Viernes 1 de mayo. Tormenta de Arena. 348 km
Amanece con mucho viento y no sin dificultad desmontamos el campamento. La arena se cuela por todos lados y es difícil tomarse el café libre de este elemento de la naturaleza. Bebo agua cada poco tiempo para eliminar la arena de mi boca.

Iniciamos ruta por pistas hacia una estación de tren abandonada y que daba servicio a la línea de tren en la que estuvimos ayer. Durante la visita a las ruinas, el viento es brutal, cada vez va a más y se está levantando muchísimo polvo. Sin duda alguna, se está gestando una fuerte tormenta de arena. Paramos en la ciudad de Tendara para comprar una correa para el Ligero de Víctor. Nos impacta mucho este pueblo, pues a primera vista parece muy miserable, pero no, es un pueblo más de Marruecos, nada turístico y con muy pocos servicios. Las calles parecen abandonadas y abundan los habitantes locales, algunos durmiendo en las aceras y muchos otros sentados con sus burritos y grandes carros llenos de todo tipo de materiales. Da la impresión de ser muy decadente, pero es la imagen del Marruecos que no sale en las guías turísticas.




Intentamos hacer más kilómetros de pista, pero se ha levantado una potente tormenta de arena que hace imposible continuar. Tomamos carretera y durante 100 km., bordeando el Plateu de Rekamm por su zona Este, conducimos por el epicentro de la tormenta, con muy escasa visibilidad y con un viento lateral que empuja a nuestros vehículos con muchísima fuerza. Al rato, a pesar de llevar el coche cerrado, todo el interior, nosotros incluidos, estamos cubiertos de una gruesa capa de arena rojiza.

La conducción es esta situación es complicada, muy similar a la de una densa niebla a la que podemos estar más acostumbrados. Es imposible pasar de 60 Km/h e incluso durante largos tramos reducimos a 40 km/h. Menos mal que la carretera es recta y no hay curvas imprevistas. Nos tenemos que guiar por las rayas centrales pintadas en la carretera y que aparecen de una en una. La tensión es máxima. Creo tener hasta alucinaciones visuales en algún momento, lo que corrijo desviando por algún segundo la mirada de la carretera. Apenas hablamos entre nosotros pues necesito concentración máxima.
De repente, sale de la nada un convoy militar precedido por un gran camión furgoneta con muchas luces de emergencia y detrás enormes camiones militares de transporte de carros blindados. Vaya susto nos han dado. Por su descomunal tamaño, circulan por el centro de la carretera y no hay más remedio que pararse en el arcén, lo que avisan con grandes bocinazos. La situación es surrealista, parece que estemos en una tercera dimensión.

Cuando tenemos algo más de visibilidad hacemos una parada táctica para descansar, siendo la situación en el exterior totalmente hostil. Simplemente brutal. Vienen a mi memoria los pastores nómadas que habitan este territorio y se me ponen los pelos de punta al pensar en ellos. Me los imagino refugiados en sus tiendas durante horas y horas hasta que acabe este temporal en el que las rachas de viento alcanzan los 85 Km/h.
Merecen mi reconocimiento especial los conductores de los Ligeros, Angel, Víctor, Javier y Carmen y a Alfredo Junior a los mandos de su moto, por aguantar con valentía, alegría y con austeridad esta fuerte tormenta directamente sobre sus cuerpos. Si nosotros acabamos dentro del Defender perdidos de arena, ellos pasaron a formar parte del paisaje por los kilos y kilos de arena que llevaban encima.
Por fin y con un sol brillante, llegamos a la ciudad de Annual donde recogemos el carro de la moto de Alfredo y descansamos en la terraza de un bar degustando un buen té. Es aquí donde decidimos ir hasta Nador, por lo que reservamos un hotel por Booking para relajarnos y tomar una buena ducha para quitarnos la arena del cuerpo.

Sobre las 19 horas llegamos al Hotel Annakhil, situado en pleno centro de Nador. Buena ducha donde se aprecia la cantidad de arena que llevábamos encima y salimos a cenar una hamburguesa en un restaurante cercano donde nos instalan al lado de la esquina habilitada en el local para los rezos y donde acuden de forma continuada clientes que se descalzan y rezan durante varios minutos.
Sábado 2 de mayo (Nador) Día de descanso. 15 km
Tenemos todo el día por delante para pasear por Nador y cada uno nos organizamos de forma libre e independiente. Alfredo va en busca de un lugar donde limpiar su coche y la moto, Angel y Mario se van de ruta por Anual para hacer honor a los españoles caídos en las guerras allí libradas y Fernando, Víctor y Alfredo J y yo mismo nos vamos de paseo por Nador.
Después de un gran desayuno, comenzamos nuestra excursión por un bonito y cuidado paseo marítimo, muy espacioso y libre de los agobios y aglomeraciones que existen en lugares similares en España, para adentrarnos en barrios con mucho comercio, mucho tráfico y donde no nos cruzamos con ningún turista. Nador es una ciudad moderna, segura y la verdad que lo disfrutamos mucho.


Comemos en un sitio cercano al hotel donde cometo el grave error de pedirme una ración de pez espada que allí quedó íntegro, quemado e insípido, pues nunca supe muy bien si era carne, pescado o una sucia y muy negra suela de alpargata. El arroz y la verdura que lo acompañan está muy bueno y doy buena cuenta de ello.
Descanso en la cafetería del hotel donde nos permiten durante todo el día tener los coches bien aparcados y a media tarde nuevo paseo con Fernando por el paseo marítimo y en dirección contraria al paseo matutino. Descubrimos además nuevas calles comerciales, destacando una de ellas donde todos los comercios eran joyerías en las que todo brillaba con exageración.
Cena en el hotel y ponemos rumbo al puerto donde un policía local se acuerda de todos mis ancestros cuando me quedo bloqueado en mitad de la calle. El tipo se me acerca gesticulando, jurando en árabe y por su cara de desprecio no parecía que me estuviera diciendo nada bueno. Me limito a encogerme de hombros y poner cara de tonto.



Ya en el Ferry, no tuvimos posibilidad de reservar camarotes, por lo que nos instalamos en la zona de butacas, donde nos recibe un fétido y agrio olor a humanidad consecuencia de algún marroquí tirado en el suelo, descalzo y totalmente despatarrado. Pero a todo se acostumbra uno. Poco a poco, los marroquíes sin butaca ni camarote buscan rincones donde descansar y se tumban en los pasillos, en el espacio que hay entre las butacas y cualquier otro hueco donde descansar. Son familias enteras, incluso con niños pequeños, los que duermen en el suelo, lo cual no parece importarles pues rápido los oyes roncar y tirarse incluso algún pedo. Todo ello hace presagiar que la noche va a ser dura y que posiblemente no podamos descansar mucho.


Y así fue. Noche de duermevela, incómoda, fétida y con bastantes salidas a cubiertas para respirar aire puro. Cada vez que me levantaba tenía que sortear múltiples cuerpos tirados en el suelo, pero esto es así y es lo que toca. Ya descansaremos en otro momento. Me ahorro cualquier comentario sobre los baños pues aún me entran arcadas solo de pensarlo.
Domingo 3 de mayo. Vuelta a casa. 285 km
Llegada a Almería sobre las 7.30 de la mañana, parando a desayunar a unos 22 Km, en el Bar “Vuestra Casa”. Al propietario le gusta el Defender y nos pregunta sobre ello e informa que él tiene un Series de cuarenta años que heredó de su padre.
El Bar es un sitio curioso, lleno de miles de cachivaches y artilugios utilizados en las películas del Oeste rodadas en el cercano desierto de Tabernas. Al parecer el propietario los alquilaba para los rodajes y había muchas fotos de películas como la de “El bueno, el feo y el malo”. Muchas estrellas de Hollywood de aquellos tiempos desayunaron en este bar.
Proseguimos camino hacia Granada donde dejo a Fernando en la estación de tren pues yo haré noche en el camino para evitar el atasco de entrada a Madrid. Es día de vuelta del puente de mayo y he preferido hacer la vuelta en dos días. La verdad que al principio me arrepentí de la medida adoptada, pero al final me viene bien pues no he dormido nada y se me hace muy duro conducir.
A media tarde paro en un hostal de carretera en Bailén, “Hotel El Cordobés” de una estrella y en el parking, rodeado de camiones, me caliento en el hornillo unos buenos macarrones.


El hostal es bastante cutre y me meto pronto a la habitación a descansar. La verdad que estoy reventado y tampoco se puede hacer mucho más. En la televisión veo un rato un programa del Seprona “en acción” y en uno de los casos, nuestras fuerzas de seguridad se ponen en acción cuando reciben una denuncia de que, en un pueblucho de nuestro país, un vecino tiene un pavo en condiciones inadecuadas. Al comienzo creo haberlo entendido mal, pero no, efectivamente, un vecino ha denunciado anónimamente a otro porque tiene un pavo en malas condiciones.
Tras haber estado una semana en Marruecos y ver los pueblos que he visto, sus habitantes, los nómadas, los niños andando kilómetros por el desierto para ir al colegio, los busca vidas, etc. siento vergüenza ajena de que en nuestra sociedad se movilice a las fuerzas de seguridad del Estado para comprobar si un pavo estaba o no bien cuidado. Que sí lo estaba, por cierto, y además, se aprovecha para que el denunciado libere dos jilgueros que tenía en una jaula. Y encima los guardias se van de la finca con la sensación del trabajo bien cumplido. Vaya frustración tendría yo si fuera uno de esos agentes de la autoridad y más avergonzado aún si encima salgo en un programa de televisión con tan complicada y arriesgada misión.

Lunes 4 de mayo. Etapa final. 295 km.
Tras un largo y reparador descanso, afronto con ganas los casi 300 km. de esta jornada, llegando a casa a la hora de comer. Sin novedades y nada a destacar.
Este ha sido mi cuarto viaje aventura en Marruecos y ya estoy pensando en el quinto. Mi agradecimiento a todos los que han participado: Angel, Mario, Víctor, Alfredo, Javier, Carmen, Alfredo Junior y Fernando. Inmejorables e incansables compañeros de aventuras, verdaderos Hombre Libres con los que he compartido este viaje de 3.000 kilómetros. Un millón de gracias.
Como digo, ya pensando en el próximo viaje que, seguro, dará para otras muchas historias.











