Camino a Los Monegros. Agosto 2024. (Segunda Parte)

Día 2

A las 7,30 de la mañana la cafetería de nuestro hotel se encuentra a rebosar de gente y con un volumen de ruido sorprendente. Se trata de un hotel de carretera, de paso, a las afueras del pueblo donde los clientes prosiguen su viaje y los vecinos madrugadores toman su café. Los más atrevidos comienzan el día con una cerveza o carajillo. En una esquina del bar se acumulan decenas de cajas de vino con vistosa etiqueta con su precio. No nos olvidemos que nos encontramos en la zona vinícola de España con más solera y con una de las Denominaciones de Origen más antiguas. Como peculiaridad única en el mundo, , la comarca de Cariñena da nombre a una variedad de uva, la de Cariñena. Son 14.110 hectáreas de viñedos. Se dice pronto.

Sobre las 9 de la mañana desayunamos y nos damos un paseo por Cariñena para ver su torre del siglo XV y restos de una muralla medieval.

Cariñena
Cariñena

Entre viñedos transcurre la carretera A220, la cual se dirige hacia el pueblo de Fuendetodos, lugar de nacimiento de Goya y nos deja a los pies del Santuario de Nuestra Señora del Pueyo donde disfrutamos de las vistas del Campo de Cariñena por un lado y del campo de Belchite por otro. Aquí se inicia la llamada “Pista de los Barbis” y hay un cartel que lo anuncia. Tomamos la pista para seguirla con el Land Rover y posteriormente a pie durante unos cientos de metros cuando se convierte en una estrecha senda. Pero ¿quiénes eran los Barbis? Los Barbis eran el cuerpo de Zapadores-Minadores del ejército franquista que estuvieron por esta zona fortificando posiciones como búnkeres, nidos de ametralladora y diferentes parapetos. En este caso, los Barbis abrieron un sendero, para el traslado del material necesario, desde el Santuario hasta la cresta de la sierra de Belchite donde fortificaron varias posiciones. Si bien hoy en día el nombre de “Barbis” te traslada a un irreal mundo rosa, en el año 1937 se refería a este grupo de ingenieros militares que se caracterizaban por la perilla que lucían los soldados.

Santuario Nª Sra. del Pueyo

Parada obligada en Belchite, en la plaza de entrada al pueblo viejo y donde se mantiene un cartel de obra que prohíbe la blasfemia. El pueblo en ruinas impide olvidar los horrores de la guerra y el sufrimiento que acarrea. A mi parecer, entre lo más impactante, los campanarios de las iglesias cosidas a balazos. Damos un pequeño paseo alrededor del pueblo viejo, pero siempre es recomendable hacer la visita guiada y de la que disfrutamos la última vez que estuvimos por aquí.

Belchite
Belchite

Visitamos las ruinas del seminario, también destruido en la guerra, el búnker del Saso y el campo de refugiados llamado “Rusia”, donde alojaron a los vecinos republicanos mientras se construía el nuevo pueblo de Belchite. También sirvió de residencia para los familiares de los prisioneros, también republicanos, internados en la cárcel de Belchite y que construían el nuevo pueblo. Algunos dicen que fue un campo de concentración. No lo sé, pero lo parece. Se trata de bloques de barracones de buena construcción, muchos de ellos hoy en día tapiados pero otro muchos reconvertidos en naves agrícolas. En cualquier caso, este sitio impresiona y pone los pelos de punta, lo cual pude comprobar en mi largo, solitario y silencioso paseo entre los barracones. Es fácil imaginar lo que aquí se vivió. Tiene pinta de que pocas cosas buenas.

Campo refugiados «Rusia». Belchite
Seminario. Belchite
Búnker. Belchite

Continuamos por carretera dirección Este, por la comarcal A1307 y 1404 hasta Escatrón. Carretera muy estrecha, en ocasiones con mucho bache y largas rectas cruzando un territorio muy árido y a estas horas con un calor infernal.  Tras un par de paradas para disfrutar del paisaje de los meandros del río Ebro, nos adentramos a través de la A2105 en la zona de las salinas de Sástago y Bujaraloz, llegando por fin a uno de nuestros objetivos propuestos de este viaje y ya dentro de la Comarca de Los Monegros.

Meandros río Ebro. Sástago

Esta zona de salinas tiene una extensión de 8.000 hectáreas convirtiéndose así en una de las de mayor extensión de este tipo de toda Europa. Se trata de un conjunto de lagunas, inundadas en época de lluvias, pero ya secas en pleno mes de agosto y en las que queda una blanca, fina y crujiente capa de sal en la superficie. Paramos en la de mayor extensión, la laguna salada de La Playa, con tres kilómetros de largo y dos de ancho. En los alrededores hay otras muchas, pero no tan extensas. Aún quedan ruinas de las instalaciones dedicadas a la explotación de la sal y se distinguen claramente las cubetas que eran utilizadas para la evaporación del agua y obtención de tan preciado producto. Una de las cubetas contiene bastante agua de color rojizo debido a la alta concentración de un pequeño crustáceo, la Artemia, extraño y minúsculo habitante de estos humedales desde hace millones de años.

El calor es extremo en la orilla de la laguna y comemos algo intentando refugiarnos en la sombra que dibuja el Land Rover. El sol se encuentra en su punto más alto y la sombra es realmente corta. Nada que ver con la sombra alargada del ciprés de Miguel Delibes. Tras el rápido bocata, paseo en solitario por el interior de la laguna para sentir este primer contacto con Los Monegros. La superficie es blanca y muy brillante consecuencia de la fina capa de sal que lo recubre. El terreno aún está húmedo y a las botas se pega un barro salado difícil de quitar. Avanzo hasta casi el centro de la laguna y el paisaje es espectacular. Me recuerda mucho a la inmensidad del desierto marroquí, no lo puedo evitar. Mi acompañante, también en solitario, emprende su particular incursión en la laguna. Totalmente empapado en sudor, en medio de ese desierto salino, me satisface ver cómo mi hijo me sigue en este rollo de darse un paseíto en solitario por la laguna salada en pleno mes de agosto y con un calor realmente insoportable. Creo que estoy creando un monstruo.

Salinas de Bujaraloz

A través de pistas de tierra descubrimos el resto de las lagunas saladas y aprovechamos para grabar algún video de las capacidades 4×4 del Land Rover en estas pistas tan rápidas y polvorientas. En estos primeros kilómetros de ruta por caminos, ya nos damos cuenta de la cantidad de granjas ganaderas que hay por la zona. Por el olor, deducimos que se trata de cerdos. Hay muchas, muchas de verdad. Parece incluso que demasiadas. Es posible que se utilicen estos territorios tan despoblados para instalaciones de este tipo y que realmente nadie las quiere cerca de sus casas.

Sin pisar asfalto y dando de forma consciente muchas vueltas, llegamos a Bujaraloz y nos acercamos un momento para confirmar al del Hostal que ya estamos por la zona pero que llegaremos más tarde. Nada más entrar al pueblo, nos cruzamos con un vecino y por gestos nos hace ver lo que le gusta nuestro Land Rover. Por supuesto, devolvemos encantados el saludo.

No perdemos tiempo y nos internamos ya por caminos en el desierto de Los Monegros y a través de Valfarta llegamos por rápidas pistas a Castejón de Monegros donde hay un aeródromo y hacemos parada en el alto donde se encuentra la iglesia de Santa Ana para disfrutar de las vistas del pueblo. Kilómetros y kilómetros, de norte a sur, de este a oeste, para acabar en La Almonda y de ahí a Bujaraloz, al Hostal Las Sabinas, donde descansamos en su terraza y cenamos una muy rica ensalada, lomo de cerdo y pincho moruno. Para beber, vino de Cariñena con gaseosa. Muy bueno, refrescante y reparador tras los 210 km. recorridos en este segundo día en un periodo de 9 intensas horas.

Día 3

Hoy es un día de Monegros cien por cien. Me levanto pronto y tomo un café con la propietaria del Hostal. Me comenta que tiene 63 años y lleva 19 años con el negocio. Como una de tantas, la pandemia le creó mucho estrés y desde entonces está algo medicada y con regulares visitas al médico. En cualquier caso, sigue al pie del cañón y frente a su público no muestra debilidad alguna, le comento. Le gusta su pueblo y tienen un hijo que, si bien estudió algo de cocina y hoteles, no quiere trabajar. Su marido también trabaja en el hostal. Su madre, de más de 90 años, sigue viviendo con ellos en el Hostal y pasa las tardes en la zona de bar viendo la televisión, haciendo punto y dando buena conversación a los más fieles clientes. A raíz de la edad de su madre, me informe la dueña que en Castejón de Monegros es donde más personas centenarias hay en la zona. Los de Bujaraloz también son longevos, pero los de Castejón más aún. Qué curioso. Esta señora es la que me informa de que la mayor parte de las granjas de la zona son de cerdos, pero también las hay de pollos.

Hostal Las Sabinas Bujaraloz
Bujaraloz

A mi compañero de fatigas se le pegan las sábanas, por lo que optamos, según recomendación de mi nueva amiga, desayunar en “El Español”. Se trata de un bar restaurante a las afueras del pueblo, en la antigua nacional II, abierto 24 horas y con gran variedad de productos. Incluso hay un buffet libre para la comida a buen precio (café y bebida aparte) y donde los niños de hasta 1,20 metros de altura no pagan. La barra está llena de bocadillos de todo tipo e incluso de platos ya preparados, como albóndigas o huevos rotos con jamón. Debe estar todo bueno pues el bar está lleno. Un par de cafés, una pulga de tortilla y un bocadillo de jamón nos ayudan a tomar fuerzas para lo que esperamos que sea un día intenso. También compramos aquí los bocadillos para comer: lomo con queso, jamón y un tercero de longaniza con pimientos.

De nuevo nos desplazamos hasta Valfarta por la carretera que atraviesa enormes campos de maíz bien regados. Pistas de tierra hasta Castejón y de ahí, tomamos dirección Oeste hacia nos lleve el instinto, enlazando caminos para acabar en plena Sierra de Lanaja, con muchísimos pinos y sabinas, auténticos supervivientes en este lugar. En esta Sierra hay habilitados varios “Miradores” y merece la pena parar en alguno de ellos para disfrutar de las vistas. Es en uno de estos miradores donde existe un mapa que permite situarnos y decidimos bajar de la sierra y rodearla por la zona más desértica para enlazar con la otra sierra de los Monegros, la de Alcubierre. Dicho así, parece fácil, pero sólo con brújula, nuestro instinto animal y tomando como referencia el “Monte Oscuro” y la “Ermita de San Caprasio”, lo convierte en un reto y en una pequeña aventura.

Y así, después de mucho kilómetro por pistas polvorientas, algunas en exceso, llegamos a Farlete donde decidimos comernos los bocadillos de El Español a los pies del Santuario Ermita de la Virgen de la Sabina. Hoy no hace un calor excesivo, pero el aire es brutal. Se trata del cierzo a pleno rendimiento, lo que nos obliga a comer de nuevo parapetados con el Land Rover para intentar protegernos esta vez del fortísimo viento.

Desde Farlete nos adentramos de lleno en la Sierra de Alcubierre donde visitamos la “Torraza de Farlete”, una torre del siglo XIV cuya función era la de proteger a la población del lugar de los bandoleros. Actualmente la están rehabilitando. Nos espera la Ermita de San Caprasio, donde subimos hasta lo más alto, 834 metros de altitud (el último tramo andando) y desde donde se divisa prácticamente la Comunidad de Aragón en su totalidad. Desde el Moncayo hasta los Pirineos. Una pasada. Dicen que es uno de los mejores miradores de Aragón y cuánta razón tienen. La pena es que hay mucha antena de telecomunicaciones, lo cual hace desmerecer el lugar, pero es lo que tiene la época en la que vivimos, indica mi muy digitalizado compañero de aventuras frente a mis críticas.  El cierzo en este lugar no tiene límites y sopla con una fuerza bestial.

Farlete
San Caprasio

La bajada de la Sierra se me hace dura y ya en Alcubierre tomamos asfalto hasta Lanaja y de ahí comarcal dirección Monegrillo que finaliza en el propio Castejón de Monegros. Esta comarcal, muy muy estrecha, con curvas muy cerradas, bastante rota, incluso con vegetación en su parte central y absolutamente vacía, ha sido una de las mejores de este viaje sin duda alguna. Es carretera para repetir en futuras aventuras por estos lares.

Monte Oscuro

Estas Sierras, las de Lanaja y Alcubierre, son los restos de frondosos bosques de pinos, sabinas y encinas que existían en la Comarca hace cientos de años y que dio lugar al origen del actual nombre de Monegros: Montes Negros.

Llegamos algo cansados a nuestro Hostal a las 19,30 horas, tras otras nueve agotadoras horas de excursión y 173 km, de los cuales 110 han sido tensos y por pistas de tierra. De nuevo descanso en la terraza donde el cierzo mantiene su protagonismo y cena a base de pisto, lasaña y solomillo de cerdo. De beber, de nuevo el caldo de Cariñena, pero esta vez algo sobra.

Día 4

Día de vuelta, lo que no impide nuestro ya tradicional desayuno en “El Español” a base de café, pulga de tortilla, bocadillo de longaniza con pimientos y dos croquetas tamaño familiar de jamón y boletus. Menos mal que ya nos vamos, porque desayunar así durante varios días impediría en pocos días acceder con normalidad a nuestro Land Rover y por simple cuestión de volumen.

No tengo muy claro el camino de vuelta, por lo que a las 11 horas iniciamos ruta a través de la nacional II pero pronto me arrepiento y nos desviamos a los pocos kilómetros por la primera comarcal que veo en dirección Gelsa. No es el camino más indicado, pero nos da cierta pereza acercarnos a la ciudad de Zaragoza y buscamos carreteras solitarias.

Por la A221 llegamos a La Zaida y a los meandros del Ebro en Sástago donde es una larga travesía con un eterno semáforo la que cruza el pueblo y que posiblemente solo traiga problemas no solo de movilidad sino ideológicos, pues al comienzo del pueblo vemos carteles en los balcones que rezan “Variante no” y en la otra parte del pueblo los carteles reivindican un “Variante sí”. Nosotros nada tenemos que ver con este pueblo y nunca hemos estado antes, pero sin duda que somos partidarios de la variante.

Disfrutamos de nuevo de la estrecha, bacheada y recta carretera A1404 y A1307 hasta Belchite. Cogemos ritmo y sin que nos preocupe el hecho de estar dando más vuelta de la debida, llegamos A Cariñena donde tomamos un breve descanso.

Aquí, decidimos intentar atajar de algún modo pues la vuelta nos puede llevar todo el día y estamos algo cansados.  Carretera A220 hasta la Almunia de Dña. Godina y avanzamos 30 kilómetros por autovía hasta Calatayud donde la carretera 234 nos lleva directos a Soria.

Ya desde el comienzo del día, el ambiente es algo raro. No hace demasiado calor y parece que hay más calima de lo normal. A medida que nos acercamos a Soria, la calima parece hacerse más espesa y empieza a no verse el horizonte más cercano. Para crítica de mi copiloto, por seguridad, enciendo las luces del Land Rover para ser visto con más facilidad.

A las 16 horas, tras cinco intensas horas de asfalto y 303 kilómetros, llegamos a nuestro destino, donde nos informamos que lo que parece calima, no es tal, sino que es el humo de los incendios forestales que asolan Canadá en estos días. Humo que ha cruzado el Atlántico, que impide ver el horizonte y que se mantuvo aún unos tres días hasta desaparecer por completo. Pero eso, amigos, ya es otra historia.

Formaciones de yesos

2 comentarios en «Camino a Los Monegros. Agosto 2024. (Segunda Parte)»

  • 16 de septiembre de 2024 a las 03:38
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    Estupenda aventura por esa preciosa y desconocida ruta.
    Muy bien descrito todo el recorrido.
    Quedo a la espera de la próxima.

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  • 10 de septiembre de 2024 a las 16:04
    Enlace permanente

    Todavía no he superado los desayunos de «El español»… que alegría daba abrir ese papel de aluminio.
    Por cierto, VARIANTE NO
    Esperando el próximo viaje a los Monegros (espero que te parezca cómodo el asiento del copiloto)

    Respuesta

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