ALMANZOR. MUERTE Y SUCESIÓN

El 21 de mayo del año 1002, Almanzor, tras el protocolario desfile con sus temidas tropas en la ciudad de Córdoba, se dirige de nuevo hacia el Norte para llevar a cabo su aceifa número 56 contra territorio cristiano.

En Gormaz cruza el río Duero y a través de Huerta del Rey y Salas de los Infantes llega al actual pueblo de Canales de la Sierra (La Rioja), desde donde se dirige al Monasterio de San Millán de la Cogolla el cual es saqueado e incendiado sin contemplaciones. En su camino no encuentra oposición alguna. Su fama le precede y el territorio por el que se desplaza su ejército se encuentra prácticamente desierto lo cual facilita aún más su destrucción.

Durante el transcurso de esta campaña, su enfermedad de artritis gotosa se agudiza cayendo gravemente enfermo. Ello le obliga a poner fin a la incursión de castigo y retornar cuanto antes a Medinaceli para ser tratado por los médicos. En este regreso, Almanzor es transportado en litera por sus tropas y todos son conscientes de que posiblemente no pueda volver a territorio cristiano para seguir imponiendo su política de muerte, terror y destrucción.

Así, desde San Millán de la Cogolla se inicia por su ejército una rápida retirada, cruzando la Sierra de Cameros posiblemente a través de Tobía, Anguiano y Viniegra, entrando finalmente en la actual provincia de Soria por Montenegro de Cameros. En otra ocasión dedicaré una entrada a este último viaje de Almanzor por tierras sorianas pues es realmente interesante.

En este apresurado retorno, en Calatañazor, las tropas islámicas hicieron parada para hacer noche siendo su retaguardia atacada por, ahora sí, envalentonadas tropas cristianas lideradas por el Conde castellano Sancho García, los cuales eran conocedores del motivo de la rápida e inesperada retirada del temido ejército musulmán. De esta escaramuza, en la cristiandad, siglos después, se escribieron crónicas que aseguraban que en dicha batalla Almanzor fue derrotado y herido de muerte y a lo cual pocos historiadores dan veracidad. Así, la conocida expresión “En Calatañazor Almanzor perdió su tambor”, es de muy dudosa credibilidad. Almanzor guerreó y atemorizó al mundo cristiano durante veinticinco años de forma continuada y nunca, nunca, conoció la derrota.

La última noche la pasó Almanzor en el Castillo de Berlanga, falleciendo al día siguiente en el actual término municipal de Bordecorex, a los pies de una atalaya hoy llamada “El Tiñón” y que formaba parte del sistema de vigilancia del entramado defensivo de la Estremadura Soriana. Es el 10 de agosto del año 1002.

Almanzor llega cadáver a Medinaceli, siendo enterrado en un lugar nunca encontrado hasta ahora y envuelto en un manto elaborado por sus propias hijas y cubierto con el polvo que de sus ropajes Almanzor conservaba y guardaba después de cada victoriosa batalla. Cuenta la leyenda, que, sobre su tumba, se colocó una lápida de mármol blanco donde se podía leer el siguiente epitafio: “Sus hazañas te enseñarán sobre él, como si lo vieras con tus propios ojos. Por Alá que jamás volverá a dar el mundo nadie como él, ni defenderá las fronteras otro que se le pueda comparar”. Acertado resumen de su figura. Punto final al azote de la cristiandad. Comienza el declive de Al-Andalus.

A Almanzor le sucede su hijo Abd al Malik (Amir al Muzaffar “El Triunfador”) (1002 – 1008). Éste consiguió que el califa Hisham II le concediera los mismos poderes que otorgara en su día a su padre, de tal manera que, durante los seis años que duró su mandato, fue continuador de la misma política de su gran antecesor. Recordemos que el Califa fue una marioneta dirigida por Almanzor.

Dirigió el pueblo y a la clase política con mano dura y llevó a cabo ocho ataques contra territorio cristiano, pero sin tanto éxito como su padre pues fue derrotado en alguna que otra ocasión.  Abd al Malik, desde muy joven, acompañó a su padre Almanzor en multitud de incursiones contra territorio cristiano y gozaba de una extraordinaria valentía y amplia experiencia en combate. Fallece el año 1008 consecuencia de una enfermedad. Siempre existirá la sospecha de que fue envenenado por su hermano “Sanchuelo”, el cual asume el poder de forma inmediata, al día siguiente de su fallecimiento.

Abderramán ibn Sanchul conocido como “Sanchuelo”, hijo de Almanzor y Abda, hija del rey Sancho Garcés II de Pamplona. El apodo de “Sanchuelo” era debido al gran parecido físico que tenía con su abuelo materno.

Nada tuvo que ver “Sanchuelo” ni con su padre ni con su hermano. Se dedicó fundamentalmente a disfrutar en palacio, junto al califa Hisham II, de los placeres de la vida, del vino y de las mujeres. Consiguió incluso que el Califa, que carecía de descendencia, le nombrara su heredero legítimo, lo cual no gustó a los otros pretendientes Omeyas, siendo éste el motivo de su asesinato a los pocos meses de su mandato. Personaje mediocre, soberbio y de vida desordenada. Indigno sucesor de su padre. Subió al poder en octubre del año 1008 y fue decapitado por los rebeldes el 3 de marzo de 1009. Su cadáver fue embalsamado y crucificado en una de las Puertas de Córdoba.

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