente abandonado, donde seguimos recolectando nueces a la vez que visitamos la Iglesia románica de Santo Tomás Apóstol. Esta iglesia aún mantiene una bella portada y un interior en ruinas que nos sorprende agradablemente. En este pueblo también existe una atalaya islámica del siglo X que controlaba el paso hacia Gormaz y que hoy en día está reconvertida en palomar. Recolectamos más nueces, alguna que otra manzanita y rellenamos la botella de agua en una fuente a la entrada del pueblo que parecía potable y menos mal que finalmente sí lo era.


Poco antes de las 18 horas llegamos al castillo de Gormaz, verdadero objetivo de esta ruta y donde coincidimos con la concentración de vehículos Morgan perfectamente conservados y cuidados. La visión del castillo desde la carretera SO-160 por la que venimos es simplemente espectacular y te pone en situación sobre el poderío de esta fortaleza islámica. Sobre este castillo y el de Osma, que visitamos al día siguiente tras hacer noche en el Burgo de Osma, daré cumplida información en diversos reportajes pues hay mucho que decir de ambos. Como es habitual, eso ya es parte de otra historia y así será.


Me ha hecho mucha gracia Rafa cómo describes la organización (el lío) de los Morgan (jajaja…); y qué curioso y gracioso el juego de palabras que se produce al nombrar el histórico «Rollo de Rello» (jajaja). Por otra parte, interesante recorrido, y paisajes (se ve muy bien la estratificación del terreno y cómo influye en las infraestructuras), las construcciones por supuesto, y se observa la España despoblada, con poca gente y ya mayor, amables algunos (el de las nueces será porque todos los que pasan se llevan nueces y al final no les quedan jajaja), la característica principal de una Península, el problema del interior, que no tienen otras regiones con privilegios geográficos y otros privilegios…Muchas gracias por dar a conocer el interior peninsular, hermosa labor.
Disfruta con la compañía y sigue contando recorridos tan interesantes 👌😍
Me parece una ruta muy agradable e interesante para pasar el día..
🤗🤗
Siempre activo y pendiente de tu tierra y las novedades que en ella suceden.
Un placer leerte como siempre.