Sin duda que veranear en el Norte de España está de moda. Al menos entre mis conocidos, es raro encontrar a alguien que no pase el verano o parte de él en esta zona, País Vasco, Cantabria, Asturias o Galicia.
Pues nosotros no podíamos ser menos y hemos disfrutado este mes de agosto de una semanita en la ciudad de La Coruña huyendo de este calor africano que a todos y sin remedio nos está asfixiando poco a poco. Bueno, algo de calor hemos pasado, pero entre la densa niebla de algunos días, la lluvia intermitente de otros y el sofocante calor entre medias, no ha habido mucha necesidad de playa.
En estas escapadas urbanitas nada como alojarse en un buen hotel donde poder recuperar fuerzas tras grandes paseos por la ciudad, largas e intensas excursiones para explorar pueblos pesqueros o de posibles excesos de algún aperitivo en el que te vienes arriba sin motivo aparente. El caso es encontrarse cómodo y adaptarse al medio, a la situación concreta….
Poco puedo decir de esta espectacular ciudad y provincia para mi desconocida, pero no puedo dejar de compartir lo que más me ha llamado la atención y me ha sorprendido muy gratamente. Seguro que hay mucho más, sin duda, pero a mi lo que me van son las piedras, es decir, torres, castillos, fortalezas e iglesias.
Uno de los símbolos de la ciudad es sin duda la Torre de Hércules, levantada por los romanos en el siglo I para guiar a las embarcaciones que navegaban hacia las Islas Británicas. Se trata del faro más antiguo del mundo aún en funcionamiento. La estructura romana original se encuentra en el interior, pues la actual es fruto de una rehabilitación llevada a cabo en el siglo XVIII. La zona en la que se encuentra la Torre es espectacular y merece la pena llegar allí a través del paseo marítimo, el cual, dicen, es el más largo de Europa.

En la Edad Media, la Torre de Hércules fue abandonada durante algún que otro siglo, lo que ocasionó que fuera expoliada en parte, utilizándose muchas de sus piedras para la construcción del Castillo de San Antón a finales del siglo XVI. Este Castillo, muy cerquita de nuestro hotel y que hoy en día alberga el museo arqueológico de la ciudad, fue ordenado construir por Felipe II para defender la ciudad de los ataques extranjeros, fundamentalmente ingleses y franceses. Muy interesante su aljibe para sobrevivir en caso de asedio.



Justo enfrente y en la otra punta de la bahía (en el pueblo de Oleiros), se encuentra el castillo de Santa Cruz al cual se accede a través de un puente de madera sobre las aguas. Esperpéntica y ridícula escultura realizada con basura rescatada del mar recibe al visitante que enturbia cualquier fotografía de una muy bien conservada torre del castillo. El sitio es realmente espectacular, puedes deambular por casi todos los rincones del castillo e imaginarte la potencia de fuego que tenían ambos castillos, uno enfrente del otro, apoyados por un tercero del que hoy no queda rastro alguno.




Intentando dar un toque gastronómico a alguna de nuestras excursiones, visitamos Betanzos con la intención de degustar su famosa tortilla de patatas, lo cual conseguimos en un pequeño y estrecho bar regentado por unas simpáticas colombianas y con mano experta en la elaboración de tan preciado manjar. Ambientazo en el bar, mucho cachondeo y momentos muy muy divertidos pues prácticamente lo llenamos con nuestro grupo compuesto por diez personas.

Previamente, estuvimos paseando por el pueblo y me impresionó gratamente su riqueza monumental. La iglesia de Santa María de Azogue y la de San Francisco, ambas de estilo gótico del siglo XIV son increíbles. Rosetones, pilas bautismales románicas, enterramientos medievales y nada más y nada menos que un jabalí soportando la cruz en el tejado de una de ellas.



Ya que he nombrado estas iglesias, volvamos a la propia ciudad de La Coruña para mencionar la iglesia de Santiago Apóstol, la más antigua de la ciudad y la Colegiata de Santa María del Campo, ambas del siglo XII, las cuales, amigos, tienen un gran parecido con la famosísima iglesia de Santo Domingo de Soria en lo que se refiere a su fachada.


Centro neurálgico de la ciudad es la Plaza de María Pita, heroína de la ciudad por su intervención en la defensa de la ciudad contra la invasión inglesa del año 1589. Al parecer esta valiente mujer tras ver a su marido (uno de los cuatro que tuvo) morir en la batalla, llena de ira, arrebató la lanza de la bandera inglesa a su portador y con ella mató al alférez que dirigía el asalto. La tropa inglesa (12.000 soldados) al verse desprovista de mando en el asalto, comenzó su retirada.
En esta bonita plaza puedes probar buenas tapas de pulpo, pimientos del padrón, raxo, tortilla de patata y otros muchos manjares siempre regados con algún buen vino y la más famosa cerveza local, Estrella de Galicia. ¿He dicho cerveza?, ¿he dicho Estrella de Galicia?
No puedo finalizar esta crónica sin mencionar la visita guiada que realizamos a la fábrica de Estrella de Galicia en la que se incluye (si lo contratas) degustación de las distintas variedades cerveceras con tabla de quesos y productos del mar enlatados.

Visita muy divertida, interesante y muy recomendable, donde cuentan la historia de esta familia cervecera, enseñan los enormes alambiques de la primera fábrica, cata de la cerveza en distintas fases de su elaboración, una exposición de todas las latas y botellas utilizadas a lo largo de su historia, diversas actividades interactivas y una prueba de gusto y olfato con los diferentes granos de cebada utilizadas para cada una de las variedades que producen. Por cierto, todos los productos con los que se elabora esta cerveza son de origen gallego, incluso el agua.
La visita finaliza con la experiencia de tirar una caña y la tan esperada degustación de cinco variedades de Estrella de Galicia con los quesos y enlatados. Menos mal que somos previsores, pues para ir la fábrica utilizamos como medio de transporte el taxi.
La propia marca Estrella de Galicia tiene una famosísima cervecería en La Coruña donde por supuesto fuimos un día a comer y disfrutar de este oro líquido. Pero esto ya, amigos, es otra historia…


Vaya querido amigo y compañero de aventuras, que bonito, yo voy 3 o 4 veces al año a mi querida Coruña, tengo familia y casa, disfrutamos de las playas de la ciudad, Riazor, sus pulpulpeiras, mejillones al vapor, etc, y como no, la cerceveza del lugar, porque aunque quieras otra no la encuentras… O no te la dan…. Pero es buena la Estrella. Cuando vayas de nuevo por ahí te contaré de sitios bonitos para ir en familia. Me alegro que hayas visitado a mi Coruña querida. Un abrazo, nos vemos dentro de poco….
Sabes contar muy bien lo mejor y más bonito de esa tierra y confieso que me han entrado ganas de volver y detenerme un poco más a verla bien, eso sí, no iré en agosto.
Esa tierra me gusta en junio .
Muy bonito. Dan ganas de ir…..🤗🤗😘
Que chulo recordar nuestras aventuras de verano!!
Que bien lo pasamos y que bonito lo cuentas!!
Que gusto leerte amigo.
Aunque veraneábamos mucho con mis padres cuando era un niño por esas tierras del norte, no he vuelto desde entonces salvo por mis “caminos De Santiago”. Has removido mis recuerdos y por tanto pongo una chincheta en el mapa como visita obligada.